Un ladrón me viola y me gustó.
Un ladrón me asaltó, pero primero me hizo su putita. .
El edificio donde trabajo está muy retirado de mi departamento. Siempre he trabajado de día, pero desde hace una semana salía hasta las 9 de la noche. La empresa se encargaba de dar transporte solo a aquellos cuya salida era a las 11 de la noche, por lo que no podían dejarme a mi casa. Admito que los primeros días me daba miedo tomar el autobús a esa hora: no solo porque la estación donde debía tomarla era muy solitaria a esa hora, sino que los asaltos en la calle y en los autobuses aumentaban.
Estaba en la estación, esperando el autobús. Llevaba más de 30 minutos esperando lo que aumentó mi ansiedad de no llegar rápido a mi departamento. Cuando ví que el autobús ya no pasaría porque ya era muy tarde, decidí caminar, tal vez el autobús sí pasaba y lograba subirme. Mientras caminaba a pocos metros de la estación, guardé muy bien mi celular en una bolsa de mi suéter, mientras que mi cartera la guardé debajo de mi espalda entre el pliegue del pantalón y mi piel casi en las nalgas, así si me asaltaban y me quitaban mi mochila, no perdería lo más esencial.
Nunca había caminado desde mi departamento al edificio o viceversa, siempre había tomado el autobús, por lo que seguí el mismo camino de su ruta. Recuerdo caminar mucho y no reconocía nada de mi alrededor, hasta que veía unas luces al final de la calle: era el parque que dictaba la mitad del camino. Yo llevaba mucha sed, por lo que me desvié a los baños del parque, donde tenían estantes de agua donde la gente podía beber. El sonido del total silencio me ponía nervioso, ya que había más locales y pocas casas, pero todos estaban cerrados, la luz que iluminaba el centro del parque me calmaba un poco, pero yo ya quería ir a casa.
De repente, escucho unos pasos detrás de mí, cuando volteo solo pude sentir como alguien se tiró encima de mí. Era un chico alto con una gorra puesta hasta abajo de su frente, así no podías ver sus ojos. Llevaba una camisa aqua muy ajustada, que dejaba ver una piel clara y brazos gruesos. Intentaba llevarse mi mochila, pero yo no dejaba que lo tomara. En lo que nos forcejeábamos, intentaba ver su físico para así poder denunciar, pero veía como sus brazos estaban apretados por las mangas de su camisa, y el tatuaje de un dragón en su cuello.
Jalé muy fuerte mi mochila por lo que pude arrebatárselo de sus manos, comencé a caminar rápido, pero logró poner un brazo sobre mi cuello y con el otro quería agarrar mi mochila, pero podía sentir su pecho y abdomen en mi espalda.
Sentir lo caliente de su cuerpo detrás mío, su respiración agitada cerca de mi oreja y el brazo tan fuerte y musculoso sobre mi cuello hizo que me excitara. Comenzaba a tener una erección mientras el hombre quería quitarme mi mochila. Comencé a empujarlo hacía atrás para contraminar su espalda en alguna pared, lo logré, pero sentí su bulto sobre mis nalgas.
El forcejeo empezó a ser más lento, ya que sentía como él empezaba a respirar sobre mi oreja.
«No tengo dinero, déjame ir. Ten mi mochila, te la regalo» – dije agitado; el hombre no quería soltarme, pero su bulto en mis nalgas hizo que se me parara el pene, era inevitable y no pude ocultarlo. El contacto con otro chico, que a mi parecer estaba muy guapo, despertó en mi la lívido. El hombre tomó mi mochila, pero su brazo seguía en mi cuello.
«Pero mira que pasó, al putito le gusta que le arrimen el chorizo» – dijo riéndose cuando vio mi erección – «O sea que te gusta que te tenga de esta manera, eh». Comencé a ponerme nervioso, no sabía si iba a golpearme o a matarme, pero el chico agarró la mochila y la tiró al suelo. – «Yo sé que no tienes nada en la mochila, no ibas a dármelo así de fácil, o sea que las cosas las tienes tú»- susurró en mi oído, yo solo estaba asustado intentando quitar su brazo sobre mi cuello, pero la piel gruesa y el olor de su axila mezclando el sudor con su perfume, me estaba prendiendo. – «Te gusto, ¿verdad que sí? Relájate y déjame revisar si tienes algo contigo».
Con el otro brazo, puso su mano sobre mi abdomen, estaba rosando su palma sobre mi ombligo, claramente sentía como iba bajando su mano poco a poco hasta llegar a mi pelvis. «Estás peludito eh» dijo manoseando mi abdomen, de repente sentí su mano en mi bulto. Empezó a lamer mi oreja con la punta de su lengua. Yo quería desprenderme de él, pero el chico me apretaba más hacia su cuerpo. «Ya no quiero tu mochila, ahora te quiero a ti pinche putito».
Quitó su brazo de mi cuello pero me empujó contra la pared trasera de los baños, la luz ya no es muy clara en este espacio, pero pude ver su cara cerca de la mía. Mi respiración comenzó a agitarse, el miedo y la excitación se apoderaron de mí. Comenzó a besarme muy fuerte. Yo cerré mis ojos sintiendo como su lengua buscaba las profundidades de mi garganta, su mano estaba frotando mi erección encima de mi pantalón. Yo solo tuve el reflejo de levantar mis brazos a la pared.
«P-por favor» – intenté hablar, pero él puso su mano sobre mi boca. «Cállate, ahora eres mío. No he cogido desde hace mucho, así que prepárate para la cogida de la noche» susurró el hombre con un odio y erotismo en su voz. Me dio la vuelta, puse mis manos y mi rostro sobre la pared. Comencé a sentir como frotaba su bulto en mis nalgas, mientras me besaba la espalda y me daba unas nalgadas: «Si te portas bien, será rápido. Ahora serás mi puta».
Se recostó sobre mí mientras que con sus brazos buscaba el botón de mi pantalón, me bajó los pantalones y mi bóxer bruscamente cayendo mi cartera al suelo «¡Eureka!, mi paga por la cogida» dijo riendo, dejó al descubierto mi trasero y mi pene todo erecto. Nunca había sido violado, pero el momento me generaba tanto morbo, que me quedé completamente quieto, siendo un festín para el desconocido.
Sentí su mano sobre mi ano, sus dedos estaban mojados con su saliva. Insertaba sus dedos sobre las mejillas de mis nalgas apretándolas, mientras que solo escuchaba como gemía de la desesperación de querer meter su pene en mi culo. Arqueé mi espalda dejando a su perspectiva mi ano en su cara. Volteé para ver su rostro, pero él ya estaba agachado directamente viendo mi culo abriéndolo con sus dos manos. Escupió y puso sus dedos moviendo mi orificio dilatándome super rápido. Incrustó dos dedos de un solo movimiento, me moví del dolor pero él me dió una nalgada que sonó hasta dos cuadras del parque: «Así te gusta, ¿verdad putito?» dijo mientras metía sus dedos en mi ano, adentro y fuera.
Aunque me ardía el ano, yo estaba deseando que me hiciera suyo. Se levantó y el sonido de su cinturón siendo desabrochado me indicó que ya se aproximaba su pene. Bajó sus pantalones mostrando un pene bastante grueso y peludo, venoso y rosado. Se acercó hacia mi, poniendo su abdomen sobre mi espalda y su pene sobre mi cintura, comenzó a morder mi cuello. «Quiero que recuerdes esta noche, la noche en que un ladrón te desvirgó como nunca». Al decir esto, preparó su pedazo de carne frotándolo sobre mi ano, escupió sobre el pene y lo introdujo de una sola vez. Dí un pequeño grito de dolor ya que lo metió profundamente, pero puso su mano sobre mi boca empujando mi cabeza hacia atrás.
Empezó a penetrarme con un salvajismo. Mi ano estaba ardiendo del dolor, pero luego se convirtió en una sensación demasiado deliciosa. Sentir la cabeza de su pene frotando el recto de mi intestino hizo que desapareciera el dolor y mi pene palpitara de la excitación. Su cintura golpeaba mis nalgas y sus piernas grandes y peludas chocaban con las mías, me cogía tan rápido como animal en celo, pero el sonido de su respiración hacía que me excitara aún más. «Estás muy apretadito, se siente mejor que mi novia ufff» decía agitado mientras empujaba mi próstata. Puse un brazo sobre la pared para no desequilibrarme, y con el otro abría más mi ano para que pudiera entrar más profundo. «¿Te está gustando putito? Eso querías, una cogidota». Mi pene estaba que palpitaba del dolor y la excitación. Comencé a masturbarme mientras clavaba mi culo como si no hubiera mañana.
Mi preocupación comenzó a aparecer cuando empecé a sentir como si quisiera ir al baño. El pene tan grande y grueso de este ladrón se sentía riquísimo, pero no quería llenarlo de mierda. Rápidamente me levanté, el chico dio un último movimiento, cuando se dio cuenta que lo había interrumpido. Me tomó del cabello: «¿Que te pasa? Yo soy quien decide cuándo parar» dijo bastante enojado. Yo voltee como pude y le dije «Es que te la quiero chupar, no quiero desperdiciar tu leche, me la quiero tragar». El chico, quien estaba bastante sudado y excitado asintió, con ambas manos en mis hombros me empujó hacia bajo agachándome. Agarre su pene, el cual estaba bastante limpio, y lo comencé a chupar.
«Ufff, tienes una lengua riquísima. Abre bien la boca». Comenzó a mover sus caderas cogiendo mi boca. Gracias a Dios fui bendecido con el don de no atragantarme. Sentía como la cabeza del pene rozaba mi garganta. Las puntas del cabello púbico rosaban mi nariz, pero el olor del sudor de un macho como ese me prendía sin igual. Agarré mi pene y comenzé a masturbarme. De repente, el chico comenzó a moverse más rápido queriendo eyacular. Tomó su pene y empezó a masturbarlo sobre mi cara, abrí mi boca esperando a ser alimentado por su semen. Comenzó a eyacular, la esperma caía sobre mis mejillas, mi frente y mi lengua. Mis ojos lo veían como una gran lluvia sobre mí.
El chico bastante agitado limpiaba la punta de su pene con su dedo, y luego lo ponía en mi boca para que se lo chupara. «Estás mejor que mi novia. Mañana aquí te espero a la misma hora. Quiero que te pongas una tanguita para mi» me dió una cachetada. El golpe no me dolió, más bien me prendió más que terminé de masturbarme y eyaculé sobre el suelo. El chico comenzó a vestirse, agarró mi mochila y me la tiró mientras seguía semidesnudo incado en el suelo. «Esto es mío» dijo tomando mi cartera y se fue.
Como pude, me levanté, pero mi ano ardía como fuego. Mi celular seguía conmigo. Llegué a mi casa, entre al baño y al bajarme el boxer, una mancha de sangre estaba como recuerdo de la tremenda cogida que un ladrón me dio minutos antes.
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