A mi madre no le importa (parte 1)
Mi novio es un sinverguenza que no le importa tocarme aún si mi madre está en la cocina y puede descubrirnos, claro que yo me dejo gustosa….
Hola, mi nombre es Nicole. Soy una chica algo alta, de cuerpo decente y una linda cara, algo por lo que he atraído a los chicos.
Desde pequeña estoy acostumbrada al sexo. Mi madre es una madre soltera con algo de apetito por los chicos guapos y jóvenes, ella fue abandonada por mi padre desde que se embarazó, así que ha estado manteniéndome como puede, trabajando de oficinista en una pequeña empresa, pero que paga suficientemente bien a sus empleado.
Como dije, ella tiene un buen apetito por esa clase de chicos con los que trabajaba, jóvenes recien egresados de la universidad que intentan crearse una vida, así que se ha encargado de llevarlos a casa a cada uno de ellos, tanto así que los rumores se expandieron por la empresa en la que trabajaba, pero como es inteligente, sabía manejarlo para que no pasara de eso.
La cuestión es que ha estado haciendo eso desde que estaba embarazada y no se detuvo después de eso, follando con cualquier hombre que entraba por la puerta a mis espaldas. Claro que yo lo he notado por supuesto, de hecho una vez me llevé uno de los condones que habían tirados en la basura, para probarlo, eran varios dentro del basurero, rebosantes de ese líquido blanco que mi madre ansiaba por tragar (Creo que ya sé de dónde saqué ese gusto por el semen jajaja).
Y luego de crecer en ese ambiente y tener una larga charla con ella sobre eso, me terminé acostumbrando. Mi madre apenas se esforzaba ya por ocultarlo, al fin y al cabo ya la había atrapado unas cuantas veces. Luego de unos años hasta alcanzados mis 15 años, me conseguí a un novio, mi primer novio (y único hasta el momento). Se llama Luis, es un chico algo moreno, de cabello rizo y y unos lindos ojos color miel. Tiene 19 años y no es un chico que podría decir musculoso, pero si se ve bien. Algunos dirán que es muy mayor para mi, lo sé, pero él es muy lindo y no púedo resistirme a sus lindos ojos, y mucho menos a sus toqueteos bajo mi falda jijiji.
Mi madre desde que nos vió juntos no se molestó por mi relación, tampoco la apoyó, era como si no le importara. Eso me animó a llevarlo unas cuantas veces a casa, para pasar rato con él. Mi madre hacía unos pocos años que dejó de llevar chicos a la casa, quizás porque se está haciendo mayor y más responsable… Aunque de vez en cuando si la veo salir de noche vestida de manera provocativa, quizás para conseguir a otro jóven en alguna fiesta que la haga sentir deseada. Mi novio y yo nos llevamos bien, a pesar de la edad, él me escucha y es comprensivo con mis tonterías de quinceañera, pero claro, siempre tengo que terminar pagándole con mi cuerpo, y estoy agradecida por eso, que me use un chico tan atento como él. Esos «pagos» cada vez fueron a más, más veces y más pervertidos.
Él es un chico con un apetito sexual muy alto y yo tengo que sufrir las consecuencias de eso. Al principio solo nos besabamos en la casa cuando mi madre no nos veía, pero luego avanzó a mordiscos, lengua y toqueteos, cada vez era menos discreto, un día me levantó la falda en el sofá mientras mi madre estaba en la cocina. Una aclaración, mi casa no es muy grande, y la sala dónde está el televisor con el sofá está a un costado de la cocina y se ve perfectamente si volteas a mirar, excepto si estas usando el horno o la encimera, pero la nevera el microóndas y el lavaplatos si que no ocultan nada.
En fin, ese día si consideré que se estaba pasando un poco y a diferencia de otras ocasiones le dije que no siga, que nos podían ver. Pero eso a él no le importó y solo siguió tocándome el culo con mi falda levantada. Se notaba que estaba empezando a levantarse su pene y esa combinación de sucesos encendió algo dentro de mi, como si el hecho de que esté exitando a mi novio a costa de que nos descubra mi madre y a él no le importe en absoluto hiciera que mi vientre se encendiera de repente. Así que lo sejé seguir sin quejarme mucho más.
Cada vez que apretaba mi nalga yo me mordía los labios para no soltar un gemido y alertar a mi madre. Parece que él no se dió cuenta porque estaba distraido con su teléfono mientras me tocaba. No podía parar de pensar en que mi madre nos iba a descubrir hasta que él simplemente medió su mano por debajo de mis panties. Eso me sorpendió mucho, porque para ese momento él nunca se había atrevito tanto en mi casa. Metió uno de sus dedos por mi ano y eso sí que me hizo soltar un gemino, por suerte fue pequeño, pero estoy seguro que se dió cuenta, porque no paraba de sacarlo y meterlo, como para que lo hiciera otra vez y así humillarme.
Yo estaba super caliente y no podía aguantarme un pequeño gemino tanto en tanto y cada vez un poco más fuerte. En eso, como si estuviesemos solos, él agarro mi mejilla y me guió hasta su boca, para darme un beso de lengua algo fuerte. Aunque ya estaba acostumbrada a eso, definitivamente ese me agarró por sorpresa, no sabía que pensar así que solo me dejé llevar. No podía parar de gemir, sentia como su dedo me penetraba y luego metió otro, lo cual dolió un poco, pero eso solo me prendió más, ya estaba gimiendo algo fuerte mientras me besaba, ya hasta me había olvidado de mi madre y si nos podía estar viendo.
Luego de estar así un par de minutos mi madre me llamó para ayudarla en algo, no pude evitar correrme luego de que Luis sacó sus dedos de mi ano rápidamente, era una corrida intensa, tanto que mojé un poco el sofá con mis fluídos. Tuve que ahogar mis gemidos para que mi madre no sospechara. Cuando terminé me levanté rápido y fuí con mi madre mientras mi novio se quedaba en el celular. Aún me notaba cansada y agitada por la corrida, pensé que mi madre podía sospechar algo de mi, pero no me acotó nada, solo me vió y me pidió que le lavara unos platos mientras ella terminaba de cocinar el pollo. Lo hice y fui de nuevo con Luis. Luego de eso no pasó nada más y Luis se quedó ese día a almorzar con nosotros de parte de mi madre, hablamos sobre cosas del día a día hasta que terminamos y Luis se fue a su casa. Ese fue uno de los días más exitantes que viví, pero no fue el último ni el más loco.
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