VIOLADO, Y DOMADO!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aquel muy viril y hermoso muchacho que recién entrado en la edad juvenil, adolescente imberbe aún, iría a experimentar en aquella ardiente noche en la que había salido dispuesto a conquistar muchachas, iría a experimentar como dijimos, la más insólita experiencia que lo iría a marcar.
¡para toda la vida!
Noche de carnaval.
Corso multicolor y bullicioso allá en aquella larga avenida con aquel inmenso y boscoso parque ahí a uno de los costados de la misma.
El hermoso chico en cuestión, que allí concurre, sediento en lujuriosas pasiones donde el deseo por aparearse a una buena hembra, le carcomían el cuerpo en esa febril calentura de adolescente viril.
Como él, un grupo de hermosísimas muchachas también encendidas en pasiones de lujuriosos deseos, andan por aquella avenida, en ese velóz y desenfrenado andar característico en las muchachas cuando en estos trances andan.
Allá en uno de los tantos andares cruzándose por la vereda en el multitudinario andar de la carnavalera juventud bulliciosa, este chico y las muchachas, se encuentran en un cruce en el cual él, le mete lamano en el inmenso culo que una de ellas exhibía en el ajustadísimo pantalón que le marcaba con exagerada llamatividad, tal anatomía.
Grita la muchacha exclamando con falsa indignación tal atropello, viendo en la estética corporal y absoluta del infractor, la belleza que la deslumbra en indisimulado placer al verle.
-"¡Estúpido, atrevido!!!" Le grita con una risa en la cara mirándolo, en la más expresiva demostración de satisfacción por lo sufrido.
Ya comienza entre ellos, y entre él y las demás, una declarada "guerra" en la cual ya, a batallar comienzan.
Ellas, son siete.
Siete.
contra uno.
En un ir y venir por aquellas márgenes del desfile carnavalero, el muchacho y las muchachas, andan de manoseos y risas, en aquella desigual diferencia numérica donde ellas comienzan a hacer de él un verdadero centro del más abusador acose.
Convenciéndolo, logran ellas llevárselo hasta el interior de aquel contiguo parque, y ahí.
¡lo atrapan! Completamente desnudo lo desnudan, y atándole las manos a las espaldas, comienzan a humillarlo en una tácita complicidad en la cual él, acepta ese erótico juego de ser por ellas, intensamente ultrajado.
Ya, están ellas haciéndolo andar con ellas turnándose en montarlo como a un caballo, haciéndolo andar con ellas sobre sus hombros montadas.
Ríen ellas y ríe también él, pero aquéllo es un juego en donde ellas.
son las dominantes absolutas.
-"¡Arreeeeeeeeee, arreeee caballo, arreeeeeee!" Es el decir de ellas ahí paseando en él montadas.
Montadas en él: ¡DESNUDO! Bajando una, y subiendo otra.
las siete turnándose en esa monta que él disfrutaba caliente.
porque sentir sobre su cuerpo aquellas hermosas muchachas inmensas y pesadas, le provocaba en su cuerpo y sentir, unas oleadas ardientes de eroticidad que lo iban poniendo como a un hierro cuando va quedando al rojo vivo.
El cansancio iba poco a poco haciéndolo agitarse exhalando gemidos de evidente placer extasiado confundiéndose éstos con los gemidos del cansancio, y las muchachas gozaban viéndolo asi debajo de ellas.
Ahora ellas lo azotaban con el cinto que una de ellas se había quitado del pantalón -la del culo inmenso que él había manoseado cuando se conocieron-, y ahora.
él comenzaba a sentir esos cintazos que ellas le propinaban, como eróticos chirlos que le despertaban un placer que él.
no conocía.
-"¡Ayyyyy! ¡ayyyyyyy!ayyyyyyy!" Gritaba él en cada azote, pero sus gritos evidenciaban un placer que no podía él ocultar.
Ellas: ¡más reían y reían!
-"¡Arreeee, arreeee, arreeee, vamos, arreeee, no te detengas, más aprisa, más aprisa, corre, vamos, arreeee, arreeeee!" Le gritaban ellas estando él en el límite de su resistencia, y lo azotaban con cintazos vertiginosamente fuertes y veloces que le estaban dejando la piel marcada absolutamente.
El muchacho corría obedeciendo las órdenes, pero, finalmente, no pudo ya más, y se dejó caer extenuado, cayendo al pasto con la que lo montaba, encima de él a las risas.
Entonces.
todas, las siete.
lo sujetan en el pasto, y comienza una verdadera sesión de cosquilleantes torturas deliciosamente eróticas.
Gime él y no puede zafarse de ellas que lo tienen obviamente dominado, y su cabeza se agita a un lado y otro en esa impotencia de nada poder hacer por evitar esa torturas que ellas le están haciendo en ese cosquillearlo tan desesperantemente atróz para él.
Comienza entonces él a suplicarles que lo dejen, y en esas súplicas, hay una cierta cosa como de evidente muestra de algo que él presiente está por tomarle sus sentires: Un deseo y, a la vez, un temor de caer en una loca pasión por dejarse arrastrar hacia un deseo de gozar sabiéndose ultrajado por mujeres.
Ellas captan éso en él, y las más cochinas risitas y carcajadas, comienzan ahí a brotar en las siete.
Las cosquillitas, tórnanse todavía más sutiles, y él es un cúmulo de desesperaciones sin poder evitar lo que le está pasando.
Son catorce manos y setenta dedos, cosquilleándolo con femenina sutileza erotizante.
-"Miren chicas cómo tiene la verga de parada: parece la de un burro caliente!" Dicen.
Y unas y otras se turnaban en samparle sonoros besos bien en la punta mientras le cosquilleaban los huevos y el cuerpo entero, y aquel muchacho parecía enloquecer debajo de ellas todas.
Una de las muchachas se descalza, y apoyándole sobre la cara su planta húmeda y olorosa, le ordena.
comenzar a lamer.
¡Otra adicional humillación que le iba haciendo sentir, otro placer que no conocía!
Ya estála lengua del chico deslizándose por la planta sudada de la muchacha, y sus gemidos van delatando el placer inocultable que está él sintiendo.
Todas.
soltaban nuevas risitas y carcajadas.
El grotesco triunfo que sobre él estaban cosechando, iba cada vez, en creciente aumento.
En medio de una caravana orgásmica que lo hizo soltar desesperados gemidos y suspiros, grititos de alocado placer y aullidos y casi relinchos, el muchacho comenzó a soltar por la punta de su inmenso y gruesísimo chorizo, unos potentísimos chorros de cremosa leche que le empezaron a saltar como interminables en medio del sonreír triunfal de aquellas muchachas que lo estaban viendo así estallar debajo de ellas.
La cómplice luz de una redonda y luminosa luna, llegaba hasta ellos dejandolas a ellas ver lo que allí a él con lo que le estaban haciendo,le estaba pasando.
Le habían hecho saltar a chorros la leche, haciéndole mil cosquillas, dominado debajo de ellas, y teniendo él que lamerles los pies a una mientras éso le hacían.
Y gemía él de placer, y ellas reían.
Los instantes de la inmediata pasión orgásmica transcurren entre los gemidos de él y las risitas de ellas, y mientras seguían ellas encima de él, pasados esos instantes.
pide él que ya lo dejen.
Ellas, mirándolo, le responden con sutiles morisquetas socarronas, y le sacan la lengua, como anunciándole que aquéllo.
proseguiría.
Él.
ríe.
Y ríe, como sabiendo que todo su futuro sentir, comienza ahí a inclinarse hacia donde él, no esperaba inclinarse.
Pero quiere resistirse a ese destino de ser un varón deseoso de ser esclavo y juguete de las mujeres, y se retuerse desesperado y agita su cabeza y les suplica que lo dejen libre.
pero.
¡ríen ellas!
Otra vez comienzan las muchachas nuevamente sus cosquilleantes haceres, y el muchacho se retuerse y sacude la cabeza como queriendo evitar lo que sabe.
va a sucederle.
Otra vez aquel inmenso chorizo comenzaba a empalmarse en erección asombrosa, y las risitas de las muchachas brotaban en coro de sonoridad femenina y triunfal .
-"¡Chicas.
comencemos a forrarlo!" Fue el decir de una, y las risitas de todas, fueron la respuesta afirmativa a aquéllo.
Una de ellas se acomodó sobre él agarrándole el chorizo y acomodándoselo en ella, y.
aquel sube y baja mete-sac-mete-saca-mete-saca, ¡comenzó!
Ya estaba una sobre él arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo.
flas-flas-flas-flas-flas-flas!
Las carcajadas de algunas con los gritos y gemidos de placer de él, eran un todo allí.
T cuando en él los orgasmos llegaban, y sus gritos y gemidos lo anunciaban, el femenino coro de risas y carcajadas, crecía y era la más viva muestra de femenina gracia triunfal estallando a coro.
Y queda aquel muchacho como poseído por una hirviente calentura que comenzaba a hacerlo como potente supermacho inagotable, y aquellas mujeres se regodeaban en un hacer continuo bombeándolo una tras otra en una verdadera catarata de cochadas cochándolo todas como energúmenas.
El ruido de los tambores del corso, llegaba como marcando el ritmo de aquel hacer de ellas encima de él.
Y lengua debía él mandar sobre el culo y el coño de cada una .
Y una y otra vez todo se repetía y era ya él, una cosa entregada a un destino que ya, estaba en él sellado: Iría a ser el objeto, de aquellas muchachas.
¡para siempre!
Por eso las risas triunfales de ellas cuando por fin lo dejaron, y él se retorsía entre riéndose y llorando.
Sí: ¡Lo habían conquistado! Lo habían capturado para siempre, y desde ese mismo día, iría a ser él, el objeto que ellas a su antojo disfrutarían.
Lo habían violado, y lo habían también.
¡domado!
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