VIOLADO POR LOS BULLYING DE MI HIJO (VERSION REMASTERIZADA)
¿Qué sucede cuando un adulto cae en las manos de unos adolescentes? Un padre de familia se ve atrapado en una situación irreal en la cual jamás penso verse involucrado. ¿Como reaccionará al respecto?.
-Toc, toc, toc,- tocaron a la puerta.
Era esta la tercera vez que con gran insistencia tocaban sin importarles el afamado:
-¡Ya voy!
Debido a que trabajo en casa estoy acostumbrado a recibir paquetería de documentos los cuales me encargo de traducir o transcribir. Es de esa manera en que me gano la vida. Bueno, mi nueva vida. Esta vida destrozada que me ha tocado vivir desde aquel trágico evento. Después de haber llegado de la escuela de mi hijo me estaba cambiado para estar más cómodo así que jalé unas guangas bermudas que tenía a la mano y acomodándomelas en mi frondoso cuerpo. Me apresure a abrir la puerta de mi pequeño y modesto departamento.
-¡PUM!
El azotón que recibí en la cara me nublo la vista y la fuerza de aquella pesada puerta de metal se proyectó en mí aventándome una buena distancia hacia atrás y haciéndome caer en el suelo de golpe cuan largo era.
Debo admitir que hace ya años que yo no tocaba el suelo de esa manera así que la situación me dejo totalmente confundido y perplejo. Atontado y atolondrado no atinaba yo a discernir que sucedía en esos momentos.
En menos de un parpadeo cuando mi nublado cerebro trataba de ponerse en orden pude ver a aquellos tres adolescentes quienes asegurándose de azotar la puerta para dejarme sin escape alguno me rodearon como una manada de chacales.
-¿Qu…..que….. qu…. que … pasa?- trataba de mascullar en un vano intento por preguntar la razón de aquella interrupción a mi vida cuando…
Los tres chavales no me dieron tregua. Merodeando como carroñeros alrededor mío empecé a sentir su castigo. Ni tardos ni perezosos me empezaron a castigar con sendas y duras patadas en mí no muy bien cuidado cuerpo. Fugaces, rápidas pero muy certeras me castigaban por todos lados.
-¡Ay! …….¡AHHHHH!……… ¡AGHHH!-eran los monosílabos que salían de mi garganta mientras mi cuerpo era castigado en el piso como piñata navideña.
Las patadas caían certeras por todos lados. Especialmente castigaban mi espalda, mis hombros, mis piernas donde se ensañaban en mis muslos. ¡Qué poco sabía yo de mis agresores! Sabían lo que estaban haciendo. No era yo su primera víctima. Como después comprobaría sus certeros golpes me harían difícil el desenvolverme y reaccionar o caminar de manera normal al menos inmediatamente.
Lo peor de todo no fue ese castigo brutal propinado de manera tan inesperada. Lo peor fue el sentimiento de inutilidad que me invadió. ¡YO! Todo un señor. Un padre de familia. Un actor de la vida productiva del país reducido a saco de patatas de esa manera. Hubiera preferido seguir en el limbo perdido sin saber lo que estaba pasando pero como dije mi cerebro empezó a reaccionar y empecé a percibir no únicamente los golpes que me propinaban. En medio del ruido que yo mismo provocaba con mis quejidos me empecé a dar cuenta como aquellas hienas se burlaban descaradamente de mi persona.
-¡Muy machito!, ¿No?
-¡AY, si! Mi hijito. Me lo maltratan.- agrego otro de ellos moviéndose mariconamente y ensalzando sus palabras con manerismos femeniles.
A cada patada propinada le seguía una risa burlona e hiriente tal cual como si de hienas humanas se tratase. Aquel sonido agudo empezó a taladrar mis oídos y mis cerebros. Esas risas se sucedían una detrás de la otra. Una por una las fui escuchando y peor aun cuando al atizarme en algún lugar más idóneo para ellos mi respuesta de dolor les hacía saber que en realidad me estaban humillando y haciéndome sufrir.
Es gracioso pensar como el tiempo se detiene. La verdad es que no creo que aquello haya durado más que unos minutos. Unos minutos que congelados en el tiempo fueron para mí toda una eternidad. Yo solo alcanzaba a tratar de esquivar y cubrirme sin lograrlo. Como repito, aquello parecía una coreografía de baile perfectamente estudiada.
-Poooo…..por…. por…. po……
-Ja, ja, ja-estallo en risotadas uno de ellos.
-Está haciéndose popó- grito coronando sus carcajadas solo para que sus amigos también estallaran de manera burlona señalándome con el dedo.
-Mierda cabrón- grito el cabecilla tirándome una patada que de haber atinado me hubiera roto todo el hocico y que gracias a que alcance a meter el brazo me pudo proteger solo para enconar aún más su rabia contra mí.
-Por….por…por favor-alcancé a mascullar pues la verdad la situación me tenía totalmente acojonado y un nudo en la garganta que no había sentido sino desde mi más tierna infancia me impedía pronunciar palabra alguna de manera normal.
El cabecilla se acercó un poco. Histriónicamente con una mirada de compasión se acercó tendiéndome la mano haciéndome pensar por un momento que se apiadaría de mí pero no fue así. En el último instante cuando la distancia fue la correcta solo se acercó para certeramente dispararme un escupitajo en la cara que aterrizo sobre mis llorosos ojos nublándome aún más la vista.
-¡Pinche puerco!-me grito- ¡A ver si aprendes!
Y mientras decía esto y yo en vano trataba de limpiar mi vista empecé nuevamente a sentir más golpes castigándome por todos lados. Al tratar de protegerme sin lograrlo y hacerme “bolita”. Ellos tomaron aún más confianza a sabiendas de que yo no les representaba amenaza alguna y que no trataría de patearlos y entonces usando sus puños acometieron contra mi persona propinándome daño en partes que realmente duelen. Eran todas unas aves de rapiña sedientas de venganza.
******
¿Venganza? Bajo su perspectiva estaba claro. Yo me había atrevido a meterme en sus dominios y ahora lo pagaba muy caro. Fue apenas el día de ayer que la rabia me invadió como nunca. ¡Venganza la mía! Ironías de la vida pues en aquel momento jure y perjure que si me llegara a encontrar a estas bestias de seguro les pondría en su lugar. ¡Quería destrozarlos! Recuerdo claramente como había yo empuñado mis manos lleno de rabia al enterarme de sus infamias. Había tenido que reprimirme para no asustar de más a mi retoño que con lastimeros sollozos se había por fin atrevido a confesarme las canalladas de las que era objeto.
Inolvidable mi sorpresa cuando escuche llegar a mi hijo de la escuela. Extrañado por que no fuera a saludarme y se fuera a su cuarto donde le encontré echado sollozando. Una vez más se me partió el corazón al verle así. Igual que yo derrotado. Ese llanto que te rompe el corazón como… si… como cuando su madre nos abandonó para siempre. Yo le conocía como la palma de mi mano y aquel llanto venia de un corazón desgarrado, sí, mas no desgarrado como yo pensaba.
Con inaudito detalle por fin pude hacer que mi hijo confesara. Por fin pude abrir su corazón y su lengua hablo. Hablo sin parar dejándome estupefacto. Escuchando la maldad de los corazones con alma negra como fueron los perpetradores de aquella situación vil. Mi hijo me conto al detalle como desde el primer día que había pisado esa escuela una bola de gandallas lo hizo presa. ¡Aquellos malditos desde el primer día le hicieron ver su suerte! Claro, primero con palabras. ¡Pinche güerito! fue lo menos con lo que empezaron. Desde el primer día los motes de afeminado le llovieron. Le empezaron a aventar besos. Empezaron a…. acosarlo marcando por encima de la ropa sus penes diciéndole que si le gustaba ahí tenía de donde surtirse. Mi hijo reacciono con sorpresa. En el colegio que su abuelo lo había tenido antes ¡JAMAS! se había dado tal comportamiento. Anteriormente mi hijo fue querido por sus maestros. Apoyado por sus compañeros en el largo calvario con el que la enfermedad de su madre nos persiguió. Se sintió querido y protegido mientras que ahora era acechado como presa de caza. Sí, porque eso fue lo que hicieron aquellos desalmados. ¡Acecharle! Todos los días lo seguían. Todos los días se apostaban en diferentes lugares para… para molestarle. ¡Zas! Un zape en la cabeza. Repentino. Fugaz. Ni bien había caminado un tramo cuando…. ¡Paz! Una sonora nalgada que llamaba la atención de los demás. Un empujón aquí. Otro empellón allá. Otro día fue “Calzón Chino”. AL siguiente en clase de deportes a medio juego le bajaron el short con todo e interiores dejándolo expuesto por completo. Y lo más humillante, una sarta de comentarios vulgares y soeces capaz de sonrojar hasta el más gallito: Pompudito, mi colita, mijo….tito, y demás pendejadas que en medio de la turba le gritaban después de pronunciar con sus sucias bocas su nombre.
Aunado a ello. ¡LA BURLA! El escarnio público. Las risotadas de media escuela que se daba cuenta de lo que sucedía y que nadie se atrevía a declarar o ayudar al necesitado indefenso.
Sus ojos llorosos se clavaban en mi ser en lo más profundo de mi alma. Solo un padre puede entender esta situación.
-¿Qué….que… te… paso?- contesté pues a pesar del sentimiento que me embargaba pude constatar el rostro magullado de mi hijo. Uno de sus ojos se veía magullado mientras que en sus mejillas se podían adivinar rastros de cachetadas pues los dedos aún se percibían pintados en su blanca piel.
Acto seguido a moco tendido me fue relatando el último suceso. Ese día en educación física después de haber hecho su serie de ejercicios el maestro tuvo que atender algo en dirección dejándoles actividad libre por unos momentos. Fue el momento perfecto. Las hienas atacaron. Se acercaron a mi hijo y rodeándole empezaron una vez más a decirle cosas mientras los demás estaban lejos de ellos. Lo rodearon dando vueltas tal como harían conmigo después. Saboreándose a su presa. Mi hijo sintió terror según me confeso. Quiso escapar. No lo dejaron. Al contrario. Cerraron el círculo tal y como lo acababan de hacer conmigo. Era su técnica. Mientras le decían cosas le empujaban. Por frente. Por detrás. La cosa se calentó. Le…. Le…. le agarraron el culo. Mi hijo se asustó aún más. Empezó a dar manotazos a diestra y siniestra tratando en vano de protegerse. Fallo miserablemente. Eso solo lo puso en evidencia. Puso en evidencia su falta de pericia. Puso en evidencia cuan débil e inocente era.
Se pusieron aún más rudos. Le lanzaron guantadas. Sin puño. Solo queriendo asustarlo lo cual lograron. Le decían cosas. Se acercaban y se alejaban. Después de los manazo en cabeza y sonoras nalgadas que mi hijo no pudo o no supo esquivar, le empezaron a dar de empellones. Mi hijo solo daba vueltas adivinando quien sería el agresor. Lo empujaban y le hacían perder el equilibrio ridiculizándolo en sus movimientos. En uno de esos empujones mi hijo perdió el equilibrio por completo cayendo de rodillas hacia el frente con tan mala suerte que su cara fue a aterrizar justo en el pubis de uno de ellos. Ni tardo ni perezoso no perdió tiempo y aprovecho la ocasión. Tomo a mi hijo por las orejas y mientras se reía y le decía cosas hirientes como “AHHHHH, ¿Esto querías mijo?” y mientras decía aquellas palabras le restregó la cara a mi hijo en su parte varonil mientras sus compinches se burlaban y aprovechando la posición de mi hijo le soltaron varias fuertes y dolorosas nalgadas.
Mi hijo perdió el control. Solo sollozaba. Se sentía perdido. No pudo recuperar la compostura mientras como muñeco de trapo se lo pasaban uno al otro propinándole el mismo castigo. Una y otra vez la cara de mi hijo fue masacrada en sus pubis mientras era objeto de burlas y su trasero le ardía más y más con cada palmada recibida. Le dejaron la cara roja y marcada. Ciertos rayones de las costuras de sus prendas quemaron la delicada piel de mi vástago y aun después eran visibles.
Abracé a mi hijo escuchándole sollozar y estúpidamente le asevere que todo terminaría que yo lo arreglaría y que todo quedaría resuelto al otro día.
¡Ay de mí! Me apersone en el colegio exigiendo hablar con el director. Si lo desconoces no intentes comprenderlo. Si eres como yo una víctima más del sistema entenderás como funciona la burocracia. Después de casi dos horas de espera por fin me atendió el famoso director. Le conté lo sucedido. Lo mejor que pude pues era tal mi indignación que las palabras se me atragantaban mientras aquel empleado de pacotilla me escuchaba sin mostrar ningún ápice de afecto. Apenas si reacciono con extrema calma al momento de según yo amenazar. Me dijo que habría que escuchar a las partes. Y eso sucedió.
Me quede desarmado. Al momento de entrar las tres bestias que acometían a mi hijo ni yo mismo pude reconocerlas. Mi mente me había mentido. Pensé encontrarme con la típica imagen de cholos de barrio. Pensé que vería a tres mozalbetes de quinta sin embargo la realidad me pego en la cara. Aquellas tres criaturas con tan solo verlas eran lo opuesto a lo que había yo imaginado: morenos, altos, fornidos tipo toritos de plaza. Entraron con absoluto respeto llevando sus uniformes con gallardía de manera impecable. Sus cabellos en el lugar perfecto y ligero aroma a limpio inundo la oficina cuando los tres pasaron junto a mí y muy respetuosamente saludaron tanto al director como a mí y hasta un fuerte apretón de manos me dieron.
El director tomo la batuta y con increíble frialdad les hizo saber el motivo del llamado y los conmino a declarar su posición. Me quedé atónito cuando uno de ellos tomo la palabra. Su manejo del lenguaje fue impecable y con magistral resolución admitió que él y sus amigos si habían molestado de alguna manera a mi hijo pero negó categóricamente las acciones mayores dejando en claro que solo habían sido faltas menores y de igual manera enfatizo que solo habían sido un par de veces. Mientras decía aquello sus ojos me taladraban el cerebro y su mirada me retaba de una manera audaz e inmisericorde.
Torpemente insistí en que la historia que yo tenía era diferente. El director zanjo la diferencia y para terminar con mi débil alegato hablo a la secretaria haciendo que mi hijo entrara.
¡PUTA MADRE! Desde que lo vi entrar sentí que estábamos desarmados. Mi hijo entro con la cola entre las patas. Opuesto a aquellos tres sementales, mi hijo entro casi arrastrando los pies y con una cara de compungido que no podía con ella. Parecía que en cualquier momento echaría a correr. La cara se me caía de vergüenza a mí también cuando mi hijo desmintió abierta y absolutamente todo lo que yo había dicho. Admitió que había llegado llorando a la casa pero que había sido porque no lo habían escogido en el equipo. Cuando le dije que me explicara lo de su cara, empezó a hacer pucheros. Uno de los muchachos dijo que lo había visto llorando y que al acercarse un compañero para que no lo vieran llorar se había restregado la cara con su camiseta y que le había puesto la cara muy roja.
Lo peor del caso fue que mi hijo ahí enfrente de todos se me echo a llorar nuevamente pidiéndome perdón por haberme mentido lo cual se llevó a la chingada todos mis argumentos poco sabia yo de la amenaza que le habia propinado minutos antes.
Con la cara roja de vergüenza no pude mas que balbucear el perdón y la disculpa tanto al director como a los tres angelicales pubertos. De la misma manera que mi hijo había entrado así salí yo: con la cola entre las patas haciéndome mil preguntas y culpándome yo mismo pensando que la situación de mi hijo se debía a los cambios de vida que habían sucedido, la pérdida de su madre, el cambio de ciudad. Si aquellos cambios que yo había propiciado para alejarme del dolor que nos causaba nuestra ciudad de origen. ¡Qué equivocado estaba!
******
El dolor del jalón de cabello con que uno de ellos me tomo me hizo volver a la realidad.
-¡Vas a aprender quien manda!- me dijo su cabecilla con una determinación absoluta.
Aventando mi cabeza hacia el suelo me ordeno: “¡Para el CULO!”
La verdad es que no estaba yo como para preguntar y como dócil corderito obedecí inmediatamente solo para sentir como descargaban su furia aventándome patadas en el culo.
-Toma pendejo- me decían una y otra vez mientras patada tras patada mis adoloridas nalgas recibían su castigo.
El instinto me ganó y en una de esas me moví para evitar el doloroso castigo. Por lo cual nuevamente el jefe se acercó hacía el frente y pisándome con su pie la cabeza me dijo:
¡Nomás no aprendes pendejo!- eso lo dijo con una furia como que se le quisiera salir el hígado y ordenándole a sus compinches les dio la orden.
Los otros dos solo dejaron salir risotadas y uno de ellos me doblo el brazo hasta casi sentir que me lo iba a desgarrar o a quebrar mientras el otro para mayor vergüenza mía jaloneo mis delgadas y viejas bermudas desgarrándolas hasta dejarme en calzones.
-Jajajajaja- se rieron cuando quede expuesto ante ellos con mis guangas trusas expuestas.
Con una frialdad inusitada, Javier, el cabecilla, recalco:
-¡Dije TODO!
Trate de cerrar mis piernas pero las fuerzas me faltaban. Además no hizo falta. Aquel que ejecutaba las ordenes con una facilidad asombrosa simplemente jalaron mis delgados calzones haciéndolos tirones sin importarle si me lastimaba la piel o no al jalármelos de esa manera salvaje. Hasta el elástico cedió dejándome una profunda marca que duro varios días.
Ahí, en medio de mi departamento me encontraba como pieza de caza. Agachado en cuatro con el culo al aire en medio de un trio de perversos pubertos.
Un silbido cruzo el aire y repentinamente mi culo se contrajo cuando aquel grueso cinturón me desgarro algo más que el alma.
Un berrido salió de mi garganta al sentir el castigo que me empezaban a propinar. No me dieron tiempo a respirar pues sin piedad alguna uno tras otro sin descanso alguno los cinturonazos castigaron mis peladas nalgas para complacencia de ellos. NUNCA en mi vida había sentido aquello. Ni siquiera de niño mis padres me habían hecho tal castigo. Me sentí débil. Me sentí indefenso totalmente.
Extrañamente. NO reían esta vez. Estaban totalmente callados. Absortos en su infamia. Para colmo de males el famoso Javier me tomo del pelo y se me quedo mirando fijamente ejerciendo su potestad ante mí. Mostrándome su lado más perverso. Llenando mi mirada con esa sonrisa burlesca de quien se sabe dueño de la situación mientras que el que me doblaba el brazo lo sostenía con una fuerza inaudita dejándome paralizado y el esbirro se daba vuelo y mis nalgas recibían su sádica caricia. Sin dejar de sostener mi cara ante el empezó a sobarse la verga enfrente de mí. Pude ver como un pedazo de tubo se empezó a dibujar en su entrepierna. Estúpidamente no supe interpretarlo. Solo lo veía. La verdad es que el dolor y la humillación no me dejaban pensar. Solo sentía que era su manera de demostrarme que él era un macho total y sentía que aquella situación lo empoderaba pero nada mas. Jamás paso por mi mente imaginarme su siguiente paso.
-¡AGUANTAMELO!- ordeno con firmeza inaudita a quien me seguía aprisionando el brazo el cual ya sentía yo entumido por la posición.
Sentí claramente como su esbirro me aplicaba mayor fuerza como si fuera necesario mientras una risa burlona se le escapaba.
Javier me jalo con mayor fuerza el pelo haciéndome sentir mi baja posición ante él y me sentencio con claridad.
-¡NUNCA me vas a olvidar!- aquellas palabras calaron hondo dentro de mí. En ese momento me imagine lo peor. ¿De qué sería capaz aquel mocoso? Mil ideas pasaron por mi mente. Pensé que iba a ser torturado o que aquel desalmado me descuartizara ahí mismo. No sé. Repito. Soy estúpido. Ya veía la foto de mi cuerpo desnudo en la prensa de escándalo. La prensa amarillista anunciando mi desnudez en primera plana. Me temí lo peor. Menos lo que en realidad me iba a suceder.
Por estar pensando en todas aquellas pendejadas perdí noción del tiempo. Perdí noción de la realidad. Por estar elucubrando que pasaría no me di cuenta de lo que en realidad estaba pasando. El infame cabecilla había soltado mi cabeza y se posiciono atrás de mí. El muy maldito se desnudó por completo. Eso si. Acomodo limpia y delicada ropa en el sillón para que no se le maltratara tomándose su tiempo como si nada importara. Era todo un dandy en su apariencia y siempre procuraba estar limpio e impoluto a pesar de su cortísima edad.
Un par de patadas me hizo echarme totalmente en el frio suelo y otro par me hizo abrir las piernas hacia los lados. Escuche un sonoro escupitajo y sentí claramente como la saliva aterrizaba en mis nalgas. Uno tras otro nuevamente hasta que la saliva me empezó a escurrir por los rollizos muslos. Aun en ese momento estaba desconcertado. Sentí que era parte más de su humillación el escupirme para dejarme ahí como un pedazo de basura pero…
Sentí algo caliente recorrer mi raja. Eran sus dedos esparciendo su saliva en mi parte más recóndita.
Una punzada repentina me hizo respingar y sentí claramente como un dedo invadía mi intimidad.
-¡UFFFF! Bien cerradito dijo.
Sus compinches solo rieron.
Otro escupitajo se escuchó mas según yo fallo pues ya no sentí nada caer en mi expuesto trasero. Nada sabia yo que la saliva en ese momento recorria su falo preparandolo para su siguiente paso.
Repentinamente solo sentí como mi cuerpo era proyectado al piso. Javier se dejó caer en saco sobre mi aplastándome y con un movimiento perfectamente coordinado su compañero soltó mi brazo solo para sentir un fuerte agarre alrededor de mi cuello hecho por Javier.
¡¡¡OH DIOS!! Juro por mi vida que no se lo deseo a nadie. Después de sentir su cuerpo. Después de sentir que me ahogaba con su llave en mi cuello. Fue en ese instante que caí en cuenta de mi desgracia y de sus verdaderas intenciones.
-¡SIENTELA PUTA!-alcanzo a decirme un segunda antes de…
Antes de que aquel barreno me perforara de una sola embestida sin miramiento alguno. ¡PUM! En un solo movimiento su verga se integró a mi cuerpo juntándonos en uno solo. De una sola estocada Javier me provoco el más grande dolor de mi vida. Solo sentí eso. Un dolor. Un dolor agudo que me recorría desde atrás hacía dentro de mis entrañas y que subía por toda mi espalda dejándome paralitico sin querer moverme.
Tu pensarías que ante tal dolor yo hubiese gritado a todo pulmón pero…
Esta vez no fue así. Es decir. El dolor fue tan fuerte, tan agudo, tan sorpresivo que en lugar de dejar escapar a todo pulmón la existencia de aquel dolor solo pude como los pequeños bebes cuando lloran y se privan. Abrí mi boca a todo lo que daba y grite en silencio. Mi boca abierta solo pudo como respuesta a aquella intrusión en mi ser tratar de jalar aire para en un vano intento tratar de aminorar aquel agudo dolor que invadía mi ser.
Con la mano desocupada mi violador se dio el lujo de jalar mi nalga y tratar de separarla al mismo tiempo que abría aún más mi ocupado anito y con un fuerte movimiento enculo aun todavía su verga dentro de mi ser. Pude sentir claramente como mi culo cedió ante su embestida unos milímetros más y parecía que aquel cabrón muchachito quería meterme hasta los huevos dentro de mí.
Yo solo berreaba calladamente sintiéndome completamente humillado por su acción. No contento con aquello todavía se dio el lujo de sobajarme aún más pues bajó su mano desocupada y empezó a toquetearme el culo a su antojo.
-Estás bien buena MAMACITA- me dijo mientras sus manos se deslizaban a su antojo y ante el calor de la lujuria me daba cuando se le antojaba fuertes agarrones de mis nalgas y se regocijaba pellizcándome a su antojo causándome todavía mayor humillación y daño.
-¡PINCHES NALGOTAS TE CARGAS SUEGRA!
Sus compinches parados frente a mí no se perdían de ningún detalle. Entre comentarios soeces se reían y alentaban al adolescente a chingarme el culo lo más duro que pudiera. Sus comentarios soeces no cesaban.
Juro por dios que no pude hacer nada más que tratar de sobrevivir. Habría y jalaba bocanas de aire como si el aire que entrara me fuera ayudar a expulsar a mi invasor que se aferraba a mí con su brazo en mi cuello privándome de tan preciado elemento. Pero si creía que aquello era lo peor estaba muy equivocado. AL menos mientras me toqueteo, mi violador se mantuvo quieto mientras yo sentía claramente como su gran y grueso palo pulsaba dentro de mi ser como queriendo desgarrarme pero su dueño aún no se movía un ápice de cuando me había penetrado.
El verdadero dolor y terror comenzó segundos después. Sentí claramente como se acomodaba sobre mí y sus caderas se fueron hacia atrás provocando el recorrido de miembro deslizándose hacia afuera. EN el inter causándome otra vez dolor como nunca lo había sentido. Sentía claramente su miembro pulsar dentro de mí. SU botón abultado, esa frondosa cabeza al moverse estiraba mi interior barrenándome por dentro y provocándome ardor y dolor. SE muy bien que su intención era precisamente esa. ¡HUMILLARME TOTALMENTE! Hacerme sentir que en ese momento era yo completamente suyo y estaba totalmente a su merced.
Estúpidamente pensé que se retiraría. La verdad es que en mi vida me había yo encontrado con tal situación y jamás me había pensado que sucedía en tales casos. No sé. Tal vez me proyecte y presumí lo que yo quería que pasara y era que mi agresor se retirara de mí ya maltratado culo pero ¡NO! Él no lo hizo. Justo cuando su botón estaba en el borde y yo esperanzado pensaba que aquello terminaría el tormento comenzó nuevamente.
-Nnnn….no…..noooo…. ppp….ppo….. ¡Por favor! – suplique débilmente. No podía reconocerme. Desde muy joven manejo una voz grave y masculina pero en ese momento mi garganta me traicionaba y el nudo que tenía atravesado en la garganta solo me permitía emitir un agudo chichillido apagado y débil.
-JAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJ- aquellas risotadas me golpeaban los oídos como respuesta a mi aniñada suplica.
-Dale duro-insistieron los dos.
-Jódele el culo- agrego alguien.
-¡Que se acuerde de ti cuando vaya a cagar!- respondió el otro.
Yo tan solo escuche y no pude emitir un sonoro quejido cuando aquella lanza nuevamente recorriéndome milímetro a milímetro me volvió a atravesar en segundos que parecían siglos para mi adolorida parte.
Lagrimas empezaron a brotar de mis ojos. De mi compungida garganta solo empecé a emitir lastimeros pucheros pues como dije antes no podía ni siquiera tenía fuerzas de soltar algún llanto fuerte y abierto para expresar lo que en ese vil momento sentía.
Aquella dosis me la volvió a repetir varias veces. Lentamente me acribillaba. Lentamente me robaba mi hombría. Lentamente me hacía sentir su superioridad. Lentamente me hacía caer en un abismo sin fondo. Yo lloriqueaba como nena ante la situación.
-¡Mira putona!- me dijo al mismo tiempo que me jalaba el cabello y me hacía voltear hacia arriba.
Allí se encontraban los otros dos. Con cara burlona. Riéndose de mi situación y además de ello. Los dos tenían sus miembros de fuera. ¡Estaban excitados! Sus dos porongas brillaban a la par de sus ojos lujuriosos. Sus manos no paraban de mover sus vergas enhiestas. Como los vulgares adolescentes que eran de la punta de su miembro colgaba un denso hilo de cristal. Al ver mi cara frente a ellos se movieron para estar cerca y para hacer que aquellos hilillos delgados pero olorosos cayeran en mi cara. Cuando el primero de ellos me toco deslizándose por mi mejilla, el atarantado adolescente empezó a gritar como si hubiese hecho la gran victoria. ¿Qué te puedo decir? Una humillación agregada a mi penosa situación.
No pude más y me deje ir. El llanto anego mis ojos y me solté a llorar a moco tendido ante la algarabía de mis violadores. Parece ser que esto les éxito pues los que estaban de pie se empezaron a masturbar de manera violenta mientras que Javier al notar mi rendición ante la situación me soltó del cuello y agarrando firmemente mis caderas me hizo alzar el culo.
Yo lloraba más que nada porque me di cuenta en un momento dado de como me traicione a mí mismo y es que a pesar del dolor y el ardor de culo que sus acometidas me provocaban empecé a sentir cosas raras. Cosas que jamás había sentido. Un extraño calor emanaba y subía de mi culo hacia mi espalda. En ciertos momentos de su acometida como si de un chispazo de electricidad se tratara sentía yo unas descargas que llegaban hasta mi cerebro después de recorrerme todo el cuerpo. Reconocí como yo empezaba a emitir ciertos gemidos que aunque ellos podrían haber considerado gemidos de dolor yo en mi fuero interno sabía muy bien que no era el dolor precisamente lo que los causaba.
Lo peor de todo fue lo siguiente. Al tener mi culo en pompa a su disposición Javier retomo el esfuerzo hecho y como si de un muñeco se tratase me acribillo a vergazo limpio. Parecía ametralladora. Entraba y salía de mi ano con una pasmosa velocidad lo cual incrementaba de manera exponencial lo que les narre anteriormente. Tanto así que ante mi horror me di cuenta como mi propia pichulita se mantenía erguida y se zarandeaba ante el vaivén con el que Javier me castigaba. Pude comprobar con asombro como de la punta de mi penecito salía un hilito de baba continuo y aquello me provocaba un placer no conocido hasta entonces.
Flop, Flop, Flop, flop, flop……. – se escuchaba por momentos. Era el ruido de mis carnes rebotando en el pubis de mi picador. Además solo se oía el sonido de la piel de las dos vergs que estaban siendo servidas con mi espectáculo.
-¡¡¡¡¡¡AHHHH……AHHHHHHH…….AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!-escuche tan solo para sentir un parche cálido, pegajoso y húmedo que me impacto en la mera frente seguido por otros manchones de calor en diferentes partes de mi cara.
-¡¡¡¡¡¡MMMMMPFFFFFFFFF!!!…….¡¡¡¡MPFFFFFFFFFF!!!!….. ¡Ahí te van!-grito el compinche repitiéndome la misma dosis quedando toda mi cara encaldada por el jugo blanquecino de ambos sujetos.
Los voltee a ver como pude y sus caras sudorosas aunadas a sus gestos burlones lo decían todo. NO había necesidad de hablar. Estaban satisfechos.
Uno de ellos camino y agarro lo que había sido mi calzón y se limpió las manos y la punta de su verga. Le tendió otro pedazo a su compa quien hizo lo mismo y con un ademan de absoluto desprecio lo aventó cerca de mi cara.
Yo mientras tanto seguía sollozando y gimiendo mientras mi culo era acribillado ferozmente. Aquel morro parecía haber tomado Viagra pues parecía que no tenía punto terminal. Se detuvo por un instante y se reacomodo casi encima de mi como queriéndome montar sin sacar su grosero animalon de mi interior. AL hacerlo supongo que vario su ángulo de entrada y parecía que su fierro me estuviera abriendo un boquete en mi delicado y acribillado anito.
-Ay…Ay…ay… AAAAAYYYYYYYYY-grite despacito tratando de evitar que me oyeran y se llenaran todavía de mayor satisfacción.
Como si de un burro se tratase mi picador se dejó caer y de verdad sentí que me abría el ano en dos. En ese momento si aullé de dolor. Lo único bueno fue que al enterrarla se quedó quieto dentro de mí.
El que se había corrido primero y quien me había torcido el brazo en un comienzo corrió hacia su mochila y saco un tubito parecido a las probetas de la laboratorio. Se hinco a un lado mío y tomando mí pene lo empezó a manipular. Tal vez en otra ocasión hubiera sentido yo alguna satisfacción pero al hacerlo en aquel momento solo pude sentir una absoluta degradación al no tener yo ningún manera de negarme o de aceptarlo. Tan solo dejar que hicieran conmigo y con mis partes lo que les diera la gana.
Aquel mocoso empezó a manipular mi pene y me empezó a masturbar magistralmente. No tengo palabras para describir aquella sensación. Empecé a sentir que la sangre me corría por todo el cuerpo. Aquel chicotazo de electricidad se extendía hasta llegar a mis piernas y brazos. El burro que me montaba se dejaba caer sacándome todo el aire que yo intentaba jalar con profundas aspiraciones. El mundo dejo de existir. MI pene era manipulado magistralmente. La verdad es que fuera de mi NADIE jamás me lo había tocado. Ni siquiera mi difunta esposa. Y ahora un vulgar mocoso me estaba toqueteando y de qué manera.
Las arremetidas que Javier me propinaba dejándose caer en mi culo hicieron que empezara a bramar como toro de lidia. No sé porque el escucharle hizo que sintiera un acicate en mi interior que me provocaba un extraño placer. No sé qué posición tomo Javier y nuevamente sin misericordia alguna acribillo mi hoyo nuevamente a mil veces por minutos. Eso aunado a que quien me masturbaba se sincronizo jalándome mi parte de igual manera hizo que en cuestión de segundos explotara como NUNCA en mi vida lo había hecho lanzando un lastimoso pero estruendoso gemido. MI mente fue arrebatada y por segundos creo que perdí el conocimiento. Mientras mi verga expulsaba de mi interior mi caldo de vida.
La verdad no sé cuántos chorros me salieron pero todos y cada uno de ellos fue cuidadosamente atrapado por el instrumento de cristal que sostenía con la otra de sus manos el jalador de mi verga. Lance un pequeño gritito cuando ese que me jalaba la verga me la apretó al final ordeñando hasta la última gota que tenía y la depositaba cuidadosamente en el contenedor.
Después de la ordeña me paso algo curioso. Las acometidas en mi culo ya no eran sabrosas. Cada vez que su verga se metía en mi me causaba un pequeño dolor. Ese lugar, supongo el famoso punto G, me producía una sensación de dolor. Javier como loco desaforado incremento aún más sus embestidas. Sus manos como garras de animal apresaron mi cuerpo uniéndolo al suyo y pude sentir la fuerza de sus manos y brazos que parecían quererme destrozar. Con un ronco bufido de animal se atascó dentro de mí haciéndome sentir toda su crudeza y haciéndome sentir todo su falo vibrar mientras oleadas de calor se escupían en mi interior y su pene temblaba dentro de mí haciéndome a mí también reaccionar al unísono.
Sin miramiento alguno me la saco igual que como entro de un solo jalón el cual me provoco un dolor intenso y una sensación extraña en mi interior al quedar abierto y expuesto. Apenas si me estaba tratando de recuperar cuando el cabron que me había ordeñado bajo su mano y acariciándome los huevos primero me dio un soberano apretón que me hizo chillar como puerco ante su beneplácito. Solo me deje caer al suelo y adopte una posición fetal en un vano intento de protección.
Vi como el que había recolectado mi semen lo vaciaba en unos pequeños frasquitos a los cuales tapo con unos pequeños corchos y anudándoles unas cintas de cuero se la fueron poniendo en el cuello mientras reían y se burlaban de mí todavía.
-Mira gorda.-me dijeron- Es para que no se nos olvide este momento.
Javier se aposto ya vestido frente a mí y señalándome con su dedo índice me sentencio:
-¡TU CULO ME PERTENECE PENDEJA!
Y al terminar de decir aquellas palabras me propino un patadon en plena cara que me dejo ahí tirado y desmayado por no se cuánto tiempo.
Cuando volví en mí apenas si me podía mover. No sabía que horas eran pero por la luz del sol intuí que ya era tarde y mi hijo no tardaría en regresar. Me sentía mal. ¡Muy mal! Sacando fuerza de donde pude me puse de pie. Me costaba mucho moverme. Todo el cuerpo me dolía pero no tanto a como mi orgullo y mi hombría destrozada me dolían. Como pude me arregle lo más rápido que pude y limpie tratando de borrar la huella de todo lo que momentos antes había sucedido apenas si pude terminar escasos segundos antes de que escuchara a mi hijo llegar y entrar al departamento.
Mi hijo entro y me abrazo pidiéndome perdón por lo que había pasado en la mañana. Sin embargo, se veía muy contento y me dándome las gracias me conto como los gañanes se habían acercado a la salida y le dijeron que saliendo de la oficina habían hablado conmigo. Temblé al escuchar esas palabras pensando lo peor pero la alegría de mi hijo me hizo calmarme.
-¡Mira!- me mostro con orgullo.
Ahí del cuello de mi hijo pendía un pequeño frasco mostrando un contenido blancuzco en su interior.
Al reconocer aquel objeto no pude evitar que todo mi cuerpo temblara de pies a cabeza.
-Es baba de puerca.-me explico efusivamente.
– Mis amigos se la sacaron a una puerca moribunda. –añadió con un desdén hacia el “animal”.
– Solo los “especiales” del grupo la tienen.- me dijo fulminando cualquier comentario que yo pudiese hacer.
-Ahora si TODO va a estar BIEN papá- sentenció mi hijo mirándome de una manera extraña.
Volví a temblar de pies a cabeza.
Ufff aun es uno de mis relatos favoritos , muy buen trabajo al autor
Gracias EXCELSO! Espero te guste lo que viene a continuacion.
si muy bueno me puso muy caliente
Originalmente yo había escrito está historia,me agrada que te haya gustado como para remasterizarlo,te quedó muy bien
El mejor relato de toooodos
Es tan masoquista la historia que no me la puedo tomar enserio