Vivencias en el campo: casos de niños, niñas y adolescentes víctimas de violación (parte 1)
Este relato busca contar, tan detallado como sea posible, lo que la tranquilidad del campos esconde, en donde la violencia sexual es algo de todos los días. 4 casos y ninguno apto para sensibles..
Cuando uno vive en el interior profundo, la diversión escasea y la moral se relativiza; lo que manda es la fuerza, el instinto, el impulso. Las reglas de la ciudad no se aplican en estas tierras: matar por celos es tan normal como un tío, capataz o cualquier hombre violando a un niño, niña o adolescente: si bien es un hecho traumático, por esos lugares se tolera, siempre y cuando la víctima no quede preñada. En el caso de que sea un niño, la «ventaja» es que tiene un ano en el que la leche puede ser depositada sin riesgo de embarazo; por ende se espera que en algún momento una pija la mande guardar adentro, sin que afecte su verdadera sexualidad; va a ser gay o hetero independientemente a lo que pase. Ir al putero, por muchos factores, es algo que no todos pueden hacerlo; en cambio, acceder a alguno de los 6 o 7 o más hijos que cada matrimonio procrea, es mucho más fácil, morboso y placentero. Fue así que, en la campaña paraguaya, decidieron crear mitos como el Kurupi o Jasy Jatere como chivos expiatorios sobrenaturales y perfectos para justificar muchos de los casos de abuso a niños y niñas: ¿Te rompieron el culo a los 7 años? Fue el Jasy Jatere, amigo… ¿Te largaron en la cara a los 12? Y ese es el kurupi amiga, cuando se aburre de tu concha… no hay justicia para seres que no son de esta tierra…
Aquí van otros ejemplos: hubo un caso, el de Rosario, una adolescente que acababa de cumplir 13 años, la tercera de 6 hijos (las adolescentes tienen las conchitas más deseadas) que al ser supuestamente «contestona con sus mayores»…le vino de castigo el «jasy jatere» (en este caso fue el pervertido tío Rodrigo de 35 años) que, vendando sus ojos, boca y cargando a la niña en sus brazos, secuestró a su sobrina, que nunca su vida vio un miembro masculino, y la lleva hasta un campo abierto para romperle, con su larga y gruesa pija (que nunca dejó de estar dura como una roca) el culo, la concha, la boca y garganta a la mismísima hija de su hermana, quitándole la virginidad con una despiadada brutalidad masculina, en vez de disfrutar lento y suave de una vagina sin uso previo, con su descomunal mazorca probó los límites de estiramiento de todas las estrechas paredes de sus agujeros, sin importarles los infernales gritos y llantos de ella. Fue tan bruto el tipo hasta el punto de desgarrar una parte de su concha con la cabeza de su pija, lo que celebró como hombre y como resolución continuar reventandole la garganta y destruyendo el culito de una niña que a los 13 años todavía no estaba lista para aguantar a un hombre adentro de lo que fue un asterisco antes de la invasión de ese falo; después fue obligada a tragar leche en todos sus agujeros, incluida una ración especial que le puso con sus dedos en la concha para «cicatrizar». Algo que siempre se ve, en casos como este, son los rastros de chele seca que le tiran por la cara, sin dejarles limpiar. Y así, por horas o días, las tienen secuestradas para someterlas; en este caso, después de desgarrarla en un yuyal, su dotado Tío la llevó a una casa vacía y, por los siguientes tres días, le hizo probar la mejor versión de macho de campo a ese cuerpito sin experiencia en el sexo duro o en fetiches del macho como haberle largado una y otra vez leche directo de su glande incrustrado en la boca de su estómago hasta que lo vomitó todo o cuando le ató a un sofá y el sentado pasó largos ratos ya sea bofeteandole la cara con la pija, o cogiéndole la boca hasta untar sus ojos con leche, combinando con la pija dentro de la concha o el culo, sin parar y sin quitar su copiosa y orgullosa producción seminal. Y así, cuando traumas como este llegan a su final, lo sucede un cómplice silencio; siempre se descubre al violador pero en casi todos los casos deciden y según la edad, solo callar curando las heridas o detener un posible embarazo; si el sangrado anal o vaginal persiste por varios dias después del acto, entonces se dice que fue el mito del «kurupi» y se culpa a la víctima, ya que solamente responde al llamado de niñas, niños, adolescentes o mujeres que están calientes y con ganas de pijas gigantes como el del kurupi. Y así se llevan al olvido casos como el de Rosario, que a sus 13 años no debió aún probar el sabor, el olor de una pija con una impecable capacidad de desgarro y dolor, haciendo de esa experiencia algo que nunca pudo olvidar: según cuentan, hasta hoy día no puede tragar semen y cada vez que intenta ponerse de cuatro, le viene a la cabeza cada momento de cuando su Tío la taladró así por horas y horas…incluso sin poder evitar que sus dedos extraigan toda la leche que largó en su culito, para juntar y meterla toda en su conchita «que rico Rosario, así también le hacemos disfrutar la leche a tu conchita»… así como tampoco Jazmincita olvidó la vez que, con solo 6 años, se encontraba una tarde de domingo jugando a las muñecas hasta que unos fuertes brazos la estiraron dentro de la casa y en la pieza matrimonial de fea madera, sin nadie para salvarla, la nena estuvo hasta el anochecer recibiendo, en tres tiros, unas 12 poderosas y abundantes descargas de semen salidas de los testículos de su padrastro, que borracho se deslechó en ella, aunque solo usó para el primer tiro, un poco de su dulce boquita en la que metió su inflamado glande, que ingresó entera hasta una parte de su garganta. Tras la morbosa e improvisada chupada, salió el primer tiro de leche, con el primer chorro bien potente y recto que, al impactar en su carita la hizo llorar, creando una mezcla con el resto del semen que todita fue a parar en esa niña. En ese momento y preso del morbo, disfrutando a la dulce Jazmín mirándola de rodillas con su cara llena de su chele, el morocho vergón procedió a desnudarla y la acostó en la cama. Contemplando esa pequeña abertura de su infantil conchita, comenzó la primera de las dos frenéticas pajas con las que, intercalando jaladas con morbosos golpeteos en la cara lecherada o su glande por sus labios, le dejó unas copiosas dosis de material genérico primero en la entrada de su conchita y luego en el lugar donde más adelante se le formarían sus pechos, dándole así abundante leche para que desde bien pequeña sepa lo más rico que un hombre le puede descargar.
Y en el caso de un niño o varón adolescente al que fuerzan al sexo, normalmente debe aguantar los embates de una o varias pijas por menos tiempo debido a la fricción anal, pero en consecuencia, una vez que son cogidos, se repite muchas más veces que en el caso de las nenas. Una fuente de inspiración para estos actos son los descansos en el campo al mediodía; decenas de varones se juntan para, tras un breve almuerzo, dar rienda suelta a la libido masculina, teniendo en cuenta que hay pocas mujeres y muchos varones con los huevos bien cargados de leche. En este caso, tenemos a Francisco de 7 años: siendo el mediodía de un lluvioso jueves, estaba llorando amargamente parado en un galpón, con su remera puesta pero su short en el suelo, mientras era vilmente empalado por la pija de su primo David que, con 17 años, estaba moviéndose como loco dentro de su cola, disfrutando de ese agujerito que lo apretaba, sin darse cuenta de la sangre que salía del agujero del niño que, llorando cada vez más fuerte, empeoraba su suerte. Ese morocho de cara tierna, que escondía bajo el pantalón una verdadera anaconda, tenía una técnica de cojo para que, desde la primera metida hasta entrar al fondo, hacer que su víctima llore de dolor y así excitarse; a este niño, le hizo llorar desde que le metió sus 22 cm e incluso antes de bombear. Cada vez le daba más y más duro para que siga llorando y que grite y se sacuda y que pida socorro y reciba como única respuesta más y más pija. Cuando ya no pudo atajar más la largada, lo tiró boca abajo en el suelo mojado y con la pija dió saltos a su culo hasta que un grito ronco del niño hizo estallarlo en leche dentro de un Francito que se desmayó luego de 20 minutos de inhumano martirio y con el culo sangrado. Hasta los 10 años, cuando su papá fue el segundo hombre que lo violó, el primo David se encargó de hacerlo llorar decenas de veces más, con tiros que duraban 20 minutos como máximo y con técnicas como meterla entera y dejarla quieta por minutos o su favorito, darle a toda máquina poniéndolo patitas al hombro y así ver esa cara desfigurada de dolor, a su boca sacar gritos desesperados y mezclar esas lágrimas con abundante leche de macho en algún campo que, al igual que una pija en el culo, entierra para siempre todo tipo de secretos.
Y en otro caso, un narco empleó a 9 fornidos hombres que, machete en mano, se internaron a producir marihuana en una tupida selva de Capitán Bado por dos meses con solo una carpa, suficiente comida pero sin mujeres, ya que ninguna puta aceptaba ser cogida durante dos meses por 9 insaciables y dotadas pijas. Y así pasó la primera semana en la selva, con la plantación avanzando pero con la moral tambaleando, con los muchachos ansiosos por ponerla, subsistiendo con porno y relatos fuertes para las respectivas pajas nocturnas; hasta que ese sábado de tarde, el patrón llega al sitio con una posible solución: ofrece a los caballeros un pendejo putito, Luis de 14 años, bien afeminado y con un feroz culo que se encuentra ahí tras ser secuestrado exclusivamente para esta situación y teniendo su destino en manos de esos tipos, que debían aceptar o rechazar esta poca común propuesta. Esa noche, la tenue luz de la luna llena alumbraba la cara de un Luis que estaba en medio de una ronda de ocho hombres, con la pija del noveno ya bien dentro de su garganta y con su cabeza siendo impulsada frenéticamente con los brazos del mismo dueño de esa verga, haciendo así unos sonoros «glup, glup, glup, glup» que demuestran que esa pija está disfrutando de una buena y entrenada garganta profunda y fue así que esa primera noche, con sus 14 años a cuestas, se comió sus primeras 10 pijas en su garganta, terminando con el semen de todos en su cara, a modo de bautismo, aceptando así su rol de hembrita consuelo de varones diseñados para y por el sexo. En esos dos meses, aprendió cosas tales como tener una pija golpeando su cara como alarma cada día, la leche humana como primer desayuno; acuerdo mediante, recibía 3 cogidas por día, sin perjuicio de las orgías nocturnas, que iban desde bukkake hasta dobles y triples penetraciones. Un día normal lo encontraba a los muchachos del turno mañana plantando a las 9 de la mañana y a los del turno tarde dándole pija sin parar, si le hacían sufrir y llorar, mejor aún. Luis pasaba la mayor parte del día en una carpa aparte, en la que desnudo esperaba a cada uno de los 9 varones que diariamente le cogían por el culo o la boca en el tipo de posición que esas pijas querían, que por cierto medían entre 17 a 25 centímetros. Algunos eran más cariñosos que otros, pero todos se volvían agresivos a la hora del sexo grupal, que pasó de darse cada noche a regularse los días sábado, sabían que no había culo que les aguantara tanto y buscaban cuidar el único depósito de semen disponible. Y así pasaron los días: con Sebas que lo cogía poniendo su machete al costado del colchón, en caso que el nene se negara a algún pedido; Pablo, que entraba vestido a la carpa y bajando su pantalón, se sacaba el resto recibiendo una mamada como previa; David que con sus 25 cm lo ponía a gritar de dolor bombeando de abajo hacia arriba; Héctor, que tardaba en largar y siempre lo hacía en su cara; José, que lo mimaba tierno antes de desarmarlo con el bombeo; Cristian, que solamente disfrutaba de cogerlo durísimo; Ricardo, que le daba duro solo por la garganta; Elías, que esperaba que un compañero dejara su leche dentro para así meter su pija y por último Denis, que tenía el fetiche de cogerle una vez y las siguientes cinco veces pedirle que le chupe los huevos mientras pajea sus 23 cm para largar en su cara. La historia de Luis termina con el vivo y buen dinero encima, con el que pagará las dos cirugías anales que tiene programada; aunque en el fondo el sabe que lo disfrutó, por mucho que lo hayan violado.
Espero que les haya gustado y en la siguiente entrega, seguiremos inmortalizado algunas de esas historias de placer y dolor que solo se viven en la campaña.
mAS RELATOS ASÍ pero versión gay porfi
Joel con sus tíos ya disponible bb