VIOLADO POR LOS BULLYING DE MI HIJO (INTERMEDIO)
Después de aquel evento, mi vida cambio por completo y….
El azotón de la puerta me despertó. Habían ya pasado unos días después de aquel infortunado evento cuando mi vida había cambiado por completo y…
Todo cambió. Nunca podré volver a ser el mismo. Parecía yo ser un ratón asustadizo pues ante el menor ruido yo brincaba y me quedaba helado sin poder moverme. Varias veces en la noche me desperté llorando al recordar los eventos. Yo lloraba al recordar la humillación pero también lloraba por… porque me daba cuenta de que YO no era el mismo. Me asustaba el pensar que en ciertos momentos al recordar aquellos momentos y lo que aquellas bestias me hicieron yo caía en un infierno personal pues dentro muy dentro de mí recordaba aquella extraña sensación de inmenso placer que sentí cuando Javier me hizo suyo. ¡NO! Yo no era ningún puto ni maricón. A mí siempre me habían gustado las mujeres. Sus formas y sus dejos eran intoxícate. No es que yo hubiese sido un Don Juan pero jamás había pasado por mi mente el interesarme en un cuerpo o forma masculino. ¡Y ahora! Ahora la inercia me carcomía por dentro. La humillación de la que fui objeto me derrotaba. Pensaba una y otra vez lo que debí de haber hecho. Si yo hubiera. Si yo… pero una y otra vez terminaba derrotado y atiborrándome la mente de vergüenza total al reconocer mí derrota física y moral a manos de aquellos pubertos pervertidos.
Tal vez por inercia me levante a revisar no fuera a ser que alguien hubiese entrado. Encendí la luz del comedor y recorrí la casa. Se encontraba absolutamente vacía. ¡TOTALMENTE VACIA! Un horrible escalofrió recorrió mi espalda y con horror corrí al cuarto de mi hijo. Abrí la puerta lentamente para no despertarlo y ahí se encontraba mi angelito. Me quede absorto viéndolo como cuando años atrás disfrutaba abrazado a mi esposa el verlo dormir. ¿Por qué será que los padres nos absorbemos al ver a nuestros hijos dormiditos en su cama? Aquel angelito aún me hipnotizaba al verlo descansar. Tan bello mi hijo tan… hermoso. Su cara digna de ser pintada por el mismo Miguel Ángel. Dormía tan solo con su ropa interior debido al calor de la estación. La escasa luz dibujaba la silueta de su hermoso cuerpo. Mis ojos repasaron sus formas. Sus músculos. Es tan… pero tan… ¡perfecto! Su cuerpo aun sin vellos permite observar claramente todos sus crecientes músculos. El calzón entallado le calza perfectamente dejando poco a la imaginación. Mis ojos se clavan en su… ¿masculinidad? Lo puedo percibir. ¡Oh, Dios! Aquel redondo pedazo de carne se dibuja claramente y hasta lo siento palpitar ahí en su prisión.
¡¡OH DIOS!! ¿Qué me sucede? ¿Por qué estoy diciendo esto? ¿Por qué mis ojos se fijan en…?
Me odio a mi mismo. ¿Cómo podía yo? ¡SI! Estaba yo ahí parando viendo esplendorosamente el culo de mi hijo enmarcado en aquella deliciosa blanca trusa que relucía con la luz de la luna. La blanca tela se veía azulosa y la suave tela redondeaba aún más las curvas naturales de mi…”pompudito”. Recordé el estúpido apodo con el que lo habían nombrado y lo peor de todo es que no podía estar en mayor desacuerdo. ¡SI! Pompudito. Nunca mejor dicho.
Cerré la puerta con gran cuidado con un remordimiento de conciencia mayúsculo. En los ojos de mi mente se había impregnado aquella angelical figura que diabólicamente remordía mi conciencia. Mi mente revolucionaba en torno al delirio personal cuando cerré la puerta de mi cuarto y…. por poco pierdo el control de ¡¡esfínteres!!
-¡Ya es hora gran puta!- me dijo, Javier, mi desvirginador con un aplomo digno de todo un rey.
Mis calzones y mi ánimo cayeron hasta el suelo. ¿Pe…pe…ero ¿Co… co… co… como…?
A pesar del susto y la sorpresa no lo pude evitar. Mis ojos, mi mirada fue atraída como magneto y mi vista se focalizo en… si… quisiera evitarlo…quisiera callarlo pero… es imposible. Mi mirada se clavó en aquel níveo calzón. De la misma manera en que segundos antes me deleitaba recorriendo las viriles formas de mi hijo ahora en este momento en automático mis ojos estudiaban, a pesar del miedo, con deleite la deliciosa forma de… si… de su… calzón.
Literalmente empecé a babear cuando estudie con cuidado su forma delicada y perfecta. Sentí una profunda envidia a esa prenda tan pegada a él, a su forma, a su cuerpo, a su esplendorosa piel, a su hermosa virilidad escondida. Aquel par de musculosas piernas rematadas en medio con semejante bulto. El mismo bulto que me había poseído y no en sentido figurado precisamente.
Javier lo notó de inmediato y sin dejar de posar sus ojos en mí viéndome de aquella manera tan posesiva saco su gran verga de su trusa mostrándomela en todo su esplendor.
Allí ante mi estaba el pedazo de carne que me había arrebatado mi hombría. Se exhibía ante mí de manera soberbia. Aquel cilindro de carne gruesa. Perfectamente erguida. Recta y coronada con aquel esponjoso glande que como cereza de pastel coronaba su principio. Se movía saludándome. Al menos eso sentí cuando tembló ligeramente me imagino motivada por el deseo lascivo de su dueño.
¿Tú que hubieras hecho? Un hombre real hubiera reaccionado y se hubiera encabronado y tomando acción hubiera sacado a patadas a aquel patán que se exhibía de esa manera. ¿Pero yo? Yo solo me quede ahí parado. Mirando. ¡ADMIRANDOLE! Yo solo me quede ahí parado. ¡PARALIZADO! ¡ENHIESTO! ¡PETRIFICADO! ante aquella vista ante mí.
Aquel muchacho se exhibía ante mí. SU mano aferraba su miembro y lo empezó a agitar frente a mi vista. Su mano empezó a subir y bajar lentamente mientras mis ojos acompañaban su travieso movimiento.
Una transparente gota cristalina salió de aquella pequeña apertura brillando en todo su esplendor como respuesta al apretón que su dueño le propino.
Él se levantó y sin dejar de masturbarse se acercó a mi persona. Pude adivinar sus intenciones al ver la cara con la que me estaba viendo en ese momento.
Reaccione sin pensarlo. Me di la vuelta y con todas las fuerzas de mi alma emprendí la huida. Aquel monstruo entre sus manos me aterraba. Me causaba pavor. Por mi mente paso segundo a segundo la reconstrucción de nuestro primer encuentro ahí en la sala de mi casa. ¡NO! No iba a permitírselo. De ninguna manera yo volvería a…
Al atravesar la puerta de la recamara y regresar a la sala de mi casa me quedé de una pieza. ¡FRIO! ¡CONGELADO!
Múltiples manos tomaron mis brazos y unas patadas me hicieron volver a caer de rodillas. Ahí en la sala de mi casa se encontraban los anteriores perpetradores del ataque en mi contra y junto a ellos un innumerable número de acompañantes.
-¡NOOOOOO!- grite dentro de mí.
-¡NO PUEDE SER!- me repetía interiormente mientras aquellas voces callaban y totalmente en silencio clavaban sus miradas en mí.
A fuerza de patadas me hicieron desplazarme en mis rodillas hasta llegar al sillón que como gran trono ocupaba aquel buitre adolescente. Otro par de patadas me hicieron avanzar aún más hasta quedar en medio de sus piernas y mi cara a escasos centímetros de su verga llegándome el tufo de su enhiesto y reluciente miembro.
Volví a sentir aquel agudo dolor cuando una mano se posó en mi cabeza y sujetándome firmemente por el cabello me obligó a quedar hincado frente a él y su esplendorosa verga.
-¡Ahhhhhhh!- dije lastimeramente.
Sin decir palabra alguna Javier me sostuvo con una mano mientras con la otra aferrada a su grueso mástil la acerco a mi cara. Mi nariz pudo absorber todo aquel masculino aroma.
-¡GRAN PUTA!- sus palabras resonaban en mi cabeza mientras aquel esponjoso hongo se acercaba y haciendo contacto en mi cara me empezó a quemar y a marcar de por vida. EL calor que emanaba ese gran trozo me hacía sentirlo deslizándose por mi rostro.
Una y otra vez se paseaba por mi nariz deslizándose hacia los lados y… mis labios. Podía sentir un dejo de humedad pasar y quedar ahí en mi cara.
Reaccioné ante aquella humillante situación y quise echar mi cara hacia un lado solo para recibir una serie de fuertes bofetones de un lado y del otro en mi cara.
-¿Eres tú? ¿O quieres que se la dé al “Pompudito”?- me recordó mi verdugo.
Me sentí derrotado nuevamente. Por más que me resistiera aquel maldito me tenía en sus manos. No se necesitaron las palabras. Tan solo me sentí totalmente desvalido y mi dueño lo sintió en mi actitud así que sin esperar más aquel cilindro fue reduciendo su campo de acción y sin más tuve que abrir mi boca y recibirlo adentro de mi boca.
-¡AHHHHHH!!- escuche a mi agresor expresarse al sentir el calor de mi boca al cubrir su miembro.
-¡AAAAGGGGHHH!-fue mi respuesta al sentirme ahogado por el grosor que se introducía hasta el fondo de mi garganta haciéndome difícil respirar. Sin embargo mi captor ni se inmutó y siguió repitiendo mi castigo. Una y otra vez sin descanso alguno, aquel pene taladró mi virginal garganta como si de romper piedra se tratase. Me ahogaba y pequeñas lagrimillas salían de mis ojos tanto por el esfuerzo de sentirme asfixiado y tratar de recobrar aliento como por el hecho de estar nuevamente derrotado ante todos aquellos ojos que no se despegaban de mi humillación pública.
El chiquillo se retiró de mi boca y se puso de pie sosteniendo su miembro en su mano para después con pasmosa rapidez dedicarse a subir y bajar el tallo con pasmosa rapidez.
-¡AHHHHHHH! ¡AHHH! ¡AHHH!- se escuchó únicamente en aquel salón lleno de espectadores.
En cuestión de segundos aquel grosero miembro escupía su carga en mi ser. ¡UNO!, ¡DOS! ¡TRES! Fuertes y pesados churrascones blancos y grumosos me azotaron en pleno rostro ante la complacencia de la juvenil audiencia. Con gran puntería otros tantos fueron repitiéndose en los mismos lugares y empecé a sentir como el líquido caliente escurría por mi recién mancillada cara.
-¡JA, JA, JA, JA!-escuchaba las múltiples risotadas con las que celebraban la gran hazaña de su héroe.
Como emperador romano, el adolescente subió su mano y empuñándole pidió silencio. Después la bajo para volver a tomar su goteante verga y sin dejar de sostener mi cabeza al tenerme empuñado en mis cabellos se acercó a mí y con gran parsimonia se dedicó a extender su obra. Su verga como pincel recorrió TODA mi cara y su semen fue la pintura con la que me cubrió acuciosamente dejando cada rincón cubierto por su espeso y quemante líquido. El aroma de su semen emanaba por cada poro de mi recién maquillada piel.
Al haber hecho aquello, TODA la cabeza de su verga quedaba impregnada y brillosamente relucía una blancuzca cubierta. Halo mi cabello nuevamente haciéndome respingar y pasándola finamente por mis labios volvió a introducirla en mí haciendo que su violáceo hongo volviera a quedar limpio y brillante pero esta vez por mi saliva usada para ello dejando en mi boca un extraño sabor entre ácido y agridulce.
Como si se tratara de una coreografía muy bien ensayada, Javier alzó sus manos en señal inequívoca de triunfo absoluto. De su boca salió la frase que sellaría mi destino:
– ¡Gran Puta en Servicio!- y alejándose se dejó caer placenteramente en el sillón de mi sala.
Esta fue la seña para que la vorágine empezara. Sin orden alguno. Sin capacidad de espera. Arremolinándose y empujándose unos a otros, mientras yo continuaba sostenido inmisericordemente por mis conocidos verdugos haciendo que mis brazos se entumecieran al cansancio, una hora de vergas buscaban mi agujero bucal. La primera fue certera y ni un segundo había pasado cuando ya me atragantaba yo con un joven pedazo de carne entrando nuevamente en el lugar que hace tan solo un par de minutos mi verdugo utilizaba. Aquel chiquillo estaba desesperado. Me imagino era su primer contacto sexual porque sin más ni más arremetió con ansias locas y sin tardar mucho ya estaba inyectándome a chorros la semilla de su vida. Apenas si tuve tiempo de deglutir cuando ya otra más ocupaba su lugar. Todos se arrejuntaban y en el calor del momento no esperaron. Todos sostenían sus falos frente a mí tratando de lograr su cometido. Frente a mí en ese momento tenía un muestrario de todo tipo de fierros en potencia. Unos más grandes que otros, algunos curvados, unos sorprendentemente grandes, otros chicos y pequeños, cabezones, triangulares pues se veía puntiagudo en la pequeña cabeza que luego se iba ensanchando hasta llegar al pubis, alguno extrañamente delgado mientras que otros eran abarcados con dificultad en su protuberante circunferencia.
Algunos me visitaban por escasos segundos mientras otro más abusivo y grande los empujaba a un lado aventando codazos a los costados para que nadie le quitara su oportunidad y con gran aña ante la oportunidad obtenida violaban mi boca sin ninguna misericordia tan solo saciándose a si mismos. Mis ojos volteaban hacia todos lados buscando ayuda locamente. Alcanzaba a reconocer algunas caras lo cual me llenaba aún más de vergüenza al identificar a aquellos a quienes a la entrada de la escuela en la mañana me encontraba en ratos. Por supuesto la calentura solo iba en crescendo. Algunos al verse perdidos de oportunidad solo se la jalaban cerca de mi calentándose con lo que los otros me hacían. Nuevamente. Sin yo esperarlo empecé a sentir aquellas salpicaduras calientes y espesas cayéndome por aquí y por allá. Algunas certeras en mis mejillas. Algunas otras fallaban y me caían en el hombro. Alguno otro que era jalado y habiendo depositado su primer derrame dentro al ser jalado alcanzaba todavía a echarme chispazos que caían en mi pecho o en mis redondeadas tetas. Hasta mis oídos fueron blanco y sentí como perdía cierta percepción del sonido al ser inundado de semen por esa vía. Desesperados no sé si por la situación o por la calentura me jalaban las orejas o el pecho en un vano intento de hacerme voltear y buscando tener la oportunidad de ser atendido. Incluso alguno que otro más dominante agarro mis dos orejas como azas para mover mi cabeza y masturbarse con mi boca haciéndome llorar del dolor.
El olor jamás podré olvidarlo. Muchos de ellos jóvenes imberbes con apenas unos pelillos olían de manera muy particular. Se podía oler su inocencia mientras que por el contrario algunos otros poseedores de una espesa selva emanaban un olor almizclado salvajemente penetrante. Ese olor se me metía en las fosas nasales al igual que sus penes se introducían en mi boca. Aunado a ese olor de hombre el indiscutible olor a semen y sudor derramado llenaba la habitación.
¿Cuánto tiempo paso? Lo ignoro. Pero a pesar de estar chupe y chupe. Y eso podría decirlo en sentido figurado porque en verdad yo no pude ejercer acción alguna pues solo era usado como caño de semen. MI boca me dolía y la sentía reseca a pesar de los líquidos vertidos que en realidad para nada ayudaban a mi situación. Con falsa esperanza, quería pensar que al ir descargando se cansarían y disminuirían pero creo que fue al contrario pues solo alcanzaba a ver una multitud de torsos frente a mí. Mis captores tomaban turnos para mantenerme sometido sin dejarme escapatoria y algunos de aquellos chiquillos más cruentos que otros doblegaban mis brazos con tal fuerza que pareciera me los fueran a zafar o peor aun cuando uno de ellos me doblego encajando su rodilla o pierna en mi espalda haciéndome arquear.
Ya cansado hubo momentos en que sin querer cerraba yo mi boca en un vano intento de defensa pero aquellos salvajes siguiendo las órdenes de los otros me forzaban con fuertes cachetadas o incluso enterrando sus dedos en mis mejillas y quijadas haciéndome abrir nuevamente para seguir recibiendo mi iniciación según palabras de Javier.
Extrañamente pararon de repente y se alejaron de mí. Tontamente pensé que todo había terminado y que de alguna forma el gran jefe se había apiadado de mí. ¡Qué equivocado estaba!
Aquella parvada se alejó solo para que aquellos esbirros me tomaran y literalmente arrastrándome me llevaran a la mesa aventándome en ella con la espalda recostada. Mis piernas entumidas caían en el borde de la mesa y fueron alzadas por mis captores quienes con un brazo aprisionaban mis rodillas forzándolas hacia atrás dejando TODO mi trasero expuesto.
Adivinaba lo que venía. Javier se posicionó al final de mi rabadilla. Carcajeándose de mí, me miró fijamente a los ojos y me sentencio:
-¡GRAN PUTA!- y acercándose con su falo erecto me penetro nuevamente a pesar de mi reticencia.
Yo movía mi cabeza en señal de negación. ¡NO! ¡NO nuevamente! Me negaba a ser usado de esa manera. Mi interior luchaba por negar mi realidad. Mientras que el gran fierro de Javier me perforaba íntegramente pretendiendo llegar al fondo de mí ser.
Creo que esta vez el dolor fue más intenso pues la primera vez ni me lo esperaba ni sabía lo que pasaría pero esta vez me sentía consciente a morir. Esta vez mi garganta no me traiciono y lance un gran alarido al ser penetrado de esa manera.
¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGG!
Javier solo sonreía. Podía apreciar su dentadura perfecta en aquella mueca de burla con la que me sepultaba.
Si la penetración era dolorosa, lo era aún más la retirada. Javier lo sabía y empezó a retroceder como queriéndose llevar mis intestinos junto con su miembro provocándome un agudo dolor.
¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGG!-volví a gritar sin importarme ya nada más que acabar con ese suplicio.
Mis gritos se perdían entre el barullo de los miembros convocados que coreaban en un suave murmuro:
-¡GRAN PUTA!-
Javier me ignoro y casi sacando dejo la punta en la mera entrada para repetirme la dosis nuevamente y asegurarse de mí tormento.
-¡NO!
-¡POR FAVOR!
-¡YA NO!- le suplique solo para provocar que con mayor saña me atacara en medio de la algarabía de su audiencia.
No pude contenerme más y me solté llorando a raudales mientras mi culo era visitado una y otra vez.
-¿Ya se te olvido? ¿GRAN PUTA?- me comento con gran sorna.
En ese momento reaccione y me di cuenta al Javier dirigir su mirada a mi miembro. Reaccione y me di cuenta de como mi verga se proyectaba también y empezaba a segregar liquido pre seminal. Es tonto pero aquello me causo un gran dolor. El sentir que me cuerpo reaccionaba de aquella manera ante el evento me lleno de un dolor profundo. Moví la cabeza de lado a lado negándome a creerlo.
-¡SI! ¡GRAN PUTA! ¡SI! ¡DILO!- me increpo Javier.
Ante mi negativa, me tomo fuertemente de las caderas y con un ligero movimiento de cabeza le ordenó a sus siervos que jalaran aún más mis piernas hacia atrás quitándome la respiración y haciendo que mi ano se abriera todavía más a recibirlo.
AL igual que hace unos minutos atrás se jalo la verga con mucha rapidez de igual manera tomo aire y se dejó ir adentro de mi entrando y saliendo continuamente sin descanso con asombrosa velocidad como si de un conejito se tratase.
Yo solo podía pujar ante la falta de aire y al sentirme aplastado por su peso pero empecé a sentir aquel extraño cosquilleo de la otra vez.
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!-grite al reconocerlo
Justo en el momento en que Javier lanzo un salvaje gruñido de satisfacción al llenar nuevamente mis tripas con sus mecos aquella sensación extraña parecida a una descarga de electricidad me invadió desde mi cola esparciéndose por todo mi cuerpo hasta sentir una especie de estallido en mi cerebro.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHHHHHHHHHHHHH!- grite a todo pulmón.
-¿PAPÁ?-escuche una voz decir al momento en que aquellos imberbes que me rodeaban se separaban y abrían espacio solo para encontrarme con mi hijo quien sobándose los ojos con cara de amodorrado se acercaba preguntándome con aquellas extrañas palabras.
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El susto de ver a mi hijo me impulso y desperté repentinamente. Abrazado a mi almohada me rendí llorando con infinita tristeza. Las lágrimas mojaban mi almohada mientras mis húmedos calzoncillos mojados también me recordaban el contenido de mi sueño.
wow buen relato sigue contando amigo. 🙂 😉
Que lástima que solo fuera un sueño. Yo desearía que eso me pasara a mi en la realidad.
¡¡MIL GRACIAS!! Espero seguir colaborando y que les guste mi trabajo.
Hay! Pobre se hizo pipi en la cama HAHAHAHA
El mejor relato de todo el sitio