Tania, la prima de mi esposa (3)
Este es tercer espisodio de mis relatos anteriores con el mismo título. La fantasía dedicada a la prima de mi esposa, mamá de un niño simpático y curioso..
(Repito la descripción de Tania y de su hijo Robertito para que se los imaginen: la prima de mi esposa Katy tiene como 30 años, como de 1:60 de estatura, es morenita, guapetona, con un culote, piernuda, tetas no muy grandes, pero bien formadas, y como mencioné, se me hace que es bien caliente; su hijo Betito, como de 8 años, es morenito, delgado, de ojos grandes, cabello negro quebrado, bonito)
Visito otra vez a Tania como a los veinte días de la última vez que la ví y que me platicó de la intromisión de Betito. Una gran ventaja de ser persona de confianza, es que Julio sale a las compras y nos deja solos. Bueno, también deja a su hijo.
Nos instalamos en las sillas de la azotea y Tania se lleva al chavillo, le dice: ven te voy a poner una película. Cuando regresa, me dice: es que no quiero que oiga.
Se acerca a mí y me cuenta las últimas novedades.
Dice que ha notado que Betito con frecuencia se toca el pito, que varias veces que se queda mucho tiempo en el baño, ha entrado para apurarlo y lo ha encontrado acariciándose el pequeño miembro, que incluso se lo ha visto erecto.
-¿Y qué le dices? -le pregunto-.
-Que si ya terminó, que se salga -responde-, que no se quede tanto tiempo en el baño. Y ya se suelta el pito y se sube el calzón. Pero algunas veces, me mira y me dice que quiere jugar al caramelo. Así le llama a que se lo chupe.
-¿Y lo haces?
-Sí, no siempre, al menos se lo beso, pero a veces sí se lo chupo para que no se vaya a enojar y le cuente a su papá. Siempre le digo al final que recuerde que es un juego entre nosotros y no debe decirle a nadie.
-¡Qué bien! -le digo-, pues entonces no hay problema.
-Sí -agrega-, pero en otras ocasiones cuando lo estoy bañando, también me lo ha llegado a decir, y bueno, como sabe rico y sí se lo chupo, hasta le bajo el pellejito para que le salga la cabecita. Eso le encanta a Betito, cuando lo hago de inmediato empieza a reír. Noto que así se le pone más paradito, y entonces me dice que quiere conchita, así le dice a mi vagina, porque le dije que así se le dice a la cosita de las mujeres.
-Pues todo está muy bien -respondo-, creo que ya hay que enseñarle bien a masturbarse ¿no crees?, con suerte comienza a sentir mini orgasmos aunque sean en seco…, pero ¿qué te preocupa?
-Es que hace tres días, por la tarde, Julio bañó a Betito, bueno, se bañaron los dos como lo hacen con frecuencia. Y ya que salieron, le pusimos su pijama al niño y lo mandamos a dormir. Julio sólo traía una toalla enredada en la cintura, y me contó que mientras él se enjabonaba, el niño empezó a tocarse mucho su pene y se le empezó a erectar.
Julio le retiró la mano y le dijo que no se estuviera tocando, y entonces el niño alargó la mano y tocó el de él.
Su padre volvió a retirarle la mano y le dijo que no. Pero el chamaco le dijo: pero tú sí me tocas a mí… y Julio sin saber muy bien qué responder le dijo que es porque lo baña, a lo que el niño contestó: pues también te puedo bañar yo, ¿podemos jugar así?
Le dijo: bueno está bien, pero es bañarme todo, no nada más el pajarito.
Y el escuincle le dijo: siií, ¿se llama pajarito? también caramelo, ¿verdad papi? A lo que Julio le dijo que sí, sin darle importancia.
Que entonces Betito se puso a enjabonar a su papá, pero concentrándose en su pubis, y que Julio se empezó a excitar y su miembro a responder medio parándose y le dijo: bueno ya, hay que enjuagarnos, se nos va a acabar el agua caliente.
Y que así lo hicieron, pero Julio vio que al enjuagarse, de nuevo el niño se tocaba el pito y se bajaba el pellejito, asomando su pequeño glande violáceo.
Tania lo tranquilizó y le dijo que no tiene nada de malo, y que es aún mejor que el niño sienta esa confianza con su papá, hablar y conocer el cuerpo, además de que es bueno que se lave bien su sexo.
Y que entonces Julio le dijo: es que no sé si esté bien, pero me excité nena.
Me dice que ella también lo estaba con la plática, que sólo traía puesta una bata y entonces Julio se quitó la toalla, le dejó ver la verga completamente parada, se le acercó, le abrió la bata y se la quitó con facilidad.
La recostó en la cama y de inmediato le abrió las piernas y empezó a lamerle el coño. Y que bien excitado le dijo: Tania ¡estás bien mojada, qué rico!
Y en eso, Tania se percató que se abría despacio la puerta de la recámara y vio a Betito que se asomaba. Como Julio estaba ocupado mamando, no se dio cuenta y ella se puso un dedo en los labios para indicarle al niño que no hiciera ruido. El niño comprendió y entrecerró la puerta para seguir espiándolos sin ser visto por su papá.
Julio estaba muy caliente y le mamó con muchas ganas la pucha. Cuando se incorporó, Tania iba a acomodarse para devolverle la mamada y él no la dejó, la mantuvo así con las piernas abiertas y boca arriba, y acercando su cintura a la de ella, de un empujón le metió la verga entera.
Me cuenta que se la cogió con fuerza, que parecía adolescente con su primera novia, que de repente le chupaba las tetas, pero sobre todo no dejaba de moverse entre sus piernas.
Lo más interesante es que a ratos Tania abría los ojos y pudo ver cómo desde donde estaba, Betito se había sacado el pito y se lo tocaba bajándose el pellejo. El niño tenía completamente descubierta la cabecita y no paraba de tocársela y de sonreír.
Entonces sintió cómo le empezaban a escurrir sus jugos y Julio empezó también a venirse. Los dos daban jadeos fuertes y se besaron intensamente, compartiendo su saliva.
Dice que sintió la venida tibia de su esposo, muy abundante.
Dejó de moverse y siguieron besándose hasta que poco a poco Julio le sacó la verga y suspiró hondo. Volteó a ver a la puerta y ya no estaba el niño. Julio se levantó y le dijo que se iba a dar un duchazo, por lo que se bajó de la cama así encuerado y al acercarse a la puerta, le dijo: creí que había cerrado, pero la dejé entreabierta, ¡qué tal si hubiera estado despierto el nene y viniera a asomarse!
-Ay pues ¿qué tiene de malo que viera a sus papás haciendo el amor? -dijo ella-, mejor que vea eso y no los programas de violencia de la tele.
-Eso sí -dijo el esposo-, ahorita vengo. -Y se fue a la ducha-.
Tania se quedó en la cama acostada de espaldas. Y de repente, la puerta se abrió y entró Betito, sólo traía el saco del pijama, sin pantalón ni calzón. Se inquietó y le preguntó: ¿qué quieres? ¡vete a tu cama!
Pero el escuincle respondió: dijeron que yo también iba a jugar y no me avisaron.
Tania trató inmediatamente de tranquilizarlo: es que ya te habías dormido, pero ven, rápido antes que regrese tu papá, porque acuérdate que no en todo el juego puede estar él.
Sin hacerse del rogar Betito se acercó a la cama y le dijo a su mamá: quiero conchita mami, ¿tienes cremita?
Tania comprendió de inmediato y al tiempo que abrió las piernas le dijo: sí, ¡apúrate!
El niño se aproximó y empezó a lamer el coño de su madre, lengüeteando para comer los mecos de su papá que empezaban a escurrir hacia afuera.
Me comenta que el niño ha ido mejorando. Cada vez la mama con más gusto y la hace gozar más. Dice que pronto descubrió que en la entrada de la pucha se le pone duro el botón y esta vez no fue la excepción, así que lo estuvo lengüeteando una vez que se comió la leche de su papá.
Tania ahogaba los gemidos que le provocaban las caricias del niño. Y que de repente dejó de chupar y acercó la mano. Empezó a meterle un dedo en el coño, seguramente recordando lo que yo le enseñé. Enseguida fueron dos dedos, que metía y sacaba despacio. Ambos estaban gozando cuando súbitamente se oyó un ruido afuera.
Espantado, Betito se incorporó y Tania cerró las piernas. Le dijo: vete a tu recámara, pronto.
El niño obedeció y se retiró de prisa. Un poco después, entró de nuevo Julio. Otra vez traía una toalla enredada en la cintura. Cerró la puerta, le poso el seguro y se acercó a ella.
Híjole nena (le dijo en voz baja), ¿sabes qué?, la verdad es que sigo con ganas, jeje…
Se quitó la toalla y ella vio que traía la verga a medio parar. Le sonrió y abrió las piernas.
-Pues no te quedes con ellas -le respondió-, ten…
Julio abrió mucho los ojos mirando con deseo la panocha de su esposa, ya tenía bien parada la verga y sin esperar a que se lo repitiera, se le subió. La abrazó al tiempo que se la metía.
-Ufff, nena… tú también sigues mojada… -le dijo al oído-.
Se besaron y abrazaron mientras Julio comenzaba a moverse.
Dice que se la cogió muy rico. Que la verdad es que pocas veces se vienen juntos, pero esta vez lo lograron, que se tardó el tiempo justo. Estaban muy bien sincronizados.
Con todo lo que me cuenta yo también estoy bien caliente. La abrazo por la cintura y le murmuro: vamos a echarnos un rapidito, ¿si?
Sonríe, y a modo de respuesta, mete sus manos bajo el vestido, se baja el calzón y se voltea, dándome la espalda. Yo de inmediato me desabrocho el cinturón y de prisa me bajo el pantalón y el calzón. Ya tengo la verga dura.
Tania se inclina ofreciéndome el culote que tiene y me dice: rápido porque no tarda en regresar Julio.
Pienso en él. Cómo me gustaría verlo cuando se la coge y también que me viera cogiéndome a su esposa. Más aún que le diéramos verga entre los dos. Y todavía mejor, que Betito nos viera y participara.
La sujeto por la cadera y le meto la verga.
-Estás bien mojada -le digo-, estás bien rica.
Sin tardanza muevo la cadera. Me la cojo rápido como perro. La hago mi perra.
-¿Te gusta…, te gusta… te gusta mi verga? -le pregunto jadeando-.
-Siiiii…, qué rica está…, qué rico me coges… -contesta también entrecortadamente-.
-¿Te los comes? -le digo cada vez más excitado- Quiero que te los comas…
-Siiii…, siiii…, dámelos… -responde gimiendo-.
Estoy llegando. Siento que ya me vengo y le digo: ¡Ya, tenlos!
Me safo y ella se da la vuelta rápido. Así agachada abre la boca y se la meto. Me cojo su boca. Sólo bastan unos cuantos empujoncitos y me vengo. Tania me sujeta de las nalgas mientras recibe completa mi corrida.
Siento exquisito. Acaba de ser mi perra y mi becerra.
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