UNIVERSITARIO 11
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por trujillano_hot.
Conocer a Carlos me había dejado desconcertado, no sabía exactamente por qué.
Suponía que tenía algo que ver con esa sensación de comprobar realmente mi lugar y de que otro esclavo, otra perra, reafirmase mi posición en la sociedad respecto a otros hombres.
No sabía en qué momento iba a volver a hacer aparición, ni de qué manera, pero por lo menos podía saber que sería divertido, pues como esclavo conocía lo que otro esclavo desea.
Muy al contrario de lo que sucedía con Víctor.
Tres días más tarde, en viernes, recibí otro mensaje de mi amo: "No hagas planes para esta noche.
Te vienes a mi casa".
Sólo deseaba que esta vez fuese para estar sólo con él, pues estaba deseando que llegase el momento de volver a someterme a él.
Quería demostrarle, además, que podía llegar a ser mejor que su otra perrita.
Esta vez me esmeré en quedar bien depilado: no tenía dinero ni tiempo para hacerme una depilación láser, pero si podía quedar bien rasurado con una cuchilla buena.
Me la había comprado para la ocasión y procedí a depilarme bien.
El tacto de mis huevos completamente desnudos en mis manos era nuevo y diferente a lo que estaba acostumbrado.
Realmente hasta ahora nunca había pensado en llevar a cabo esto, y si lo hacía era sólo porque me lo había pedido mi amo.
Quería que quedase contento
Llegué a su casa, con una pequeña mochila en la que tenía preparado un pijama y una muda para el día siguiente.
Como ya era costumbre, toqué el timbre de la casa, y cuando oí que descolgaban, dije "Señor, soy su perra".
Al otro lado del interfono sonó una voz de mujer desconcertada "Quién?".
Me morí de vergüenza.
Iba tan salido y quería cumplir tan bien que no me había dado cuenta de que me había confundido de piso.
Me estaba muriendo por dentro.
Toqué inmediatamente el piso correcto y esperé a escuchar la voz de mi amo antes de hablar.
"Si?".
Sólo cuando estuve seguro de que era él, pude repetirle la frase.
Quedó complacido y me dejó entrar.
Subí hasta el piso donde vivía y, antes de empujar la puerta, me quité la camiseta, como era habitual.
Una vez hecho, entré.
Nada más pisar el interior me encontré cara a cara con mi amo.
Vestía unos vaqueros, y nada más, ni siquiera zapatos.
Cerré la puerta.
"Arrodíllate cuando entres en mi casa".
Le obedecí inmediatamente.
"Vienes preparado?".
No supe interpretar la pregunta, pero respondí "Sí señor, he traido una muda y.
" Se rió y me quitó la bolsa de un manotazo.
"Nueva regla.
Nunca puedes ir vestido en mi casa, no lo mereces.
Quiero que te desvistas ahora mismo, lo metas todo en una bolsa de basura y lo dejes fuera.
No te preocupes, no quiero que nadie quiera robar la ropa de una perra como tú.
" Hice tal cual me dijo y deposité toda mi ropa en la bolsa.
Una vez cerrada, la cogió, la dejó en la escalera de fuera, y volvió a cerrar la puerta, esta vez con llave.
"Aquí dentro eres mi perra total.
Como tal, no tienes derecho a levantarte si no te lo digo, ni a dirigirme la palabra si no te lo digo.
Pasemos a mi habitación".
Empecé a caminar a cuatro patas por su casa.
Desde abajo la casa parecía distinta, pero era obvio que Javi no estaba en casa.
Nos colocamos enfrente de la puerta de su habitación y abrió la puerta para que pudiesemos entrar.
El cuarto seguía igual que las últimas veces que lo había visto: desordenado, sucio y bastante vacío.
Me llamó la atención la ropa sucia que se iba acumulando en un rincón de la habitación, y Pablo se dio cuenta de ello.
"Qué, te molan mis gayumbos? Venga perra, responde.
¿Te molan o no te molan?".
Por supuesto que me molaban, pero tampoco tenía intención de admitirlo a bocajarro.
Miré hacia un lado e hice un pequeño gesto de afirmación.
"Si es que eres una auténtica perra.
No tengo buen ojo ni nada".
"Bueno, y dime, que tal con Carlos?" Obviamente, él ya sabía como había ido, y sólo podía esperar que le hubiese hablado bien de mí.
"Te esperabas que te mandase a otra de mis perritas a alegrarte el día? Te envíe a mi más fiel de mis zorras, la que siempre me ha deseado con más ganas.
Es una auténtica zorra, aunque no lo quisiese admitir al principio.
Ha avanzado muchísimo desde que lo adopté y le salvé la vida.
" Hablaba de Carlos como si fuese su gran logro, su obra máxima.
Entonces, teniendo una perra tan fiel, ¿para que me quería a mí?
"Sin embargo, no todo puede ser perfecto, y yo me tuve que venir a esta universidad fuera de su alcance.
Así que por eso he empezado a entrenarte a ti, perra, para que intentes ocupar su puesto si es que puedes llegar a ser la mitad de cerda que es Carlos".
Así que ese era mi cometido, ocupar un hueco que le había quedado.
Se sentó en una silla y de un golpe de pies se quitó las zapatillas.
Sin más órdenes necesarias, le empecé a lamer los calcetines con esmero, dejándoselos bien empapados de saliva.
Él continuó hablando, sin preocuparse mucho de lo que hacía.
"Me encontré a Carlos cuando íbamos a natación.
No necesité más de un día para darme cuenta de que se había colado inmediatamente por mí.
Iba a hacer cualquier cosa que quisiese.
Era incluso desagradable, se pasaba el día mirándome el paquete que se marcaba debajo del bañador mojado.
Bueno, no sólo a mí, se lo miraba a todos, pero cuando miraba el mío le salivaba la boca.
El cabrón me admitió luego que la natación le importaba una mierda, que sólo se apuntaba por poder babear por otros hombres.
Un día le cogí por banda, lo metí en un vestuario con una excusa tonta y me lo follé.
Pensé que así quedaría contento, pero al día siguiente me lo encontré otra vez en el vestuario, esperándome arrodillado y con la boca abierta.
Supe que había encontrado un buen filón.
O mejor, un buen putón.
" Se rió fuerte de su propio chiste.
"Ahora te toca a ti demostrarme lo buena zorra que eres.
Te costará superar a Carlos, es una puta desesperada por comer pollas y preñarse de semén, pero siempre puedes intentarlo.
Pronto babearás con todos los paquetes que veas, aunque sin mi permiso poco vas a hacer, verdad?" Paré de lamer y asentí, para continuar mi tarea de limpiarle los calcetines.
"Te falta lo que tiene Carlos: desesperación.
Pero no te preocupes, te llegará pronto.
En poco tiempo serás tú quien se arrastre a mi a pedirme polla".
La excitación que llevaba no era poca, pero ni de lejos pensaba tocarme la polla.
Sin embargo, él ya vio que empezaba a tener necesidad de acariciarmela.
"Te quieres correr?" Le miré, pero suponía que era una trampa.
"No señor, sólo me correré cuando usted me lo ordene".
Sonrió con satisfacción.
"¿Ves? Poco a poco te estás rompiendo y dejando salir tu lado más puta".
Me sonrojé, pero era cierto.
El cabrón estaba consiguiendo convertirme en algo que sólo pensaba en comerle la polla.
Ahora mismo sólo podía pensar en una cosa: comerle la polla.
Mi primer instinto fue lanzarme a su paquete: le gustaría ver que realmente llevaba razón y me había transformado mentalmente.
Sin embargo, me lo pensé mejor.
Lo que él hubiera querido es que se lo pidiese, eso le demostraría lo dispuesto que estaba.
"Puedo chuparle la polla, señor?" Su cara de orgullo lo decía todo.
Lo había conseguido, había conseguido que me convirtiese en lo que él pretendía.
Ahora ya no era él quien me tendría que buscar, dentro de poco sería yo quien le fuese a buscar porque le necesitaba.
Se levantó de la silla y se desvistió por completo.
Era verle la polla y me liberaba de todas restricciones.
Pero aún no tenía su permiso.
"Puedo?", le dije con ojos de cachorrillo.
"Empieza con los huevos".
No era su polla, pero ya era algo.
Me los llevé a la boca y ahí los mantuve los dos, dándoles vueltas y saboreándolos.
Su polla me caía sobre la cara y sólo podía oler el fuerte olor que emanaba.
"Me encanta cuando el mundo es justo.
Cada uno haciendo lo que le toca hacer.
Es cosa de actitud, sabes? Tener una u otra marca la dirección.
"
Ahí me tenia, completamente sometido a su voluntad.
Quizá estaba convencido de que lo que hacia, lo hacia libremente, pero era mentira.
Ahora mismo era capaz de cualquier cosa que se me pidiese.
"Vamos, ya me puedes chupar la polla".
Eran las palabras que estaba deseando oír.
Me lancé desesperado hacia ella y me la metí sin remilgos entera en la boca.
La saboreé, me deleité con ella, como si supiese que mañana no la iba a volver a ver.
Y lo ultimo que quería es que fuese así.
"Estas realmente desesperado.
Se nota que te gusta.
Pero, tengo que preguntar.
Te gusta mi polla.
O te gustan todas?" No sabía ya la respuesta.
No sabia si me obsesionaba la suya o, sin quererlo, me había conseguido convertir en una perra insaciable.
Las dos opciones eran validas, pero para contentarle le dije: "Me gustan todas las pollas, señor, pero la suya es especial".
Por suerte, parece que eso le complacía.
"Vamos, ponte a cuatro patas".
Obedecí inmediatamente, sin pasar la orden por ningún filtro.
En dos segundos estaba estirado como un perro, con la espalda bien arqueada y ofreciendo mi culo a mi amo, todo lo que podía ofrecerle.
"Cierra los ojos y abre la boca".
Volví a obedecer.
De repente, la boca se me lleno con sus gayumbos, los mismos que había visto al entrar en la habitación.
Y sabían a sudor y semen.
Lo supe porque mi cuerpo había aprendido a reconocer sus olores, tal cual el habría deseado.
Me encontraba en condiciones de distinguir el sabor de su semen entre cien hombres.
A continuacion me vendo la boca con cinta aislante, para que no echase fuera los calzoncillos usados.
Así, con el culo abierto y la boca llena de su semen y sudor, Pablo empezó a meter lo largo de su polla en mi culo, abriendomelo poco a poco.
Se iba haciendo paso, sin pedir ningún permiso, y tenia intención de llegar hasta el fondo.
Mi excitación era evidente, y mi liquido seminal caía desde mi polla hasta el suelo, manchándolo todo.
"Estas cachondo? Te gusta esto?" Respondí como pude, puesto que no conseguia articular palabra con todo lo que tenía en la boca.
Mis típicos gemidos de zorra estaban ahogados, pero aun así me los lograba sacar como podia.
"Ahora voy a vaciarte los huevos como nunca lo han hecho.
Te vas a correr con mi polla dentro hasta que no salga nada.
Y no para hacerte disfrutar, sino por divertirme yo, y porque me da la puta gana.
" Me empezó a masturbar, y fue genial.
"Enterate cerda.
No me voy a correr hasta que no vea que no sale ni una gota de eso que tienes entre las piernas.
Te voy a dejar vacío por completo.
Y no me voy a correr ni voy a sacar mi polla hasta conseguirlo.
" No necesitó nada de tiempo para lograr que me corriese abundantemente sobre el suelo.
Empecé a gemir brutalmente, mientras el continuaba con su polla clavada hasta el fondo de mi culo.
Yo jadeaba, intentandome recuperar.
Empezó el segundo asalto.
No había descansado ni un minuto cuando ya estaba otra vez masturbándome furiosamente.
Empecé con la polla sin empinar del todo, pero era inútil.
Al cabo de poco ya estaba erecta de nuevo, y deseándome correrme.
Ahí iba mi segunda corrida, haciendo compañía sobre el suelo de la habitación a la primera.
Yo jadeaba como podía, como un cerdo, y el, con su aguante de hombre, no perdía fuerzas para hacerme sufrir mas.
Continuo así hasta que me corrí por sexta vez.
Estaba reseco.
Mi polla no podía mas.
Ya me había desplomado sobre el suelo, manchándome el abdomen con mis propias corridas.
Ya no salia nada y me dolía el pene y los huevos, que estaban completamente exprimidos.
Cuando por fin vio que no me corría mas, me folló con toda la furia que tenia, y se corrió.
Me empezó a llenar con tantísima leche que pensé que el también había estado reservando para este momento.
Soltaba un largo gemido mientras descargaba todo su semen y dejaba mi estómago bien preñado.
Yo ya me había rendido, y el, con un jadeo, saco todo lo largo de su polla de mi culo.
"Estoy contento de ti, perra.
Has aguantado bien.
Pero te diré una cosa.
Espero que hayas disfrutado de correrte hoy, porque tardaras en volver a hacerlo.
Aprende que tu único órgano sexual es tu coño y que lo otro solo esta ahí para que yo lo use cuando me de la gana.
Te ha quedado claro?".
Asentí, puesto que hablar era inútil.
"Bien, buena perra.
Te has ganado un premio.
Dormiras en mi habitación".
Estaba flipando, no sabia porque me sentía orgulloso de esa hazaña.
A saber cuantos habían tenido ese honor.
"Pero en el suelo.
Mis perros no se suben a la cama, porque están bien enseñados, verdad?".
Mire el suelo con vergüenza, pues me había destrozado las ilusiones.
Dormir en el suelo iba a ser completamente incomodo, y mas teniendo en cuenta que habían otras opciones, que me propuse contemplar: "Y no podría.
No podría dormir en el sofá? O.
O en la cama de Javi, si el no esta?".
Nunca debí haber hecho eso.
Se giro hacia mi y me miro con cara de desprecio absoluto.
No era enfado, era otro sentimiento.
Una rata como yo había dicho una gilipollez que le había ofendido.
"Ya te gustaría ese privilegio, zorra de mierda".
Suerte que hacia calor, porque el suelo contrarrestaba esa sensación con el duro frío.
Estaba tendido a los pies de su cama, mientras el dormía plácidamente como un niño, el niño que era.
Por fin conseguí conciliar el sueño y me dormí, mirando por el rabillo del ojo a mi amo durmiendo desnudo, con su polla cayendo sobre su abdomen.
Estaba teniendo uno de los sueños mas cachondos que había tenido nunca.
No puedo recordar mucho de el, pero si me acuerdo de sobar decenas de pollas al mismo tiempo y sentir como me frotaban con ellas por todas las partes de mi cuerpo.
Ni caras, ni voces ni nombres, no me sonaba nada, pero la imagen de ser usado por montones de hombres a la vez si que se me grabó a fuego.
Supongo que el cabrón de Pablo me había conseguido modificar la mente en tantos sentidos que ya incluso soñaba con ello.
El sueño no duró mucho.
Es cierto que dormía en el suelo, con el frío contacto directo a la piel, pero estaba tan agotado que me había quedado sobado completamente.
Aun dormitando note que se me metía algo en la boca, y como algo natural lo deje pasar.
Poco a poco fui abriendo los ojos y despejando la mente para darme cuenta de que lo tenia era la alargada polla de mi amo en la boca.
Me acabé de despertar de golpe y asumí mi situación inmediatamente.
Yo estaba boca arriba, tumbado el suelo, y mi dueño se había arrodillado, colocando sus muslos entre mi cabeza, y metiendo la polla bien dentro de la garganta.
"Te la has cargado pero bien, puta".
No entendía.
¿Cual había sido mi error? Aun no me había levantado y ya le había hecho enfadar.
Tampoco podía preguntar con toda su tranca en mi interior, pero mi cara de desconcierto le dejo claro que no comprendía la situación.
"Maldita perra, se supone que estas en mi casa, que eres mi esclavo.
Te dejo dormir en mi habitación y me lo agradeces así? Tendrías que haberte despertado hace rato, preparame el desayuno, volver aqui y despertarme con una buena mamada.
Pero no, el muy perro ha considerado que es mejor quedarse dormidito, ¿verdad?".
Ni había pensado en todas esas cosas, que debería haber tenido en cuenta, muy en cuenta.
Me iba a castigar, seguro.
Y así fue.
Comenzó a agarrarme la garganta con sus manos y me dificultaba respirar.
Notaba como su polla se movía por dentro e incluso diría que él mismo tanteaba la forma de su pene con las manos mientras me asfixiaba.
No apretaba suficiente como para ahogarme, pero la excitación que me provocaba fue notable.
"Menuda mierda castigo, si encima te pone mas cachondo aun.
Si es que en el fondo eres una buena zorrita.
"
Me soltó el cuello y pude respirar para coger aire.
El cabrón me estaba comenzando a dejar sin aliento, pero debo admitirlo.
Tenia la polla a punto de reventar y ardía en deseos de tocarmela.
Creía que todo había pasado, pero me equivocaba, y mucho.
De repente, Pablo me paso un cinturón negro alrededor del cuello y lo cerró fuertemente, como si fuese un collar.
Me hacia presión, pero me dejaba respirar.
"Así, muy bien.
Los buenos perros se llevan atados.
Ahora arrodillate y saca la lengua".
Estaba empezando a llegar a limites estúpidos que no venían a cuento, pero con resignación me arrodillé.
Sin previo aviso, me propinó un puntapié que me tiró al suelo de espaldas.
"Quiero que lo hagas y bien, perra.
Quiero que lo desees, que adores cumplir mis órdenes.
No te preocupes, ya te llegará.
Pronto estarás cachondo solo de tener puesta tu correa.
Ahora, arrodillate como un buen perro y saca la lengua".
No quise desobedecer esta vez y me coloqué tal cual.
Saque la lengua, abriendo bien la boca, y le mire a los ojos.
"Perra buena.
Ten, tu premio".
Se masturbó frenéticamente y al poco ya estaba cerrando los ojos y disparandome toda su leche por mi cara.
Quiso apuntar a mi boca, pero no lo consiguió del todo.
Tenia semen por toda mi cara.
"No te limpies, deja que se te seque en la cara.
Seguro que te queda bien y todo.
" Al fin se había corrido.
Con eso podía salvarme un poco mas hasta que volviese a ponerse cachondo.
"Pero te tengo que castigar.
No me has hecho el desayuno, y eso no es de esclavos buenos".
Se sentó en la cama y dio unos golpecitos sobre su muslo.
" Va, sube".
¿Iba en serio? No quise ni pensarlo, pero me subí sobre sus piernas.
No necesite explicaciones de lo que iba a pasar.
El primer azote cayo sobre mis nalgas como un disparo, haciendo un sonoro ruido y dejando la carne roja.
No se había contenido, y yo tampoco pude contener el grito que solté.
"Aaaaah! Joder! No te rayes!" Se rió como el sabía, con malicia.
"Las perras como tu.
".
Cayo el segundo azote.
"No.
" Tercer azote por su parte, tercer grito por mi parte.
"Protestan!".
El cuarto fue bestial.
Me dejó la carne al rojo vivo, lleno de dolor.
Pero ese ultimo grito, que hubiese sido el mas sufrido, me lo guarde dentro, dejando escapar en su lugar una lagrimilla de dolor.
Los azotes no acabaron ahí, sino que continuaron un rato mas, pero mas flojos y mas amables.
Al final, mi culo acabó echo un cuadro, aunque no me lo pude ver hasta mas tarde.
"Y ahora, perro, hazme el desayuno".
Me lanzo a la cara un suspensorio.
"No me apetece ver tu estúpida cosa por mi casa.
Aquí dentro no la necesitas para nada que yo no quiera".
Fui a la cocina, vestido únicamente con el suspensorio.
La verdad es que me ponía mil llevarlo, la sensación de mi culo al aire era genial, y aunque tener mi polla encerrada no ayudaba, debia admitir que era en parte placentero.
Me dirigí a la cocina, mientras el jugaba al ordenador en su habitación.
La verdad era que no sabia donde había nada ahí dentro, ni que se suponía que tenia que prepararle.
Le había visto beber café en la universidad, así que supuse que eso era lo que mas le gustaría.
Opte por empezar a hacerle un café con la máquina de cápsulas que allí había.
Mientras, busque algo para acompañar, como galletas.
En ese momento, unas llaves empezaron a abrir la puerta de la casa.
Nada mas oírse, escuche a Pablo levantarse de su cama, pasar por delante de la cocina en camiseta y gayumbos y ponerse al lado de la puerta.
Tenia que ser Javi.
Pablo no tardo dos segundos en saludar "Hola Javi, no llegas muy pronto?" Sonaba muy nervioso.
"Pronto? Te dije que el tren estaría aquí a las ocho".
El silencio de Pablo denotaba el desconcierto "Pensé que era a las ocho de la noche.
" Javi empezó a andar hacia el interior de la casa "Pues no, era a las ocho de la mañana".
Pablo le empezó a seguir por detrás.
De repente, Javi paso por delante de la cocina, y tuvo que retroceder para cerciorarse de lo que había visto.
"Así que por eso estabas tan preguntón.
Se puede saber que coño haces?" No sabia a quien le hacia la pregunta, pero respondí "Le.
Le preparaba un café a Pablo.
" No iba a llamarlo amo delante de un supuesto desconocido.
"No te preguntaba a ti, sino al otro gilipollas.
Que estas haciendo con este ahora?" Pablo se dejo ver por el marco de la puerta.
"Bueno.
Le he dicho si podía hacer un café para los dos.
".
Pedir no era la palabra mas correcta.
Mas bien era exigir u ordenar.
"Ya claro, y me lo creo".
Se giró hacia Pablo.
" Pues no te importara entonces hacerme tu el desayuno, verdad? Me muero de hambre.
Te apetece hacérmelo?" No sonreía, lo hacia para joder bien.
"Claro.
Te haré un sándwich ahora".
Pablo entro en el interior de la cocina y se dirigió al frigorífico, pero Javi le interrumpió.
"Oye, ya que tu amiguito te estaba haciendo el desayuno así vestido.
Lo mas justo sera que lo hagas igual".
Pablo se moría de vergüenza.
Se puso rojo y no me miró ni un segundo.
Lanzó la mirada al suelo, resopló y comenzó a quirtarse la camiseta delante de nosotros.
" A tu amigo le puedo ver el culo.
Así que lo mínimo que puedes hacer es enseñarlo tu también".
Eso era demasiado, Pablo estallaría en cualquier momento y le mandaria a la mierda.
Pero al contrario de lo que pensaba, no protesto y se bajo el calzoncillo.
Se lo retiro con los pies y empezó a hacerle el sándwich a Javi.
Yo, por mi parte, no sabía que papel cumplía ahí enmedio, no sabía si era mejor retirarme o quedarme.
Pablo necesitaba hacer el café, pero yo estaba justo delante.
"Aparta, esclavo".
Realmente no estaba en situación de llamarme así en ese momento, pero me quite.
Me retire al fondo, pero Javi me miró y me indico que fuese a la habitación.
No sabia si tenia permiso para ello, pero por lo que había podido ver en ese momento podía hacerle caso.
Me dirigí al marco de la puerta, y Javi pregunto a Pablo.
"Le das permiso a tu amigo para que se vista y se vaya a casa?".
Pablo resopló entre dientes.
Me fui a la habitación y Javi me siguió, dejando atrás a mi amo en la cocina.
Entramos en la habitación los dos.
" Oye, si Pablo se le ocurre vengarse contigo de lo que le he hecho ahora.
Me avisas.
" Me escribió su teléfono en un post-it.
"Y si no quieres seguir siendo su lameculos le puedes decir que no, no seas idiota.
" Le estaba agradecido, pero tampoco es que quisiese dejar de ver a Pablo.
"Te lo agradezco, pero me las sabré apañar".
No parecía muy convencido.
" Entiendo que te pueda molar ese rollo esclavo pero.
Ya lo vi por la cam".
Tarde unos segundos en caer en la cuenta.
Aquel día que me prostituí por internet con Pablo.
Aquel chico que le obligó a que me la chupase a mi era el.
Ahora si que le reconocia, las piezas encajaban.
"Vaya.
No se que decir.
Gracias.
¿Pero que le has hecho a Pablo para que te haga tanto caso?".
Se río un poco.
" ¿Hacerle? Nada.
El tío esta colado por mi, pero sabe que no soy gay.
Hará lo que quiera con tal de impresionarme.
"
Me había acabado de vestir.
Pase por delante de la cocina, donde Pablo acababa de hacer el desayuno.
"¿Puedo irme, señor?" Javi estaba ya en su habitación, y no me preocupaba tampoco que me escuchase.
"Si.
Vete, anda.
Mañana te quiero disponible".
No era lo que el quería, pero me fui.
Solo esperaba que la interrupción de Javi no trajese consecuencias
Magnifico.