UNIVERSITARIO 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Al día siguiente llegué a la universidad, pero esta vez no quise cometer el mismo error. Llegué tres cuartos de hora antes. Fui a clase, dejé la mochila dentro, y me dirigí hacia el pasillo lejano de los baños que nadie frecuentaba. En uno de los bancos del pasillo estaba ese amigo capullo de Pablo, del que no sabía ni su nombre. El mismo que me había avisado de que Pablo quería que fuese al baño el día anterior cuando le bloqueé el movil. "Buenas, a donde vas?" me preguntó al verme para iniciar una conversación de las que no llevan a ningún lado "Pues al baño", respondí frío, no tenía ganas de hablar con sus amigos. "Anda que no te vas lejos ni nada" Sonreía al mismo tiempo que hablaba, levantando el lado derecho de la comisura de los labios. Era un chulo capullo, muy alto, más que Pablo, pero no tan entrenado, con el pelo medio largo muy rubio y bastante pijillo. Seguí caminando, pues la conversación no iba a ningúna parte. Cuando ya le había pasado de largo, soltó "Por cierto, buen trabajo". No me quise ni girar. No sabía a que se refería, pero me lo podia imaginar. No había hecho nada mal, había seguido las órdenes, así que el vídeo no debería haber salido del móvil de Pablo
Entré en los baños y me encontré a Pablo esperando entre dos urinarios apoyado contra la pared. Nada más entrar, me lanzó una mirada, sonrió con malicia y se dirigió sin más a uno de los cubículos. Entendí inmediatamente que le tenía que seguir. No era mi intención seguirle el juego, pero quizá me convenía más ponerselo fácil y contentarle con una mamada para que me dejase ir.
Cuando entré, cerró la puerta con el pestillo. "Bajate los pantalones y gírate". Me desabroché el cinturón y dejé caer los pantalones, para a continuación darme la vuelta. Aún llevaba los bóxers agujereados, tal como él me había ordenado por whatsapp. Me separó las nalgas del culo, se rió, y comprobó que, tal como me exigió, aún llevaba el dildo. Había pasado toda la noche con eso entre las piernas, y ya se me había acostumbrado el culo a él. Lo agarró de un extremo y empezó a estirar. El dildo fue saliendo poco a poco de mi culo, pringoso y babeado. Cuando llegó al final, hizo un sonoro ruido y me dejó una sensación de vacio en el interior
"Se te da bien esto de seguir órdenes, perra. Me vas a servir bien". A continuación se bajó el pantalón, se bajó los slips, y ahí tenía su buen cipote colgando, semierecto, baboso. Le tenía una mezcla entre asco y admiración. "Te voy a dar una opción. Puedes agacharte, ponerte de rodillas, y mamarme la polla, con tus manos en la espalda. Aceptar todas las consecuencias que ello conlleva. O puedes girarte e irte, y aceptar todas las consecuencias que vendrían detrás. Piénsatelo, tienes cinco segundos"
La mente se me llenó de pensamientos. Las ideas se me cruzaban en la cabeza, iban y venían sin orden. Me quería ir, lo estaba deseando, no quería estar ahí ni un segundo más. Eso pensaba al menos la cabeza, pero no más abajo. Era recordar el fuerte aroma que desprendía su polla y perdía el conocimiento racional.
Sin darme cuenta habían pasado esos valiosos cinco segundos. "Muy bien pues, si eso es lo que quieres…" Pablo empezó a agacharse para coger los calzoncillos y los comenzó a subir. "Espera!" Fue entre un grito ahogado, un ruego y un susurro. No sabía ni lo que había hecho.
Aceptando lo que yo mismo había hecho, me acabé de arrodillar ante él. Yo mismo le bajé los pantalones que tenía medio subir. Coloqué mis manos en la espalda y empecé a chupar. Le devoraba la polla como si no hubiese mañana, lamentando los cinco segundos en que había dudado dejar de tenerla entre los labios. Realmente la adoraba.
"Si es que lo sabía. Sólo lo hacía para ver tu cara de sufrimiento al irme, pero pensé que vendrías a rogarme más tarde o por whatsapp. No pensé que fueses a lanzarte tan pronto. Realmente sé elegir bien a mis putas". Mientras le mamaba la polla, alguien entró por la puerta de los baños. Me quedé helado. Yo estaba arrodillado ante Pablo, y éste no tenía intención de que dejase de mamarsela. Me miró con una mirada cómplice, dejándome entender que si quería, podía levantarme, pero no podría arrodillarme nunca más.
Temblando de terror continué la mamada, silenciosa. Encogí las piernas para que no se pudiesen ver desde fuera, aunque era inútil: los cubículos eran demasiado pequeños. Cuando los zapatos del intruso pasaron por al lado, Pablo agarró mi cabeza y me introdujó toda la carne hasta el fondo de la garganta. Los pelos púbicos me rozaban la nariz, y los huevos me chocaban con la barbilla. Empecé a producir una cantidad exagerada de saliva, y no podía ni respirar. Estuve en esta posición hasta que el individuo fue a los urinarios, siguiendole con la mirada sus zapatos verdes: hizo lo que tenía que hacer, y se fue. Nada más salir por la puerta, me soltó. Abri bien la boca para coger aire: estaba extasiado, me faltaba el aliento. Su polla resudaba en babas, que colgaban desde mis labios hasta su polla y resbalaban hacia abajo. "Bien hecho, se te da bien". Empezó a masturbarse y poco después se corrió en mi cara. "Ya sabes, limpialo y comételo". Así hice.
Cuando acabé, me lentanté y me fui, no sin antes mirarle a la cara y bajar la cabeza. Él me puso la mano encima "La gente como tú sólo necesita a alguien que les diga lo que son. Ahora ves a cogerme apuntes a clase". Salí del baño, y en el pasillo continuaba el amigo de Pablo sentado en el banco. Cuando pasó por su lado me llamó la atención chasqueando los dedos. Me giré y me hizo un gesto con la mano, tocándose la mejilla, como si llevase una mancha. Así era, aún llevaba semen de Pablo marcándome la cara. "La siguiente vez limpiate bien la cara cuando acabes". Reconocí los zapatos. Eran los que habían entrado al baño, esos malditos zapatos verdes. Me fui acelerando el paso, y pensándo que obviamente esto se iba de las manos.
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