Y A ELLAS ME ENTREGUÉ.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto que voy a contar me pasó cuando no tenía yo ni 17 años.
Resulta que andaba más caliente que mil burros, y salí decidido a cojer lo que viniera, lo que pudiera cojerme.
Por allá, siendo ya medianoche y habiendo yo recorrido lugares donde todo parecía desértico, volvía por una avenida, y veo que vienen medio borrachas, siete hermosas muchachas.
Ricas.
gordas.
hermosas.
desprejuiciadas.
Me ven y comienzan a decirme cosas y largarse las carcajadas, y yo, que venía ardiendo en calenturas y deseando cualquier cosa que fuera una joda, les sigo el tren y pienso:
"Por qué no dejar que sea lo que sea, y disfrutar lo que sea?"
Y es entonces cuando una de ellas me propone a voz en cuello y entre las risas de todas las demás, aquéllo que así sonó:
-"¿Bicho, no te gustaría entregarte como esclavacho sexual de todas nosotras?"
-"¿Y porqué no.
? ¡quiero, sí!" Les respondí.
Instantáneamente, las siete estallaron en carcajadas y exclamaciones de alegría y sorpresa.
Alzando los brazos algunas, bailando con los brazos en alto y celebrando mi respuesta, reían y algunas me miraban riéndose, mientras pude escuchar a dos que se decían entre risitas mordaces:
-"Este pobre macho caliente está regalado y creo que podemos hacerle lo que se nos cante!"
Tenían razón.
Era tal mi febril calentura erótica, que no me importaba si aquellas mujeres me agarraban y me hacían papilla y me mataban lo mismo.
-"¡Sí.
agárrenme y hagan lo que quieran conmigo!" Les dije.
Algunas, aunque borrachas, se largaban las carcajadas recostándose para no caerse de la risa, y se reían de mí en mi cara y entre ellas hacían los más descarados comentarios a toda voz:
-"Chicas, vamos a llevárnoslo hasta nuestra finca de paseos, y allí lo cochamos y lo volvemos loco entre todas!"
Habían ahí cerca algunas mujeres que estaban siendo testigo de todo aquéllo, y no se perdían detalles y hacían exclamaciones de asombro por lo que estaban oyendo, y entremezclaban risitas también.
-"Mariana.
vé y trae la camioneta tú que no estás tan pasada de copas, y maneja tú y vamos a llevárnoslo ya, ya mismito!!!" Dijo una de ellas, y la tal Mariana salió corriendo y a las risas y con los brazos en alto a buscar la camioneta.
-"¡Aaaaayyyy, pobre chico, se lo van a llevaaaaaaar!!!" Comentaron las mujeres que estaban ahí cerca.
y soltaban risitas.
Yo permanecía ahí entre ellas quietito y resignado a lo que ellas quisieran decidir, y mi suerte estaba ya echada.
En cosa de un minutito Mariana llegaba conduciendo una inmensa y flamante camioneta que parecía una nave espacial, y ya todas me hicieron ir hasta ella y me introdujeron casi a los empujones, mientras aquellas mujeres hacían mil exclamaciones y se reían y yo.
entraba a la camioneta con ellas subiendo a las risas y carcajadas metiéndome adentro.
Mariana hundió la pata en el acelerador, y aquella camioneta salió como flecah de aquel lugar, mientras allá las mujeres quedaban largándose las carcajadas.
Ya, adentro mismo de la camioneta y en plena marcha, las mujeres aquellas me arrancaron todita la ropa a tirones dejándome completamente desnudo entre medio de las que me tenían entre ellas, y ví cómo mi ropa la tiraban hacia afuera largándose todas las más estridentes carcajadas mientras Mariana iba meta bocinazos y saltando felíz al volante.
Mi cuerpo caliente comenzó a ser manoseado de manera total y escandalosamente obscena por todas ellas, y rápidamente unas y otras se disputaban mi empinada y gruesa verga empalmada y como un garrote de tan dura y gruesa, y las mamadas que me empezaron a hacer me hacían dar gritos y aullidos ahí adentro.
La fantasía de todo hombre que se precie de ser así violado por mujeres, ahí se me estaba haciendo verdad.
Pero quéllo, era sólo el principio.
Aquellas mujeres, tenían para mí guardado en la inmensa variedad de sus ocurrencias para hacerme, un repertorio mucho mas extenso de cosas para que yo conociera.
Mi primer orgasmo con acabada como interminable, me lo hicieron venir mamándome y haciéndome entre todas un mar de eróticas y enloquecedoras cosquillas que me hacían aullar como perro mientras me mamaban y unas me deslizaban por la cara sus plantas descalzas haciéndome esa humillación de tener en mi cara sus pies mientras los orgasmos me hacían gritar ahí enloquecido.
Poco demoraron en colocarme de manera tal que mi cara estuviese entre las nalgas y el culo de una y otra y otra y una, y hacerme lamerlas y chuparlas mientras ellas enloquecían mi ser entero haciéndome atroces cosquillas y haciéndome sentir otra vez los orgasmos que volvían a azotarme ahora con mayor fuerza descontrolada.
-"¡Esto es nadita al lado de lo que vamos a hacerte de ahora en más, cosita loca!!!" Me gritaron.
(Continuará)
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