003. La visita
[Mf][Un][NC].
Mi nombre no importa. Mi edad actual tampoco. Ni mi físico. Ni mi ubicación. Ni cómo llego hasta ustedes esta historia. No tuve hermanos. Sólo que tengo un tío y un primo por familia. Sólo que soy mujer. Sólo que fui abusada sexualmente por mi tío mientras mis padres estaban de vacaciones. Todo comenzó cuando tenía trece años. Me quedé, en la casa de mi tío paterno que es mi unica familia – ya que mis abuelos por parte de mi padre y madre fallecieron antes de que naciera y mi madre fue hija única, quien vive en una finca donde cría vacas en el campo. Inicialmente vine durante dos semanas porque mis padres se fueron de vacaciones. Todo fue normal al principio, me quedaba despierta hasta tarde, veía películas y podia comer chucherías. Su esposa había muerto un par de años antes y su hijo único estaba en la universidad.
A la tercera o cuarta noche, cuando estaba casi dormida, escuché que se abría la puerta de la habitación en la que me hospedaba y entró en silencio. No sabía qué hacer, así que fingí que estaba durmiendo.
Se acercó a mi cama y me miró un rato, luego me quitó la manta. Quería acurrucarme y esconderme porque solo tenía puesto un corpiño y unas panties. Pero no podía hacerle saber que estaba despierta, así que me quedé quieta boca arriba. Pasó sus manos sobre mi cuerpo y tocó mis nacientes pechos. Entreabrí apenas los ojos y pude verlo meneando una verga venosa. Luego deslizó su mano entre mis piernas y frotó mi inexplorada vulva sobre mis panties por un momento.
Cuando se cansó de eso, se acostó a mi lado en la enorme cama y metió toda su mano en mis panties. Abrió mis piernas y frotó mi inmaduro sexo mientras acariciaba su verga. Pronto sumergió un dedo en mi agujero ahora húmedo y lo acarició suavemente. También usó su pulgar para «rasguear» ligeramente mi clítoris. Para cuando puso un segundo dedo en mí, mis caderas empujaban involuntariamente hacia arriba para encontrar su mano y obtener más fricción. Cuando sintió que estaba lo suficientemente mojada, retiró la mano, se sentó y se arrodilló entre mis piernas, abriéndolas. Hizo mis panties a un lado y gimió cuando vio cómo mi cosita estaba goteando.
Puso la punta de su asquerosa verga en la entrada de mi vagina y se acostó sobre mí. Mientras se acostaba, más y más de su pene estiraba mi cosita y rasgaba mi himen. Dolía, tanto, tanto, tanto, pero estaba demasiado absorto en penetrarme para notar mis gemidos de dolor.
Tan pronto como estuvo completamente dentro de mi, su lado animal se hizo cargo y comenzó a bombearme como si su vida dependiera de ello. Yo lloraba, pero él ni siquiera se dio cuenta. Me sentí tan pequeña e indefensa mientras yacía allí, completamente cubierta por su cuerpo y moviéndome con cada embestida. Después de unos 20 minutos, realmente no podía decirlo, se sentó sobre sus rodillas y agarró mis caderas. Luego empujó tan fuerte como pudo y se vino hasta el fondo de mi maltrecha vagina, incrementando el dolor que de por si ya sentía. Estaba asustada porque sabia que podia quedar embarazada, pero traté de pensar en otra cosa. Sacó su verga reluciente, de semen y sangre, como averiguaría despues – como pude ver bajo la poca luz que permitia el cuarto – y cubrió mi lastimada rajita con mis bragas, luego se fue y cerró la puerta detrás de él. En ese momento me sentí tan sola y triste, que lloré toda la noche hasta que me venció el sueño.
Al día siguiente, ya bien entrada la mañana cuando pensé que no estaba, se me acercó por detrás mientras estaba haciendo huevos para desayunar y me tocó el trasero. Lo masajeó y se inclinó contra mí, pude sentir su erección clavándose en el hueco entre mis nalgas. Me dijo lo buena que era y deslizó su mano por el short amplio que tenía puesto. Manoseo de nuevo, para ese momento, mi recien desvirgado coño y frotó mi clítoris. Luego apagó la estufa, me inclinó sobre el mostrador de la cocina, jalo mis shorts y mis pantaletas dejandolas caer al piso, y nuevamente forzó sin ningún miramiento su trozo de carne dentro de mí. No duró mucho esta vez y pronto volvió a eyacular en mí.
Después de reacomodarme mi pantaleta, subirme el short, me pidió que le pasara una cerveza. Demasiado sorprendida para decir que no, le pasé la cerveza y terminé de freír los huevos.
Esa tarde me dijo que me quitara los shorts y las pantaletas – que para ese momento ya estaban manchadas de la corrida de la mañana y un poco de sangre, recuerdo de la noche anterior -, me dijo que arrodillara y que me recostara en su regazo dejando el culo al aire, después de traerle una botella pequeña de su cerveza favorita. Sabiendo que no podía decir que no, hice lo que me dijo y esperé. Frotó mi coño hasta que me mojé y empezó a usarlo como lubricante para mi culo. Sostuvo mis nalgas abiertas y metió su dedo en mi apretado agujero trasero. Empezó a doler. Intenté escapar, pero me sujetó. Después de agregar otro dedo y estirarlo, se detuvo y abrió su cerveza. El dolor se incrementó. Luego puso la botella de cerveza en mi trasero y la boquilla la metió en mi ano. La cerveza fluyó hacia mis intestinos mientras él la empujaba más profundo. Continuó doliendo más. Me dijo que subiera las rodillas para que pudiera meterla mas. En este ángulo mi culo se abrió más y pudo meter casi todo el cuello de la botella. El dolor me hacía sentir que casi me partía. Cuando estuvo satisfecho, de improviso la sacó y me dijo que fuera al baño a cagar. Fui corriendo, me sente en el inodoro sintiendome tan humillada mientras salía la cerveza revuelta con mierda. Tarde un poco mas de lo acostumbrado, por que una parte de mi esfínter no dejaba de sangrar.
Cuando regresé, me dijo que le trajera otra cerveza y me arrodillara a su lado en el suelo. Una vez más, sabiendo lo sumisa que era, seguí sus órdenes. Cuando regresé, me ordenó que pusiera mi culo al aire, me puse en posición, metió los dedos en mi maltratada cuquita y volvió a lubricarme el culo. Luego puso la cerveza, esa vez la base primero, en mi trasero. Todavía estaba dilatado, así que entró con dificultad pero sin lastimarme tanto. Me dijo que ahora yo era su portacervezas y que si me movía, se deslizaba o tiraba algo de cerveza me azotaría hasta que las vacas regresaran a casa. Tuve que apretar mis nalgas y culo todo el tiempo para que no se deslizara más adentro.
La sacaba, bebía un poco y luego la volvía a meter. Cuando estuvo vacía, la dejó afuera y me dijo que me sentara en su regazo mientras veía el canal porno. Puso su pene en mi culito mientras veia la televisión mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro, intentando que no me penetrara más profundo. De vez en cuando, empujaba hacia arriba de manera violenta y lo metía más profundo y se venía. Nunca le bajó la erección, y cuando terminó, mi atormentado agujero trasero estaba lleno de semen, restos de sangre y heces.
Continuó violándome durante las dos semanas, probando nuevas formas de torturarme. Para cuando se suponía que mis padres vendrían a recogerme, estaba tan acostumbrada que ni siquiera parpadeaba cuando me metía la verga en el culo o en mi conchita al azar, como ocurrió cuando le avisaron a mi tio que mis padres habían fallecido en un accidente pocos kilometros antes de llegar a la finca… de mi primo, nunca lo he vuelto a ver.
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