SUEÑO AMERICANO
¿Que pasa cuando te encuentras desolado en un país que no conoces? ¿Sera cierto que llegas a «barrer» dolares?.
Ella lo sabía. Ella siempre lo supo. SU hijo, MIKE, era el tipio chavito nerd e impopular de la escuela. Probablemente la razón principal era su gordura acompañada del hecho de que el usar esas gafas lo hacía pasar por el típico nerd del colegio. O tal vez sería porque de hecho era NERD y se juntaba con el grupo de nerds de la escuela entre los cuales obviamente me encontraba yo.
La verdad es que mi origen mexicano y humilde aunado al hecho de mi casi nulo conocimiento del manejo del idioma inglés me hacía sentir estúpido e inferior a todos al no saber que era lo que pasaba a mi alrededor. La verdad era que odiaba aquel país y me costó mucho trabajo tan solo el empezar a adaptarme a veinte mil cosas que no entendía y desconocía.
Bajo esas condiciones fue que conocí a Mike. LO que en un principio nos unió fue aquel afamado juego de cartas de poder; Cartas mágicas. Terminamos como lo que éramos, un par de nerds a quienes les gustaba pasar el tiempo jugando. Fue de esa manera que termine jugando en su casa después de la escuela esperando que mi mamá llegara después de un ajetreado día de trabajo a recogerme.
La mamá de Mike era una mujer muy agradable de origen Haitiano quien hablaba bastante bien el español y tenía la habilidad de cocinar platillos deliciosos por lo cual era un privilegio quedarme a comer en su casa casi diario.
Recuerdo perfectamente aquella calurosa tarde de viernes. Mike tenía 40 dólares que su mama le había dado y yo me moría de envidia de todos los paquetes que había comprado y que se dedicaría a abrir enfrente de mis narices.
“¡Que suertudo eres!” le dije.
“Mi mama nunca me da dinero para comprar cartitas.- agregue poniendo cara de perrito callejero.
“Solo cuando cumplo años y eso a veces.” Remate dando un gran suspiro y clavando mi mirada en la pila de paquetes sin abrir que reposaba frente a nosotros.
Mike volteo a verme y creo que pude percibir en su actitud una mirada de tristeza ante mi situación y mi corazón brincó pensando en un acto de generosidad.
“Pues…” mascullo Mike como pensando sus palabras mientras me hablaba.
“Tal vez…-dijo dándole vueltas al asunto como tratándose a sí mismo de convencerse.
“…podríamos intercambiar. Claro- agrego- depende de lo que tu tengas para intercambiar”.
Aquella frase sepulto en un segundo mi posibilidad de hacerme de alguna de aquellas codiciadas cartitas. Me quede mirándolo. Por más que repasaba en mi mente no encontré nada que pudiera ser de su interés. Yo apenas si tenía unas cuantas cartas que incluso él me había regalado y una que otra que me encontré tirada en la calle o, me da pena admitirlo, una que otra que había recolectado husmeando en la basura de la escuela.
Todo lo anterior recorría mi mente mientras caminábamos a su casa donde María, su mamá, nos recibió siempre con aquella algarabía que la caracterizaba. Aquella tarde lo recuerdo bien el calor era infernal. Tan pronto como llegamos, Mike se enfundo en su bermuda e inmediatamente salto a la piscina de su casa mientras yo me quedaba atónito mirándolo refrescarse. Yo no llevaba traje de baño y ni de chiste se me ocurriría pedirle prestado uno a Mike ya que aunque yo no era precisamente delgado el grueso cuerpo de Mike me doblaba fácilmente en proporciones.
Casi me saca un susto María cuando acercándose a mi alargo la mano ofreciéndome un traje de baño que me invito a usar para poder acompañar a Mike. Y es que María me tenía un especial afecto al ser el primer amigo que acompañaba a Mike a su casa. Nunca había sido visitado o acompañado por otro amiguito así que María fomentaba la compañía que yo le hacía a su gordo hijo.
Aunque en un principio me reúse, como típico adolescente estúpido y tímido, María insistió.
“Toma, pruébalo.”- me dijo.
“Tal vez te quede un poco apretado pero seguro que lo puedes usar”
“Es de cuando Mike era más chico”- agregó con esa sonrisa blanca que convencía a cualquiera.
Lo tome siguiendo su instrucción y me escondí adentro de la casa para cambiarme. La verdad era que si me quedo aunque debo admitir que bastante ajustado. Aquello de lo apretado lo pude percibir sobre todo cuando dando unos pasos me encamine hacia la alberca pero me sentía contento de poder unírmele a Mike en las refrescantes aguas de la piscina familiar.
Así pasamos un buen rato jugando de manera refrescante hasta que su mami nos llamó para cenar. Salimos de la alberca y por primera vez me fije que a pesar de su gordura y de sus rechonchos muslos, la humedad de la prenda se le pegaba y Mike exhibía ante mi mirada una protuberancia obvia de un BIG BLACK COCK (una GRAN VERGA NEGRA) mientras escurría el agua de su traje de baño blanco que no dejaba nada a la imaginación pues con la humedad se alcanzaba a transparentar y se podía ver claramente su oscura piel y bien formadas aunque voluminosas piernas.
Creo que en verdad la misma situación se presentó en Mike pues aunque trato de disimular de reojo podía yo ver como me recorría con la mirada y más cuando pudorosamente (según yo) le di la espalda para quitarme el calzoncito de baño que María me había prestado y el cual por lo apretado me costó bastante trabajo retirar dándole a Mike suficiente tiempo para que me barriera con su mirada.
Nos sentamos a comer la cena y estando allí no sé qué me pasaba pero de reojo e insistentemente no podía dejar de verle el bulto a Mike el cual sobresalía en medio de sus piernas. Está por demás decir que devoramos rápidamente las deliciosas viandas que su madre preparo y al terminar le dijimos María que como siempre nos iríamos al sótano, el área de juegos, a jugar con las carta que Mike recién había comprado.
Realmente hasta el día de hoy no me explico cómo fue que sucedió aquello pero en cuanto bajamos al sótano Mike se paró frente a mí y simplemente dejo caer a sus pies 3 paquetes de las recién adquiridas cartas.
Es estúpido pensarlo pero cuando lo vi me temí lo peor. Pensé que Mike se había enojado y que me echaría alguna bronca. Esperaba que de su boca saliera algún improperio o que me insultara o que me fuera a pegar en el hocico.
¿Qué pasa?- alcance a musitar con un gran nudo en la garganta al verle empoderado de esa manera frente a mí. Sin embargo, mi interior me traicionó y me quede mirando fijamente al gran bulto que amenazaba con explotar sus ya secas bermudas.
“Creo que lo sabes. SI, -dijo- TU sabes MUY BIEN que quiero.”
Mientras remarcaba esas últimas palabras fue bajando sus boxers y ante mi mirada atónita Mike saco y sostuvo sus recientes 8 pulgadas de BIG BLACK COCK mirándome a la cara intensamente.
“No le diré a nadie”-dijo en una voz que se escuchaba como suplica.
Mis piernitas flaquearon mientras mi mirada se quedaba atenta y fija en aquel gran pedazo de carne dura que se mostraba ante mí. Mi mirada caía y se movía de arriba abajo pasando de su gran verga a los paquetes de cartas que descansaban en el piso animándome a…
No dije ni una sola palabra. Simplemente me arrodille ante Mike y sin más ni más aproxime mi boca y por primera vez deje que aquella barra dura y caliente tomara mi cavidad bucal. Como si de todo un experto se tratase me dedique a atenderlo y por primera vez chupe aquel vergazo negro de mi hasta entonces “amigo”.
“¡OHHH!”- fue lo primero que escuche salir de su garganta en cuanto sintió mi cálida caricia.
“¡¡¡OH, Dios!!! Yo bromeaba”-agrego.
“MMMmmmmmmm…
Siiiiiiiii…
¡Chupala asi!
¡¡WOW!!
“¡Que rico la mamas!
Fueron algunas de las expresiones que alcanzaba yo a escuchar mientras él me miraba de arriba a abajo atendiéndole con mi boca y complaciendo su calentura a cambio de un par de sobres de cartitas. Lo peor fue que en mi interior me di cuenta de que desde ese preciso momento empecé a desear el cálido y candente fierro que Mike me ofrecía.
“Me gusta tu verga tan grande”-alcance a decirle no sé porque mientras seguía engullendo aquel grueso pedazo de carne.
Mi cabeza solo subía y bajaba dejando entrar y salir aquel pedazo negro de carne mientras él no dejaba de mirarme desde su posición y con sus gestos y gemidos me daba a entender cuanto le estaba gustando mi parte del trato.
“¡Oh, Dios!”- Me dijo.
“Me encanta tu boca. ¡SI! Sigue chupando.”- me decía.
“MMmmmmmmmm”
“Mierda… mierda…. ¡Me vengo! ¡Que rico mamas!”
Mientras decía aquello, sostuvo mi cabeza con sus manos.
“¡Si! ¡Sí!”-insistía para luego agregar.
“No, ¡NO!”-dijo contradictoriamente
“Ahí, ahí…quédate. Quedate. COmetela. Comete mis mecos”- me ordeno.
Y ahí se quedó llenándome la boca con su cálido caldo haciéndome tragar a todos sus hijitos como él decía. Se quedó ahí… mirándome. Asegurándose de que yo me tragara todo para complacerle.
Enseguida agarre mis paquetes de cartas sintiendo el más sucio pero el más feliz puto de todo el mundo. Mis tripas contenían a sus hijitos. Sonriendo los dos nos sentaos a abrir “nuestros” paquetes.
Mi mama, por suerte, tardó en llegar y al final del día me fui a mi casa con una sonrisa en la ¿boca?
Todavía en mi cama me sentía feliz por mis cartas y no paraba de recordar todas las sensaciones de aquella tarde empezando por nuestras miradas en la piscina hasta nuestro oscuro secreto de lo que había pasado en el sótano de juegos. Caí rendido al final de cuentas.
Me desperté temprano sintiendo mi teléfono sonar.
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