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Dominación Hombres, Gays, Sado Bondage Hombre

Tradiciones de un colegio pupilo (2)

Clint conoce al Líder.
(Continúa el relato anterior)

 

El Líder ajustó el ángulo de la ducha, para que me diera en el cuello y revisó el elástico de mis antiparras, para asegurarse que yo no veía nada.

Puso sus manos sobre mí. Primero sentí que las colocaba en mis caderas mientras estabilizaba mi postura. Después, comenzó a acariciar mi espalda y mis muslos. Después de eso, jugó un poco con mi cabello y luego pasó sus manos por mi cara, pecho y estómago e incluso le dio a mi pene un par de caricias, lo cual no me agradó.

Finalmente sus manos terminaron en mi trasero y un momento después me di cuenta de que estaba palpando dentro de mi raja en busca de mi agujero. Pensé que me iba a meter uno de sus dedos. Pero, en cambio, el líder insertó algo pequeño, largo y duro, y entonces pude sentir una sustancia fría creciendo en volumen dentro de mi cavidad anal.

– ¿Qué estás haciendo? – pregunté, aterrorizado.

– No te preocupes. Es solo aceite de oliva. Lo saqué de la cocina de Thomas.

No podía entender por qué alguien querría meter aceite de oliva en mi culo. Unos momentos después, el líder sacó lo que había insertado y pude sentir uno de sus dedos deslizarse dentro de mí.

– ¡Ouch!

– Tómalo con calma.

Inmediatamente sentí una enorme presión en mi recto. Me quejé.

– ¡Relájate, Clint! Es mucho más fácil si relajas tu colita.

Traté de hacer lo que el Líder decía. Al mismo tiempo no podía imaginarme qué clase de placer perverso podía darle el meterme un dedo aceitoso en el trasero.

Entonces, mientras el agua seguía fluyendo por toda mi cabeza y cuello, pude sentir al Líder sondeando el interior de mi ano. Y cuando finalmente sacó su dedo de mí, dejé escapar un largo suspiro por el alivio que sentí.

– Ahí, ya ves. Ahora estás relajado. Así es como debes estar cuando estoy en tu trasero.

Vaya, me pregunté en silencio. ¿Me va a hacer esto otra vez? Pasó sólo un momento más antes de que obtuviera mi respuesta.

– Ok, prepárate – el Líder puso sus manos en mis caderas una vez más.

Luego sentí lo que al principio pensé que era su dedo gordo en la entrada de mi agujero. También estaba aceitoso, y luego, horrorizado, me di cuenta de que no era el dedo… ¡Era su pene!

No podía creer lo que me estaba pasando: ¡ME ESTABA VIOLANDO! Grité lo más fuerte que pude.

El líder ignoró mis gritos y continuó metiendo su pene gradualmente en mi cavidad anal.

– ¡Cálmate! – me ordenó – ¡Relájate como te lo he dicho si no quieres que te lastime!

– ¡Sácalo! – grité, desesperado – ¡Por favor no me hagas esto! ¡Sácalo!

Mis súplicas no lograron nada. Sentí como si acabara de ser empalado por un objeto enorme La idea de ser violado me perturbaba tanto como el dolor real del acto que ahora comenzaba a minar mis fuerzas. Mi cuerpo comenzó a temblar.

– ¡Te dije que te calmaras! Es mejor que hagas lo que te digo porque no pienso detenerme – Y con eso reanudó su empujón constante hasta que metió su pene completamente dentro de mí. Sentí el roce de sus pelos.

Durante unos momentos después de eso, se quedó allí con su pene en mi trasero para darme tiempo de acostumbrarme a tenerlo dentro de mí. Pronto, empezó a moverse. Yo luchaba por relajar mi cuerpo como él me había dicho. Y después de un tiempo, no puedo decir que me acostumbrara, pero sí parecía que podía tolerarlo un poco mejor. De todos modos, todavía sentía como si me hubiera metido una sandía en el culo. Y luego las cosas empeoraron.

– Bien. Quiero que mantengas la parte superior de tu cabeza pegada a esa pared. ¿Me oyes?

– Sí – dije, jadeando.

– ¿Cómo has dicho?

– Quiero decir… Sí, señor.

Luego, el líder comenzó a salir lentamente de mí. Mientras lo hacía, empujó mi cuerpo ligeramente hacia atrás junto con él, y la presión en mi recto comenzó a disminuir un poco. Pero un instante después, empujó su pene hacia mí y la fuerza de su embestida hizo que me golpeara la cabeza contra la pared.

Grité de dolor.

– ¡Te dije que mantuvieras la cabeza contra esa pared! – rugió. Yo estaba viendo las estrellas.

-Sí, señor – respondí, mientras las lágrimas me corrían por la cara.

– ¡Haz lo que te digo!

– Sí, señor

Luego, el Líder comenzó a sacar su pene de mí nuevamente, pero como antes, se detuvo.

– ¿Está tu cabeza contra la pared ahora?

– ¡Sí, señor!

Teníamos que gritarnos porque el sonido de la ducha más el intenso eco del cemento y las paredes de azulejos nos dificultaban escucharnos.

– Ok, no te daré más advertencias ahora. ¡Así que aguanta!

Luego, empujó dentro de mí nuevamente, pero esta vez siguió embistiéndome sin parar.

Era terrible y yo gritaba. Con cada embestida de su polla, el dolor se extendía por todo mi cuerpo. No sabía cuánto de esto iba a poder soportar, y sentí como si me estuvieran destrozando el trasero mientras me aferraba a la silla.

– ¡Ahh, lo estás haciendo bien! – dijo.

Realmente no podría haberme importado menos cuánto él estaba disfrutando. Aumentó el ritmo de sus embestidas y el dolor ya no parecía molestarme tanto. No sé por qué fue así, aparte de que supongo que si una persona se esfuerza lo suficiente, puede acostumbrarse a casi cualquier cosa.

Finalmente, después de una sesión agotadora, el líder dejó de embestir y, sin sacar su pene de mi culo, y usando su mano derecha, me agarró del pelo y me fue haciendo poner de pie nuevamente. Con su pene todavía alojado en mi trasero, me parecía imposible recuperar el equilibrio. El líder aparentemente lo sabía porque continuó tirando de mi cuerpo hacia atrás más allá de la vertical hasta que me tuvo apoyado contra su pecho desnudo. Luego colocó su brazo izquierdo alrededor de mi pecho para mantenernos juntos.

Tan pronto como estuvo satisfecho con la forma en que ahora estábamos, reanudó sus embestidas, sólo que esta vez empujó mi cuerpo hacia arriba. El líder era mucho más alto que yo. Entonces, cada vez que me metía su pene, me levantaba por completo. Sólo podía tocar el suelo con las puntas de mis pies antes de que él me hiciera volar nuevamente. Perdí el control de mi cuerpo. Así que, al no tener otra opción, me di por vencido y simplemente permití que el líder se hiciera cargo de mí por completo.

No sé si puedo explicar adecuadamente cómo es sentir que alguien eyacule dentro de ti, especialmente si no tienes esa inclinación, como tampoco la tenía yo. Porque hay componentes físicos y emocionales en la experiencia que me sacudieron por igual. El líder me tomó fuertemente con ambos brazos y embistió con mucha fuerza tres veces más.

Luego me envolvió en su abrazo de oso y nos sacudió a ambos por unos momentos mientras eyaculaba dentro de mí. Un instante después lo sentí temblar… y luego su embestida terminó por completo.

Debieron haber sido solo unos segundos, pero me parecieron minutos: simplemente me quedé allí, colgado en sus brazos, mis pies aún no podían tocar el suelo y mi trasero todavía estaba lleno de él.

Ambos estábamos sin aliento. Y supongo que fue en ese momento cuando tomé conciencia de ese componente emocional del que acabo de hablar. Porque me di cuenta, sólo por un instante, de que sentía como si ahora tuviera una comprensión más íntima del Líder. Era como si acabara de ponerme su marca y ahora le perteneciera. Y hasta el día de hoy, todavía me resulta difícil expresarlo con palabras, pero entonces me parecía que el Líder y yo nos habíamos conectado a un nivel más profundo que la mera amistad y mucho más personal. Era casi como si ahora estuviéramos vinculados de alguna manera.

Este sentimiento especial de conexión con el líder fue una emoción que ni busqué ni me importó una vez que la sentí. Así que lo descarté rápidamente y he intentado a lo largo de los años no considerarlo más hasta que llegó el momento de escribir sobre ello aquí. De todos modos, después de eso, flexionó sus rodillas para que yo pudiera volver a ponerme de pie, salió de mí y quitó sus brazos de alrededor de mi cuerpo.

-¡Siéntate! – me ordenó.

El trasero me dolía como si le hubiesen prendido fuego.

-¿Esperas que me siente después de lo que me hiciste? – le grité, sollozando – ¿Estás loco?

El líder me dio una bofetada y caí al suelo. Fui tanteando hasta que ubiqué la silla. Me senté, sintiendo un terrible dolor.

– ¡Quédate aquí y no te muevas!

Cualquier empatía que pudiera haber sentido por él desapareció después de esto.

– Hay otros cuatro que entrarán, uno por vez. Y tú vas a complacer a todos antes de irte. ¡No vayas a quitarte la venda de los ojos!

(Continuará)

111 Lecturas/10 junio, 2025/0 Comentarios/por Gavin
Etiquetas: anal, ano, colegio, culo, ducha, gordo, pene, polla
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