Un fogoso mecánico estrena a un putito de 11 años (1)
Alfredo, un fornido mecánico se pone a disposición de los tempraneros deseos sexuales de Josué, un chico de 11 años y lo coje salvajemente..
El movimiento era intenso e imparable, los gemidos también. De abajo hacia arriba y con una potencia descomunal, todo el cuerpo de Josué, a sus 11 años, se movía al ritmo de cogida propia de una buen video porno hardcore; una herramienta imparable controlaba todo su cuerpo al punto de eliminar toda posibilidad de que el receptor pueda regular la fuerza, la velocidad ni la cantidad de repeticiones de esa dotada pija blanca, maciza, y potente, que le estaba propinando al nene una cogida muy dura; la pija se movía de arriba a abajo pero la cabeza de la víctima iba en todas direcciones con una expresión que demostraba que el garche se descontroló, para goce y disfrute del viril atacante, que se daba en el glande el gusto de su vida. La imagen continuaba con una pija que cada vez entraba más fuerte y más rápido en ese pequeño culo; el ir y venir de esa feroz barra de carne, propiedad de Alfredo, mecánico de autos y destrancador de cañerías anales, ya era tan fuerte que apeligraba fisurar las paredes de ese culito, que ya llevaba un buen tiempo recibiendo una pija y de las grandes. Por su parte, lo único fuerte que aportaba Josué eran sus gritos y gemidos, que indicaban sufrimiento, el bombeo despiadado de esa pija le dolía demasiado, incluso más que cuando lo estrenaron…y ya no aguantaba más ese movimiento frenético y de toda la verga, no solo la cabeza para empeora; por minuto esa metralla entraba todita más de 30 veces en promedio; cada vez que sentía las punzadas del inchado glande en el fondo de su culo el cerraba los ojos del dolor y para más estaba el grueso tronco de esa mazorca, que en ese momento y por la posición de la cogida, actuaba como una lija dañando las paredes anales, que necesitaban con urgencia la mayor cantidad posible de líquido seminal, siendo inevitable mencionar la ironía de que al mismo pene que está causando dolor es el mismo que está produciendo la lechita que lubricará y así luego sentir menos dolor, incluso considerando de que podría pasar una segunda cogida; aunque también, aunque poco, también salía de su boca gemidos de placer; había momentos que aparentemente le gustó. A Alfredo lo excitaba su cogida; sus pijazos eran tan brutales que afectaban hasta la respiración del penetrado; deliraba viendo el reflejo del espejo ubicado al frente de la escena, que mostraba un pequeño cuerpo zarandeado de arriba a abajo con cada metralla de ese pijazo imparable y la evidente mueca de dolor que solo los dotados pueden causar en sus víctimas; ahí se encontraba el, agradeciendo cogiendo sin descansar el tener encima suyo a ese niño que aguantaba cada vez que la metía bien adentro y sin dejar de apretarlo rico en ningún momento y, a la vez, estaba orgulloso de la fuerza de sus piernas, de su cuerpo, del rendimiento de su pito y por ende una cogida riquísima para el, que llevaba bombeando ya cerca de media hora sin parar una sola vez a descansar, ya que no se sentía cansado y en ese momento no le importaba Josué ni su sufrimiento, ya que ese momento era de el, de su pija y de nadie más. Y así, por poco más de media hora, sus gruesas manos unieron las indefensas piernitas del niño de 11 años para que entren en acción los gruesos muslos del macho que, bien separadas y flexionadas, empujaban a todo dar al destructor anal y así generar la dantesca pero excitante imagen de un pequeño indefenso cuerpo, que lagrimeando recibía pija sin parar, con gestos de dolor al aguantar las tremendas sacudidas, completamente sometido a la voluntad de una macho que así le demostraba lo que es estar con un verdadero hombre, con un gran y vigoroso pene y su sagrado líquido de obligado consumo, para el putito que se las buscó.
Quedaba más que claro, con cada evidencia de dolor, que en esta ocasión al pasivo le tocaba soportar toda la hombría de su inspirado macho que nunca le falló en la provisión de esperma. En ese sentido, el onceañero ya en ese momento tenía hasta mareos de tanto ser sacudido por quien lo cogía, sus brazos colgados no podían siquiera agarrar el muslo para que las penetraciones sean un poco más lentas y suaves, era una brutal escena propinada por una ejemplar estaca humana. Al peque, al notar las primeras señales previas a la eyaculación, comenzó a apretar lo máximo posible sus anillos anales para acelerar la lecherada…si bien la chele siempre le gustó, en ese momento deseó más que nunca escuchar ya los gemidos de Alfredo al largar; deseaba, para dejar de sufrir, empezar a sentir los calientes disparos de espesa lefa, ya que era su salvación ante un momento que, supuestamente, ni debería haber pasado. Antes del hecho, Alfredo le dijo que solo quería un pete y meterle un posición «de cucharita» nada más, pero la dolorosa realidad fue una muestra de puro patriarcado, en este caso en perjuicio de los pasivos como el; para el hombre, no hay nada más placentero que disfrutar de mentir y a pijazos hacer sufrir a quien sea que penetren, como en este momento. Tanto así, que Alfredo hasta le deja creer a su pasivo que la cogida como siempre sería tranquila: se dejó chupar la pija lento y suave, sin poner sus manos en la nuca del putito, hasta que momentos después lo levanta y sin aviso lo pone encima suyo y le acomoda para que un Josué, que nunca imaginó que se venía, empiece a vivir desde el primer pijazo y por media hora un terremoto dentro de su culo y en todo ese cuerpo que, puesto de espaldas, en ningún momento pudo mirar a ese macho y menos poder frenar su brutal deseo. En ese momento, a pijazos aprendió que el hombre hace lo que quiere y pensó en que pudo haber generado que, un hombre como Alfredo se haya transformado y en un instante haber tirado a la basura el sexo consensuado por el trauma de un abuso, como al que lo estaba sometiendo. El albañil, en ese momento, preso del placer, estaba disfrutando de esas ricas nalgas sometidas al bombeo y, mirando el vaivén de su pedazo, seguía con su hazaña y en este ritmo de cogida, digno de las mejores porno de sexo duro, que siempre fantaseó pero más nunca logró cumplir en las innumerables conchitas que deseaba y hoy se hacía realidad. Y el fin llegó, con la llegada del abusador y su pija ultra potente disparando una cantidad impresionate de semen bien espeso y depositada sin derrame, en el culo de un Josué al que le encanta sentir el viscoso líquido el mayor tiempo posible (en varias ocasiones Alfredo lo cogía antes de la escuela y Josué contento iba con la colita llena de leche). A pesar de que esta largada generó un gran sufrimiento previo, decidió igual apretar sus anillos y tenerlo en su interior, a la par de rogar al destino que no haya una segunda ronda de pijazos en breve. Y este mecánico automotriz, ya cansado y recién deslechado, vio feliz como su hombría quedó toda bien adentro.
Continúa en la segunda parte.
como sigue
Disponible parte 2