Travesura En El Bus
De como una travesura se vuelve un afición y después un vicio.
El siguiente relato es el recuerdo de como comencé a manosear chicas en el bus, yo rondaba los 12 años, acababa de entrar a la secundaria y tenia turno matutino, la entrada era a las siete de la mañana, diario, de lunes a viernes; pues resulta que el bus había que tomarlo a las 6:30 o tocaba salir corriendo, el autobús hacia en promedio media hora desde esa base hasta la que quedaba cerca de la secundaria a la que iba, ese bus en especifico iba siempre a reventar, era un milagro si uno encontraba asiento; como tal, mi inicio fue algo rápido y y desolador, un «amigo» iba sentado y yo de pie a su lado, mayor que yo por dos años y bastante mas malicioso que yo, me dice que ponga mi mano floja, la comienza a golpetear, mas floja me dice, yo obedezco muy inocentemente, cuando mi mano es totalmente floja, el muy gandalla me la avienta y terminan mis dedos ensartándose profundamente en el trasero de la chica que iba detrás de mi, la chavala voltea y me da un golpe en el hombro, molesta; yo le reclamo a mi «amigo» y el muy cabrón se ríe.
Para ser la primera vez y con tan mal resultado, no pensé que me provocaría morbo, pero así fue, a los pocos días tomo ese bus, se llena, todos vamos apretados, autentica lata de sardinas, siento a mi lado en el dorso de mi mano una redondes cálida, mullida, volteo mi mano, la sensación ahora es en mi palma, cierro mis dedos suave, con cuidado, apenas perceptible, siento como la chica en cuestión se mueve, pero no hay nada que pueda hacer, estamos totalmente estancados dentro del bus, ella intenta darse la vuelta, se traba en el proceso y todo su trasero queda a merced de mi mano, siento la tela de su pantalón de gabardina, estaban de moda unos pantalones llamados bombachos o corte gaucho, mi mano se acomoda en medio de sus dos nalgas y comienzo a presionar, tallando con la tela del pantalón y de su posible pantaleta su ano, la mejor media hora de viaje para un pequeño morboso de doce años.
Con el tiempo y mientras estuve en la secundaria fui volviéndome más atrevido y más calenturiento, recuerdo cuando estuve en horario vespertino irme dos bases más atrás con tal de ir sentado en algún asiento de la parte media del bus, si había suerte, alguna chica con falda quedaba junto a mi y yo solamente dejaba caer mi mano y la metía bajo la falda, toqueteando y acariciando sus piernas y panochita a travez de la pantaleta, sintiendo delicioso como los jugos mojaban la tela.
Tuve la oportunidad de en esas ocasiones poder manosear a chicas de mi escuela, alguna que otra gringa, una vez a una supervisora escolar de unos cuarenta años la cual era clienta asidua pero de maduros morbosos que también manoseaban, y como cereza del pastel, la mejor manoseada, que era qué cada que nos encontrábamos en el bus ella se me pegaba y se dejaba incluso dedear delicioso al grado de sacar mis dedos deliciosamente batidos de sus jugos, era con la hermana menor de aquel que me aventara la mano contra el culo de aquella primera chica.
Durante mis tres años de secundaria, en prepa y posteriores, fui disfrutando de ir tocando a varias mujeres, algunas quitaban mi mano con fiereza, otras acomodaban mejor su trasero para dejarse manosear, aún hoy en día, si voy a alguna ciudad grande y uso el transporte en hora pico, si hay oportunidad, mi mano se desliza furtivamente a algún delicioso traserito que este muy pegado a mi.
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