Una carta a mis bullies
Sí. Tenían razón acerca de mí. Soy puto, me encanta la verga y quiero que me la metan. Quiero que me usen a su placer… y el mío..
**La siguiente es una obra ficticia pero inspirada en algunas fantasías que tenía cuando era adolescente en la escuela secundaria. Pueden usar la sección de comentarios para complementar la fantasía con toda confianza. Yo se los agradecería mucho.**
Hola, soy Ángel Orellana y me gustaría escribir una carta a mis bullies.
Cuando era niño tenía un sueño recurrente. Nunca se lo dije a nadie pues era muy extraño, casi perturbador. En este tendría yo unos seis años y un chico mayor que yo, hijo de una vecina, me llevaba a mi habitación, me desnudaba completamente, me ataba a un palo y me ponía a girar sobre una fogata que había encendido en la cama para cocinarme como un puerco desnudo dándome vueltas lentamente mirándome con una deliciosa malicia en sus ojos. Yo no me defendía, le permitía hacer lo que quisiera conmigo en silencio. Mientras tanto, mamá estaba ahí, a unos metros de nosotros platicando con la madre del chico que me cocinaba y mi madre no se inmutaba, como si no importara lo que me hacían. ¿Qué significaba ese sueño? Hoy estoy convencido que era mi mente diciéndome que era un debilucho que se dejaría abusar por los demás y que solo tenía una forma de superarlo, asimilando mi inferioridad y el abuso como parte de mi vida. Pues en ese sueño sentía rico esas flamas en mi verga y huevos, me sentía excitado de verme desnudo frente a los ojos malvados de un chico abusivo de doce años y me dejaba hacer eso porque sabía que no quería defenderme. Me gustaba mucho que ese chico me maltratara así a tal grado que se me paraba la verga. Era mi mente diciendo que era puto, pero entonces no comprendía lo que era la sexualidad.
Como todo chico tuve que ir a la escuela secundaria y ahí estaban mis bullies. Al principio todo estaba bien; no me hacían nada. Entonces se me acercaron y me empezaron a molestar. Primero con bromas injustas, luego abiertamente con apodos chistosos y humillantes. La risa de los compañeros era lo que dolía. Una broma y todos se reían de mí. Si hubiera sido fuerte me habría defendido, pero ellos sabían que no lo era y me hicieron sentir pequeño frente a todos sabiendo que no me defendería.
Temeroso de más burlas no se lo dije a nadie. Solo mis amigos de la escuela sabían que me molestaban, pero a ellos no les importaba pues meterse con ustedes hubiera sido un error. Ustedes eran más grandes que yo, más seguros de sí mismo que yo, mucho más agresivos que nadie. Me daban miedo, me sentía indefenso frente a ustedes, me aterraba que se enojaran conmigo y me daba miedo que me golpearan. Así pues, abrí la puerta a su abuso y tomaron así posesión de mí.
Luego entré en la adolescencia y mi cuerpo despertó. Era el momento de descubrir la sexualidad y definirme. Normalmente uno mira a las chicas, pero en una escuela de varones no hay muchas que mirar y por alguna razón, durante la formación para ingresar a las aulas luego del recreo, miraba el culo de los compañeros. Entonces no entendía por qué lo hacía, solo lo hacía por hacerlo, por contemplar la enigmática forma del cuerpo de los chicos nada más. Mientras esto pasaba, ustedes me molestaban más y más, cada vez más humillantemente. Soporté algunos golpes y empujones, suplicando a Dios que el día de mañana no notaran mi presencia. Pero me miraban y se deleitaban con la idea de hacerme pasar un mal rato, humillarme frente a todos y ver el espectáculo de verme no hacer nada. Debieron sentirse muy poderosos.
Los chicos de 13 años ya tienen despierta su sexualidad por lo general y la exploran por medio de bromas y chistes. El chiste favorito: chicos que actúan como chicas. Los “putos”, hombres que se enamoran de otros hombres eran lo peor y hacer burla de ellos era divertido. Entonces me miraron y me acusaron de ser putito. ¡Qué indignante! Vaya humillación. Pero no hice nada, solo guardaba la compostura. Un día durante la formación para regresar a las aulas del recreo mientras miraba el culo de los chicos, Patricio me agarró por la espalda por sorpresa y me arrimó sus genitales con un movimiento mete-saca a mi culo. Era una alegoría de “meterme la verga” por el culo, algo que a los putos les gusta mucho que los machos les hagan. Tardé en reaccionar y ustedes pensaron que me había gustado y que me dejaba abusar. El daño estaba hecho, desde ese momento era oficialmente un “puto”, “marica”, “joto”, y en sus chistes homofóbicos ahora mi nombre y mi apodo aparecían como protagonista. Ahora me decían puto con sus chistes, y todos se reían de mí.
Por entonces comencé a masturbarme y como buen chico cristiano, pensaba en chicas. Al principio funcionaba imaginando a ella mamándome la verga mientras yo le chupaba el coño en un delicioso “69”, pero pronto se hizo aburrido. Un día por casualidad, pensé en un chico desnudo, y mientras me tocaba me imaginaba chupándole la verga. ¡Pum! Mi verga estalló deliciosamente en chorros de semen con ese rico dolor de la eyaculación. Era mi primera eyaculación y había llegado de parte de un chico. Traté de no darle importancia, era solo un juego mental. Por las noches lo intentaba de nuevo pensando en chicas, pero eran los hombres con quienes mi verga pequeña estallaba jubilosa con semen.
¿Acaso era puto realmente? ¿Eso significaba algo? Como cristiano, rechazaba la homosexualidad, era mala, muy mala. Pero por las noches exploraba esa idea y me funcionaba; se sentía rico. Pero solo era un juego, nada más. El problema era que ustedes me molestaban cada vez más violentamente y con epítetos homofóbicos graciosos que arrancaban risas a mis compañeros. Cada vez que me acusaban de ser puto yo lo negaba, pero por las noches me deleitaba tocándome con un hombre, o un chico, o un el hombre araña en mi mente pues su cuerpo musculoso me gustaba. Me imaginaba restregando mi rostro en su entrepierna o en sus nalgas mientras las besaba. ¿Cómo negar sus acusaciones? En mi voz la indignación era obvia cuando negaba sus diatribas, pero en mis ojos sabían que me gustaba la verga aun cuando yo no podía aceptar la verdad. Olían que era un puto como los machos alfas que eran y yo no me daba cuenta.
La masturbación tiene sus límites y cuando pensar en que le chupaba la verga al profesor de educación física ya no me daba tanto placer y mis deyecciones se tornaban aburridas, por obra inconsciente pensé en ustedes. Eso lo cambió todo.
Me imaginé que me llevaban a un aula con ventanas opacas y ahí me quitaban la ropa. Se burlaban de mí, de mi cuerpo debilucho y mi verga pequeña. Luego me hincaban y se desnudaban para mostrarme su cuerpo de bully fuerte e imponente. Me metían la verga en la boca mientras me metían cosas por el culo. Siempre sonaban sus risas y sus burlas hacia mí todo el tiempo. Era un ejercicio de humillación y yo me dejaba, lo disfrutaba. Imaginaba que me abrían las nalgas y me escupían en el fundillo. Esto inspirado por Luis a quien le gustaba escupirme en el salón de clases. Me llenaban el culo con su saliva, me metían el palo de la escoba y me violaban un largo rato. A veces me lo hacían en el gimnasio otras, frente a todos mis compañeros y maestros en el salón de clase. El resultado, mi verga chorreaba tanto semen que mi ropa interior pronto se volvió amarillenta. Con ustedes en mi mente mi verga jamás gozó de tanta inspiración. Cuando terminaba entonces pensaba en lo que había hecho y eso me preocupaba. Las chicas ya estaban ausentes en mis fantasías sexuales solo eran ustedes. Pero era solo un juego ¿verdad?
Llegó un punto en que me metí tanto en mi personaje que me desnudaba en mi habitación y caminaba exhibiéndome, imaginándome en el salón de clase y que ustedes estaban ahí burlándose y preparando un nuevo asalto a mi cuerpo. Les dejaba agarrarme las nalgas e imaginaba sus manos apretándome los huevos, jaloneándome la verga y metiéndome el dedo en el culo, ya fuera en el piso o contra la pared, sentía rico sintiéndome su juguete. El juego se había apoderado de mí pues se sentía delicioso verme en una situación así con mis bullies haciéndome cosas atroces.
Pero en la vida real estar con ustedes era una pesadilla. Eso eran fantasías eróticas, a ustedes solo les interesaba golpearme, burlarse de mí, escupirme en la cabeza, y abusar de mí en otras formas. Cada vez que se burlaban de mí llamándome putito yo lo negaba, pero en secreto su imagen violándome en la escuela revoloteaba detrás de mis ojos. ¿Cómo ocultar la verdad?
Un día, en el patio Patricio y su amigo Oscar intentaron la humillación máxima. Intentaron bájame los shorts y el calzón para exponer mis genitales al viento. Ese día cambiaría todo pues con mis fuerzas lo impedí. ¿Qué hubiera pasado si lo hubieran logrado? Las burlas hubieran sido legendarias y la humillación absoluta, pero mi fantasía de ser humillado sexualmente en público por mis bullies se habría hecho realidad. Tenía tanto miedo de ser confirmado como puto. Me hubiera destruido sí, pero ahora que miro al pasado, este fue mi peor error.
Crecí y me convertí en hombre de bien y de conducta intachable. Nunca hice nada gay con otros chicos y la fantasía se quedó en mi mente hundiéndose en el fango del subconsciente. Pero no era feliz. Miraba la pornografía y vi con envidia a esos chicos disfrutando del sexo anal con todos. Disfrutaban tanto que su rostro se iluminaba cuando les ponían la verga en la cara y la mamaban. Eran felices y yo nunca tuve esa experiencia. Comencé a envidiarlos dolorosamente. La conclusión fue inevitable, era gay sin duda y ahora me arrepentía de no haber aprovechado mis años de adolescente dándole mis nalgas a mis amigos y buscando las aventuras sexuales típicas de los adolescentes. No era bullying lo que me hacían, me estaban ayudando a descubrir qué era yo. Ahora miro al pasado y me arrepiento de no haber vivido la vida de puto. Hoy solo me quedan las fantasías donde ustedes todavía gobiernan mi placer. Así que es momento de aceptarlo ante ustedes. Es momento de decirles lo que debieron escuchar cuando intentaron encuerarme ese día:
SÍ, SOY GAY, SOY PUTO, ME ENCANTA LA VERGA Y QUIERO QUE ME LA METAN. QUIERO QUE ME USEN PARA SU PLACER… y el mío.
Tenían razón acerca de mí, y ahora que me he reconciliado con la idea de que ser puto no es malo, sino que abre las puertas a todo un mundo de deliciosas parafilias y la felicidad, es necesario contarles algo del mundo de mis fantasías que ustedes construyeron en mi mente cada noche cuando me masturbo en su honor.
Quiero confesar lo que me arrepiento de no haber permitido que me hicieran, los abusos que ustedes como bullies, fallaron en cometer en mí. Pienso que el bullying tuvo un gran impacto en mí pues demostró que yo era inferior a ustedes y la única forma de superar mi inferioridad es subyugarme a ustedes sexualmente, pues con ello, formo parte de su vida y soy importante al consolidar su poder como macho alfa permitiéndome disfrutar de los placeres del sexo con un hombre. La sociedad se divide en hombres y hombres inferiores, yo soy de estos últimos y no soy el único. Como yo, hay muchos que estamos dispuestos a explorar las profundidades de la sexualidad humana y para ello es necesario aceptar los rangos sociales mediante la sexualidad.
Esta carta es una metáfora de mí mismo desnudándome ante mis bullies, frente a todos y abriendo mis piernas les ofrezco mi culo para que abusen y se burlen de mí. Soy yo aceptando mi inferioridad como hombre y su superioridad como macho. Soy yo subyugándome a su masculinidad y dejando que me arrebaten la mía, si es que alguna vez la tuve. Así que este es el mundo de las fantasías en los que ustedes son mis reyes absolutos. Estoy imaginándome desnudo en el salón de clase leyendo esta carta a mis compañeros y causando las risas de burla e insultos deliciosos de mis bullies, con la esperanza de que me cumplan alguna de estas fantasías:
Por la mañana me llevan a la escuela vistiendo en ropa ligera. Entrando a la escuela voy a mi sitio favorito del patio con mis amigos esperando la campana para ir a formarnos y entrar a los salones. Poco a poco los chicos llegan y se llena la escuela. En la dirección hay un friso con al menos 16 fotografías. Cada una es de un alumno vistiendo solo trusa, y una de ellas es mía. El título dice “Pecadores”. Es una escuela cristiana. y están ahí por una razón: para que todos sepan que esos chicos son maricones y que no merecen respeto alguno.
En la formación para ingresar al salón nos formamos en fila india y comienzan los abusos. El profesor revisando la fila se detiene a mi lado y me acaricia el culo, luego mete su mano en mi short y me manosea las nalgas; su dedo me picotea el ano para luego deleitarse con mis huevos y mi verga que ya está parada. Patricio, mi bully más acérrimo, está atrás de mí riéndose. Cuando el profesor se va para comenzar los honores a la bandera Patricio me baja los shorts y calzones ordenándome quedarme así bajo amenaza de una golpiza. Obedezco y todos me miran con mi culo y verga al aire saludando a la bandera riéndose de mí durante toda la ceremonia. Los profesores no interfieren, es mi castigo por ser gay; no merezco respeto.
Por mandato de mis bullies, en el salón solo puedo vestir trusa nada más, pero por lo general me la paso desnudo porque les gusta humillarme. Cuando comienza la clase y durante esta cada vez que a alguien se le antoja una mamada me hablan por mi apodo. – ¡Marciano! ¡Chúpamela! – Obedezco y voy a su lugar, me pongo de perrito con mi culo desnudo por si alguien quiere hacerme cosas en el culo y se la chupo hasta que se vienen en mi boca y me trago el semen. Pero mis dueños son mis bullies y ellos tienen preferencia. Hasta que no me llenan la boca de lechita los demás seguirán. Así que siempre se la mamo primero a Ademar, Héctor, Luis, Daniel, Cesar, el “chino” y especialmente a Patricio. En el silencio se escuchan mis chupadas y sonidos guturales pues es mi deber tragarme toda la verga. Todo esto mientras la clase tiene lugar. El profesor tiene instrucciones de no interferir. Los chicos tienen derecho de abusar de todos los putitos que se anuncian en el friso de los pecadores. Estamos para complacer. Me encanta sentir la verga en mi boca y la mamo con placer. Me encanta que me acaricien el rostro con esta y me escupan en la boca para mamársela. Chuparle los huevos es imprescindible y adoro lamérselos y sentirlos en mi boca donde juego con ellos con mi lengua. Cuando gimo muy fuerte, el profesor le hace una seña a mi amo para que me de un golpe en el riñón y bajar el volumen de mis gemidos afeminados.
Entre clases hay cierto tiempo de espera donde no hay un profesor presente y este lo aprovechan Ademar y Héctor para tomar turnos y apretarme los huevos y darles puñetazos. Les gusta ponerme de perrito sobre los pupitres para que todos me vean, o recargando el pecho bocabajo en este con mis piernas abiertas. Si grito me golpean en el estómago y si no lo hago me dejan chuparles sus deliciosas nalgas. Prefiero hundir mi rostro entre sus nalgas y comerme su fundillo delicioso claro está. Luego entra el profesor y mientras todos usan sus libros yo me dirijo con Patricio pues quiere que le chupe los pies y mientras se los chupo, Luis me aplasta los huevos con su pie. Solo cuando el abuso rompe con la concentración del profesor este detiene su juego y me ordena sentarme en mi lugar.
La clase termina y Ademar me sujeta de espaldas contra mi pupitre mientras Héctor y Luis me patean los huevos de nuevo. Mi verga pequeña y risible se pone dura y las carcajadas de todos estallan al verme adolorido, pero poniéndome en pose para recibir otra patada. Cesar es el primero en meterme la verga y mientras comienza la clase de matemáticas me la mete hasta que me llena el culo de semen. Me mandan al baño a limpiarme donde el profesor de historia me mama la verga un rato luego de acariciarme. Al regresar mis calzones tienen un charco de semen, alguien se masturbó en ellos y yo los limpio con mi lengua, es mi deber no desperdiciar la leche de los machos después de todo es un charco generoso.
El recreo es especial. El patio y la arquitectura de la escuela ofrece muchos recovecos discretos. En estos lugares los chicos llevan a los putitos para bajarles desvestirlos y violarlos. Mi lugar favorito es en el baño. A veces mamando la verga de quien entre y me lo pida, a veces dejando que me la metan por el culo y la boca entre varios. Por lo general mis bullies me acuestan desnudo en el urinal de canal donde un desfile de chicos interminable se presenta para orinarme por completo. Los más amables lo hacen en mis pies, a muchos les gusta en mi torso, pero los machos y los bullies se orinan en mi cara y especialmente en mi boca y no desisten hasta que me he tragado sus meados o me empiezo a ahogar, pues les gusta orinar en mi nariz para asfixiarme. El conserje me baña a manguerazos afuera del baño al terminar. Y sí, a veces me mete su manguera.
Cuando no me toca el baño o no me violan en grupo en algún rincón bajo las escaleras de la biblioteca en el recreo, estoy desnudo en el patio comiendo un snack, pero mis bullies se masturban en mi comida y la sazonan con su exquisito semen y se deleitan mirando cómo me lo como gustoso. Mi refresco se lo toman ellos, para mí es hincarme y dejar que ellos usen mi boca como urinal, orina que me trago para pasarme mi snack. Mis amigos me repugnan por ser tan dejado y participan de la burla. Los profesores se ríen con las ocurrencias abusivas de los chicos contra mí. Luego me llevan a un rincón donde les chupo la verga en un gangbang delicioso donde los machos me hacen su putita. A veces me golpean por gusto.
Cuando César quiere jugar conmigo en el recreo me quita la comida y me hace hincar en una esquina. Él se mete mi comida en su boca, la mastica y luego me ordena abrir la boca para escupir el bolo masticado en mi boca el cual mastico y me trago. Todo esto mientras Mauricio me aplasta los huevos con sus pies contra el suelo o me mete cosas por el culo.
Educación física es un gangbang en el gimnasio. Todos me violan, me meten la verga en la boca y el culo de dos en dos o me golpean; a veces me asfixian. El profesor de la clase, por mucho el más atlético de todos participa y me la mete enseñándole a todos novedosas técnicas para coger a un putito sumiso, aunque él prefiere que le chupe las axilas, algo que me gusta. Su verga sin embargo palidece con la del chino a quien más deseo. Su cuerpo es atlético por naturaleza y tiene una verga grande y gruesa, carnosa y deliciosa coronada con dos huevos enormes y pesados llenos de la lechita de macho más rica. Me la mete como un toro bien rico y hace gemir como chica.
Chino: ¡Toma verga putito! ¡Cómetela!
Yo: ¡Ay sí! ¡Que rico, qué rico me la metes!
Chino: ¡Ladra perra, ladra!
Yo: ¡Woof! ¡Woof!
Chino: ¡Pinche perra barata! ¡Te gusta mi verga pendeja ¿verdad?!
Yo: ¡Ay me encanta! ¡Qué rica verga! ¡Métemela por favor, métemela toda!
Chino: ¡Pinche puta no vales verga!
Yo: ¡Ay sí! ¡Me gusta ser tu puta! ¡Hazme tuya por favor! ¡No me la saques! ¡Ay está enorme! ¡Qué ricoooooo! ¡Ay! ¡Au! ¡Aaaaaaay! ¡Qué rica vergaaaa! ¡Aayy! ¡Mmm!
Por lo general le gusta darme cachetadas mientras me coge y escupirme en la boca y todos le aplauden porque ver cómo el chino se coge a otro chico es todo un espectáculo capaz de volver puto al débil. No importa qué te haga, los gemidos afeminados y las súplicas siempre salen de tu boca cuando el chino te coge. Es el toro más deseado entre los mariconcitos. Le gusta obligarte a ladrar solo por diversión. “Las perras no hablan”, dice, “solo ladran”. Y te aseguro que terminarás ladrando cuando sientas su verga deliciosa en tu rostro acariciándolo y golpeándote con ese hedor de macho delicioso que te vuelve loco.
Uno de los placeres de Luis, Ademar y especialmente Héctor es la tortura de mis huevos. Me ponen en cuatro patas en el salón y me pateaban los huevos hasta que no me pueda poner de pie y llore. A veces me los apachurran con la tapa del pupitre o los ponen sobre este para pararse encima del pupitre sobre mis huevos y mi verga. Héctor a veces me ata a una columna y luego usa mi panza como saco para boxeo o me golpeaba en los huevos a rodillazos. No para hasta que me orine o defeque por la golpiza. Luego me bañan con orines en el urinal del baño para luego chuparles la verga y dejar que me la metan en el culo.
Los profesores tienen sus privilegios y a veces me llevaban a la casa de la orden que administra la escuela, justo en el predio de al lado, y esos seminaristas me desnudaban y me hacían posar afeminadamente para tomarme fotografías y venderlas a los padres de familia y otros clientes. A veces me meten dildos en el culo, otras ponen a otro chico como yo, Álvaro, para que tener sexo entre ambos y filmar creativas y deliciosas películas pornográficas que también venden a los padres de familia y/o proyectarlas en los salones de clase para humillarnos. Todos los chicos “pecadores” solemos ir a esa casa y filmar películas porno en el jardín o en los vastos interiores de la casa para deleite de los profesores y los seminaristas. El sacerdote es el jefe sin embargo, y tiene el privilegio de cogernos cuando lo quiera y dónde lo requiera.
El viernes es de sexo anal con toda la escuela. Quien quiera metérmela lo puede hacer. Nos hacen caminar desnudos a todos los putos por los pasillos preguntando en cada salón si alguien nos la quiere meter. Por lo general no hay días aburridos. Siempre nos meten la verga otros chicos de la escuela si no entre nosotros cogemos en el pasillo frente a todos.
El fin de semana Patricio y sus amigos suelen pedir a mis padres permiso para que me vaya a pasar el fin de semana con ellos bajo la excusa de un fin de semana con “mis amigos”. No voy a mi casa al salir, su padre nos recoge y yo me voy con ellos en su auto. Patricio y yo esperamos a su padre en el pasillo a veces cogiéndome hasta que llegue por nosotros. Ya en su casa, la orden es siempre estar desnudo para ellos y su familia, tengo prohibido usar prenda alguna. Patricio me hace de todo. Jugar videojuegos le gusta porque yo estoy en el piso como tapete chupándole los pies, ya fuera descalzo o con tenis, mi boca se los chupaba con uno en mi boca y otro en mis huevos sobándomelos con sus tersos pies cuando gana o machacándolos a patadas cada vez que pierde.
Me saca a pasear encuerado como la perra que soy, en cuatro patas con collar y correa (el collar con mi nombre) y con mi inserto anal en forma de cola de perro claro está. Me pasea por su vecindario presumiendo a cualquiera que pase que tiene a un chico como mascota. En ese rato debo pensar y actuar como un perro de lo contrario me castiga por hablar o al menor desvío del comportamiento canino. El paseo termina con una cogida salvaje e imaginativa en el parque entre él y sus amigos del barrio. Ya sea atado a un árbol o en una banca los chicos del parque abusan de mí en la vía pública. A ningún adulto le importa que me suceda desde luego. Es normal tratar así a los putos en la ciudad.
Cada comida es importante pues sus padres me colocan en medio de la meza y mientras ellos departen los alimentos ahí estoy yo en pose del hombre de Vitruvio con comida sobre mi cuerpo del cual se sirven. A veces bocabajo a veces bocarriba. Cuando bocabajo con un pepino metido en el culo y cuando bocarriba con un espárrago metido en mi uretra para mantener mi pene parado durante la cena. La cosa no cambia cuando hay invitados y durante la larga cena escucho a todos platicar y referirse a mí de formas despectivas o como si yo fuera un florero. Soy un adorno en la mesa y me tratan como tal.
A veces en las fiestas me acuestan en una mesa en el recibidor con un ramo de flores clavada en el culo. Hasta que no llegan todos los invitados me llevan a la mesa donde su madre y su hermana me preparan como adorno central en la mesa. Se necesita a una mujer abusiva y misándrica para adornar a un putito como yo bellamente.
En la noche mi boca era para chupar a Patricio de pies a cabeza. Cada rincón de su cuerpo es chupado, lamido y besado por mis labios; luego me recompensa metiéndome la verga por el culo. Esta es la única vez que me hace el amor. Se muestra tierno y dulce, casi como si me amara. Pero eso cambia cuando invita a sus amigos con quienes buscan maneras novedosas de abusar de mí. Cuando no duermo con él en su cama me guarda en el armario sentado en una silla especial con un dildo atornillado y atado de pies y manos. Me tengo que meter el dildo para sentarme y no se va hasta que ese dildo desaparece dentro de mí y una vez que eso sucede cierra el armario y se va a dormir. Soy solo un juguete de carne para mi bully más temido.
A veces Patricio se pone violento dándome puñetazos en el cuerpo. Su padre no es diferente y me viola cada que puede, a veces con sus amigos que invita a la carne asada de la familia donde yo sirvo las bebidas en el jardín desnudo a los invitados que me usan como puta. Violarme es el platillo principal y el atractivo de las parrilladas de la familia de Patricio. El domingo por la tarde me liberan y debo caminar a casa donde nadie sospecha lo que me hicieron todo el fin de semana y donde nadie sabe que cuando me dejan en la escuela su Angelito es una putita que disfruta de las vejaciones sexuales de sus bullies todos los días. Me baño y me meto a la cama listo para iniciar otra semana, otra semana igual… y eso me gusta.
Este es solo parte del mundo que ustedes inspiran en mi mente cuando me masturbo por las noches. Así era en ese tiempo y hoy continúo añorando haber podido disfrutar algo de esa fantasía. Puede parecer ridículo, pero eso soñaba con disfrutar. La humillación, el abuso, la sensación de ser usado y maltratado privada y públicamente sin consecuencias de ningún tipo. Aún hoy siguen inspirando nuevas aventuras en mi mente y a veces me imagino cogiéndose a mi esposa mientras yo estoy desnudo y les beso los huevos mientras se la meten a ella para luego chuparle el coño y tragarme su semen. A veces me imagino a ustedes cogiéndome en mi casa frente a mis hijos haciéndome las mismas cosas que hacían conmigo en la escuela de mis fantasías. Me deleito con la idea de ver cómo se cogen a mis hijos sin que yo los detenga, disfrutando de ver cómo hacen de ellos la putita que hicieron de mí. Haciendo del bullying sexual no una cosa entre personas sino entre familias enteras. Imagínenlo, su familia abusando de la mía, nosotros como sirvientes sexuales de las maquinaciones pervertidas de la familia de mi bully. Se me para la verga solo de pensarlo. ¿Qué cosas nos harían? Me muero de ganas por saberlo y tocarme mientras me lo dicen.
Esto mis queridos bullies, se llama triunfar sobre su víctima. Luego de esos abusivos años en la secundaria no solo controlan mis fantasías, las siguen complementando e incorporando nuevos y deliciosos elementos. ¡Vaya hombres! ¡Qué poder! ¡Qué grandeza! Me dominaron para toda la vida y por desgracia ya no están conmigo para decirles a la cara todo esto.
Ninguna de esas fantasías ocurrió y eso me entristece hoy. Claro que nunca hubiera sido posible, requeriría un mundo completamente disfuncional y decadente, es solo una fantasía para calmar el deseo sexual inspirado en mí por su cuerpo. Pero pudo haber sido algo parecido. Al menos pudieron violarme. Nunca los hubiera denunciado porque me aterraba enojarlos y porque la verga era mi adicción y hoy todavía lo es. Son los hombres lo que me hace sentir excitado. Son los hombres mi adicción.
Cuando veo a esos chicos quejarse de haber sido violados cuando jóvenes me da envidia. A veces pienso que todos viven la vida de otros, como si el destino hiciera a todos tener las experiencias destinadas para otros. Para ellos evidentemente es un trauma y yo que muero de envidia porque nadie me trató así. Si hoy fuera adolescente, me deleitaría con todo eso colgado en las redes sociales, en los sitios pornográficos donde se exhiben los putitos como yo. Me deleitaría que mis bullies publicaran libremente sus abusos sobre mí y mostrando al mundo que Ángel Orellana es un putito sumiso. Pudieron abusar de mí en el parque, en el campo, en el cerro, en un edificio abandonado o un lote baldío. Pudieron obligarme a chuparle los pies a todos, sucios o limpios. Les habría adorado con mi boca de pies a cabeza y mi cuerpo pudo haber sido un laboratorio de perversiones sexuales ilimitado para su deleite. Incluso pudieron haber hecho que su perro me violara mientras tomaban video de la escena dantesca. Pudieron tener la absoluta libertad de usar un ser humano como un juguete sexual que nunca los hubiera delatado. Pero no fue así. A pesar de ser bullies, me trataron con demasiada decencia.
Si el lector desea ser parte de esta fantasía, no dude en dejar en los comentarios sus fantasías que cumplirían si, en un mundo ideal, me tuvieran a su disposición para hacer conmigo o mis hijos lo que les venga en gana sin consecuencias para ustedes. ¿Qué dulces perversiones podríamos crear juntos? Imaginen que son mi bully, ¿Qué harían conmigo? ¿Cómo me hablarían? ¿Qué escenarios armarían? Siéntanse en completa libertad de vaciar sus más deliciosos abusos contra ese chico que en estas fantasías muere por un bully que lo use como su puta. Ustedes pueden ser mi bully, aunque sea en palabras.
Excelente relato. Sería interesante conocer más relatos sobre Álvaro y algunos de los otros 14 chicos. Algunas ideas: los podrían poner a competir entre ellos, por ejemplo, lucha grecorromana; gana el primero que haga eyacular al otro. O los bullies consiguen un dildo de dos cabezas y obligan a Ángel y a Álvaro a usarlo al mismo tiempo; o ¿Cómo reaccionarían los bullies si se dan cuenta que Ángel y Álvaro se hacen «novios»?; o, también, los podrían encerrar juntos en una jaula para perros, obligándolos a restregarse entre sí cada vez qué se mueven; o podrían ponerles collar y correa y hacer una exhibición de perras en el gimnasio ¡Esperamos con ansias más relatos!