UNIVERSITARIO 8
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
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Hacía ya tres días que no sabía nada de mi amo.
No conocía los motivos del todo, suponía que tenía que ver con la aparición de Javi en el apartamento, pero las veces que había acudido al baño, no había encontrado a nadie allí, y cuando me lo encontraba en clase me ignoraba.
Ante la duda le pregunté por móvil, pero la única contestación fue que no me relajase, además de que más me valía que no hubiese vuelto a tocarme la polla.
Obviamente a estas alturas no se me ocurriría contradecir esa orden y, a menos que estuviese el delante y con su permiso, no me tocaba.
Al tercer día las cosas cambiaron.
Recibí un mensaje de whatsapp de mi dueño con una dirección de una calle.
Era una calle del centro, pero no sabía de quien, puesto que no era la suya propia.
Confundido, le envíe una respuesta preguntando que qué era esto.
La contestación fue directa y de esperar: "Que va a ser? Un encargo.
Vas y trabajas.
Tienes cita a las ocho".
Lo que me faltaba.
Llevaba tres días sin poder servir a mi amo, y cuando parece que por fin iba a poder volver a mi rutina, resulta que era para otra persona.
Acudí a la dirección que me habían señalado a la hora indicada.
Estaba muy nervioso, mucho más que en todos los otros encuentros, puesto que no sabía quien narices podía ser.
Temblaba de pensar en el degenerado que podía haber hecho tratos con Pablo para hacerme lo que me diese la gana.
Me tranquilizaba pensar que, con suerte, mi amo no me ofrecería a cualuqiera.
Lo único que querría saber era cuánto habían ofrecido por mí.
Me daba la sensación de que no lo sabría, y mucho menos de que fuese a oler algo de ese dinero.
El portal estaba abierto, así que subí directamente al tercer piso.
Me situé delante de la puerta y toqué al timbre.
Cuando se abrió, la sensación de asco que tuve fue mucho mayor de lo que podría haber pensado.
Las posibilidades eran infinitas, podría haber sido cualquier otro, pero era Víctor quien se encontraba al otro lado.
Le tenía temor, a él y a su polla.
"¿Qué, a que esperas? Venga, pasa".
Tenía una sonrisa en la cara digna del capullo que era, puesto que era consciente de la poca gracia que me hacía aquello.
Vestía un polo verde, a juego con sus inseparables zapatillas, y un pantalón vaquero apretado que le marcaba el paquete.
Su pelo rubio seguía larguillo y cuidado.
No quería defraudar a mi amo, así que le seguí y entré.
La casa estaba muy ordenada, limpia y decorada con muebles modernos.
Parecía una casa familiar, así que supuse que aprovechaba que sus padres estaban fuera para traerse la diversión a casa.
"Aquí será mucho más limpio que en el baño y podré usarte de manera más cómoda", me dijo feliz.
Llegó al salón, se tumbó en el sofá y puso los pies sobre la mesa de cristal, sus pies enfundados en esas zapas verdes de marca, como si no tuviese otro calzado.
"Ahora vas a ser una buena puta y me vas a limpiar los zapatos con la lengua".
La cara de odia que le lanzaba no me la iba a quitar tan facilmente.
Casi hubiese preferido un viejo gordo que este idiota que tendría que soportar cada día en clase.
Le empecé a lamer la puntera de la bota y continué con la parte de arriba.
"No te olvides de la suela, es lo que más sucio está".
Efectivamente, estaban asquerosas.
Intenté pasar la lengua sin rozar, pero el muy cabrón presionó su zapato contra mi cara para asegurarse de que no me salvaba.
Una vez le había limpiado ambas, se las quitó con un movimiento de pies.
"Va, huélelas.
Sé que a las cerdas como tu eso os pone".
Como vio que no estaba muy por la labor, se incorporó, cogió la zapatilla y me la clavó en la cara.
El olor era apestoso, y confirmaba mis sospechas: no debía usar otros zapatos.
Cuando me soltó la cabeza, tuve que coger una bocanada de aire limpio, puesto que mi cabeza ya se nublaba de la peste.
Cuando me quise dar cuenta, Víctor ya se había desabrochado el cinturón y de la bragueta de su pantalón salía la monstruosa polla que tanto me asustaba.
Cada vez que la miraba me parecía más grotesca y desproporcionado.
Mientras que él era más bien flaquillo, su pene crecía en todo su ancho, con una cabeza gorda y morada.
"Va, que la echabas de menos".
Me acerqué gateando y me la metí en la boca, o al menos lo intenté.
Al igual que sus zapatos, la polla también le apestaba con un olor fuerte que se metía bien dentro.
"Joder, no me gusta darle la razón a los demás pero.
Pablo no se equivoca, eres una buena puta que chupa de puta madre".
Los cumplidos no ayudaban, pero quise esmerarme en dejarla bien lubricada si no quería dolerme lo que venía más tarde.
"Vamos, se acabó chupar, quiero ver si te cabe en el coño".
Estaba asustado, pero cuanto antes acabase esto mejor.
Me puse a cuatro patas en el sofá, arqueé la espalda todo lo que pude y me preparé.
Víctor colocó la punta de su polla en la entrada de mi culo y empezó a apretar.
El dolor era insufrible.
Con el único lubricante de mi saliva, la gorda polla de Víctor no podía entrar.
Ni siquiera me había dilatado el culo antes de empezar, se notaba que no tenía ni idea de follarse tíos.
"Si te duele, dímelo.
No voy a parar, pero al menos me gusta oir de tu boca que te duele".
El muy cabrón volvió a probar, y a fuerza de insistir consiguió hacer que la punta de su capullo empezase a entrar en mi culo.
Me moría de dolor.
Lo que normalmente eran gemidos por mi parte se estaban convirtiendo en gritos desesperados.
Obviamente no se contentó con la cabeza y empezó a apretar hasta el fondo.
El culo me ardía, pero él no iba a parar ahí.
Empezó a darme embestidas, y caí todo el cuerpo contra el sofá.
Ahí estaba yo, con el cuerpo recostado y el follandome sin miramientos.
Cada vez que me empotraba conseguía sacarme una mueca de dolor.
"Préparate, que voy a dejarte preñado".
Apretó hasta el fondo todo lo que pudo y sin más aviso, se empezó a correr.
Soltaba, soltaba y no acababa.
Yo lo notaba golpearme todas las paredes de mi intestino.
Cuando acabó, empezó a sacarla de ahí dentro.
Notaba que mi agujero no se cerraba.
Las paredes de mi culo se habían ensanchado: parecía que el cabrón me había modificado permanentemente.
La rosa del culo se empezó a abrir y cerrar, como intentando respirar y aliviarse después de la brutal follada.
"Manten ese semen dentro de tu culo, niñato.
Quiero que te lo quedes ahí dentro, a ver si es verdad y te preñas.
" Me había quedado tumbado en el sofá, haciendo fuerza para no soltar ni una gota, pero era en vano.
El semen empezó a discurrir muslos abajo.
Con suerte él ni se dio cuenta, estaba más preocupado en vestirse.
"Venga, date prisa.
Mi novia llegará en media hora y tengo que estar listo para ver si vuelve conmigo, así que fuera.
Un placer follar ese coño, ya hablaré con Pablo si quiero disfrutarlo una vez más.
Y dile que mañana le pago en clase".
Me vestí y me empecé a ir.
El semen seguía saliendo de mi culo, manchándome los calzoncillos y el pantalón, pero me daba igual, no le iba a dar el placer de pedirle permiso para limpiarme en el baño, así que cogí y me fui de ahi.
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