Violando a Ricardo
Un hombre viola a su hijo de once años..
Era un miércoles por la mañana cuando Gerardo Siqueiros decidió violar a su hijo de once años. Había estado mirando el pequeño y firme trasero del chico con creciente deseo durante los últimos años y no podía soportarlo más. Su esposa había salido de la ciudad por negocios y él tendría varios días para disfrutar del culo preadolescente de Ricardo sin interrupción.
Inicialmente, Gerardo planeó esperar hasta la noche para desvirgar al niño, pero mientras estaba sentado en su escritorio descubrió que no podía pensar en otra cosa que no fuera el acto malvado que pretendía llevar a cabo y decidió que tenía que acelerar su ejecución. Fingiendo estar enfermo, salió temprano de la oficina y condujo directamente a la escuela primaria, donde le dijo al director que había una emergencia familiar que requería el retiro inmediato de Ricardo de la escuela. El alumno de sexto grado fue sacado de su clase.
Gerardo tomó a Ricardo firmemente de la mano y lo llevó al auto. No le explicó nada al chico hasta que ambos estuvieron dentro de su coche usado y él cerró la puerta.
–Voy a violarte el culo –le informó al chico con total naturalidad–. Te voy a coger duro por el ano.
Ricardo estaba demasiado asombrado para decir algo, y no fue hasta que llegaron a casa y vio que su papá lo estaba jalando dentro con fuerza que comenzó a protestar.
–Por favor, no hagas eso, papá, ¡ya me voy a portar bien, lo prometo!
–Cállate –Gerardo le dijo–. Es demasiado tarde para eso.
Ricardo no había hecho nada malo, pero Gerardo disfrutaba la idea de que el chico pudiera pensar que sí.
–Creo que primero te voy a dar unas nalgadas, creo que te lo mereces –dijo Gerardo, exagerando la noción del mal comportamiento de su hijo, y luego agregó– y sé que te gustará. Sube a tu habitación y espera. Me levantaré pronto para azotarte las nalgas y luego te cogeré el culo como dije.
El niño comenzó a llorar y Gerardo le dio una fuerte bofetada en la cara que hizo que el niño cayera de espaldas al suelo. Gerardo agarró a Ricardo del brazo y lo puso de pie y luego lo arrastró hacia las escaleras.
–Sube, necesito algo de beber, luego subiré a nalguearte y luego te cogeré como si fueras mi novia.
El niño estaba sollozando pero subió corriendo las escaleras. Gerardo entró en la sala y caminó hacia la barra que habían instalado hace varios años (venía de una larga línea de alcohólicos). Se sirvió un poco de vodka y se lo bebió de un solo trago. Se sirvió un segundo trago, y luego un tercero, y sintió que el alcohol calmaba su depravado cerebro. Mierda, se estaba preparando para violar a su propio hijo. Y no una niña, claro está, sino un niño. Un niño de once años, y Gerardo se lo iba a coger por el culo. La verga de Gerardo se endureció al pensar en ello.
Recogió la botella y subió las escaleras, pisoteando deliberadamente con fuerza para que su hijo supiera que se acercaba. Abrió la puerta de la habitación de su hijo y vio al niño acostado boca abajo en su cama, su cabello castaño claro moviéndose hacia adelante y hacia atrás mientras lloraba desesperadamente en su almohada de Bart Simpson.
–Sí, deberías llorar –saludó Gerardo a su hijo sádicamente–, Estoy a punto de azotarte el trasero, pero no como te he azotado antes, tu primera vez será con las nalgas pelonas, y luego voy a meter mi reata en tu culo.
Gerardo sabía que sus palabras tendrían un efecto aterrador en su hijo y sintió un perverso placer al enfrentarse a su tortura verbal. Caminó hacia su hijo y lo tiró al suelo, luego agarró bruscamente el cinturón del niño y lo desabrochó mientras el niño luchaba infructuosamente. Fácilmente bajó los jeans del niño, seguidos rápidamente por los boxers rojos. Gerardo miró obscenamente por un momento a la pequeña verga rosada que lo saludó, luego arrojó al niño sobre su regazo y comenzó a golpear las nalgas que se habían apretado con fuerza en un vano intento de protegerse contra el asalto inminente.
A Gerardo le encantó la forma en que se sentía la carne firme bajo su mano. Ricardo gritaba de dolor, pero Gerardo disfrutaba cada momento. Le volvió a azotar y luego pasó las uñas por la piel castigada.
–¡OWWWWWWWWW, por favor para, papá, por favor para! –suplicó el chico.
–No, Ricardo, voy a azotar un poco más tus nalgas desnudas. Soy tu padre y puedo hacer lo que quiera con tu culito.
Nalgada tras nalgada,lLos fuertes golpes resonaron en la habitación del chico y el trasero de Ricardo se puso rojo como un camión de bomberos.
–¡OWWWWW, papá, duele! Lo siento, ya me voy a portar bien, ¡por favor para, por favor para!»
Gerardo hizo una pausa.
–Está bien, Ricardo, me detendré. Me detendré para poder cogerte ahora.
Antes de que el niño pudiera responder, Gerardo le dio la vuelta y lo arrojó violentamente sobre la cama para que quedara acostado boca arriba. Gerardo le dio un generoso trago a la botella y luego, mientras Ricardo miraba aterrorizado, se quitó la ropa. El hombre pervertido sintió un placer particular al ver los ojos de Ricardo abrirse cuando se bajó los calzoncillos y su verga completamente erecta apareció a la vista. Con 16 centímetros, la verga de Gerardo tenía un tamaño promedio, pero le parecía monstruosamente enorme al aterrorizado niño prepúber que estaba en la cama.
–Este es mi pene, Ricardo, y te voy a coger con él –explicó Gerardo– los hombres usan sus penes para coger a las mujeres, pero como yo no tengo a una, te golpearé la cola como si fueras una.
Gerardo se acercó a su asustado hijo y se posicionó de modo que flotara sobre su pequeño cuerpo. Rápidamente le quitó la ropa interior y los jeans que se habían amontonado alrededor de los tobillos del niño, agarró sus piernas como palos y las dobló hacia atrás hasta que casi tocaron sus orejas. Gerardo tomó su verga hinchada con su mano izquierda y la colocó contra el culo expuesto de su hijo, luego presionó firmemente y obligó al ano del niño a aceptar la carne invasora. Habiendo obtenido la entrada al paraíso, Gerardo hundió toda su verga en el ardiente trasero de Ricardo y cayó en un estado de felicidad tan intenso que tardó en darse cuenta de que Ricardo estaba gritando a todo pulmón.
–¡Cállate, maricón! –ordenó finalmente Gerardo, colocando una mano áspera sobre la boca del chico.
Amortiguando a su hijo, Gerardo movió sus caderas de lado a lado y se deleitó con el fuerte agarre del recto del niño sobre su pene. Gerardo se retiró lentamente hasta que la cabeza casi salió, luego hundió su enojada vara nuevamente, provocando otro grito del pequeño maricón.
–¡Oh, no mames, esto se siente bien rico! –dijo Gerardo mientras comenzaba a bombear dentro y fuera a un ritmo constante–. ¡Puta madre, se siente bien, Ricardo, se siente muy bien!
El niño volvió a sollozar, aunque ahora notablemente más tranquilo.
–Di ‘gracias’, Ricardo, di gracias cuando tu papá te diga que tu culito se siente bien.
–Gracias –dijo dócilmente.
–Di ‘gracias, papá’ –corrigió.
–Gracias papá.
–Di: ‘Soy el niño puto de papá’
Ricardo no dijo nada, así que Gerardo le dio una fuerte bofetada. El niño dejó escapar un grito e inmediatamente repitió la declaración obscena según lo ordenado.
–Soy el chico puto de papá.
–¡Sí, lo eres, maricón! Di ‘Soy maricón por el pene grande de papá’.
–Soy un maricón por el pene grande de papá.
–Oh, mierda, eso es lindo –gimió Gerardo mientras se cogía a su hijo–. Eres un pequeño maricón y papá te va a inyectar su esperma en el culo porque tus nalgas hacen que su pene se sienta tan bien, ¿lo sabías?
–Sí papi.
–Sí, mppfffh –gruñó Gerardo–. ¿Quieres el esperma de papá? ¿Lo quieres en tu culo de maricón?
–Sí, papá, quiero tu esperma –Ricardo no estaba exactamente seguro de qué era el esperma, pero sabía cuál era la respuesta correcta.
–¿Dónde lo quieres, eh, dónde quieres el esperma de papá?»
–Por mi culo, papá, por todo mi culo –Ricardo aprendía rápido.
–Por tu trasero, está bien. Por tu trasero de maricón. Eres un maricón ahora, ¿lo sabías? Eres un maricón para tu padre, dándome tu extraño trasero de maricón de esa manera.
–Sí, papá, soy tu maricón –el dolor en el recto del niño había comenzado a disminuir. Las caderas de Gerardo ahora volaban rápidamente hacia arriba y hacia abajo y sintió que el semen subía a sus pelotas.
–Oh, puta madre, aquí viene, aquí viene mi puto esperma, voy a disparar mi puto esperma en tu maldito culo de maricón, pequeño maricón, oh sí, oh sí, oh, joder, síhhhhhhhhhhhhhhh!
Una intensa ola de éxtasis invadió a Gerardo mientras eyaculaba furiosamente en el trasero de su hijo. Encontró que este orgasmo incestuoso era inmensamente placentero, mejor que cualquier cosa que hubiera experimentado en su vida. Si fuera a prisión o al infierno, valdría la pena.
Se desplomó encima de su hijo, que ahora yacía allí en silencio. Besó al chico suavemente en la boca y luego lamió las lágrimas saladas que cubrían sus mejillas.
–Eso estuvo lindo, Ricardo, muy lindo. Sabes que papá te ama y tú hiciste que papá se sintiera muy bien. Ahora vamos a ir al centro comercial y te conseguiré todo lo que quieras, luego saldremos a pizza. Y nunca le contarás a nadie sobre esto, ¿entiendes?
–Sí, papá, no se lo diré a nadie –Ricardo miró a su padre con expresión confusa. Su sensación de terror había pasado y sintió una calidez invadirlo al darse cuenta de cuánto placer le había brindado a su padre. Instintivamente extendió la mano para acariciar la cabeza de su padre y lo besó en los labios. Tal vez, pensó, tal vez se suponía que debía dejar que su padre le cogiera el culo. Ricardo no sólo había sido cogido ese día, sino que pasaría la mayor parte de la siguiente década siendo molestado por su padre y otros hombres que su papá le presentó.
No será un poquito mucho harta demasiado violento y cruel este relato. La violación es un delito en todas partes aunque sea fantasía en muchas también. Nota minina por la violencia.
Son sus hijos y puede hacer lo que quiera. A veces mi pequeño tampoco quiere, pero si estoy cachondo lo hago de todos modos. Después aprenden a disfrutarlo de todos modos.
como sigue
Que rico tu relato. Se nota que eres un buen padre enseñandole a tu hijo su lugar.
Muchas veces lo hago con mi hijo de 9 y es muy excitante cuando se resiste. Después aprenderá a disfrutarlo. Te lo agradecerá algún día.
Como sigue?
Excelente relato… como sigue?
Uuff… menudo calentón me has provocado… Tengo la polla como una piedra. Estoy deseando saber mas.
Muy buen relato… como sigue?
Muuuuy buen relato quisiera algo de castración infantil
Uff que rico, me encanta como le va enseñando a su hijo como complacer hombres, que sexy historia.