Tania, la prima de mi esposa (2)
Continúo con la fantasía anterior dedicada a la prima de mi esposa con la participación de su hijo de 8 años..
Esta es continuación directa del relato anterior que les recomiendo leer para entrar en contexto.
(Ya dí la descripción de Tania y de su hijo Robertito: la prima de mi esposa Katy tiene como 30 años, como de 1:60 de estatura, es morenita, guapetona, con un culote, piernuda, tetas no muy grandes, pero bien formadas, y como mencioné, se me hace que es bien caliente; su hijo Betito, como de 8 años, es morenito, delgado, de ojos grandes, cabello negro quebrado, bonito)
El niño nos mira algo decepcionado, es claro que deseaba seguir jugando. Su mamá le dice que se vista.
-No te preocupes -le dice-, pronto vamos a jugar de nuevo y va a ser un juego más largo.
De mala gana Betito se viste. Yo tomo mi calzón y se lo doy a ella. Le susurro: límpiate con él, quiero ponérmelo así. Ella lo hace, se limpia la rajada y me lo regresa mojado con su venida. Nos vestimos los dos mientras cruzamos sonrisas de complicidad. En eso escuchamos el motor del auto de su esposo Julio.
Tania se asusta y apurada termina de vestirse y de acomodarle la ropa a su hijo. Le insiste que no debe decir de este juego a nadie y si no lo hace, pronto volveremos a jugar. El niño dice que sí, que no se lo dirá a nadie.
Oímos a su esposo entrar en la casa y salimos de la recámara para acomodarnos en las sillas de la azotea. Cuando Julio sube yo me levanto.
-Ya estaba despidiéndome -le digo-, y en efecto, me despido discretamente de ella.
-Nos vemos Betito -le digo al niño que apenas y voltea a verme, entretenido en su juego electrónico y yo me retiro de la casa-.
A la semana siguiente los visito de nuevo. Cuando Julio sale al súper, Tania prende la televisión para que el niño se entretenga, me lleva a la azotea y muy agitada me cuenta lo que ocurrió dos noches antes:
Dice que ella y su esposo estaban empezando a coger en su cama, que no era muy tarde y pensaban que su hijo ya estaba dormido, así que se destaparon y ya encuerados, él le estaba chupando las tetas, cuando de repente, la puerta se abrió y entró Betito a la recámara. Ambos se sobresaltaron, pero jalando las cobijas para taparse, él le dijo al chavito: ¿qué quieres? vete a tu cama.
El niño preguntó: ¿están jugando?
-Sí -respondió algo desconcertado Julio-, sí estamos jugando.
Y que entonces el chamaco dijo: Yo quiero jugar también.
-No -respondió con energía su papá-, es juego de grandes.
Y que el encuincle dijo con seguridad: yo ya conozco el juego.
Su papá se sorprendió y le preguntó: ¿ya lo conoces? ¿Cómo, por qué?
Entonces ella intervino diciendo: sí, yo le he hablado de que los papás tienen juegos sólo para ellos, pero él quiso saber más y le expliqué que los papás acostumbran jugar en la noche o cuando están solos en su cama. Por eso dice que lo conoce. Hasta tuve que decirle que papá y mamá se quitan la ropa en ese juego, ¿verdad nene?, por eso dice que lo conoce.
El niño no insiste.
-Vete a tu cama -volvió a decirle su papá-. Después platicamos a ver cuándo jugamos contigo.
Ya más tranquilo el niño salió de la recámara. Julio se levantó a poner el seguro de la puerta y se subió de nuevo a la cama. Tania me cuenta que le preguntó: ¿crees que haya sido correcto hablarle de eso al niño?
A lo que respondió: ahora los niños no se quieren quedar callados y de todo buscan saber. La psicóloga de la escuela dice que se puede hablar con ellos sin entrar en detalles.
Que su esposo se veía desconcertado, pero terminó diciendo: pues sí, está bien.
Quedaron un momento en silencio, pero ya con la puerta bien cerrada, ella para desviar el tema retiró las cobijas y se acomodó para meterse su verga en la boca y a él se le paró de inmediato. Se la mamó al mismo tiempo que le sobaba los huevos y le movía el pellejo sin sacársela de la boca.
Dice que no lo hace con frecuencia, pero necesitaba que dejara de pensar en la intromisión del chavito y quería dejarlo especialmente contento, así que lo puso de espalda y se la mamó como lo hace conmigo, con dedicación. O sea le hizo una chaqueta con la boca y la mano hasta que él se vino gimiendo. Se tragó sus mecos sin desperdiciarlos y Julio estaba feliz con aquel obsequio.
De nuevo quedaron un rato en silencio, y después de descansar un poco, a él se le volvió a parar la verga y sin pensarlo, se le subió abriéndole las piernas. Me dice que se la cogió muy excitado, como si fuera el primer palo de la noche, y que se movió sin detenerse, hasta venirse de nuevo jadeando.
Cuando se la sacó aún la tenía medio dura y que le dijo: oye, si así nos ponemos, estaría muy bien que siempre venga a vernos el nene antes.
Que entonces los dos se rieron por la broma, pero en su mente, Tania sabía que esa era una excelente idea.
-Oye, pues estuvo riquísimo -le digo-, terminaron muy bien la noche.
-Sí -responde-, pero no quisiera que Julio se entere que hemos enseñado a Betito.
-No te preocupes, nadie le va a decir. Mientras atiendas al niño no creo que tampoco le cuente a su papá… Oye, ¿y cómo es la verga de Arturo?
-¿Para qué quieres saber?
-Pues, me gustaría imaginar cuando te la está metiendo… ¿la tiene más grande que la mía? (en otros relatos, ya he dicho que me mide 14.5 centímetros por 3.5 de diámetro, con pellejo café y cabeza rosa oscuro)
Ríe y contesta: sí, es un poco más larga, pero algo más delgada, por eso se ha de ver más grande, y tiene un poco menos de… ¿prepucio, se llama?…
-Sí, así se llama el pellejo -respondo-.
-Sí, porque cuando la tiene bien parada, casi no le tapa nada la cabeza.
-Órale… y ya que lo mencionas, ¿su cabeza tiene la corona perlada o lisita?
-Es lisita -contesta-, no tiene los granitos que tiene la tuya.
-Ah, pues qué bien. ¿Y de huevos?
-Los tiene igual que los tuyos-responde-, pero cuando se le para, casi no se le ven, como que desaparecen.
-Okey, sí…, a algunos hombres eso les pasa, como que se suben y no se ven. Pero leche no le falta ¿verdad?
-No, nunca le ha faltado. Me la echa bien rico. Pero de sabor, me gusta más la tuya… es que como ya te he dicho, la tuya sabe medio dulcesita.
Obviamente con la charla tengo la verga bien dura y por momentos me la sobo a través del pantalón, lo que desde luego no pasa inadvertido para la prima de mi esposa. Así que le sugiero: se me hace que ya no tarda Julio, no sé si nos daría tiempo de parchar, pero ¿cómo ves si aunque sea, me hago una chaqueta en tu boca?, para que te comas mi leche dulcesita.
Sonríe y acepta.
-Sácatela, rápido -me dice-.
Sin esperar una nueva orden, me bajo el cierre del pantalón y jalando hacia abajo el resorte del calzón, libero mi verga completamente tiesa. La empuño con la mano derecha y comienzo a jalarme el cuero con fuerza frente a mi amante que no pierde detalle. Se trata de aprovechar el tiempo y no dejar a mi camote sin tirar sus mecos, así que mi mano le dará el gozo que necesita.
Mi glande perlado está por soltar su líquido placentero.
Muevo la mano y enseguida, sin perder el ritmo, sujeto ahora mi pito con la izquierda. Siento que ya viene la descarga y digo a Tania: agáchate, ¡abre la boca!…
Ella obedece y abre la boca acercándola a mi verga.
-¡Abrela más!…, oooohhhhhhh…., comeeee…
Exclamo al alcanzar el orgasmo y suelto como cinco escupidas de mecos en la boca de Tania, que espera a que no salgan más, permitiéndome ver cómo se juntan en su lengua. Cuando dejan de salir, con una gran sonrisa los traga complacida, en el momento mismo en que se oye abajo cómo su esposo entra en la casa.
Se incorpora, nos besamos. El rico beso con saber a semen es breve. Me guardo la verga satisfecha y al tiempo que ella baja de la azotea, yo me pongo a acomodar las sillas fingiendo que eso es lo he estado haciendo. Un momento después aparecen en la puerta Julio, Tania y su hijo.
-Ya me dijo Tania que te puso a trabajar -dice sonriendo Julio al tiempo que deja en el piso una hielera-
-Nada de eso -respondo- es un placer…, es un placer…
Los tres sonreímos. Tania disimuladamente se relame los labios y yo observo que, también son disimulo, Betito se manosea la entrepierna.
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