Un anuncio en el periódico
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nrtbmm.
Aún vivía en Cd del Carmen y en ese entonces para contactar a alguien, se estilaba escribir en el periódico esperando respuesta vía telefónica. Hojeando los clasificados ví uno que me llamó la atención.
Me armé de valor y realicé la llamada. Me contestó un hombre con una voz muy varonil. Yo quería un macho de verdad. Me animé bastante, este hombre me dijo algo que no mencionaba el anuncio y que me llamó demasiado la atención.
No podía esperar mas, la cita era al día siguiente en un domicilio al sur.
Cuando llegué, sentí que debía pensarme bien las cosas antes de llamar a la puerta. Tras revisar una vez más mi bolsa donde llevaba un par de condones, toqué el timbre.
Se abrió la puerta y asomó la cara un hombre de edad avanzada. – Raúl? – me preguntó y me hizo pasar.
Soy Fabián – me dijo, con una voz áspera, al mismo tiempo en que cerraba la puerta con doble llave. Me pidió que esperara sentado, que aún no estaba listo.
La casa estaba totalmente vacía. Solo la silla donde estaba sentado y una pequeña mesa al fondo con un teléfono. Cinco minutos después bajo el mismo hombre que me había abierto la puerta, solo que ahora usaba unas botas enormes y una gabardina que le llegaba hasta las rodillas, conforme bajaba las escaleras pude ver que no llevaba puesto nada abajo.
Me tomó del brazo y me condujo hacia una sala enorme, ahí solo había una silla de metal, y un hombre encadenado a ella. Su esclavo.
Sentado en la silla totalmente desnudo, a su lado había una máquina de afeitar, imagino que antes de que yo llegara le había afeitado los vellos de la verga. Tenía una cadena alrededor de su cuello y otra en su tobillo, ambas iban al piso.
Nunca había tenido un encuentro de este tipo ni siquiera me llamaba la atención, pero ya estaba aquí. El esclavo: Un hombre corpulento, musculoso, tenía los hombros, la espalda y los brazos bastante ejercitados. Las piernas eran enormes y su verga que aunque no la tenía parada estaba muy grande y gruesa. Su cabello era corto, su color de piel muy claro, llevaba barba de candado.
El hombre de las botas me puso frente a su esclavo, me bajó el cierre del pantalón y me sacó la verga. Me pidió que le metiera la verga en la boca a su esclavo, empezó a mamarla bien rico, a mi se me paró enseguida, y tenía una lengua riquísima, se veía que tenía ganas de meterse toda la verga y mis huevos en la boca.
El hombre con la gabardina solo nos observaba y de vez en cuando se tocaba.
Pude notar que al esclavo se le había parado la verga, eran mas de 20 cms, bien gruesa, le escurría ese líquido tan delicioso. Estuve deseoso de probar primero la puntita de su miembro, luego meterla toda en mi boca, quise acercarme pero el señor que nos observaba dio un grito agudo y se acercó a golpear con un fuete al guey que tenía enfrente de mi. Me explicó enseguida que era su esclavo y que no podía permitirle eso. Luego me dijo que si quería cojermelo.
Yo acepté. Mientras el esclavo me seguía mamando la verga. Ahora – dijo el hombre de las botas – orinalo.
Yo nunca le había hecho a eso, incluso no tenía muchas ganas de orinar, pero ahí estaban los 2 esperandome, tardé un poco pero le rocié la cara y la boca, ambos parecían disfrutarlo bastante. El señor se había alejado un poco pero no despegaba la vista de nosotros.
Ahora me ordenaba que me lo cogiera, que lo penetrara. Se acercó a desencadenarlo del piso. En ese momento se puso de pie.
Monumental! 1.85 mts de puro macho, era un cabrón bien formado, unas piernas bastante ricas, un pecho muy bien formado y sus brazos fuertes, deliciosos. El viejo le ordenó que se diera la vuelta para que lo viera. Que culo! no podía creer que tuviera a ese cabronsote delante de mi. Eran unas nalgas tan deliciosas como no había visto. Este guey se debía pasar todo el día en el gimnasio.
Se empinó y se abrió las nalgas, tenía un culo tan rico, ni un solo vello.
Yo tenía la verga a reventar, sentía como palpitaba de tan excitado que estaba. Ni el condón me podía poner de que me distraía ese culote que tenía enfrente.
Me acerqué y se la unté en el culo, se la metí despacito, yo sentía que se aguantaba gemir de placer. Estaba bien apretadito. Parecía nuevo.
Ya que se la había metido toda sentía que me venía. Le empecé a dar unos buenos empujones. El viejo me pidió que lo hiciera muy fuerte si quería dejar satisfecho a su esclavo. Por supuesto que sacaba toda mi verga y enseguida se la metía hasta dentro con fuerza. Luego se la saqué y le empece a mamar el culo, mi lengua entraba completita, quería acabarme ese culo, aunque no dejaba de pensar en esa rica verga que tenía colgando y que se me hubiera antojado mamarla bien riquísimo y hasta dejarme penetrar.
Este cabrón puso sus brazos en la espalda, ese par de brazos enormes, los agarre, los apreté, y con mi verga dentro de él, sentía que estaba a punto de explotar, cada vez se la empujaba mas fuerte, hasta que ya no aguanté y me vine.
Lo que sucedió después no es tan importante como que el esclavo y yo nos volvimos a ver. Y cuando lo hicimos yo fui su esclavo.
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