Yo tengo algo que tu quieres probar, y tu tienes algo que yo quiero.
Un joven dueño de una lujosa lancha queda sumamente impresionado por la verga del encargado de la limpieza del muelle, al punto que este termina cogiéndoselo..
Yo tengo algo que tu quieres probar, y tu tienes algo que yo quiero.
Un sábado bien tarde en la noche, me encontraba orinando en la punta del muelle, cuando entró el niño rico, cargando una pequeña nevera, se dirigía a la lancha que recién le había regalado su padre.
Creo que me vio orinando y no sé qué le sucedió, pero se quedó embelesado, observando mi verga.
Cuando lo miré a los ojos, me di cuenta de que él se sentía muy avergonzado, y nervioso. disimulado apresuró el paso, mientras que yo me le quedé viendo, sin hacer comentario alguno.
Ya a eso de las diez de la noche, me pareció que él había terminado de cargar su lancha.
Ya después de estar haciendo eso, de momento me vio a lo lejos, yo me encontraba limpiando una de las lanchas del puerto, a esa hora éramos las únicas personas en todo ese lugar, ya que yo me encargo de cerrar todo y hasta duermo en la covacha de las herramientas.
Después de que el joven, terminó de hacer lo que estaba haciendo, se dedicó a limpiar su lancha cuando me volví a topar con él.
Yo me encontraba sin camisa, descalzo, y en pantalones cortos, al verlo lo saludé, y le dije. Que, si él quería, yo me encargaba de limpiarla.
Solo me dijo que no me molestase, que él mismo lo haría, así que, tomando la manguera se dedicó a lavar la cubierta, en ese momento como que se dio cuenta que yo, no quitaba la vista de sus nalgas.
Fue cuando le comenté, que se le podía dañar la fina ropa que estaba usando, al igual que sus caros zapatos con tanta agua.
Lo que le debió parecer bien razonable, y como no había más nadie por todo eso, sin pérdida de tiempo se quitó casi toda su ropa y los zapatos las medias y el pantalón, quedándome con el pequeño interior que estaba usando.
Luego continuó limpiando la cubierta de su lancha al tiempo que la cepillaba, por lo que también él se mojó completamente.
Durante todo ese tiempo, yo continuaba observándole sus nalgas, aun bajo la camiseta mojada, en una de esas me le acerqué por dé tras diciéndole. “Mira no estas limpiando bien la cubierta.”
Justo en ese instante coloqué mi mano derecha sobre la del, que sujetaba el cepillo, mientras que con mi mano izquierda la coloqué sobre la izquierda mía, diciéndole. “Lo mejor es que te inclines hacía adelante.”
Tras decir eso presioné mi cuerpo contra el del, haciendo que prácticamente su pecho pegase contra el mamparo de los instrumentos.
El chico se quedó de lo más tranquilo, como si fuera la cosa más natural del mundo, que yo lo tuviera así, acto seguido comencé a mover mi mano de manera circular sobre la cubierta de la lancha, mientras que con la otra mano dirigía el chorro de agua de la manguera, prácticamente contra nosotros dos.
En esos momentos no dudo que él comenzó a sentir mi dura y caliente verga, contra sus casi desnudas nalgas, y de inmediato le dije, prácticamente lamiéndole su oreja. “Dejemos de juegos tontos, Yo tengo algo que tú quieres probar, y tú tienes algo que yo quiero. Así que no perdamos el tiempo, te parece.”
Mis palabras resonaron en sus oídos, así que, sin decir ni esta boca es mía, soltó tanto el cepillo como la manguera, y de inmediato se desprendió de su mojada camiseta, así como de su pequeño y ajustado interior que más bien parecían unos pantis, quedando del todo desnudo, sobre la cubierta de su lancha.
Al ver lo que él estaba haciendo, me terminé de quitar los pantalones, de inmediato sentí sus nalgas, pero en ese instante completamente desnudas, nuevamente contra mi verga.
De inmediato le dije. “Así me gusta, ahora separa un poco las piernas, y trata de relajarte.” obedientemente hizo todo aquello que yo le indicaba, apoyándose contra el timón de su lancha, separó sus piernas y esperó.
A los pocos segundos comencé a penetrar con mi verga su esfínter, poco a poco fui ejerciendo presión.
A medida que lo fui penetrando, él comenzó a quejarse por el dolor que fue sintiendo.
Pero aun, y así permaneció en silencio, como quien dice gritando para dentro, lentamente fue sintiendo, como mi miembro centímetro, a centímetro lo iba penetrando.
Con mis manos, lo sujetaban por las caderas, pegando más, y más mi cuerpo al del.
Hasta que todo su cuerpo, y el mío se puede decir que eran uno solo, por un rato permaneció sin moverse, hasta que comenzó por iniciativa propia, a mover sus paradas nalgas.
Suavemente al principio, pero a medida que yo comencé a ir penetrándolo, él también comenzó a mover sus caderas.
Mientras que yo, seguía metiendo y sacando casi toda mi verga de su cuerpo, los movimientos de sus caderas fueron más bruscos, y prolongados, con ello el placer que estaba comenzando a sentir, era algo prácticamente indescriptible.
A medida que tanto él como yo, nos movíamos, de manera divina, yo le continúe hablando, diciéndole. “Tienes un culito divino, no sabes desde hace cuánto tiempo, que estoy antojado del”.
No tan solo eran las cosas que le seguía diciendo, sino la manera en que se las decía, al tiempo que le agarraba las nalgas, el pecho, y su cabeza.
Con toda mi calma, lo conduje bajo cubierta al camarote, donde ya los dos tirados sobre la cama, continuábamos intensamente nuestra relación.
En cierto momento, saqué todo mi miembro de su cuerpo, mientras que él, se quedó recostado, observando mi miembro entre mis dedos, y aun bastante deseoso de que yo continuase metiéndoselo.
Lo tomé por los tobillos, y al mismo tiempo que se las levantaba, hice que separase las piernas, tras lo cual no tan solo volví a sentir, como enterrar dentro de su cuerpo, mi pedazo de carne, sino que pudo ver con toda claridad como lo hacía.
Para él fue algo casi delirante, fue cuando me dijo, que no tan solo sentir, sino que ver de manera tan clara, como toda mi verga le entraba por el culo, casi no podía creer que su apretado culito se tragase todo eso.
Mientras él se deleitaba moviendo sus caderas, y restregándolas contra mi cuerpo, yo me dedicaba al mismo tiempo a seguir manoseando sus nalgas.
Por un buen y largo rato, continúe metiendo y sacando mi verga de su culo, al tiempo que continuaba diciéndole lo sabroso que lo tenía, y el tiempo que había deseado clavarle mi verga.
Hasta que finalmente mis movimientos aceleraron, y mis apretones fueron más, y más fuertes, hasta que me vine por completo dentro del.
Después de eso se quedó tirado sobre la cama, yo saqué mi verga de su culo y tras levantarme salí del camarote, para lavarme y orinar.
Al regresar a su lado, lo miré a los ojos, y como si él hubiera podido leer mi mente supo, que yo deseaba que me lo mamase.
Por lo que sin asco alguno cuando tuvo mi adormilada verga al alcance de su boca, comenzó por lamerme mi colorado glande, en cosa de segundos se me volvió a tonificar por completo, para luego sin detenerse continúo chupando todo aquello que le cabía en la boca.
Yo me recosté sobre la cama y fue él, quien prácticamente arrodillado a mi lado, continuaba chupando, mamando y lamiendo toda mi verga.
Así estuvo por un buen rato, hasta que coloqué mis manos sobre su cabeza, y con ellas fui guiando su cabeza, y acelerando los movimientos hasta que solté un gran chorro de mi semen dentro de su boca, garganta.
No quedándole más remedio que terminar de tragárselo por completo, el chico estaba completamente desnudo, agotado, sudado, oloroso a sexo, su ano le palpitaba, y en parte se comenzó a sentir avergonzado, pero muy feliz.
Hasta que lo llamé y le dije. “Bueno amor date una buena ducha, y te vistes que, en cualquier momento, puede llegar alguien, y de seguro no te gustaría que te fueran a ver así”.
Él obedientemente, sin decir nada, tras ducharme con la manguera, se dirigió con su ropa se cambió y al ver el reloj, se dio cuenta que casi eran las doce de la noche.
Esa noche antes de irse me dijo que tenía que ir a su casa, desde esa fecha y por buen tiempo, disfruté de las atenciones del.
Hasta que por sus estudios universitarios fue dejando de usar su lancha, pero ha conseguido en un sin número de ocasiones, volver al club náutico para que yo me lo vuelva a coger.
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