Un depravado albañil viola sin piedad a un niño de 8 años (parte 8 y final)
Llegamos al fin de la saga de Luisito, un niño condenado por el destino a experimental el sufrimiento de hombres perversos, morbosos, brutos e insaciables. ¿Vivirá sufriendo con la pija dentro o logrará cambiar su destino?.
Su delgado cuerpo, como ya es costumbre, lleva minutos con un intenso sube, baja, baja y sube…rebotando rápido y fuerte como un resorte, impulsado por un duro cohete de 20 largos y gruesos centímetros que, una y otra vez, estiran sus paredes y martillan en lo más profundo de aquella joven cavidad, a la que no le queda otra que seguir haciendo gala de una resistencia envidiable, al compás de unos exquisitos gemidos, mezcla de dolor y de placer. Este es un mundo en la que algunos que lo tienen todo, corren el riesgo de condenar su futuro por dar rienda suelta a perversiones tales como descargas de esperma en bocas de niños o niñas, intensas lamidas y embestidas a inocentes vaginas, o condenar a varoncitos a resistir la fuerza de vigorosos glandes, como el que impacta en el pequeño Luisito quien minutos después empezó a disfrutar de esa pija bien dentro suyo, emitiendo el sonido inconfundible de placer y deseo de leche de hombre. Y finalmente, a sus 9 años, tras un año de responder con llanto a unos cuantos ejemplares varoniles que le dieron pija sin parar, termina convertido en todo un pasivito digno de las más intensas sesiones de placer. No es que el dolor haya desaparecido, pero ahora aprendió a gozar, a dejarse llevar por el placer… un poco fruto de la resignación y otra parte por la madura e inteligente decisión de afrontar el destino con sacrificio, dedicación y entrega absoluta, demostrándolo al meterse el mismo la mazorca con intensas sentadillas, al menos cuando el dueño de la pija lo dejaba.
Y si Luis ahora está disfrutando de cabalgar y ser bombeado mientras espera la leche, es porque tiempo atrás el destino al fin jugó a su favor: como recordarán, cuando parecía inminente que unos 16 obreros más sus 2 violadores, o dicho de otra manera 36 huevos los iba a ahogar en semen, un desesperado señor Francisco… el cuarentón maestro de obras; tipo serio, familiero, rutinario, respetuoso al punto de que su dotada pija solo entraba en su frívola esposa, logró una salida impensada: tras una ardua negociación de muchos días, logró desactivar aquella terrible violación de los 14 obreros pactando gastar fuertes sumas de dinero en alcohol, marihuana y feroces orgías, con una mezcla de putas de buenísima calidad y nenas de entre 10 y 15 años con las que los muchachos hicieron un memorable concierto de gritos desgarradores, gemidos de todo tipo y tanto semen como nunca ninguno de ellos presenció en su vida; la muchachada se divertía cubriendo las tetas, culos y demás curvas con pijazos y leche: memorable fue cuando decidieron que la única conchita y culito que respetarían sería la de una inocente nena de 11 añitos, que fue arrancada de sus juguetes y raptada hasta el local de la orgía; no la tocaron, con la condición de que desnuda reciba de cada uno de ellos al menos dos largadas, todos cumplieron y algunos incluso se sobrepasaron, quedando la pobre inocente oliendo a ayudín y pegajosa hasta el último cabello. Todos ellos cogieron hasta el punto de olvidar al nene Luis, quien así comenzó a agradecer al inesperado primer héroe de su vida…aunque como todo en la vida, tuvo un costo…
Con el fantasma de la destrucción anal general eliminada, pocos días después Luisito empezó una nueva etapa en su vida marcada por la estabilidad…y a estabilidad nos referimos a comenzar a pagar el costo de su salvación. Con las pijas de Pedro y Ricardo lejos de su culito, ambos excluidos del pacto y resignados a recordar sus momentos de gloria con la paja, ahora se dedicaba a complacer a su salvador, que era víctima de la menopausia de su esposa. Y así volvemos al inicio, con una mezcla de potencia, pasión y cariño, lo tenía al niño sentado en su pijota recibiendo las embestidas, gozando en esa posición de la estrechez de sus paredes, un cuarentón que se daba el gusto poniendo al nene de cuatro, montado encima suyo, de cucharita o, como en esta, reventándole el culito boca abajo, hasta que con gemidos de macho anunció su venida, rellenando todo el ano con abundante producción salida de sus huevos. Y con muchas poses más; que a veces hacían sacudir de dolor o cubrir sus ojos de los blanquecinos disparos, Luis se convirtió, sin dudas, en una excelente inversión para el señor de las cuatro décadas y veinte centímetros, con el que le daba unas 10 cogidas por semana por atrás, sin contar las intensas chupadas de pija, con el nene mirandole siempre a sus ojos, con la boca llena de verga, a su macho que siempre cumplía con mucha proteína que algunas veces lo alimentaba y otras veces en su cutis quedaba…
Francisco en el sexo era una mezcla de hacer el amor por el culo y ser bruto con la pequeña garganta, a la que premiaba con buen esperma siempre. Lo nuevo es que Luisito, a pesar de su pasado marcado por el dolor, el llanto y el trauma de tantos ataques de descomunales pijas, aprendió a conocer su cuerpo, entrenarlo y gracias a eso lograr, con su héroe maestro de obras, disfrutar del sexo, desear la venosa y gemir bien rico cada vez que la tenía adentro. Si los albañiles con esas durísimas y enormes pijas le enseñaron a aguantar la brutalidad con la que le penetraban con cada violación, el jefe lo acostumbró a disfrutar de hacer el amor, besándolo, acariciándolo, estimulando el pequeño punto G hasta el punto de hacer que el niñato le pida pija en el culo, leche en la boca, en la cara y hasta en su espalda.
Y así, pasaron los días y las semanas, con el señor Francisco, al compás de su pija dentro de ese culito y esa garganta a su entera disposición, volviendo a sonreír, a sentirse realizado y presumir de su virilidad a sus morbosos empleados, que formando fila agitaban sus porongas tras escuchar en detalles como el jefe le jugaba al peque…como el sabía lo que hacía felices a sus hombres, se aseguraba de decirles siempre las cogidas más violentas, con frases como «el nene llorando me pedía una cogida más lenta y que yo le respondía tapando su boca hasta dejarle el culo bien roto, sin poder caminar y llorando con mi leche dentro», comentarios festejados y luego imitados por los obreros en cada conchita ultrajada, inflando sus pectorales de orgullo cada vez que sus pijas reventaban como su jefe lo hacía…aunque era sabido que el relato del maestro de obras era solo para el morbo, ya que en realidad el era feliz haciendo gozar al niño, le encantaba verle al peque disfrutar de su pija, le metía con la dosis justa de potencia para hacerlo vibrar evitando en lo posible que sufra, adaptando así a ese culo a dos o tres tiros de su feroz verga en cada encuentro, evitando que se lastime o irrite con lubricante artificial y natural (su saliva o semen). Por su parte, Luisito estaba en pleno gozo, tanto que en una ocasión, con la leche en su culo del primer tiro y tras un breve descanso, se coloca de cuatro cerca del señor y con movimientos sensuales le empieza a pedir más pija, a lo que recibió como respuesta «ufff, sos toda una putita, que pena que la fría de mi señora no sea así de golosa como vos, pero bueno ella se pierde lo bueno que es todita para vos bebé» y así volvió a recibir leche ahora en su espalda, aunque por calentona tuvo que morder la almohada ante la intensidad de las ardientes embestidas. Otra cosa que volvía loco al maestro de obras era cuando Luisito entraba a su oficina de siesta, con su uniforme de colegio y con su carita angelical se arrodillaba frente el y le decía «señor, quiero mucha lechita, me das por favor», calentando al semental que respondía al pedido, como un fetiche, agarrando los finos cabellos del putito y, sin darlo de mamar, se masturbaba con tanta intensidad, poniendo su glande encima de sus labios, hasta descargar en esa boquita bien abierta que luego tragaba todita la lechita…
Y así fue que Luisito, hasta casi su mayoría de edad, supo ser fiel a la pija que, si bien no fue la que le inauguró, sí fue la que lo hizo feliz, gimiendo y gozando una y otra vez. Con el tiempo, y en gran parte gracias a don Francisco que después de su divorcio, se puso como meta lograr que Luisito reemplazar esos tristes recuerdos de sus inicios, con una adolescencia bien sexual, basada en el respeto y cariño…Luis portaba siempre la característica sonrisa que causa el disfrutar sin quejas de una buena pija adentro, de morderse los labios al sentir las embestidas del glande de su macho, de ser todo un petero…y a Francisco le encantaba darle pija y luego ver a ese Luis ya adolescente vestirse sin bañarse luego de descargar en su culo dos a tres tiros de su abundante leche, producto de cogidas cada vez más intensas a esa cola que le seguía apretando rico, como aquella primera vez que, cobrando su acuerdo, se hizo paso en su interior…
Y así llega al fin la historia de un niño que descubrió el sexo siendo violado salvajemente, al que rompieron el culo y regaron de leche infinidad de veces, pero que supo aguantar la adversidad y convertir ese trauma en una vida sexual normal, de placer y disfrute. Espero que les haga gustado estos ocho capítulos ¡hasta la próxima saga!
Pd: ¿De que historia te gustaría que sean mis relatos? Acepto sugerencias…
Sigue con el relato de Diego y Elías… Me encanta esa historia… Lastima no la siguieras
Cómo te gustaría que siguiera ese bebé ? Me falta algo de ideas jeje