Un día salí con un tipo que me cobraba por hora, pero ahora son dos de los residentes de mi hogar de cuidado, los que me comen el culo con mucho gusto
Después de que se divorció de su mujer, abrió un hogar de cuidado para pacientes mentales y ancianos, luego descubrió que algunos de los pacientes lo podían hacer íntimamente muy feliz. .
Cuando mi ex esposa y yo tuvimos a bien divorciarnos, prácticamente me dejó en la calle, nada más me quedó la vieja casa de mi familia, con infinidad de deudas, fue gracias a que recibí una orientación, decidí abrir un hogar de cuidado para pacientes mentales, lo que después de completar los requisitos de ley, y finalmente lo pude hacer.
Desde mis inicios, nada más acepté a personas ancianas, que no me dieran mucho trabajo el atenderlos, ya fueran hombres o mujeres, la mayoría de ellos ya bastante mayores, pero gracias a mis empleadas, durante el día yo casi no hacía nada y de noche, aunque me quedaba solo, me limitaba a vigilar.
Pero ocasionalmente tenía que tomar acción con más de uno o una, ya que pienso que se les revolcaban las hormonas, y de momento tenían comportamientos demasiados alterados, debido a que presentaban demencia senil.
Pero mayormente eran un par de viejitas las que me daban esos sustos, al quitarse por completo la ropa y meterse en la cama de alguno de los viejitos.
Si por mi fuera las dejaba que hicieran lo que querían, pero como me habían advertido que, si algunas de esas viejas quedaban embarazadas, él que saldría perdiendo, sería yo.
Aunque las probabilidades de que eso sucediera eran muy pocas, pero el solo hecho de pensar que podía perder mi único sustento de vida, me bastaba para actuar prontamente y vigilar a todos con más cuidado, hasta que un doctor le recetó a la mayoría, unas pastillitas que los ponían a dormir.
Salvo esas pequeñas situaciones, mi hogar, funcionaba de maravillas, hasta que me llevaron a un chico de unos veinte años, con una seria condición de retardo mental entre moderado a grave, al principio me negué a recibirlo, excusándome que todos mis residentes eran de personas mayores.
Pero como dicen, el que hizo la ley, hizo la trampa, lo digo porque la administración de hogares me presionó indicándome, que mi licencia era para todo tipo de pacientes, sin discrimen por edad, sexo, o condición, debido a eso se me pagaba bastante bien, por cada uno de los pacientes.
Debido a eso, me vi en la imperiosa necesidad de aceptar al joven, alto moreno de porte delgado, que a simple vista cualquiera se daba cuenta de su condición.
Según la persona a cargo del caso me dijo, que él no tenía familia conocida, había estado siempre desde niño en el sistema, y su conducta era la de un niño pequeño, en otras palabras, sí se adaptaba a mi hogar, lo tendría hasta el final de los tiempos, eso si no cerraba el hogar yo primero.
La verdad es que el chico, no me da problema alguno, hasta para que se bañe es bien tranquilo, basta que yo le diga. “Ve a bañarte.” y el entraba al baño, se quitaba solo su ropa y al terminar me llama diciéndome. “Ya me bañé.” sabe hacer solo todas sus necesidades, hasta las más íntimas sin que nadie lo vigilase, y come dentro de su condición de manera aceptable.
Pero un día al entrar a su habitación como de costumbre, para despertarlo, me sorprendí al ver que, por una parte, estaba durmiendo sin su pijama, y por otra parte tampoco estaba usando la cobija.
Pero lo que más me llamó la atención, fue el ver su erecto miembro, en otras ocasiones lo había visto desnudo, pero no así, lo que quiero decir es que nunca se lo había visto en tales circunstancias.
Yo creo que, desde ese instante, comencé a tener una serie de fantasías sexuales, en las qué en todas yo soñaba despierto, que era sabrosamente penetrado por él.
Ha se me olvidó comentarles que mi esposa se divorció de mí, ya que se dio cuenta de que aparte de que me gustan los hombres, y aunque nunca tuve ninguna relación con otros hombres, por lo menos mientras estuvimos casados.
Pero cuando se dio cuenta de mi secreto gusto por otros hombres, y por usar sus vestidos, así como su ropa íntima, y se cansó de mis mariconerías, o por lo menos eso fue lo que me dijo.
Pero regresando a lo que les estaba contando, al principio el hecho de ver al chico desnudo, no me causó problema alguno, ya que en secreto y de manera discreta, en las noches después de revisar a todos mis residentes, yo mismo terminaba autosatisfaciéndome.
Por lo general después de terminar de revisar a los residentes, subo a mi habitación, me doy un buen baño, me depilo todo mi cuerpo si me hace falta, luego me pongo algunas prendas íntimas femeninas para dormir, en otras ocasiones me pongo a ver videos porno, mientras me complazco a mí mismo usando algún juguete erótico.
Pero quizás por el tiempo que había estado sin atreverme a tener relaciones con otro hombre, reconocí que posiblemente me hacía falta un compañero ocasional, por lo que comencé a salir con algunos de mis amigos que tienen el mismo gusto mío, en busca de alguien que me pudiera calmar en parte, mi apetito sexual.
Pero todo lo que me encontraba, eran tipos con unos problemas tan serios, que nada más de escucharlos me asustaba.
No les diré que con uno que otro llegué acostarme, pero eso y nada casi fue lo mismo, hasta llegué a pensar, que yo tenía todos los números de la lotería de salir con todos los más hijos de la gran puta del mundo, que nada más buscaban la manera de aprovecharse de mí, sacándome dinero.
En fin, me sentí sumamente frustrado por eso, al punto que hasta salí con un joven que se puede decir que cobraba por hora, lo cierto es que el tipo se portó de maravilla.
Me sentía como nunca entre sus fuertes brazos, sin importarme en lo más mínimo que fuera mucho más joven que yo, cuando ya me encontraba deseoso de que finalmente me penetrase,
Hacía tanto y tanto tiempo que no me hacían eso, que hasta había olvidado lo sabroso que se sentía el tener una verdadera verga dentro de mí.
Al entreabrir mis ojos, lo vi cómo se despojaba de su pantalón y ropa interior, luego separó mis nalgas y con calma comenzó a introducirme todo su miembro.
Creo que vi el cielo a medida que continuaba penetrándome de esa manera, hasta lloré de la alegría de sentirme así tan vivo, mi momentáneo amante se movía sabrosamente metiendo todo su instrumento dentro de mí, mientras que yo movía mis caderas para atrás y para adelante como una verdadera loca.
Al final en la cama me hizo sentir muy feliz, pero al llegarme la cuenta de mi tarjeta de crédito, la cena, la ropa que le regalé, y los otros gastos que tuve, además del motel al que fuimos, por lo que casi me da un ataque al corazón, aunque como dicen, para un buen gusto, un buen susto, ya que yo pagué todos los gastos.
Entendí que si deseaba darme otra vez otro gusto como el que me di esa noche, debía abrir un nuevo piso, para que con las ganancias poder pagar disfrutar de ese placer que sentí.
Lo del nuevo piso no era problema, realmente hasta esos momentos, no aprovechaba el cien por ciento de toda la casona, nada más tenía que comprar más camas y hacer los arreglos necesarios para ello.
Al primero que ubiqué en el segundo piso de arriba, fue al joven con retardo, pero una noche, después de que revisé a todos los residentes, mientras veía un video porno, comencé a sentir, esos fuertes deseos de que me partieran el culo nuevamente.
En condiciones normales, me doy una buena ducha, pongo la ropa íntima que me gusta usar, me doy varios tragos de ron, y luego me metía en mi cama con alguno de mis juguetes, y mientras yo mismo me penetraba con algún consolador, al mismo tiempo me masturbaba.
Pero no sé qué me pasó esa noche, ya que sabía de sobra que, aunque me había dado varios tragos, el seguir con esa rutina no me calmaría.
Por aquello de distraerme un poco, y pensar en otras cosas, decidí dar una vuelta por todo el hogar antes de acostarme, todos los viejecitos dormían, hasta las viejitas que en ocasiones se portaban medio traviesas, dormían plácidamente, al parecer las pastillas que les recetaban para dormir, les hacen tremendo efecto, ya que no fastidian para nada.
Yo mismo mientras me depilaba todo mi cuerpo, para pasar el rato, estuve a punto de tomar una de esas pastillas, pero de momento me acordé de que no había revisado al retardado, por lo que decidí pasar por su habitación.
No sé cómo se me olvidó, darle su pastillita, antes de mandarlo a dormir un poco más temprano, ya que al entrar lo vi bien despierto y asomado por la ventana, completamente desnudo.
Él al verme se comportó como un niño pequeño, tapándose su cosa con ambas manos, mientras que en su manera torpe de hablar me decía que ya se iba a poner el pijama para acostarse.
Actuando de manera tranquila, lo tomé de la mano derecha, y procuré tranquilizarlo, lo cierto es que se encontraba asustado, era como si lo hubiera agarrado haciendo algo que él sabía que no debía hacer, cosa de la que, en medio de todo, me aproveché un poco.
Con calma le dije que se tranquilizara, que luego se pusiera el pijama, que en esos momentos yo deseaba hablar con él, al parecer mis palabras lo tranquilizaron y relajaron un poco, pero no del todo ya que aún mantenía oculto su miembro con su mano izquierda.
Mientras que yo mantenía su mano derecha agarrada con suavidad entre mis dedos, al momento de sentarnos sobre su cama, me repitió que tenía que ponerse su pijama, a lo que yo esbozando una sonrisa le pregunté por qué.
Él me respondió, todavía muy avergonzado, que estaba desnudo, como si yo no me hubiera dado cuenta de ello, de inmediato le dije que eso no era nada malo, siempre y cuando lo hiciera únicamente en su habitación, y cuando se fuera acostar, o a bañar.
En ese instante, mientras observaba que él se encontraba completamente desnudo, no sé qué me sucedió, ya que se me ocurrió decirle que había contratado a una nueva enfermera, y que ella subiría para ayudarlo a que se acostase, y tras decirle eso salí de su habitación.
Rápidamente me dirigí a la mía, y apenas entré me quité toda la ropa, me di una buena ducha, saqué del closet un disfraz de enfermera, me puse unos pantis, medias de maya altas, y hasta un sostén que ocasionalmente usaba, cuando quería autosatisfacerme.
Me maquillé, perfumé, también me puse una abundante peluca negra, y me puse unos lentes, además de un tapa boca, luego me dirigí a la habitación del joven, y al entrar, cambiando la voz por una más femenina, me presenté como la nueva enfermera.
Al verme como enfermera se quedó tranquilo, tanto que me fue muy fácil hacer que quitase su mano de sobre su miembro, aun mustio y recogido, continué diciéndole y más que afirmando que preguntando, le dije. “Tú estarías más tranquilo si yo también me quitase parte de mi uniforme.”
Antes de que me diera respuesta alguna, como entendiendo que, si se sintiera mucho mejor, me puse de pie y de inmediato, dejé que el uniforme blanco, rodase hasta el piso de su habitación.
Al verme parcialmente sin toda la ropa, sus ojos se han abierto, como nunca antes yo los había visto, pero de inmediato volví a tomar asiento a su lado, como si nada del otro mundo hubiera pasado, ya él se sonreía de manera algo picara al verme.
Pero todavía sentía que él estaba algo nervioso, por lo que lo volví a tomar de la mano, y llevándomela a mi depilado pecho, sin darle tiempo a pensar, le volví a preguntar de manera afirmativa. “Te gusta tocar mi piel.”
A lo que el chico, tartamudeando, finalmente me respondió que sí, por lo que, colocando su mano dentro del sostén, él comenzó acariciar mis pechos suavemente.
Luego dirigí su mano sobre mis nalgas, mientras me acomodaba sobre su cama, dejando ante su vista todas mis rosadas nalgas recién depiladas y bien lavadas.
Ya mi calentura era tal que poco me faltó para saltarle encima, pero pensé que de hacer eso, el pobre retardado se asustaría, y no era eso lo que yo deseaba en esos momentos.
Así que continué hablándole de manera suave y seductora, aunque me parecía que él eso último como que no lo entendía mucho realmente, hasta que se me ocurrió el preguntarle que, si le gustaría jugar conmigo, al doctor.
De inmediato me respondió que no él no sabía jugar, y le respondí que bien fácil, primero tú te pones a escuchar mi corazón aquí, señalándole una de mis nalgas, y al decir eso, se las mostré.
Pero su reacción fue la propia de un niño pequeño, arrugando su cara y diciéndome que eso era sucio, pero yo ya había pensado en lo que le iba a decir. “Si tú quieres comienzo yo, pero primero vamos al baño.” en un dos por tres le lavé su miembro, que en mis dedos ya había comenzado a tomar tamaño.
De regreso a su cama, le dije. “Para que veas que eso no es sucio yo te lo voy a ver si tienes fiebre.” a lo que él no hizo comentario alguno.
Así que, con calma para no asustarlo, agarrando suavemente su miembro, comencé por lamer su colorado glande y gran parte de su largo y grueso tallo, que a medida que se lo lamía más grande y grueso se le ponía.
Pero antes de que se fuera a entusiasmar demasiado, me detuve, tras dejar de lamérselo, le dije con una sonrisa. “Ahora te toca a ti.”
No creo que yo haya terminado de decírselo cuando colocó su cara sobre mis nalgas, fue algo sumamente delicioso el sentir su aliento, su lengua y hasta su saliva sobre mi piel.
Toda la piel se me erizó en cosa de segundos, pero de la misma manera que yo había hecho, se detuvo después de que me dio, unas cuantas sabrosas lamidas.
Yo me quedé casi como si me faltase el aire, y de inmediato tomé su erecto miembro entre mis dedos, diciéndole que iba ver cuanta fuerza tenía, rápidamente dirigí su verga a mi boca, y ya no se lo lamía, sino que se lo comencé a mamar lo mejor que pude.
Pero con el temor de que se llegase a venir rápidamente, me volví a detener, diciéndole que podía sentir que él tenía mucha fuerza, y apenas volví a dejar mis nalgas ante sus ojos me las volvió a lamer divinamente, pero cuando estaba a punto de separarse.
En medio de mi desespero por tener ese buen pedazo de carne dentro de mí, hice un poco de esfuerzo abriendo mis piernas, dirigiendo su verga directamente a mi esfínter.
A medida que mí culo se lo iba tragando, el rostro del cambió de expresión, esa cara de niño tonto y retardado se fue transformando en la de un hombre deseoso de seguir disfrutando de sexo.
Con fuerza inusitada me tomó por las caderas y empujaba toda su sabrosa verga dentro de mí, haciéndome sentir ese sabroso dolor que siento cuando me penetra una buena verga, por unos instantes temí que se viniera rápidamente, pero no fue así, como que a medida que más duro me lo enterraba, con mayor fuerza arremetía contra mis nalgas, mientras que yo con más fuerza restregaba mis nalgas contra su cuerpo.
Esa noche cambiamos de posición en par de ocasiones, siendo cada una de ellas, mucho más excitante y caliente que la otra, yo disfruté de multiplex veces de ser penetrado por él, hasta que finalmente sentí como su caliente y abundante leche inundaba todo el interior de mi cuerpo.
En la madrugada, cuando desperté a mi lado se encontraba nuevamente el retardado que yo conocía, durmiendo plácidamente, desde entonces, casi no hay noche en que no nos dediquemos a jugar, al doctor, a la casita, o a mamá y papá.
En ocasiones hasta dejo que me acabe dentro de mi boca, de paso ya no estoy aceptando más viejitos en mi hogar, después de ese día recibí a otro chico con condiciones similares a la de él.
Hasta ese momento desconocía, lo sabroso que se siente el jugar con dos chicos a la vez, es algo increíble, ya que completamente vestidito de mujer, mientras uno me da sabrosamente por el culo, al otro le mamo toda su verga.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!