Vino con intenciones de clavarme y terminó siendo clavado.
Un empleado es citado a la oficina de su jefe, con la supuesta intención de presentarle una alternativa para economizar en gastos, el jefe lo celebra y le invita un trago y terminan queriendo tener sexo, pero al empleado después de todo no se le para, y el jefe lo ayuda, y termina clavándoselo..
Como dueño de la empresa recientemente me topé con un nuevo empleado, el cual me llamó mucho la atención por la manera en que me miraba, y como yo no discrimino, cuando mi secretaria me comentó que ese joven deseaba hablar conmigo, le dije que lo iba atender, pero al finalizar las horas de oficina.
Ya a esa hora todo el personal se había marchado, hacía más de una hora, cuando el joven se presentó a mi oficina, apenas entró, me le quedé viendo el llamativo paquete que tenía oculto bajo la tela de su pantalón, y sin retirar mis ojos, le pregunté qué era lo que él deseaba hablar conmigo.
Al principio me planteó una idea para economizar papel de fotocopias, idea que realmente no me llamó mi atención, fue cuando le invité un trago, personalmente, se lo serví, y ya de manera más informal comenzamos a charlar, augurándole un buen futuro en la empresa, y todo esto sin retirar mis ojos, en ese momento de su llamativo paquete.
Para hacerle la historia larga, corta, les diré que al rato ya los dos nos estábamos quitando toda la ropa, nos comenzamos abrazar, y besar, aunque no habíamos comentado nada al respecto, ya que se sobreentendía que él me iba a penetrar a mí.
Pero cuando se disponía él a penetrarme, pero justo en el momento en que se encontraba tras de mí, dispuesto a enterrarme toda su verga entre mis nalgas, sucedió que, de momento, toda su verga se quedó flácida, y se empequeñeció rápidamente.
El joven, no sabía dónde meter la cara de la vergüenza que le dio, aunque yo no me incomodé en lo más mínimo, es más lo tomé de manera bien condescendiente, diciéndole. “Eso le puede pasar a cualquiera,”
De inmediato yo mismo comencé a manipular su miembro, para ver si volvía a ponerse en las condiciones apropiadas, cosa que no sé porque, pero sabía que eso no iba suceder, pero nada de nada, su verga seguía mustia, y recogida.
Entonces le propuse que dejase que yo le diera una mamada que, de seguro, así volvería a tomar cuerpo, y bueno, después de lavársela, me dediqué a mamar su verga, lo que al principio pareció resultar.
Pero apenas me la saqué de la boca, apenas se colocó tras de mí, y se le volvió a poner pequeña, y arrugada, el joven estaba que se moría de la vergüenza, por lo que, casi llorando, comenzó a pedirme disculpas, diciéndome que ignoraba que le pasaba.
En ese momento lo volví a tratar de la manera más condescendiente que pude, y a medida que lo consolaba, colocando una de mis manos sobre su hombro, le dije. “De seguro, debe tratarse de algo sin importancia”.
Pero le propuse que me dejase intentar, puntearlo, a lo que me respondió, que nunca había escuchado ese término, por lo que ignoraba a que me refería, fue cuando deslizando la mano que tenía sobre su hombro hasta su cintura, le dije. “Es bien sencillo, tú te apoyas contra la mesa, separas las piernas, mientras que yo te comienzo a puntear con la cabeza de mi verga sobre tu esfínter, al tiempo que te hago la paja, ya que hay a quienes eso le funciona”
Como él había estado a punto de penetrarme, y la idea era que se pusiera en forma para hacerlo, por lo que, sin pensarlo mucho de inmediato, me dijo que sí.
Así que asumió la posición que yo le había indicado, casi de inmediato comencé con mis dedos, embadurnados en vaselina, acariciar su esfínter, cosa que al principio no le agradó mucho, ya que me dijo que nunca nadie de las personas con que se había acostado, le había tocado el culo.
Pero a medida que comencé a acariciar su esfínter, con mi otra mano a la vez también comencé a manosear su verga, y aunque no se le había puesto dura, por lo menos había comenzado a tomar cuerpo, Por lo que él con la esperanza de que se le tonificara por completo, dejó que yo continuase haciéndole todo eso.
Suavemente mis dedos, iban explorando su esfínter, mientras que su verga lentamente continuaba tonificándose, cuando le comenté, que iba a comenzar a puntearlo, y casi de inmediato comenzó a sentir mi caliente glande que chocaba suavemente, una y otra vez contra el hueco de su culo.
A todas estas, fue viendo como su propia verga entre mis dedos seguía creciendo, pero aún le faltaba mucho como para que volviera a intentar penetrarme a mí, así que me dejó que continuase, y seguí sintiendo como la cabeza de mi verga, continuaba entrando en contacto con su esfínter.
Ya en esos momentos le sugerí que me dejase meterle la cabeza, ya que, de seguro de esa manera, su erección volvería de manera más rápida, por lo que sin pensarlo, de inmediato me dijo que sí, por lo que seguí poniendo la cabeza de mi verga, contra el hueco de su culo.
Él se encontraba de lo más tranquilo y confiado, hasta había comenzado a mover ligeramente sus nalgas, cuando de un solo empujón lo penetré por completo con mi verga.
Lo cierto es que, pegó un fuerte chillido, yo le había enterrado sino toda, por lo menos gran parte de mi dura verga, al tiempo que, con mi otra mano, continué apretando su verga, y masturbándolo con fuerza.
Él no se esperaba eso, el chillido que dio fue bien fuerte, el dolor que eso le había provocado en el culo, era bien fuerte, y a medida que le corrían un par de lágrimas por sus mejillas, comenzó tontamente a reclamarme, diciéndome. “¿Pero, no que solo me iba a meter la cabeza?”
Yo por mi parte tratando de contener mi risa le respondí, diciéndole. “Pero quien te dijo que la cabeza de mi verga tiene cuello, se me fue toda, ahora disfrútala, y continúa moviendo esas nalgas.”
Definitivamente él no estaba preparado para eso, pero a medida que yo continuaba metiendo y sacando toda mi verga de su culo, me dijo que comenzó a sentir algo completamente raro, y aunque no le dejó de doler.
No por eso dejó de seguir moviendo su cintura, y apretando sus nalgas, a medida que yo seguía enterrando toda mi verga dentro de su culo, cuando menos me lo esperaba, él comenzó a gemir, y a seguir chillando por el placer que yo le producía.
Así pasamos un largo rato, él moviendo su culo, y apretándolo una y otra vez, mientras que yo no dejaba de masturbarlo, y de seguir clavándole toda mi verga.
Cuando al rato, aun sin llegar a venirme, extraje mi verga de entre sus nalgas, y señalándome el sofá de mi oficina, le ordené que se recostase bocarriba, no bien había terminado de hacerlo, cuando lo tomé por los tobillos, levanté sus piernas, y luego las separé.
Mientras que él fue incapaz, de decir o hacer algo por evitar, que nuevamente lo volviera a penetrar con toda mi verga, y fue viendo como ante sus ojos, su culo se fue tragando nuevamente toda mi verga.
Por un buen rato nuevamente, seguí metiendo y sacando por completo toda mi verga de su cuerpo, al tiempo que él no paraba de masturbarse, disfrutando de todo lo que yo, le estaba haciendo.
Quizás piensen que exagero, pero cuando finalmente me vine dentro de su culo, bien sonriente me dijo que sintió como todo mi semen lo llenaba por dentro, por lo que hasta terminó viniéndose también, pero entre sus dedos.
Me dirigí al baño, y mientras él aun no podía creer lo que le había sucedido, le ordené que se fuera al baño y en el bidet, se lavase bien el culo con agua, y jabón.
Cuando regresó a mi lado, yo permanecía sentado en el sofá, y agarrándome la verga, le dije. “Ahora ponte a mamar, que por lo visto para lo otro no creo que puedas.”
Sumisamente, se arrodilló frente a mí, y tal como si ya lo hubiera hecho un sin número de veces, agarró mi mustia verga y comenzó a lamerla, lentamente.
De eso a que se dedicase a mamármela como debe ser, pasaron unos pocos minutos, y ya al poco rato él seguía con mi verga dentro de su boca, mama, que mama.
Esa tarde, y posteriormente durante la noche, hice con él lo que me dio, gusto y ganas, dejando su culo tan abierto como una ponchera, no es por nada, pero como a la semana de que eso sucedió, aparecí en el pub en que se encontraba él, y solo bastó que le dijera. “Te espero en la oficina.”
Para que él de inmediato, él pagara la cuenta, y sumisamente me siguiera, desde esa fecha, prácticamente lo he convertido, en mi esclavo sexual, que deja que yo, y quien yo quiera, hagamos lo que nos plazca con su cuerpo, pero, por otra parte, hay días en que si ha podido penetrarme divinamente.
Pero desde ese momento, después de la segunda vez que fue a mi oficina, le ordené que después de desnudarse se pusiera unos pantis y sostén que yo había traído para que él los usara, cosa que ha seguido haciendo sin oponer resistencia alguna.
Posteriormente adquirí para él un pequeño ajuar femenino, que usa con todo y peluca, incluyendo zapatos de punta, cuando así yo se lo ordeno, aunque desde luego que él consiguió lo que quería, ya que lo promoví a mi oficina, como mi ayudante especial.
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