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Dominación Hombres, Gays, Masturbacion Masculina

Tradiciones de un colegio pupilo (14)

Matt y Clint siguen conociendo diferentes tipos de clientes en el burdel..
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_______

Una noche aparecieron el Líder y el Artista en nuestra habitación. Matt estaba leyendo en su cama y yo trataba de hacer unos ejercicios de matemáticas. Aunque nuestra asistencia a clases era escasa, éramos conscientes de que teníamos que aprender algo (además de volvernos adictos y ser esclavos sexuales). Algún día, volveríamos a nuestros hogares y nuestra vida debía seguir adelante. Eso esperábamos.

– Esta noche vamos a darles la bienvenida a los venezolanos – dijo el Líder.

– ¿Ya los han educado lo suficiente? ¿Saben todo lo que se aprende en esta excelente Academia? – preguntó Matt, con sarcasmo.

– Están domesticados… Tal como lo están ustedes. Por cierto, Matt, me apetece una mamada. ¡Ahora!

Matt dejó lo que estaba haciendo, se puso de rodillas mientras el Líder sacaba su miembro y un momento después, mi amigo estaba haciendo su trabajo.

El Líder siguió hablando, aunque a veces se interrumpía por el placer que estaba recibiendo: – Aquí les trajimos sus máscaras… Uff… Solamente ellos estarán a cara descubierta… Ahhh… Hoy pasarán… Uffff… a ser parte del equipo…. Uggg… Apártate, Matt…

Mi amigo obedeció y el Líder eyaculó en su cara, que quedó cubierta de semen.

– Límpiate, zorrito, y no vuelvas a hacerte el sarcástico conmigo.

– No queremos hacerle daño a los chicos – dije.

– Solo le darán la bienvenida.

– Pero nada de golpearlos o humillarlos, ¿ok? No nos pidan eso.

– Tranquilos- dijo el Artista – Los chicos ya no necesitan más golpes. Hay que reconocer que uno de ellos nos dio bastante trabajo, pero ya está manso como un cordero. De hecho, esta noche lo vamos a «esquilar».

¿A esquilar? No entendimos.

Nos reunimos en la casa de Stuart. El director no estaba, pero era lo mismo ya que él era uno más de la banda. Estuvimos tomando cerveza hasta que empezamos con el vodka. Los únicos que estaban sin máscara eran los dos venezolanos. Era obvio que ya sabían quienes éramos. Al final nos las quitamos, porque eran incómodas.

– Llegó el momento de esquilar al corderito.

Entonces nos obligaron a desnudar a Juan y a sostenerlo boca arriba sobre la alfombra. Él, que era un año mayor, tenía vello púbico. Él era «el cordero». Y la esquila fue que, mientras lo sosteníamos, le afeitaron el vientre para que lo tuviera liso como nosotros. Fue raro ver a alguien con espuma de afeitar en su pubis. El Artista se ocupó de hacer el trabajo.

Juan estaba aterrado, pero el Artista era hábil y no lo lastimó.

Después, ya ebrios, nos obligaron a desnudarnos y a acostarnos en el suelo. Matt y yo en paralelo, invertidos. Luego los venezolanos se acostaron sobre nosotros. Quedamos como un cuadrado o algo así.

La bienvenida era que yo se la chupara a Juan, mientras Carlos me la mamaba a mí. Juan se la mamaba a Matt y Matt, a Carlos.

Estuvimos así hasta que cada uno eyaculó en la boca del otro. No debíamos tragar el semen. Cada uno lo mantuvo en su lengua y después, lo echamos en un vaso. Se hizo un sorteo y a Carlos le tocó tomarse el vaso con el semen y la saliva de los cuatro. Era asqueroso, pero Carlos estaba tan borracho que se reía como si fuese divertido.

Después, los que se divirtieron fueron los ocho mayores. Con nosotros, claro. Pero solo mamadas. Nuestros culitos valían demasiado para el negocio.

————-

Tal como lo imaginamos, a partir de esa «Bienvenida», los cuatro atendimos clientes en el hotel. Que fuésemos más no hizo que tuviésemos menos trabajo, sino al revés. Con Matt nos preguntábamos cómo era posible que un burdel de niños no despertara sospechas.

– ¿Tal vez algunos de nuestros clientes son policías? – se preguntaba Matt.

¿Quién sabe? Nosotros no preguntábamos. Ellos (solo dos veces atendí a una mujer: a la abuela que me hizo la paja y a una mujer cuarentona que quería que la penetrara un niño) estaban afeitados, bien vestidos y casi todos eran educados. Pero eran demasiados.

Algunos miércoles necesitaba que me dieran más cocaína porque me empezaba a sentir cansado. El Artista se ocupaba de eso, lo mismo que de darnos alcohol.

Cada tanto venía a nuestro cuarto para asegurarse que estaba todo en orden, que estábamos limpios – cada vez que atendíamos a alguien debíamos bañarnos-  y con buen aliento (para eso nos daba un líquido que refrescaba la boca).

A diferencia de nosotros, Juan tenía un espíritu rebelde. Además era muy devoto y decía que Dios nos iba a ayudar a salir de ese infierno. Yo ya estaba resignado: hasta que mis padres no vinieran a buscarme, no tenía escapatoria.

Una vez Juan creyó que podía confiar en uno de los clientes y, llorando, le explicó la situación. El hombre le dijo que eso era terrible y que las cosas no iban a quedar así.

Pero mintió: fue inmediatamente a ver al Artista y un rato después, el Líder y otros tres pasaron a buscar a Juan. Le dieron una paliza tremenda y lo violaron en manada. Creo que los ocho lo penetraron y fueron brutales. Pasó varios días en la enfermería.

————–
Los fines de semana seguía yendo con Matt a las casas donde nos llevaba Joe. A veces eran viajes de una hora. Así conocimos a otro de esos personajes extraños, al que llamaré John.

John era un hombre muy apuesto, de unos treinta y cinco años. Fuimos con él a un restaurant caro en Nueva York. Como tenía el pelo castaño, seguramente los que estaban allí habrán pensado que John era mi padre y que yo había llevado a un amigo.

John nos dijo que podíamos pedir lo que quisiéramos, aunque fuese lo más caro del menú. Con Matt nos miramos, pero no éramos glotones (supongo que las adicciones que llevábamos encima nos quitaban el hambre) y pedimos ensalada y pescado.

– Nunca le haría daño a un niño – nos confió John. – Ni le obligaría a hacer cosas que él no quisiera.

Lo escuchamos en silencio. Parecía un hombre pacífico y sentimental.

– A veces la gente piensa mal de nosotros.

– ¿»Nosotros» son los hombres a quienes les agrada estar con niños?

– Así es. Mi corazón solo se encuentra feliz cuando comparte su intimidad con un chico.

– Pero, usted es guapo. ¿No ha tenido suerte con las mujeres? – preguntó Matt.

– Gracias por lo de «guapo». No, nunca me atrajeron.

– ¿Ni siquiera Marilyn? ¿O Raquel Welch?

– No niego que son hermosas. Esculturales. Pero…

– ¿No te excitan sexualmente? – dijo Matt. Nuestro oficio nos había hecho capaces de hablar de estas cosas como si fuésemos adultos.

John asintió.

– ¿Y los hombres? – quise saber.

– Lo intenté. Pero no, fue un desastre. ¿Seguro que no quieren comer algo más? Están delgados.

– ¿Se puede pedir helado de postre?

– Claro.

El mozo no parecía sospechar nada. Por las dudas, cambiábamos de tema cuando se acercaba.

– ¿Y las niñas? Digo, una chica de nuestra edad. ¡No somos tan distintos físicamente niños y niñas a los once o doce!

Matt había logrado sorprenderme.

– Es verdad, pero las niñas son muy sensibles emocionalmente. En cambio, con los chicos, es más un juego. No quedan dañados si se los trata con amor.

– ¿Alguna vez tuviste algún amigo de nuestra edad?- pregunté.

– Sí, el hijo de una vecina. Ella volvía tarde a su casa y me pidió que le cuidara a su hijo de 12 años cuando volvía de la escuela. Nos hicimos buenos amigos.

– ¿Cuándo dice «buenos amigos» quiere decir lo que me estoy imaginando? – preguntó Matt.

– Sí. La pasábamos muy bien. Creo que los dos estábamos en el paraíso hasta que él debía irse a casa.

– ¿Y qué pasó con el chico?

– La mamá se volvió a casar y se fueron a vivir a Cleveland. Lo extraño cada hora del día.

John nos llevó a su apartamento. Parecía una buena persona. A mí también, como a Juan, se me pasó por la cabeza pedirle ayuda. Pero al recordar cómo había quedado nuestro compañero después de su intento, deseché la idea. No se podía confiar en nadie.

En el departamento había un gran cuarto de baño, pero sin las locuras del que tenía Fatso. John nos pidió que nos desnudáramos y entráramos con él en la ducha. Mientras yo le enjabonaba la espalda, él le hacía masajes en los hombros a Matt.

Conocía muy bien a mi amigo y esos ronroneos de placer eran genuinos. Si el tipo que conocimos antes era un «voyeur», este era un «masajeador».

Le gustaba abrazarnos y amasar nuestros hombros. Era muy agradable, y aunque no estábamos acostumbrados a darle abrazos a nadie (excepto entre nosotros dos, claro) no tuvimos inconvenientes en hacerle todos los mimos que nos pidió.

Solo al final vino lo sexual, propiamente dicho. Pero se conformó con una buena mamada. Primero lo hizo Matt, después nos secamos y fuimos a ver una película que pasaban por televisión. Estábamos sentados los tres en un sillón, desnudos, para que él nos pudiera abrazar y tocar.

Cuando la película terminó, nos llevó al dormitorio y nos dio masajes. Nos hizo gemir de placer, pero no de gozo sexual sino de lo bien que se sentían sus manos en nuestras cervicales y vértebras. También trabajó increíblemente nuestros pies. Al principio nos hacía cosquillas, pero después fue maravilloso.

Cuando fuimos otra vez a las duchas, me esmeré en hacerle la mejor mamada posible.

Joe nos pasó a buscar. Estábamos tan relajados que nos quedamos dormidos en el auto. ¿Tal vez habríamos podido confiar en John? Parecía un hombre inofensivo, sediento de afecto. De alguna manera, él había conseguido el dato de «los chicos de la Academia». Desde entonces, cada sábado esperábamos con ansias volver a verlo.

– ¿Cuánto crees que John habrá pagado por nosotros? – me preguntó Matt, una noche.

– No sé. Ojalá se haya quedado conforme y volvamos a verlo pronto.

– Clint, ¿te molestaría hacerme un masaje en la espalda?

– Te iba a pedir lo mismo.

El masaje se incorporó a nuestro ritual nocturno. Masaje, abrazos, caricias, besos y… todo lo demás.

Pero la vida continuaba en la Academia y nuestros compañeros empezaron a sospechar que algo raro pasaba.
(Continuará)​
51 Lecturas/22 julio, 2025/4 Comentarios/por Gavin
Etiquetas: amigos, colegio, dominacion, gays, mayor, mayores, padre, voyeur
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4 comentarios
  1. javixp90 Dice:
    22 julio, 2025 en 11:56 am

    Como sigue?

    Accede para responder
  2. Cassiel Dice:
    22 julio, 2025 en 1:01 pm

    Excelente relato. Como sigue?

    Accede para responder
  3. Do-Dohe Dice:
    22 julio, 2025 en 2:16 pm

    Me encanta esta historia de verdad!! me tienes enganchado.

    Accede para responder
  4. AgusCD25 Dice:
    23 julio, 2025 en 8:15 am

    Que rico relato, menudo calentón me provocas con esta historia cada vez que la subes

    Accede para responder

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