UNIVERSITARIO 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por trujillano_hot.
Al día siguiente volví a la universidad.
Ya ni me dirigí antes a clase a dejar la mochila, sino que directaremente me fui dirección a los apartados baños del ala este.
Por suerte, el amigo de Pablo no estaba en el pasillo como el día anterior, por lo que no tuve que aguantar ninguna bromita o comentario de su parte.
Miré a los lados para asegurarme de que nadie iba a molestar y entré en el baño.
Abrí la puerta y pasé al interior.
Empezaba a acostumbrarme a ese baño, el olor a fregado que solía echar por la mañana y lo vacío que siempre parecía, así como también me acostumbraba a encontrarme a Pablo siempre esperandome.
Otra vez apoyado en la pared, esta vez mirando el móvil.
Cuando cerré la puerta, seguía escribiendo por el móvil, así que no supe exactamente como reaccionar.
"Entra y vete preparando, zorra".
Lo dijo sin levantar la mirada, sin darme ninguna importancia.
No sabía que significado debía darle a irme preparando, si ello conllevaba algo nuevo o si se referiría a prepararme para lo que ya me tenía acostumbrado.
Supongo que sólo podía esperar.
Entré en el baño, pero no sabía como prepararme, así que simplemente me quité la camiseta (así evitaba que se manchase) y me arrodillé en el suelo.
Esperé.
Pablo seguía sin entrar, supuse que continuaba mirando el móvil, pero no me atrevía a salir y preguntar, y tampoco tenía ninguna necesidad de meterle prisa para que me humillase.
Esperé hasta cuatro minutos, cuando oí que empezó a moverse hasta llegar a la puerta y entrar.
Allí me encontró, arrodillado delante de la taza.
Al entrar dejó el pestillo sin correr, cosa que me preocupó, así que, titubeando, se lo hice saber "Podrías.
.
.
podrías echarle el pestillo a la puerta?" Me miró incrédulo para responder "Para? Si alguien entrase encontraría lo que se suele encontrar en un baño, nadie se asombraría".
Así que no cerró la puerta.
Dejó caer los pantalones y el olor a polla inundó la estancia.
Aunque creía que la repudiaba, tenía la boca salivando, así que ya no sé a que parte de mi cerebro debía hacer más caso.
"Venga, empieza a mamar, déjala bien húmeda".
Decidí hacer más caso a la parte de mi mente que me hacía salivar, y me metí el miembro entero en la boca.
No quería dejarlo salir.
"Sabes? Tengo que darte la enhorabuena".
No sabía de que hablaba, pero tampoco me importaba mucho, debía ser otra prepotencia suya.
"Tu vídeo tiene ya centenares de visitas en la red".
Me atraganté con su polla, pero con su mano se aseguró que no me dejase escapar.
"Sigue, no te preocupes.
Como te decía, tu mamada ha triunfado bastante para el tiempo que lleva.
Y mis amigos también consideran que lo haces bastante bien, mejor incluso que la última que entrenamos".
Estaba flipando.
Había subido el vídeo.
Me prometió que si me portaba bien no haría nada con él.
Por mi cara imagino que sabía lo que estaba pensando "Ya sé lo que te dije, te dije que depende de cómo te portases ya vería lo que hacía con él.
.
.
y como te portabas como una puta sedienta de polla, pensé que esto te gustaría".
En parte no se equivocaba.
Me moría de vergüenza, me daba asco a mi mismo, pero no podía negarlo: nunca había tenido el pene tan tieso.
Le mamaba la polla con excitación, poco a poco me iba desprendiendo de la vergüenza y el pudor, aunque aún me quedaban.
Le estaba dejando todo el miembro babeado y húmedo, y había aceptado que disfrutaba de ello.
Me gustaba, quería más.
Se sacó la polla de mi boca y me ordenó que me levantase.
Me costaba aceptarlo pues a estas alturas quería que se corriese en mi boca o en mi cara.
Me levantó y, de un golpe, me bajó los pantalones.
Como él me había ordenado, ya no venía a clase con ropa interior, o al menos no cuando me iba a encontrar con él.
Mi pene, que no podía ni compararse al suyo, saltó del interior.
Pablo dejó escapar una risita al verlo.
Me cogió de los hombros y me hizo girarme inmediatamente, dejándole mi espalda y mi culo a su disposición.
"Comprenderás que si eres mi puta personal también voy a tener que follarte.
.
.
" La verdad es que ya me había hecho la idea, y en estos momentos mi mente estaba tan nublada que iba a aceptar sí o sí.
El líquido preseminal que había saboreado directamente de su polla había funcionado como un afrodisíaco para mi, y lo único que podía desear ahora era entregarme más de lo que me había entregado.
Apoyé las manos contra la puerta.
Ya estaba sudando y aún no habíamos empezado lo peor.
Me metió dos dedos de golpe, haciendo hueco.
El dildo que había llevado había hecho su función, y había seguido llevándolo cada noche mientras dormía con el fin de abrirme el culo.
No pude más que dejar escapar un gemido que denotaba que me gustaba.
A continuación sacó los dedos, y acercó la punta del capullo a mi culo.
Incliné más el culo para tenerlo más cerca y demostrarle que lo estaba deseando.
Mi culo acariciaba su polla y le pedía entrar inmediatamente, por lo que no dudó ni un segundo y se dispuso a clavar, poco a poco, hasta llegar hasta el fondo, con el único y espeso lubricante de mi saliva.
Conforme iba entrando más y más dentro, fui soltando un largo y suave gemido.
Era un problema que tenía: cuando me follaban, gemía de manera natural, era algo que no podía evitar.
A cada embestida de Pablo, mi mente se nublaba más y más, como si estuviese drogado.
A cada golpe, un gemido.
Un pequeño rincón de mi mente rezaba porque no entrase nadie, porque de lo contrario no podría evitar continuar gimiendo.
"Me encanta como gimes.
Eso solo demuestra lo mucho que disfruta que te follen el coño".
Me hablaba mientras me follaba, pero no me podía ni concentrar.
Notaba como sus huevos, a los que antes no había conseguido descargar, chocaban contra mi.
"Sabes lo que eres?" Me formulaba esa pregunta, y yo conocía la respuesta, sólo que no quería contestarla.
"Te he preguntado, sabes lo que eres?".
Ya todo daba igual, total, estaba en éxtasis, así que, entre gemido y gemido, lo dije.
"Soy una puta".
Ya está.
No podía creerlo, lo habia admitido delante suya, le había dicho lo que era.
Una puta.
Me clavó la polla hasta el fondo, y ahí la mantuvo, sonsacándome un gemido desde el interior.
Y entonces, sin previo aviso, me cogió la polla y me empezó a masturbar.
No sabía a qué venía, no lo entendía.
Mi pene no tenía ningún papel en todo ello y nunca le había prestado el menor interés.
Las embestidas continuaron, y la paja también.
No necesité mucho más, al poco empecé a saber que estaba a punto de correrme, y así se lo hice saber "Me corro.
.
.
me corro.
.
.
aah" Y así fue, tuve un espasmo final, contraía todos los músculos y me corrí contra la puerta del baño, dejándola marcada, sin dejar en ningun momento de follarme.
Entonces lo entendí, solo me había masturbado para que, al correrme, apretase los músculos del culo y le ajustase el ano contra su polla.
Inmediatamente, volvió a clavarmela hasta el fondo y me susurró al oido "Ni te muevas".
Se corrió intensamente, me llenó todas las paredes del culo, y noté como se llenaba el interior con todo su semen.
La mente se me empezaba a despejar.
Poco a poco, sacó su polla de mi culo.
"Lo has hecho bien.
Me preocupaba que una puta como tú tuviese un coño dilatado, pero no.
Además, ese espasmo cuando te corrías me ha servido bien.
Espero que no se te haya ocurrido pensar que quería que te corrieses para que disfrutases tú también, ha sido sólo porque yo te lo he permitido y quería disfrutarte todo lo posible".
Mi culo aún conservaba su semen, pero aún no me atrevía a moverme.
Puso sus manos en el orificio de mi culo, haciendo una copa: "Suéltalo todo".
No entendía la necesidad de eso, pero su mente era más retorcida de los límites de la mía.
No quería dejar escapar su precioso semen, pero también quería complacerle, así que relajé y dejé que fluyese hacia sus manos.
Una vez lo solté todo, me hizo girar y arrodillarme ante él.
"Lámelo".
Ya había tragado su semen, pero esto era diferente.
Era aún más retorcido.
Me había violado, se había corrido dentro de mi culo, me había obligado a soltarlo y ahora quería que lo lamiese directamente de su mano.
Se le había ido la olla.
"Que lo lamas, YA".
Clavé mi cabeza entre sus manos y lamí todo lo rápido que pude, de una lengüetada, todo el semen que había ahí.
No se me ocurría algo más humillante en esos momentos.
"Espero que ya no te quepa duda de lo que eres.
Mi puta.
Puta de todos, pero ahora mismo mía, para lo que se me antoje.
Ahora vete, te veo la semana que viene.
" Con estas últimas palabras se fue.
Estaba desconcertado, nunca me imaginé que un día podría hacer esto, pero ahí estaba, arrodillado en un baño, solo, y con la boca llena del semen de un tío que había recogido con mi propia lengua.
Me volvía a vestir y me fui.
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