Un depravado albañil violó sin compasión a un niño de tan solo 8 años (parte 1)
Cuando el padre de Luis, el niñato, contrató a una constructora y con ella a un dotado, macizo y degenerado albañil de 36 años de edad, no imaginó que por ello, a su hijo de apenas 8 años le iban a romper el culo y llenarlo de leche..
Luego de una larga espera, un ejemplar matrimonio cumplía un nuevo sueño: David y Lucía, los padres de Luis, un lindo blanquito, cachetón y nalgón de cabellos negros y bella sonrisa, estaban por reformar aquella vieja casita en la que vivían, confiando en un contratista y su plantel, sin imaginar jamás lo que iba a suceder…
Existen dos actos que siempre conviene aplicarlos: 1) nunca dejar a los niños solos en la casa y 2) que los empleadores chequeen el historial de sus empleados. No hacer aquello ayudó a que, en una nublada tarde de otoño, un fortachón albañil oriundo de la campaña, llamado Pedro (un tiempo preso por posesión de pornografía infantil) sometiera, en la mismísima cama matrimonial y sin ningún tipo de compasión, al pequeño hijo de los propietarios de la vivienda, aprovechando la oportunidad al ser el solitario residente en aquella obra…
Aunque jamás sería una justificación, el andar delicado y las nalguitas de Luis quizá le jugaron en contra para sufrir la más traumática de las iniciaciones carnales, por parte de Pedro, un morocho de 1.75 metros, musculoso, pelado y dueño de un buen pene de 20 x 9 cm, que estrenó en un cuerpo ajeno por primera vez a sus 15 años y que desde entonces penetró, siempre con brutalidad, incontables conchitas y gargantas de hembritas, preñando varias de ellas. Pedro era de esos machos rudos, que estaban hechos por y para el sexo heterosexual, aunque con un oscuro deseo que estaba por cumplir: someter, a un niñito nalgón como Luis, a sus más bajos placeres carnales por la fuerza y tantas veces como sea posible. Llevaba ya semanas pescando por la oportunidad y, como dice el dicho, la ocasión hizo al ladrón o, mejor dicho, hizo de Pedro un violador de niños…
La siesta del niño Luis, en su habitación, fue interrumpida por la entrada de Pedro, quien se encontraba sin remera, que evidenciaba su trabajado cuerpo y con un short de fútbol, que marcaba tanto sus piernas hechas a puro fútbol como principalmente un feroz bulto con una erección de campeonato. Con su cipote listo para la acción, estiró de su camita a su víctima, que se encontraba con su truzita puesta y nada más; el niño aturdido no comprendía lo que le estaba por sufrir. El albañil, que tantas veces imaginó en furiosas pajas inundar en leche un pequeño culito, sin perder tiempo lo cargó hasta la habitación principal y, tras llavear la puerta, arrojó a la pequeña e indefensa víctima a la cama de sus padres, y luego, tras quitarle la trusita, admiró fascinado aquella redonda y voluminosa nalguita, haciendo que se mojara la punta de su pija con gotas de líquido preseminal. Luisito, somnoliento, queda boca abajo y de forma un poco extraña, se quedó dormido nuevamente, sin darse cuenta de que estaba desnudo y a punto de ser salvajemente ultrajado. Frotándose las manos, el obrero se quitó el short y el boxer y desnudo, llenó de lubricante, que encontró ahí, a su ya durísima y estimulada pija, que estaba por ser puesta a prueba, por parte del empotrador, en aquella primera violenta y degenerada violación y, para pesar del pequeñito, no decepcionó en ningún momento.
En ese instante, Pedro estaba por pulverizar la virginidad del niño. Desnudo y agitando la dura y lubricada, se subió encima del dormido niño y, sin más previa, apuntó su mástil en la entrada del culito, empujó con fuerza y el glande se hizo camino en el conducto anal, en ese momento Luis despierta con fuertes puntadas de dolor y aterrado se da cuenta que un cuerpo encima suyo no le dejaba escapar de un enorme dolor en su culito, que recibía pija.
Luis: «Que haces, soltame, salí, me duele, ayyyyyy»
Pedro: «callate putita, cállate».
Fue el único diálogo ya que, después de unos desesperados gritos de auxilio por parte del infante, su penetrador le tapó la boca y así concentrarse en su objetivo, que no era otro que romper el culo del niño; tras 5 intensos minutos, al fin pudo meterle todos sus 20 centímetros en el culito; Luis quien, preso del insoportable dolor a causa del enorme invasor anal y del peso de su violador en su pequeña espalda, se desmaya por unos minutos, tiempo en el que no sufrió. Pero, sin importarle aquello, Pedro, cada vez con más fuerza, disfrutaba sin parar de la gloria en su glande, en cada estocada que daba a ese virgen anito, que le apretaba intensamente la pija, haciéndole gozar como nunca antes. «Que rico culitooooooooo como me aprieta que ricooooooo» decía a sus adentros. Ni aquella conchita, propiedad de aquella quinceañera gritona a la que con engaños la hizo mujer, con brutales pijazos que la hicieron sangrar en las orillas del arroyo de su pueblo natal, ni ninguna otra conchita o vagina le apretaron tanto la verga como en ese instante lo hacía ese culito que no dejaba de ahorcar su poronga, ni siquiera cuando, con las descontroladas arremetidas del violador, reventaba cada fibra de las entrañas del niño, que dejado solo a su suerte en su casa, recibía contra su voluntad incontables penetraciones propinadas por una descomunal herramienta, que lo sometía a su gusto y placer…
Desesperado y adolorido, el niño Luisito retomó la conciencia, sintiendo cada puntada en su virginal anito; al percatarse, su violador se acerca a su oído y le pregunta con morbo «te gusta», «te gusta bebé la pija», «está rica», «ehh, está rica? Decime querés leche, la querés adentro verdad»; sin más respuesta que ahogados sonidos de dolor. «Así son todas las putitas como vos, al principio lloran y se quejan y luego ruegan por pija, todas putitas y todas mías como vos» remató el activo.
Tras 25 deliciosos minutos estimulando su glande sin pausas; disfrutando de ver su pija desaparecer en los adentros de las nalgas de ese niño, gozando del intenso sufrimiento que está causando con sus brutales penetraciones en ese acto contra natura, aquella mazorca con toda la potencia entraba y salía, entraba y salía, con tremendo impulso generado por el experto macho, una y otra vez, gozando a full del machacado anito. Luis solamente lloraba de dolor, deseando que este horrendo momento terminara lo antes posible, deseaba que el hombre que fue contratado para agrandar habitaciones dejara de agrandar su culo y que esta tortura terminara, sin saber que al acabar, quedaría marcado con una sustancia viscosa y que la sensación de ese copioso líquido que iba a recibir, y sentirlo, lo iba a recordar siempre.
Momentos después, la pija de Pedro se agranda más y, con gritos suyos, empieza una intensa eyaculación y largó, bien adentro del culo de Luis hasta 9 descargas de muchísimo semen que fueron depositados por primera vez en un culito que estaba sangrado y adolorido.
– Pedro: «Que cogida más deliciosa, que rico como te rompí el culo mi amor… ahora sufriste pero después te va a encantar y me vas a buscar, putito».
– Pedro: Esto te pasa por provocar a los hombres como yo, por eso te doy tu merecido, no seas maricón y dejá de llorar. Si le contas a alguien de esto, le voy a matar a tus padres, entendiste».
El abusador le expresó esas palabras, estando el aún desnudo y con la pija también aún dura, agarrando de sus cabellos al recién violado, que en la misma posición en la que fue violentamente sometido, lloraba del dolor.
– Luisito: Bueno, está bien…pero me duele mucho…
– Pedro: Te gustó, verdad? Ah y quedate boca abajo, así como estás, no te muevas para que no te salga mi leche.
– Luisito: Bueno, pero que leche?
– P: La que te dejé en tu culo, esa la leche que hacemos los hombres para las hembritas como vos y que ahora te va a servir, para que te duela menos los siguientes tiros…
– L: ¿Que tiros? No entiendo…
Y así, en ese momento, Luis con el culito recién desvirgado, lleno de leche y Pedro con la pija nuevamente bien erecta, iban a continuar, golpe a golpe, una muy larga tarde; la más dolorosa de todas para el de 8 añitos y la más deliciosa para el de 36 de edad y 20 de pija…
Uuuufffff que buenos recuerdos me trajo leer este relato, me brincó la verga al recordar mi primera vez con el payaso violador 🙂
Que rico disfrutar de los recuerdos de un sexo duro, fuerte y sin límites
Como fue eso del pasayo
Ufff que delicia! Espero hayas escrito sobre eso bb