Una tarde de cine
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sirc.
Antes de nada explicar que no ha sido escrito por mí,sino que ha sido un regalo que me ha hecho mi querida perra mayor.gracias por ello.
Siempre he creído que las fantasías no se cumplían así como así, sino que había que buscarlas, prepararlas y tener un plan inicial de ejecución pero me equivoque y este relato es la prueba de mi error.
Siempre me han descrito como un culo inquieto. Como dice mi familia no me paro quieta ni atada con cadenas. Siempre estoy haciendo mil cosas a la vez, día tras día, pero los domingos son sagrados. Ese día me lo tomo de relax absoluto. Duermo hasta tarde, me relajo con un buen baño de sales. Leo o escucho música hasta la hora de comer y a la tarde una buena sesión de cine. Eso es algo que no perdono. Mi sesión de cine en una sala local. De regreso a casa hago “tumbing “en el sofá. Pido cena en un restaurante cercano y así hasta la hora de dormir.
Todo, ese día, es pura relajación excepto aquel día. El día que cambio mi forma de ver la vida. Cuando abrí los ojos por la mañana el sol estaba casi en su cenit. Brillaba difuminado por la cortina de gasa blanca que cubría la ventana de mi habitación y lo iluminaba con una luz de ensueño.
Como cada domingo remoloneé unos minutos mas por costumbre y pereza que por cansancio, pero la luz del sol, después de varios días grises y lluviosos hicieron que me quisiera levantar. Incorpore mi cuerpo dejando que la suavidad de las sabanas acariciase mi piel, lentamente, pasando por mi desnudo pecho, haciendo que se endurecieran mis pezones; por mi abdomen y vientre sintiendo una leve punzada en mi interior.
Mi cuerpo empezaba a reaccionar a las caricias de la tela pero deje de jugar con ella y me incorporé. Mi reflejo en el espejo me dio los buenos días. Mis ojos color miel depositaron la mirada en la imagen que me devolvía el espejo. Contemple mi corto pelo negro brillar en el espejo, mi ojos avellana fijos en la visión que contemplaban, mi nariz ancha pero chiquita, mis labios poco gruesos pero bien marcados, el piercing situado bajo mi labio inferior, los hoyuelos que salen en mis pómulos cuando sonrío, mis pechos turgentes y firmes, mi cuerpo, con sus anchuras pero con magnificas formas y curvas de mujer y como cada día me sentí orgullosa de lo que veía. No era una niñata obsesionada con los cánones de belleza sino una mujer que asume y le gusta lo que es.
Fui al cuarto de baño y empecé con mi siguiente ritual de ese día. El agua caliente, las sales de baño con aroma de vainilla y por ultimo mi cuerpo fueron llenando la bañera de hidromasaje.
Mientras el olor de las sales me transportaba a lugares exóticos el calor del agua adormecía mis sentidos dándole a todo un cariz de sueño irreal despertando mi lujuriosa imaginación mientras las burbujas que creaba el motor del hidromasaje estallaban formando una caricia por todo mi cuerpo. Todas estas sensaciones hacían que mi mente se relajase mientras producía el efecto contrario a mi cuerpo.
Estuve así, en un estado de duermevelas hasta que el agua se quedo fría logrando con ello que mis pezones, que habían empezado a endurecerse según mi cuerpo se excitaba, terminaran su proceso convirtiéndose en dos duras rocas que eran la cumbre de dos islas montañosas que flotaban en el mar de fría espuma y olores que era mi bañera.
El escalofrió que sentí me convenció para salir del húmedo lecho que excitaba mi cuerpo y sentidos. Dejando que la suave tela de un albornoz cubriera mi desnuda piel me dirigí al salón, tumbándome en un mullido y cómodo sofá a escuchar música.
La muisca me relajó haciendo que se adormeciese esa excitación que los actos anteriores habían producido. El resto de la mañana fue tranquila así que nada hacia presagiar lo que en unas horas se avecinaría.
Después de comer, como era mi costumbre, elegí la ropa que debía ponerme. Me dirigí al cajón donde guardaba mi ropa interior y tras una ojeada hice mi elección. Un sujetador negro de encaje con su tanga a juego fueron las primeras prendas y empezaron a cubrir mi cuerpo que había estado tapado solo por el albornoz hasta unos segundos antes.
Seguidamente le toco el turno a mi armario. De el saque una camiseta en tonos verdes y negros sin mangas y escote sugerente que realzaba mi pecho y disimulaba la anchura de mis caderas. A mi cintura encaje una estrecha falda negra que cubría hasta medio muslo y lentamente fui poniendo sobre mi cuerpo.
Por ultimo unas sandalias negras de altos tacones de aguja que se ataban con una pulsera al tobillo fueron las elegidas para cubrir mis pies.
Use un kohl para marcar una delgada línea negra sobre mis almendrados ojos color miel. Coloreé mis parpados con un leve tono verde a tono con la camiseta. Di un toque de brillo a mis labios (con cuidado de no rozar el piercing que tengo bajo el labio inferior). Por ultimo realce mis pestañas con máscara negra. Ya estaba dispuesta para lo que creía seria una sesión de cine como la que tenia cada domingo. ¡Cuán equivocada estaba!
Cuando el reflejo que me devolvió el espejo hizo que me sintiera conforme cogí las llaves de mi casa y del coche, las metí en mi bolso e inicie el viaje.
Llegue en mi coche hasta el centro comercial donde estaban ubicados los cines y aparque en el parking subterráneo dirigiéndome a las escaleras mecánicas. Como llegue un poco temprano mientras hacia tiempo me puse a mirar escaparates y fue frente a uno donde nuestros ojos se cruzaron por primera vez.
Acababa de situarme frente al escaparate de una tienda de artículos de sexo nada tradicionales. Todo lo que se veía además de útiles para el placer tenían el denominador común de ser objetos divertidos: pequeños buceadores cuyos brazos podían hacerte llegar al clímax al masturbarte con sus movimientos se movían libremente por un acuario; vibradores con forma de animal; etc.…. De entre todo lo que vi una cosa llamo sobremanera mi atención. Unos peluches. Unos especiales peluches con una placentera sorpresa en su interior.
No pude dejar de dirigir mi mirada hacia estos ingeniosos muñecos y entonces mis ojos se toparon con los suyos en el cristal del escaparate. Su mirada me cautivo desde el primer instante paralizándome. En esos eternos segundos en los que mi cuerpo no me respondía vi, a través de ese cristal que era nuestro nexo de unión, como sus ojos recorrían mi cuerpo arrancándome la ropa a su paso. Sentir esa mirada desnudándome hizo que la excitación que se había adormecido esa mañana despertara con más fiereza logrando humedecer mi tanga y erectar mis pezones. Tuve que cerrar mis ojos para poder lograr tragar saliva y al abrirlos el extraño había desaparecido.
Excitada y frustrada me dirigí a la taquilla del cine. Mire las películas que había con una desgana inusual en mí. Cogí mi entrada y ocupe mi asiento. La sala, cuando entré, estaba sumida en la típica oscuridad rota por las imágenes que lanzaba la pantalla. Intente concentrar la mirada en la película pero me era imposible. Lo único que veía eran los ojos del extraño y me intranquilizaban de tal forma que parecía un tigre encerrado en una jaula del tamaño del espacio de mi butaca.
De repente y sin esperarlo una mano se poso en mi rodilla. El tacto era claramente masculino. Ese gesto tan intrépido hizo que me sintiera ofendida. Pero ¡quien se creía ese depravado que era yo! Me gire con la única idea de estampar mi mano en su cara a la vez que daba rienda suelta a mi frustración y mal humor pero mi mano se paró en seco, mi boca se quedo muda y mis ojos se abrían desmesuradamente al encontrarme al desconocido del escaparate sentado a mi lado con una sonrisa en los labios y en sus ojos.
Me derritió cuando con una sonrisa picarona y una profunda voz de locutor de radio me pregunto: “¿Me has echado de menos, cielo? “. En ese momento sentí un estremecimiento que nació en mi ya humedecida vulva y recorrió todo mi cuerpo.
Su mano cogió la mía, se levanto y se encamino hacia el exterior de la sala llevándome a mi tras el. Sin pensárselo dos veces hizo que nos introdujéramos en el baño. Sentí una fuerza en mi interior que hizo que agarrándole fuertemente del pelo echara su cabeza hacia atrás llevándole contra la pared y me pegue a él. Bese sus labios con una brusquedad a la que no estaba acostumbrada y que me pareció extremadamente morbosa, mordiéndoselos con cierta intensidad.
Mi mano libre empezó a acariciar su pecho mientras mi boca recorría su cuello mordisqueándolo. El leve matiz de dolor que le infligía me excitaba. La mano que agarraba su pelo empezó a dar tirones en el y su cabeza iba tras la mano dejando mas al descubierto su cuello para mis dientes, mis labios y mi lengua.
Intento mover sus manos para empezar a acariciar mi piel, una piel que notaba se moría por tocar y le apreté con fuerza el pezón que tenia entre mis manos, tanto que de sus labios se escapo un gemido de dolor. Le dije: “Me tocaras cuando yo diga”. Sus ojos se clavaron en los míos y asintió
Solté su pelo, me quite la camiseta liberándome también del sujetador aliviándome con ellos de la molestia que sentía sobre mis ya mas que erectos pezones. Lleve su mano a mis tetas y empezó a acariciarlas con una mano mientras que yo dirigía la mía a su entrepierna dándole pequeños pellizcos sobre el pantalón que le arrancaban pequeños gemidos de dolor y placer. Le di libertad para su otra mano que dirigió a mi húmeda entrepierna. Sentí la suave caricia a través del húmedo encaje de mi tanga. En breves momentos lo separó y sus dedos empezaron a acariciar mi clítoris mientras su boca empezaba a bajar por mi cuerpo, esperando mi permiso.
Con una habilidad que me sorprendió empezó a follar mi coñito con tres de sus dedos sin dejar de masturbarme con otro acariciándome el clítoris arrancando gemidos de placer cada vez más largos y sonoros. El ruido de fondo de la gente pasando solo a unos pocos metros desapareció de mi cabeza que solo podía tener presente lo que me estaba haciendo disfrutar “el extraño del escaparate”.
Sentía correr mis flujos por sus dedos mientras seguía follándome y masturbándome con la misma mano a un tiempo a un ritmo que me estaba volviendo loca de placer. Justo antes de que me elevara a la cumbre del que fue mi primer orgasmo agarre su cabeza que estaba rondando mis caderas y con decisión la lleve a mi entrepierna apretando su cara en mi coño de tal manera que abrió la boca para no ahogarse.
Entre grito y grito de placer le dije: – “Este es tu tesoro, el coño de tu ama, así que comételo hasta que te de el primero de mis regalos, cabrón.”
Su lengua empezó a moverse a la par que sus dedos primero por mi clítoris, después follando mi agujerito, volviéndome loca de placer (¡Dios!¡Como movía la lengua! ). No tarde más que unos pocos segundos en correrme en su boca. Cuando sintió las contracciones de mi coño en el orgasmo apretó mas su cara hacia dentro mientras que yo solo podía agarrar de su pelo con fuerza, como si le diría,” no pares”.
“Ahora te toca empezar a disfrutar a ti, putita” le dijo en ese momento. Volví a tirar de su pelo logrando que se arrodillara en el suelo. “Me molesta esa ropa” le dije así que con las manos libres y empapadas de mis jugos empezó a librarse de la atadura del pantalón. En ese momento me fije. El paquete que se entreveía en su pantalón dejaba claro que estaba bien dotado. En breves instantes mi observación se convirtió en una afirmación. Frente a mi se presentaba completamente tiesa una verga de un tamaño considerable y un grosor sorprendente.
Tire de nuevo de su pelo hacia delate haciendo que se quedara a cuatro patas. Si culo era perfecto. Rodee su cuerpo sin soltar su pelo y me plante frente a el. Empecé a acariciarlo con mi mano libre. Primero las nalgas, después abriendo los cachetes para empezar a trazar círculos en su agujero. Se notaba virgen. Con un nuevo tirón de su pelo le hice levantar la cara y le introduje algunos dedos en la boca. Mientras con la suela de mi zapato y mi tacón empecé a acariciar su polla. Se la notaba pulsante, deseosa de reventar.
Cuando sentí completamente empapados mis dedos de su saliva los saque de su boca y volví a su hermoso culito virgen. Le empecé a introducir el primer dedo lentamente y sentía como intentaba luchar contra ello. Con un nuevo tirón le advertí que no me gustaba acompañado de mi voz diciéndole: “Deja de luchar, putita, porque sino si te dolerá y sabes que no te vas a librar”. Estaba esperando esa orden para dejarse llevar. Se relajo y mi dedo entro entero, de golpe. Cuando llego a su destino de su boca se escapo un gemido mitad dolor mitad placer que se empezó a convertir es gemidos de placer según empecé a moverlo dentro de el
Cuando sus gemidos eran cada vez mas fuertes demostrando su placer le introduje sin miramiento un segundo dedo y un tercero, sin darle tiempo a acostumbrarse siquiera. No tuve mucha dificultad ya que con el primero había ayudado a dilatar. Empecé a mover mis dedos dentro de su culo, follándoselo mientras que el movía sus caderas al mismo ritmo. Su cuerpo se empezó a arquear demostrándome el inmenso placer que estaba recibiendo, estaba a punto de correrse y yo no quería, así que pare oyendo por esa razón un gruñido disconforme que recibió otro tirón como castigo.
Me moví de nuevo hacia su cara. Le gire a tirones la cabeza hacia un lado poniéndosela frente de mi coño y levante la pierna apoyándola en el lavabo llevándole de nuevo la cara a mi coño húmedo de nuevo. Sabia lo que quería y no me hizo esperar. Empezó a mover su lengua alrededor de mi clítoris haciéndome gemir de nuevo. Agache mi cuerpo lo suficiente para poder volver a jugar con su culo y con mis manos le abrí los cachetes de nuevo dejándole el agujero al descubierto. El verlo ligeramente enrojecido me excito mas aun.
Fue entonces cuando sucedió. La puerta se abrió y entro un hombre. Se paro en seco al ver la situación. Sentía sus ojos llenos de deseo clavados el rojizo agujero del culo que tenia frente a él. “Sírvete si quieres”- le dije al extraño según cerro la puerta. Vi como el extraño se soltaba y bajaba el pantalón y el calzoncillo dejando al descubierto una gran polla dura de rojizo glande.
La puso en el borde del agujero del culo de mi compañero de juegos mientras dirigía un dedo para dilatarlo. Le indique que no hacia falta, que podía metérsela entera de una embestida.
Oír que su culito iba a ser insertado de un solo empujón le asusto y empezó a moverse para zafarse pero agarrándole con fiereza del pelo y retorciéndole fuertemente un pezón apreté mi coño en su boca mientras el nuevo introdujo su nabo entero. Mi extraño de bellos ojos gemía levemente de dolor mientras que yo chorreaba de excitación. Ya no quería su boca, quería su polla mientras le follaba el otro desconocido el culo. Con un nuevo tirón le indique que dejara de estar a cuatro pata y se quedara de rodillas sentado sobre la polla que tenia en el culo.
Cuando le tuve así me senté en su polla comiéndosela mi coño entera y empecé a mover mis caderas. Le hice levantarse levemente para que el último pudiera moverse y follar su culo.
El sentirse así de humillado, de sucio, de ultrajado estaba volviéndole loco de excitación. Se sentía cada vez más perra, cada vez más puta y lo decía, entre gemido y gemido. Esas palabras unidas a los gemidos de los tres me estaban volviendo loca. Nunca me había sentido así de excitada y sabia que ninguno de los otros se habían sentido así tampoco. Exigí a mi esclavo temporal que jugara con sus dedos en mi culo pero no fueron solo sus dedos sino los de ambos los que me empezaron a follar Estábamos los tres a punto de corrernos. Nuestras respiraciones lo indicaban. Mi extraño me pidió permiso para correrse y fue el detonante para que explotara. Mi cuerpo se convulsionaba como si se fuera a quebrar. Los músculos de mi coño y mi culo se contraían y estiraban con una fuerza increíble y cuanto mas lo hacían mas place sentía, un placer que no paraba. Gritaba sin poder remediarlo y entre grito y grito le permití que se corriera dentro de mí. Todo esto sirvió para que no solo el sino los dos se unieran a mi orgasmo que se alargaba, que no terminaba, que me estaba volviendo loca.
Mi putita no paraba de moverse, dándome más y más placer con sus orgásmicas envestidas ayudadas desde atrás. La última envestida fue demoledora y no pude sino morderle para que mi grito no se oyera en todo el recinto.
Me levante y volví a agarrar el pelo de mi extraño exigiéndole que me limpiara los restos de lo que su corrida había ensuciado. Con un leve atisbo de temor saco su lengua y empezó a lamerla. Empecé a darle tirones de nuevo logrando que fuera abriendo cada vez más la boca y me follara de nuevo con su lengua.
Entonces sentí no una sino dos lenguas recorriendo mi coño y mi culo volviéndome a excitar de nuevo. Chupaban como si de un caramelo se tratase. Enroscaban el clítoris con lengua, lo rozaba delicadamente con los dientes, follaban mi coño y mi culo bien una bien la otra o bien ambas. Volvían mis gemidos, mi placer. Iba a correrme por tercera vez. Con el primer grito y las primeras convulsiones de mi orgasmo sentí los gemidos de los suyos en mi coño.. Era tal el placer que sentía que se tornaba dolor y ese dolor de nuevo en placer. Entonces me di cuenta, se estaban masturbando a la vez el uno al otro mientras se alimentaban de mi orgasmo.
Cuando las convulsiones pararon me apoye en la pared y cerré los ojos lo que me pareció un segundo. Cuando los abrí ya no había nadie en el baño. Pensé que todo había sido un sueño, que me había dormido allí pero estaba casi desnuda, solo llevaba puesto la minifalda, mi tanga estaba destrozado en el suelo, estaba completamente empapada, y por mis muslos corrían varias hileras de lo que adivinaba mis jugos, saliva y semen.
Me vestí y emprendí el camino a casa. Estaba completamente dolorida pero nunca me había sentido tan satisfecha sexualmente. Desde entonces mis domingos de cine se han convertido en los días que busco a “mi desconocido del escaparate”
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