Ya sabía yo, que más temprano que tarde regresarías para que te coma el culo nuevamente.
Un borracho en medio de una fuerte lluvia atraviesa un cementerio, cae al suelo se embarra, y decide quitarle el barro a la ropa en medio de la lluvia, hasta que siente que un demonio o espíritu lo persigue y lo penetra..
Ya sabía yo, que más temprano que tarde regresarías para que te coma el culo nuevamente.
Los viernes en la noche acostumbraba a quedarme bebiendo con algunos amigos, y conocidos en el bar del pueblo.
Por lo general hablando mal del gobierno, pero esa noche en especial, nos dio por hablar sobre muertos, fantasmas, y aparecidos.
Cuando ya por lo tardé que era, y lo borracho que estaba, decidí regresar a casa, para colmo de males, comenzó a llover bien fuerte, fue cuando se me ocurrió la tonta idea de acortar camino, atravesando el cementerio del pueblo.
Pero apenas puse un pie dentro de los terrenos del camposanto, comencé a sentir algo raro, como si alguien, o algo, me estuviera observando.
Quizás se debía a lo borracho que me encontraba que, en lugar de devolverme, y seguir por el camino de costumbre, aun con lo muerto de miedo que me encontraba, comencé a adentrarme en el cementerio.
Ya había pasado por dos o tres veredas, cuando esa sensación de estar siendo espiado me volvió a sobrecoger.
Creo que de manera instintiva comencé a acelerar mis pasos, mientras que los latidos de mi corazón se aceleraron, y mi miedo, a no sé qué, aumentaba.
En cierto momento, escuché a alguien o algo que corría tras de mí, por lo que, en lugar de caminar más rápido, comencé a correr, al tiempo que dirigía mi mirada hacia atrás, fue cuando choqué con algo que hizo que me callera de culo al suelo.
Pero al levantar la vista, no había nadie, ni nada, solo el poste del alumbrado que no funcionaba, pero estaba a varios metros de mí, lo que me asustó mucho más todavía, tanto que, aunque me de vergüenza admitirlo, del susto me oriné encima, para colmo no dejaba de llover.
Yo aparte de lo asustado que estaba, a la vez me encontraba sumamente molesto conmigo mismo, por el miedo que sentía, por haberme embarrado todo, y mearme encima.
Justo a mi lado había un gran mausoleo, que cuando la fuerte lluvia caía sobre su techo, formaba un fuerte chorro de agua.
Sin pensarlo en medio de mi borrachera pensé que no podía llegar todo embarrado a casa, por lo que me quité toda mi embarrada ropa, la camisa, los zapatos, los embarrados pantalones, que se habían mojado con mi propio oriné, además de la tierra que se le pegó.
Pero al quitarme los interiores, los medio lave bajo el fuerte chorro de agua, pero de inmediato después de enjuagarlos, los usé para limpiar el resto de mi ropa.
Luego aun completamente desnudo, comencé a sacarle la tierra a toda mi ropa, mientras que seguía lloviendo a cantaros.
Por unos instantes me olvidé de lo asustado que estaba, y dejé de sentir miedo, pero de momento un rayo, por breves segundos iluminó todo, y al levantar la vista, que me encuentro con indescriptible un ser fantasmal, alto, delgado, muy oscuro, envuelto en una capa que lo cubría de los pies a la cabeza.
Del susto que recibí, traté de salir corriendo, olvidándome de toda mi ropa, pero estaba tan asustado, que apenas di los primeros pasos, me fui de boca, dando contra la mojada tierra de la vereda, y golpeándome en la cabeza con la acera.
Lo que hizo que me sintiera mucho más mareado de lo que estaba, y quedando bocabajo.
No sé si fue por el golpe, o lo borracho que me encontraba, que no podía ponerme de pie, mis piernas y brazos, así como todo mi cuerpo no me respondían.
Mientras que yo luchaba infructuosamente por incorporarme, aquella tenebrosa aparición, me comenzó a agarrar.
Primero por las piernas, al tiempo que yo le pedía llorando, y de manera desesperada que no me llevara.
De momento escuché una voz de ultratumba, que me preguntó. “¿Qué me das para que no te lleve?”
A lo que de inmediato, todo lleno de pánico, y sin dejar de llorar, le respondí sin pensarlo. “Lo que quieras, pero no me lleves.” En medio de mi borrachera, yo creía que ese era un demonio, o alguna alma del purgatorio.
La fría lluvia seguía cayendo sobre nosotros, la oscuridad era total, y el pánico que sentía iba en aumento.
Por unos segundos, o minutos aquella aparición no dijo nada, sentía que me miraba, bocabajo tirado en la tierra.
De reojo muerto de miedo trataba de verlo, y al mismo tiempo no me atrevía hacerlo.
Fue cuando eso, separando mis piernas me dijo. “Sí no quieres que te lleve, me vas a tener que dar el culo.”
Estuve a punto de decirle que no, pero el miedo a que me llevase, no sé a dónde ahora que lo pienso, hizo que me quedase callado, casi de inmediato sentí su cuerpo sobre el mío, y un fuerte y desagradable olor.
Eso separó mis nalgas, y en cosa de pocos segundos, ya me estaba penetrando el culo, con aquella verga caliente, y bien dura.
El dolor era algo insoportable, por lo menos al principio, sus frías manos recorrían todo mi desnudo cuerpo, mientras que aquel demonio, una y otra vez metía, y sacaba su enorme verga de entre mis nalgas.
Lloré como no tienen una idea, y mientras eso seguía clavándome su caliente verga, yo gritaba de dolor.
Hasta que después de un buen rato, que él seguía dándome por el culo, yo comencé a sentir algo bien distinto y diferente, una especie de sabroso dolor, que poco a poco me fue invadiendo.
Lo más extraño de todo fue que, pienso que, de manera involuntaria, comencé a mover mis caderas, restregándolas una, y otra vez contra el cuerpo de aquella cosa que, sin compasión alguna, me seguía dando por el culo sin descanso.
Sintiendo más, y más dentro de mí, aquel trozo caliente, y duro de carne, lentamente aquel insoportable dolor, y aquella gran vergüenza que sentía por lo que me estaba sucediendo, fueron desapareciendo.
En su lugar comencé a sentir un placer desconocido para mí, por lo menos hasta esos momentos.
Eso se detuvo, sacó su enorme verga de mi culo, y tomándome por los tobillos, separó y levantó mis piernas, por lo que quedé de frente a él, y pude sentir y ver, como aquella negra verga, se abrió paso nuevamente dentro de mis nalgas.
Por una parte, no me atrevía, ni quería verlo a la cara, por miedo a no sé qué, pero a la vez estaba extasiado, con lo que me estaba haciendo, y no podía separar mi mirada de como su oscura y gruesa verga, como entraba y salía de mi culo, mientras que yo gemía de placer, cual si yo fuera toda una puta.
Quizás por la fuerte lluvia, no alcanzaba a ver claramente, pero nuevamente de golpe, sacó su verga de entre mi culo, y tomándome por el cabello, colocó su miembro frente a mi boca, diciéndome de manera autoritaria. “Ponte a mamar.”
En la condición en que me encontraba, no estaba en posición de negarme, por lo que sin importarme de donde la había sacado, dirigí mi boca a su verga, y comencé a mamársela con fuerza, mientras que eso, colocó sus huesudas manos sobre mi cabellera, y me fue marcando el paso de la mamada.
Mi boca, y garganta fueron atravesadas por su negra verga, una y otra vez, hasta que de momento me apretó contra su cuerpo, y sin querer, comencé a tragarme toda su leche.
Después de eso me soltó, sacando su verga de mi boca, dejándome tal, y como estaba, tirado sobre aquella vereda en el cementerio.
La lluvia siguió cayendo, pero era tal mi condición, que no tenía fuerzas, ni para paramé, por lo que me quedé durmiendo la borrachera, tal y como me encontraba en ese momento.
En la mañana sentí que alguien, me golpeaba las costillas, preguntándome sí estaba vivo, yo me desperté encandilado por el sol, desnudo lleno de barro por todo mi cuerpo, y con ese raro sabor en mi boca.
Además, que me encontraba completamente desorientado, por lo menos durante unos cuantos minutos, hasta que nuevamente el guardia del cementerio me preguntó otra vez si estaba bien.
Sentía que mi cabeza, y mi culo por el dolor, me iban a explotar, sin atreverme a decir nada, recogí mi mojada y sucia ropa, y comencé a vestirme.
Hasta que el viejo me preguntó, de manera socarrona. “¿Le comieron el culo verdad?” Pensé en negarlo, pero decidí quedarme en silencio, mientras me continuaba vistiendo, pensando que le diría a mi mujer, cuando llegase finalmente a casa.
Mi cabeza era un revoltillo de ideas, de vergüenza, placer, dolor, satisfacción, en fin, pienso que me estaba volviendo loco.
Cuando nuevamente el viejo me habló diciéndome. “No hace falta que diga nada, no eres al primero, ni serás el último al que el espíritu del cementerio, le coma el culo. Si no quieres que te vuelva a suceder, no vuelva al cementerio de noche.”
Yo seguí mi camino, jurando que más nunca volvería atravesar por ese lugar, al llegar a casa le dije a mi esposa que, me había caído por un barranco cercano a casa.
Pero unas semanas después, estando en el mismo bar, no tan borracho como la otra vez, cuando regresaba a casa volví a meterme al cementerio, con la excusa de acortar el camino.
Nuevamente estaba lloviendo, y nuevamente sentí que alguien o algo me observaba, lo mismo que la primera vez, no sé por qué razón, cuando llegué al poste con el que me golpeé la primera vez en el centro del cementerio, sin pensarlo mucho, bajo la fuerte lluvia comencé a quitarme toda la ropa, hasta quedar completamente desnudo.
Fue cuando me encontré de frente con el viejo aquel, que sacando su enorme, y negra verga del pantalón me dijo. “Ya sabía yo, que más temprano que tarde regresarías para que te coma el culo nuevamente.”
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