Un depravado albañil viola sin piedad a un niño de 8 años (parte 4)
Sigue la noche con Pedro sometiendo (entre recuerdos) sin límites, al inocente y indefenso hijo de su patrón de 8 años. Espero lo disfrutes y, si es tu primera vez, te recomiendo leer desde el inicio. Obs: incluye sexo salvaje..
El silencio que reinaba en la vivienda en construcción, era constantemente interrumpido, entre otros sonidos, por los gruesos bufidos de Pedro, que a las once de la noche y como un toro, estaba taladrando ese culito de cuatro. A diferencia del primero, ahora su polla montaba con las piernas abiertas, rodillas flexionadas y brazos apoyados en la cabeza del violado; estocada tras estocada la pija se abría paso hasta entrar todita, causando el típico sonido «ples, ples, ples» de una follada demencial propinada por el virtuoso morocho…
Pero, retrocediendo a momentos atrás, en la pausa sexual luego del asalto número 7, ordenó a Luisito lavarse la cara y reposar; una pequeña concesión en lo que planificaba el resto de la noche. El albañil decidió aprovechar ese momento para cerrar los ojos y empezar lentamente a agitar el ganso, recordando sus mejores proezas de gaucho, como por ejemplo aquella vez que empotró a su prima Noelia, la que una madrugada se regaló al entrar en tanga al mismo baño donde el se estaba masturbando y, al ver semejante regalo, cambió la paja con sus ásperas manos por esa jugosa y estrecha conchita a la que embistió, sin condón, pegado a la pared y ahogando los gemidos de aquella hembrita que se salvó, al recibir la leche en sus nalgotas, de llevar en su vientre un eterno recuerdo; o aquel ultraje tan secreto, nunca revelado, cuando bajo engaños metió a su pieza a su jovencita vecina Cecilia, a la que Pedro amordazó su boca con cinta, la desnudó, besó su cuello, chupó su concha para después disfrutar de su espejo mostrándole a la niña llorando y gesticulando desesperantes gestos de dolor al partirle y repartirle pija de cuatro, boca abajo, de cucharita, patitas al hombro y bombeándola en una despiadada cabalgata, para terminar marcando su cutis con sus espesas descargas de obrero…
A pesar de las desesperadas súplicas de Luisito, cuyo cuerpo se movía al compás del bombeo en su culito forzado a empinarse, con sus piernitas pegadas y sus cachetes aplastados en una almohada, que ahogando los audillos, era humedecida con inevitables lágrimas de un Luisito, no lograba detener aquel dolor que ahora sí sentía que lo mataría, al ser la primera vez que los 20 centímetros del morocho le entraban de arriba a abajo, más fuerte y mucho más profundo que las cinco veces anteriores e incluso sintiendo una y otra vez, por primera vez, el golpeteo de los testículos en sus frágiles nalgas…
Aquella violación parecía extraída de un sueño, una pesadilla consumada para uno y una fantasía hecha realidad para el otro. Los dos debutaban a su manera, uno estrenado en el sexo y el otro como pedófilo violador. Pedro, quien como albañil debería levantar paredes y cuidando tejas, estaba preñando al niño una y otra vez; Luisito, que debería estar estudiando, ver dibujitos o descansar, llevaba más de 9 horas recibiendo pija, con el sistema digestivo lleno de leche tanto en el orificio de entrada como el de salida, exceptuando las veces que fue lecherada en la cara y las nalgas; en vez de demoler una pared, Pedro rompía pliegues anales y Luisito, en vez de merendar cereal, tragaba chele por sus dos agujeros. En síntesis, a los 36 años nadie debería penetrar a niños y a los 8 nadie debería tenerla en el culo, ni en su garganta ni ser golpeado en sus cachetes, aunque el destino tenía para ellos otros deliciosos y excitantes planes…
Sin dudas, el octavo asalto era hasta ahora el más brutal de todos, con una escena dantesca, mezcla de desespero y placer, de sufrimiento y gozo constantes por horas y horas y rematados con morbosos diálogos… «Que putito más rico…me encanta partirte el culo perrita, me vuelve loco tu lloriqueo de nenita, mejor para mí si no aguantás la pija sabés?… siii apretame…uff…sufrí, dale apretarme y llorá», «¿Por qué me hace esto, señor? Yo…no….quiero sufrir…ay ay ay… me duele mucho señor…», «Porque los hombres como yo estamos para reventar culitos malcriados como el tuyo… esto te merecés por fresita, que un hombre te parta el culo, que una verga te perfore, porque a vos no te gusta ni el fútbol ni la violencia, a nenas como vos lo que les gusta es una pelota violenta bien dentro y la leche y no de vaca, jaja», «pero yo no hice nada, por favor voy a hacer lo que me pida pero no más esto… no le voy a contar a nadie señor, pero ya no quiero que me duela atrás… «Claro que es tu culpa, por andar de buscona con machos como yo, tranquila que con suerte pronto ya no te va a doler mas…Tu papá te va a dar comida, pero ninguna tan rica como micho…mi chorizo…me voy a encargar de que no te falte este pedazo en tu culo y vas a hacer lo que yo quiera ¿entendiste?…en ese momento, procedió a aplastarlo con su cuerpo y aumentó la fuerza de las embestidas al máximo posible, le entraba tan duro que Luisito, en los límites de todo aguante posible, respondió con un grito tan infernal salido de lo más profundo de sus pulmones «mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaa», «papaaaaaaaaaaaaaaa», «auxiliooooooooo ayudaaaaaaa»…a lo que Pedro respondió en sus oidos y dejando su pija adentro «uffff, gritá, gritá siiiiiii…daaale que nadie te va a escuchar» y volviendo a bombear le dijo «siiii, gritá que te duele, gritá que te gusta la pija, dale que me falta poco para preñarte, querés la leche adentro verdad, te gusta la pija verdad»…y con estocadas finales, unas 6 descargas de leche fueron a parar en lo más profundo de un culito ya totalmente resignado a los dictados de aquel degenerado serial al que nadie ni nada podía detener. Luisito, que sintió el glande invasor incharse dentro suyo y los calientes líquidos, sintió una rara combinación de dolor y calma… tranquilidad generada por el final que esperaba hace más de una hora.
Viendo a Pedro desplomado en la cama, se levantó para ir al baño y sintió la mano de Pedro atajarlo, quien le dijo al niño que le convendría no sacarse la leche del culo, ya que le aseguró que con ese líquido las siguientes cogidas le dolerían menos, obedeciendo aquel sabio consejo y, resignado a sentir ese líquido moverse en su colita, entendió que la violación estaba lejos de terminar. Luego de un rato Pedro, viendo al niño nuevamente boca abajo, caliente y acostado abrió sus piernas y, con las manos detrás de la nuca, puso a prueba al niño en el arte del sexo oral y dejó a un temeroso Luisito tomar la iniciativa quien sin prisa, pero sin pausa le hizo el pete, empezando con lamer el tronco y su glande, succionar con los labios y lengua y lo demás, siendo felicitado cuando logró introducirse los 20 centímetros, hasta tocar con su nariz el vello de su macho sin ser forzado…»Muy bien putita, que guapa sos, las niñas como vos tienen que obedecer a sus mayores, ahora chupala como te enseñé y mirame para darte tu premio, si? La mamada continuó por unos cinco minutos más hasta que Pedro, al borde de largar, rompió su «promesa» y acostó al niño boca arriba y poniendo su cabeza encima de dos almohadas y con la intención de dejarle bien en claro que esto seguía siendo una violación, el arriero se sentó encima de su cara y, con sus huevos pegados en el pequeño mentón, lo empezó a bombear duro por la boca hasta soltar su leche en el esófago del atragantado niño, obligado a tragar hasta la última gota el producto del noveno cojo sin consentimiento, a las una de la madrugada, no siendo la última, como quedará muy claro en la quinta parte…
ya dejo de ser interesante desde el segundo relato de la misma noche ya varea
Gracias por tu valoración, todo ayuda a crecer y aprender