Violada a los 14. 2da parte
El día de la fiesta….
– Hola, cómo te fue? – era mi amiga.
– Bien, mi hermano me va a acompañar –
– A la fiesta? –
– No, hasta tu casa, de ahí nos vamos juntas –
– Ah, ok, que bueno entonces –
– Si, pero tengo que estar a las 2 am para juntarnos y volver a casa – dije mientras caminábamos.
– Si, no hay problema, seguro que volvemos a esa hora – dijo.
El día de la fiesta mi hermano dijo que íbamos a la misma fiesta, pero él tenía otra fiesta con sus amigos, así que me acompañó hasta la casa de mi amiga.
La fiesta era como todas las que había ido, la música, el picoteo y los chicos.
Lo único que me llamó la atención es que los chicos no eran tan chicos, el menor debería haber tenido más de 18, pero no me molestó, todo lo contrario.
Mi hermano tiene amigos de 18 que me coquetean.
Bailé, me reí y hasta me gustó un chico como de 19 o 20. Se veía muy varonil, era simpático y atento conmigo, talvez demasiado. Estaba tan confiada que no noté nada extraño, ni siquiera la bebida que la encontré rara.
– Es que es sin azúcar y le echan otros químicos para endulzada – me respondió cuando le pregunté. Le creí porque nunca me gustaron las bebidas zero.
En un momento me sentí mareada, me costaba caminar, él me sujetó y me sacó a tomar aire al patio de la casa. Había un departamento interior a donde me llevó a descansar.
Me senté en la cama, el me sacó los zapatos y me recosté sobre la cama. Comenzó a besarme, no lo rechacé, todo lo contrario, me gustó como me besaba, sus caricias, las cosas que me decía, poco a poco sus caricias íntimas hicieron si efecto y comenzó a desnudarme, con mi ayuda.
Después se subió arriba y me cogió. Después me dijo que me pusiera en cuatro y me penetró, una y otra vez. Lo sacaba para descansar y luego comenzaba de nuevo, yo volvía a tener otro orgasmo junto con él, me extrañó el echo que no se cansara porque yo estaba agotada.
Me volví para decirle que me dejara descansar, además de que mi costa me estaba empezando a doler.
Sorpresa, no era él, era otro chico, además habían otros chicos, todos desnudos y masturbandose.
Me asusté y traté de rechazarlo, pero unas manos me sujetaron y no me dejaron moverme, después que el chico terminó vino otro y otro, no sólo por mi vagina, también por mi ano, todo me dolía, al final me rendí y dejé que hicieran lo que quisieran, sólo quería que se fueran y me dejaran en paz.
Pero seguían, ponian sus miembros en la boca y me obligaban a chupar se repetían.
Creo que en un momento perdí la conciencia, me habían acostado sobre un chico mientras otro me aplastaba por la espalda. Sentía sus miembros entrar y salí continuamente.
Me relajé y me dormí. Desperté sola y desnuda en la cama.
Me dolía hasta el pelo, todo, la boca, la garganta, me habían cogido por ahí también.
Me levanté bañada en sudor y semen, me dirigí al baño de la pieza y me lavé como pude.
Todavía me sentía mareada, recogí mi ropa y me vestí, lo único que no encontré fueron mis calzones. Tomé mi bolso de mano tirado en un rincón y salí de la habitación al patio.
La fiesta continuaba en la casa, caminé por la entrada de autos, por el costado de la casa hasta el antejardin, abrí la reja y salí a la calle.
No sabia la hora ni para dónde caminar. Después de un par de cuadras vi un taxi y lo hice parar.
Mi papá siempre me daba dinero aparte para el taxi, por cualquier problema o emergencia.
Me subí al auto y me tiré en el asiento trasero, semiacostada, con las piernas abiertas y sin calzones.
Pensé en algún momento que el taxista podría violarme, pero me daba igual, le di la dirección y cerré los ojos.
– Señorita, llegamos – me dijo el taxista encima mio. Estaba con las piernas abiertas y la falda levantada. Me ayudó a levantarme y a salir del auto, prácticamente me sacó del auto.
Saqué el dinero y le pagué la carrera.
– Quédese con el cambio – le dije mientras caminaba a la reja.
Él me ayudó a abrir la puerta de la calle y se marchó.
Me saqué los zapatos y caminé descalza hasta el baño, me desnudé y me duché. Una ducha larga pensando en lo que me había pasado.
Cerré la ducha y salí de la regadera. Ahí estaba mi hermano con la toalla lista para abrigarme. Me pasó otra toalla chica para secarme el pelo mientras él me secaba el cuerpo.
Después me tomó tipo coala, crucé mis brazos por su cuello y mis piernas por su cintura. Llegamos a mi cama y me acostó.
– No te vayas, quédate conmigo – le rogué. El tenía puesto sólo su slip. Se metió a mi cama, lo abracé y me puse a llorar.
– Qué pasó? – preguntó.
– Me violaron – le respondí entre sollozos.
– Pero cómo? – extrañado.
– Mañana te cuento, sólo abrázame que me duele todo – le dije.
Comenzó a acariciarme suavemente, éste es mi hermano, pensé, tan tierno y cariñoso.
– Sácate los slip – le dije al oído en un susurro.
– Estás segura ? –
– Si, te quiero a ti – le dije entre besos.
Tenía una erección que se la sentí cuando me tomó en sus brazos, éso me hizo sentir que necesitaba sus brazos y la seguridad que me brindaba siempre.
Suavemente su miembro buscó la entrada a mi vagina y sigilosamente se escurrió en mi interior, sentí su suavidad, su dureza y su calor.
– Aaah – no pude evitar esa suave exclamación de placer.
– Te amo, le dije al oído –
– Yo también te amo – respondió. Yo estaba feliz en sus brazos, me sentía tan sucia, tan culpable, tanta vergüenza que no podría mirar a la cara a nadie.
Lo que más me molestaba fueron los orgasmo que tuve, no sólo los del principio, sino después cuando sentía que me estaban violando, mi mente no quería pero mi vagina si.
Hasta ahora no sé si el taxista me violó, talvez me di cuenta, pero ya nada me impotba, me daba todo igual.
A pesar de todo lo sufrido y adolorida, tuve un delicioso orgasmo con mi hermano. Después de éso me quedé dormida, agotada y feliz.
Me desperté en la mañana, cuando tenía a mi hermano abrazándome y su erección marurina en mi interior. Volví la cara para mirarlo.
– Tengo que irme – dijo.
– No, no te vayas, quédate un poco más –
— Los papás se van a levantar – dijo él.
– Pero nunca temprano – le dije.
Comenzó un movimiento suave al que respondí con un movimiento de mis caderas. Ahora sentía mi cosita delicada, pero se sentía rico, hasta sentía un cosquilleo en mi ano.
Me tapé la boca con la almohada cuando sentí venir mi orgasmo, sus jugos llenaron mi útero y todo volvió a la calma, se quedó un rato abrazado a mi espalda con su miembro aún dentro de mí.
De pronto sentimos la puerta del baño, el se levantó rápidamente, entreabrio la puerta y miró, salió rápidamente y cerró la puerta.
Me acosté boca abajo con un cosquilleo en todo mi cuerpo que me sacó una sonrisa, un relajo llenó mi mente y mi cuerpo y me quedé dormida…
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