Vino para que le afinara el motor, y al final le afiné el culo…
Un joven va donde un mecanico para cambiar el aceite y el filtro de su auto, pero como no tiene dinero el mecánico a cambio del trabajo le dice que se deje acariciar las nalgas, y a sí siguen hasta que le da por el culo..
Vino para que le afinara el motor, y al final le afiné el culo…
Soy mecánico certificado, de muchos años de experiencia, y por mi taller han pasado un sin número de clientes, para que reparase sus autos.
Pero ocasionalmente me llegan algunos clientes, ya sean hombres o mujeres, que apenas los veo, me doy cuenta de que aparte de que necesitan que, les arregle su auto, quieren algo más.
Por lo que cuando este joven entró a mi taller, y me dijo que la luz del aceite estaba parpadeando, nada más me bastó escuchar el motor de su viejo auto, y darle un vistazo la varilla medidora del aceite, y chequearle la presión del aceite para que, le dijera. “Tienes suerte, no has fundido el motor, se trata de la cebollita del sensor de la presión de aceite que, se dañó.
Sin decirle más nada, cambié el aceite, el filtro, y el sensor. Para después pasarle la cuenta, el chico tras ver la cuenta sacó su móvil, creo que llamó a su padre que, por la expresión de su rostro, me parece que le dijo que no contara con él.
Extremadamente avergonzado, con cara de tragedia, habló conmigo, diciéndome que en realidad en ese momento apenas, y tenía una cuarta parte del importe total de la factura.
Yo, le dije. “No te preocupes, si no tienes dinero, no hay problema, solo que, si quieres sacar tu auto, auto de aquí, me tienes que hacer un pequeño, gran favor. De lo contrario olvídate de andar en el automóvil, por lo menos hasta que me pagues, ha y de paso cada día extra que ese coche se quedé aquí, tienes que pagarme algo extra, por el estacionamiento”.
La cara que puso, en parte me dio mucha gracia, de inmediato me preguntó de qué favor se trataba.
Pero cuando le respondí diciéndole. “Me vas a dejar que te acaricié las nalgas”, el chico se quedó de una sola pieza, creo que en su vida alguien, le había dicho algo semejante.
Por la cara que puso quizá pensó por un corto instante que se trataba de una broma, pero al ver la manera en que yo lo miraba, como que entendió que yo hablaba, muy en serio.
De manera tímida me preguntó qué era lo que yo quería que él hiciera. Me le quedé viendo y le dije. “No te asustes, nada más quiero agarrarte, y tocarte las nalgas, por un rato”.
Él se quedó pensando, y lo único que le ocurrió preguntarme fue, por cuanto tiempo. Sin mostrar mucho interés, le dije. “Bueno como unos diez, o quince minutos, o menos. Al escucharme me dijo. “Bueno está bien, pero solo me las vas a tocar, y más nada”.
Sonreí, al tiempo que le respondía. “Si solo te las voy a ver, y tocar”, de inmediato cerré el taller, y lo conduje a mi pequeña oficina, donde aparte de mi viejo escritorio, lleno de facturas, papeles, y piezas de autos, hay en todas las paredes, poster con fotos de mujeres semidesnudas, y al fondo dividido por una puerta corrediza, tengo una pequeña cama, en la que en ocasiones me pongo a descansar.
De inmediato me quite el mameluco, quedando completamente desnudo, al ver mi velludo cuerpo se asustó.
Yo soy mucho más alto, y grueso que él, además también soy medio calvo, y con una gran barriga, pero al ver la cara del chico, de inmediato le dije. “No te preocupes, es que siento mucho calor, y prefiero hacerlo así, bueno bájate los pantalones, o si lo prefieres quítate la ropa como yo, para que no se te ensucie, mira que el piso está manchado de grasa y aceite”.
Él, decidió quitarse los pantalones, y los interiores únicamente. Una vez que lo hizo, yo sin dejar de verle las nalgas, le dije. “Bueno ahora te acuestas, y dejas que te toque”. Él me hizo caso, y tras acostarse en mi cama, me senté a su lado, y con una de mis manos comencé a acariciar sus paradas nalgas.
Para mí era evidente, que estaba bien asustado, pero como vio que únicamente se las agarraba y acariciaba, creo que no se preocupó tanto, hasta que comencé a hacerme la paja con la otra mano.
Lo cierto es que al ver cómo me jalaba para abajo, y para arriba al tiempo que le continuaba agarrando sus nalgas, se asustó mucho, tanto que me preguntó bien asustado, ¿” Solamente me vas a tocar las nalgas, ¿verdad”?
De inmediato le respondí. “Si solo te seguiré tocando las nalgas, no te preocupes, que nada más te tocaré las nalgas, como lo estoy haciendo ahora, a menos que tú quieras que yo te haga algo más”.
Y Justo en ese instante, con uno de mis dedos comencé a presionar su esfínter, mientras que al mismo tiempo continuaba masturbándome.
Continué acariciando sus nalgas, presionando su esfínter y masturbándome lentamente, pero a medida que continuaba acariciando sus nalgas, y presionando su esfínter, mi dedo se hundía más, y más dentro de su culo.
Al punto que Jerry en principio me encontraba sumamente tenso, pero poco a poco se comenzó a relajar, y mi dedo le comenzó a penetrar más, y más, mientras yo continuaba masturbándome lenta, y descaradamente frente a sus ojos.
En cierto momento, le dije. “Bueno ya pasaron los quince minutos convenidos, pero si quieres déjame continuar hasta que me venga, te lo agradeceré”.
Lo cierto es que se sentía bien, y en un tono suave, me dijo. “Bueno continua, pero solo hasta que te vengas”, y mis dedos se enterraron mucho más dentro de sus nalgas, al grado que, voluntariamente separó sus piernas, y mis dedos penetraron más dentro de su culo, al tiempo que mi mano aceleraba el movimiento sobre mi verga.
De momento me di cuenta de que él tenía clavados sus ojos en mi verga, y comenzó a estirar su brazo tímidamente hacía mi miembro, retiré mi mano de mi miembro, y dejé que él me agarrara mi verga, y de inmediato él continuó masturbándome, al tiempo que yo seguía introduciendo y sacando mis dedos de su esfínter.
A medida que yo continuaba introduciendo mis dedos dentro del culo del, él aceleraba los movimientos de su mano, hasta que de repente, fue como si un geiser estallase, un abundante chorro de leche brotó de mi verga, mientras que chico extasiado lo observaba, al tiempo que continuó pajeándome, y yo metiéndole casi todos los dedos de mi mano derecha dentro de su culo, hasta que ya no continuó saliendo leche.
Después de eso, le saqué los dedos de su culo, me levanté, y le dije. “Los frenos de tu auto necesitas arreglarlos, cuando puedas compra las bandas, y pastillas, y la semana que viene pasas por aquí, como a esta misma hora, para que te los arregles”.
El joven se levantó, salió a la parte trasera del taller para lavarse las manos, y las nalgas, después se puso sus pantalones, y sin tan siquiera despedirse, salió del taller. Como se marchó de esa manera, pensé que no lo volvería a ver más nunca.
Pero como a la semana ya el chillido de los frenos debió ser insoportable, por lo que compró las piezas, y sin un centavo encima me fue a ver.
Antes de que comenzara a realizar la reparación me dijo. “Ya no me queda nada de dinero que, lo he gastado todo en las piezas”. Yo le sonreí, y le dije. “No te preocupes, podemos hacer un arreglo parecido al de la semana pasada, mientras tanto, si quieres ve poniéndote cómodo, que cuando yo termine de arreglarte los frenos, te encuentro en la oficina, de paso hay varias revistas que puedes ver mientras tanto”.
Tardé casi unas dos horas, en reparar los frenos, tiempo que él se dedicó a ver varias de mis revistas porno. Al entrar a mi oficina después de cerrar el taller, le dije. “El arreglo te va a costar más, o menos lo mismo que hicimos la otra vez, solo que cuando te lo pida, te pones a mamar mi verga”. Quizás Jerry pensó que únicamente le llegaría a meter los dedos por el culo, pero por la cara que puso, de seguro que no había contado con eso, pero ya la reparación estaba hecha, así que no le quedó más remedio que aceptar.
En lugar de quitarse los pantalones, se desnudó completamente, mientras que yo me quitaba mi mameluco de mecánico, hasta quedar tan desnudo como él, yo lo observaba sin quitarle los ojos de encima, hasta que se acostó, nuevamente sobre mi cama.
Nuevamente comencé a acariciar sus nalgas, y él separó sus piernas, al tiempo que comencé a masturbarme.
En cosa de poco tiempo nuevamente, el chico continuó masturbándome, hasta que después de un buen rato le dije. “Ahora quiero que me lo continúes mamando”.
Coloqué mi verga frente a su boca, y sin dejar de tocarle las nalgas, el chico comenzó tímidamente a pasar sus labios sobre mi glande, lentamente con su lengua comenzó a lamer, pasando su lengua lentamente, desde mis bolas, por todo el tallo de mi verga, hasta que comenzó a cubrir mi glande con su boca, poco a poco fue lentamente dejando que mi verga penetrase sus labios y boca, iba introduciendo casi toda mi verga, mientras que él se dedicó a mamar mi miembro.
Pero a medida que se lo fue mamando y yo continué introduciendo mis dedos dentro de sus paradas nalgas.
Entre una cosa y otra, el sentir mis dedos dentro de su culo, me excitaba, al igual que sentir mi verga dentro de su boca.
Hasta que su boca y garganta se inundaron con mi leche, sin que él lo pudiera evitar terminó tragándose gran parte, ya que me lo siguió chupando hasta que yo mismo le ordené que se detuviese.
Después de eso, salió de mi oficina, y se dirigió a la parte posterior del taller, se lavó la boca, las nalgas, y sus manos, y al regresar a vestirse, le dije. “Ya sabes estoy aquí para lo que se te ofrezca”
Tímidamente sin tan siquiera verme a los ojos, me dio las gracias por repararle los frenos de su auto, y tras terminar de vestirse, salió.
El siguiente viernes en la tarde, a la hora de costumbre, llegó a mi taller, con la excusa de que estaba escuchando un raro ruido en el motor, yo lo vi, me sonreí, y tras ponerle atención al motor, le dije. “Si parece que tiene una válvula floja, es cosa de un momento, si quieres esperar, pasa a la oficina que apenas termine te lo hago saber”.
Realmente no demoré ni media hora, en ajustar las válvulas, pero al entrar a mi oficina me lo encontré completamente desnudo, y acostado boca abajo en mi cama, ofreciéndome sus nalgas en bandeja de plata, como quien dice.
Me le quedé viendo, me sonreí, y sin decir más nada, me despojé de mi mameluco de mecánico, me le acerqué y tras darle una ligera, y cariñosa nalgada, coloqué mi verga a la altura de su boca, la que sin demora se dedicó a mamármela, hasta que yo mismo le dije. “Ahora vas a ver lo que es bueno”, y sin decir más nada, me coloqué tras de él.
Al principio con mis manos separé sus nalgas, y algo que de seguro lo sorprendió, fue el sentir mi lengua, presionando su esfínter, luego de un buen rato, mis dedos embadurnados en vaselina lo comenzaron a penetrar suavemente, mientras que, dejándose de tonterías, comenzó a disfrutar plenamente de lo que yo le estaba haciendo.
Después de un rato, ya varios de mis dedos entraban, y salían de su culo con suma facilidad, por lo que entendí que era el momento de penetrarle con mi verga.
Sin decirle nada, retiré mis dedos, y casi de inmediato pudo sentir la cabeza de mi glande, presionando suavemente contra su culo, su esfínter le palpitaba, el chico estaba algo ansioso, por sentir mi verga dentro de él, por lo que levantó ligeramente sus nalgas, y separó sus piernas lo más que pudo.
Fue cuando comenzó a sentir como mi verga, se iba abriendo paso dentro de sus nalgas, aun a pesar de la vaselina, y del trabajo que le había estado haciendo con mis dedos, dilatando su hueco, sintió algo de dolor y placer a medida que mi verga iba penetrándolo completamente.
Todo ese tiempo se le hizo interminable, hasta que sintió todo el peso de mi cuerpo sobre el del, mis testículos presionaron sus nalgas, mi peluda barriga, y pecho, los sintió cuando entraron en contacto con su espada.
Por un breve rato, me quedé quieto sin moverme, no fue hasta que él comenzó a mover sus caderas, de lado a lado buscando sentir más dentro de si mi caliente verga, que comencé a meterla, y sacarla casi por completo de su cuerpo.
Mi lengua, labios, y boca comenzaron a besarle por la nuca, y orejas, chupándoselas, mordisqueándole.
Mis manos acariciaban sus nalgas, sus muslos, y hasta su plano pecho, al tiempo que le sujetaban con fuerza contra mi cuerpo.
Haciéndole sentir algo que en su vida había disfrutado con anterioridad, sin que lo pudiera controlar, de su boca salían placenteros gemidos, y en varias ocasiones a viva voz, me decía. “Dame más duro papito”.
Por un largo rato, lo mantuve en esa posición, hasta que, de momento, le dije, al tiempo que sacaba mi verga de su culo. “Date vuelta”.
Él obedeció ciegamente me hizo caso, de inmediato lo tomé por los tobillos, separé sus piernas, y ante sus propios ojos, vio como mi verga, nuevamente se enterraba dentro de su culo.
Él no dejó de moverse, al tiempo que se comenzó a pajear, viendo nada más como mi vera entraba, y salía de sus nalgas, en cosa de pocos segundos, se vino, al tiempo que disfrutaba de todo lo que yo le hacía.
Mis manos lo pegaban contra mi cuerpo con fuerza, y firmeza, hasta que, nuevamente sacando mi verga de su culo, y sin decirle nada, la coloqué frente a su boca.
De inmediato se dedicó a mamármela intensamente, y a los pocos segundos sintió nuevamente mi semen caliente recorriendo su garganta.
Retiró mi verga de su boca, cuando ya no tuvo más leche que seguir chupando, y tragando, se quedó tirado en mi cama, con su culo bien abierto, y tremendamente satisfecho.
Salí, me lavé, y al regresar le dije. “Lávate, y vístete”. El chico salió tomó la manguera y se lavó o, mejor dicho, se bañó completamente.
Al regresar a la oficina, yo ya estaba vestido con mi mameluco de mecánico, él se comenzó a vestir, pero justo antes de subirse los interiores, me le acerqué, lo tomé entre mis brazos, y le estampé un tremendo beso en la boca, dejándolo prácticamente sin aliento.
Mi joven amante salió del taller definitivamente enamorado de mí, aunque sabe de sobra que no se lo podía contar a nadie, pero de esa fecha a los momentos actuales han pasado cerca de cinco años, y aunque tiene novia, y pronto se va casar, continúa visitando a mí taller, varias veces al mes, para que le mida el aceite con mi verga, y mantenga su culito bien afinado, para mí.
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