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Bisexual, Dominación Hombres, Gays

Zona roja y algo más

hasta que me anunció su eyaculación y como yo seguía tragando su poronga muy caliente se asombró por que me acabaría en la boca y al soltar su semen tomó mi cabeza y me la sostuvo para que no me moviera más, largando un suspiro de placer que lo relajó por completo..
Apenas había pasado los 40 años, mi deseo por usar ropa femenina se había calmado, pero sólo por la falta de oportunidad y no porque no quisiera usarla, tenía en mis cajones de ropa 3 bombachas, una tanga, un culote y un bóxer femenino, cada tanto me los ponía y así salía a la calle a trabajar, el único problema sería si algo me sucediera, a veces cuando me iba a dormir también las usaba, creo que esperaba que mi mujer me descubriera, pero o no fue así o nunca lo hizo notar, al menos por aquellos años.

En este trabajo éramos todos hombres, teníamos un vestuario con buenas duchas y ahí me bañaba casi todos los días, más allá de que jamás miré a un compañero de trabajo con deseo se armaban charlas interesantes y una de ellas aprendí que había una zona roja gay en mi ciudad; mi deseo por un hombre se reactivaba y allá fui un viernes a la noche que dejé mi casa con la excusa de un encuentro de amigos.

Si bien hablamos de la zona, no específicamente de las calles, por lo que muy nervioso recorrí varias de ellas hasta dar con los lugares donde hombres gays de todas las edades caminaban esperando que un auto frenara para el levante. Yo me quedé en una esquina, casi a oscuras, viendo que pasaba y como eran los movimientos; la idea era muy simple, caminar cerca de la calle hasta que un auto se acerque y se inicie un breve diálogo en donde ambos se ponían de acuerdo sobre qué hacer, esa conversación me inquietaba un poco ya que yo no sabía que decir y no era de muchas palabras en hablar. Pero luego de unos 20 minutos de observación me decidí a caminar, creo que di vuelta completa una manzana hasta que una camioneta frenó un poco más delante de donde me encontraba y se bajó la ventanilla, señal que yo le interesaba, algo tembloroso me acerqué.

– ¿Qué hacés? Me interrogó un conductor algo obeso

-Doy una vuelta a ver que pasa

-No tengo lugar, pero acá en la camioneta no se ve nada, vamos por ahí si querés.

-Bueno, dale. Respondí mientras subía al asiento del acompañante.

Creo que circulamos unas 4 o 5 cuadras hablando de roles en el sexo, en un momento sacó su pene y yo lo acaricié.

– ¿Chupala? Me dijo

Y yo me agaché sobre su falda poniéndolo entre mis labios e iniciando un juego que lo llevó a detener la camioneta rápidamente en un semidescampado algo oscuro

-Vamos al asiento de atrás que estaremos más cómodos. Comentó y era obvio que no estaba debutando conmigo.

Ya con los pantalones bajos abrió sus piernas y tomó su miembro como mostrando algo especial (uno más del montón) y tal como me había enseñado Chon empecé a saborear su pene duro desde la cabeza hasta sus testículos, eso lo hizo gemir con fuerza y entonces empecé un trabajo de succión que lo enloquecía, se tomaba del asiento delantero y me insultaba con intención de alabar mi trabajo, debemos haber estado haciéndolo unos 20 minutos hasta que me anunció su eyaculación y como yo seguía tragando su poronga muy caliente se asombró por que me acabaría en la boca y al soltar su semen tomó mi cabeza y me la sostuvo para que no me moviera más, largando un suspiro de placer que lo relajó por completo. Me reincorporé mientras él se acomodaba la ropa, nos pasamos adelante y sin decir mucho me llevó hasta el mismo lugar donde me encontró, prometiendo volver a vernos, algo que no pasó obviamente.

Yo estaba más que conforme con lo que había pasado por lo que me volví casi de inmediato a mi casa donde mis hijos dormían y mi señora, una vez más sentada frente a la computadora, apenas registró mi llegada, me puse el pijama, pero por debajo me calcé una tanga que me agradaba la sensación que generaba en mi piel.

Y la zona roja gay se convirtió en un nuevo lugar donde fácilmente encontraba un hombre para experimentar mi sexualidad, si bien no iba seguido al menos cada dos meses me daba una vuelta, no sé porqué, pero siempre que giraba por esas seis u ocho cuadras terminaba en un levante, aún en la actualidad, pero ya no voy más que una vez al año. Pero uno de mis levantes fue particular, no tanto por mi partenaire sino por la información que obtuve. Esa vez decidí ser yo quien dé vueltas en el auto, y con apenas cinco minutos de llagado ya hubo un hombre, mayor que yo, que se me acercó, enseguida me dijo que tenía lugar, por lo que le abrí la puerta del acompañante y nos dirigimos a su casa, o eso creo que era, entramos en su habitación muy iluminada y de inmediato nos desnudamos para iniciar en un hermoso franeleo que terminó con él en cuatro patas delante de mí al tiempo que yo lo penetraba consiguiendo que gimiera y me dijera cosas como “si así por favor rompeme la cola”, “que hermoso me cojés”, “dame más, no acabes, te quiero sentir adentro”; luego de unos minutos la saqué y nos acostamos en la cama para jugar con nuestros miembros erectos, estuvimos así un buen tiempo hasta que me puse su glande entre mis labios e inicié mi trabajo para hacerlo eyacular y sentir su semen en mi lengua. Momento en el que el dueño de casa se relajó y empezamos a hablar de donde conseguir hombres, fue ahí donde me enteré que en mi ciudad había un baño turco con un clima gay al que no dudé en ir poco tiempo después, pero mi acompañante vio mi pene aún erecto y se lo puso en la boca para seguir la función, nuestros juegos se intensificaron y en poco tiempo lo estaba penetrando nuevamente, él gritaba con fuerza y se tomaba al respaldo moviéndose para hacerme acabar, algo que simulé muy bien y cayó agotado sobre la cama y me acosté a su lado unos minutos hasta que dijo que me tenía que ir «porque era tarde». Me cambié y me fui, nunca más volví a verlo, un tiempo después pasé por su casa y toqué timbre, salió una hermosa señorita que me dijo que ahí no vivía ningún hombre, algo que me asombró.

Pero este hombre me había dejado un dato importante en mi vida y fui a conocer el baño turco. Ni bien ingresé había un mostrador donde un joven esperaba a los clientes, como yo era nuevo y pregunté cómo funcionaba el sistema me guiaron por el lugar explicando la rutina para sacarle provecho, había tres salas de vapor una más intensa que la otra, una pileta de agua caliente con hidromasaje y unos boxes donde los hombres descansan luego del recorrido o la sesión de masajes, el precio incluía todo, menos el bar y al masajista. Pagué el servicio, me dieron un toallón y un trapito para ponerme alrededor de la cintura y no andar desnudo (pero casi), me cambié en el vestuario y salí a recorrer las salas, la verdad que como no conocía nada, me dediqué a observar las actitudes de los hombres que había allí, serían unos 15 en total; en la primer sala de calor muy, muy suave había algunos sentados a la mesa jugando a las damas, seguí para la segunda sala donde ya el vapor se hacía notar, me gustó y me quedo varios minutos, luego pasé a la tercera donde el calor húmedo generaba cierto efecto de limpieza en la piel que la suavizaba notablemente, en esa estaba yo solo hasta que luego entró un hombre de unos 50 años.

-Hoy está fuerte esta sala, Dijo

– ¿Sí? No sé, es la primera vez que vengo

– Ahhh, mirá vos ¿Y es tu primer recorrido?

-Sí, recién empiezo

-No te pierdas la pileta, hoy está ideal.

-Gracias después iré

-Y después te vas a descansar a los privados que están muy limpios. Y luego de decirme eso, se fue. Yo no estuve mucho más, fui a una de las duchas y de ahí a la tan ansiada pileta en la que debía meterme desnudo, reconozco que me dio cierto pudor, pero lo hice sin pensar mucho, la sensación de sumergirme desnudo en el agua tibia fue excitante, me senté en uno de los hidromasajes, estaba solo, cada tanto pasaba alguno por el pasillo que guiaba hasta los boxes, pero ninguno se metía, yo quería ver un hombre desnudo, en un momento pasa uno que me da conversación y pregunta sobre cómo está el agua, charlamos un poco y enseguida veo que se dirige al perchero donde cuelga el tapa rabo floreando una cola interesante, entonces se da vuelta y lo veo desnudo, con un pene excitado pero no erecto y se sumerge en el agua caminando de frente hacia mí, obvio que lo miré todo el trayecto y notó eso:

-Tenías razón, hoy está excelente el agua. Dijo

-La verdad que es la primera vez que vengo, no lo conocía y me gusta

– ¿Entonces todavía no fuiste a los privados?

-No, pensaba cuando salía de acá ir a descansar un poco.

-Te van a gustar. Comentó y seguimos hablando muy en general de las salas y los hombres que asistían

No pasó mucho tiempo cuando decidí salir de la pileta, con un caminar lento y sensual, porque eso genera hacerlo con agua hasta la mitad de los glúteos, me dirigí hacia la escalera por donde subí también despacio pero ya con la intención de exhibirme, me sequé y al pasar por al lado de mi ocasional compañero de hidro, nos miramos directamente a los ojos e hicimos un gesto como de aprobación, en cuanto entré a la habitación donde se encontraban los privados noté un perfume especial, intenso y agradable, casi diría que excitante, prendían sahumerios que supongo serían afrodisíacos. Los boxes consistían en una cama de una plaza, una frazadita y una almohada, la división entre ellos era tan solo un tabique y a la entrada una cortina de tela que se podía correr o no según el deseo de quien lo ocupaba, serían unos 7 u 8 lugares iguales, los recorrí y me encontré en algunos con hombres acostados boca arriba, fumando o no y acariciándose su miembro, un poco me asombró esto, pero era obvio que pasaría; la temperatura era agradable tanto como para estar desnudo allí, encontré uno frente a una ventana que tenía pintura azul sobre el vidrio para crear un lugar de semioscuridad y en ese me acomodé, acostado boca abajo y tan solo tapado con el trapito que nos daban esperé para ver que pasaba, noté un desfile de hombres que se detenían en la puerta de los boxes ocupados, entre ellos el mío, pero muchos seguían de largo, hasta que apareció mi ocasional compañero de hidro, él se quedó mirando, como esperando mi aprobación, algo que hice al ponerme de costado para quedar frente a él. Ingresó, cerró al cortina, se sacó su taparrabo y exhibió una buena pija casi erecta que no tardó en estar en mi boca al sentarme al borde de la cama, suave, muy limpia, con sabor a recién aseada saboreé cada centímetro de ese pene que endurecía entre mis labios, mi lengua se encargaba de acariciar el glande cada vez más rojo, mi partenaire se tomaba del palo de la cortina y gemía, yo lo recorría desde su huevos hasta tragar a fondo un miembro de buen tamaño y cada vez más duro.

Se agachó un poco y en voz baja me dijo: -Te quiero coger. No tardé mucho en ponerme en 4 sobre la cama y sentir como muy despacio la metía hasta  tocar su pubis con mis nalgas, jugó un poco con su bombeo y la sacó, para volver a meterla, pero a medida que hizo esta práctica aumentó su ritmo, sentí como sus manos tomaban mis caderas que llevaba hacia él y empecé a moverme como una hembra, eso lo enloqueció y me clavaba sus dedos en mi piel hasta que lanzó un grito corto pero fuerte y se quedó quieto mientras yo sentía cada palpitación de su pija bombeando semen dentro mío. La sacó, se limpió con la toalla y me dijo:

-Sos muy bueno, espero verte pronto. Y se fue por donde vino sin decir más

Yo me recosté boca abajo en la cama y creo haberme dormido un poco; luego de un rato me levanté fui a las salas nuevamente, renové mi cuerpo un poco más y antes de irme me bañé.

58 Lecturas/23 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Augusto1960
Etiquetas: amigos, baño, gay, gays, joven, mayor, semen, sexo
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