Aeromoza contratada PARTE I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A los 23 años, soltera y sin compromisos, vi un anuncio en el periódico. Se solicitaban aeromozas para una aerolínea privada que dieran "servicio completo". El sueldo base era el doble de lo que yo ganaba siendo edecán en el centro de convenciones e iría aumentando de acuerdo a la experiencia. Con la vida por delante y con muchas ganas de viajar por el mundo y conocer nuevos lugares, llamé para una entrevista.
Llegué a una oficina y llené mis solicitudes. Muchas, como yo, estaban haciendo lo mismo, todas con minifaldas y tacones, excelente presentación, bien maquilladas y eternamente sonrientes. Revisé la convocatoria, pero no encontré ningún prerrequisito para dicho encuentro. Yo iba de jeans, blusa relajada y sandalias veraniegas, con maquillaje convencional y una coleta debido al calor. Finalmente me nombraron. Entré a una sala bastante grande y me pidieron me sentara en la silla central. Había varios ejecutivos trajeados formando un semicírculo.
No hubo muchas preguntas, más bien querían saber cuál era la historia de mi vida, qué aspiraciones tenía y si contaba con experiencia en otras líneas aéreas privadas, lo cual negué. Me dijeron que lo más importante era complacer a los clientes en todos los aspectos y que, mientras tuviera eso en mente, me iría muy bien. Al final me dieron un contrato por dos meses que incluía quince días de entrenamiento en Nevis, una isla caribeña, el cual tenía que tomar dado que era una novata.
Tres días después, y ante la sorpresa de mi familia, salí con maleta lista y me presenté en el aeropuerto. La pequeña sala VIP estaba llena de aspirantes recién contratadas, todas con el espíritu aventurero y aplicándose bronceadores para lo que, todas suponíamos, era un par de semanas en un paraíso tropical aprendiendo a preparar bebidas, colocar cinturones de seguridad, decir indicaciones en 10 idiomas distintos y administrar la producción y entrega de alimentos. En cuanto me presenté, me dieron una maleta y recogieron la mía, así como mi pasaporte, el cual fue puesto en un sobre cerrado y me sería entregado a mi arribo en Nevis. Me pidieron que me pusiera el uniforme y abordara el pequeño avión inmediatamente.
Entré al baño a cambiarme. El uniforme era de lo más extraño, ya que incluía ropa interior (bastante sexy). Tanto la falda recta azul marino como la blusa blanca de seda se ajustaban únicamente con velcro, las medias eran a media pierna con un liguero y los zapatos eran unas sandalias con tacón de punta muy elevado. Nada de eso me alertó, como tampoco lo hizo el hecho de que todas las prendas me quedaban a la perfección. Me recogí el pelo en una red, me coloqué el gorro que venía, guardé todo lo que traía puesto en la misma maleta y salí rumbo al avión.
Entrando, mi mundo fue totalmente distinto. No era como los aviones comerciales, con filas de asientos, sino que estaba distribuido como una sala de negocios, con asientos de piel mirando hacia el centro, una alfombra color vino, un par de terminales en uno de los rincones y un salón privado, el cual estaba cerrado con llave. También había un minibar, un par de baños de lujo, un estante con periódicos, un librero, un par de pantallas gigantes, audífonos, una silla masajeadora y, lo más extraño, una silla completamente de cristal.
Éramos diez novatas, tomamos cada quien el asiento que quiso, el capitán avisó que había que abrocharse cinturones, y despegamos. Fue en ese momento que descubrí que todas las ventanas de la aeronave estaban cerradas y no había manera de abrirlas. La duración del vuelo iba a ser de 3 horas, sin escalas. Una vez que el vuelo se estabilizó del despegue, me dirigí al mini-bar. Un barman negro de 1.90 de estatura y un cuerpo absolutamente perfecto me atendió. La manera en que me miró me hizo sonrojarme, fue entonces que me di cuenta de que mi blusa era en extremo transparente y, con un poco de luz negra que habían prendido, mi bra nuevo resaltaba bastante. Por qué me darían una blusa que dejaba ver mis atributos a simple vista dentro del avión?
Traté de no pensar en eso y pedí un cosmopolitan. Él lo sirvió de inmediato y me dijo que estaría en el salón privado en media hora, que me esperaba. Lo rechacé, tomé mi bebida y me dirigí al librero. Esperaba ponerme a leer un rato, pero, cuando vi la lista de libros, no había nada de literatura clásica o universal. Todo el librero estaba lleno de libros muy elegantemente forrados que hablaban de sadomasoquismo. Tratando de ocultar mi rubor, me dirigí a los periódicos, todos ellos contenían notas rojas acerca de violaciones, fiestas sádicas y redadas en reuniones clandestinas. Me dirigí entonces a las pantallas. En cuanto encendí la primera, una escena sádica iluminó el lugar. Todas voltearon a ver y de inmediato la apagué. Qué era lo que estaba ocurriendo?
Fui a llamar al barman, pero sólo había un mensaje para mi. Si quieres respuestas, da tres toques en el salón privado en exactamente a las 4:44. Vi mi reloj, faltaban 12 minutos. Me dirigí a hablar con una de las otras chicas, quien se estaba tomando un Martini. Me dijo que algo le olía mal, que las demás se habían dormido casi después de despegar y que el barman se le había insinuado. Le pregunté si le había dado algún mensaje, dijo que estaba esperando a las 4:44 para ir a tocar al salón privado.
A las 4:43 nos levantamos temblorosas. Fuimos llegamos a la puerta y a las 4:44 en punto dimos 3 toques. La puerta se abrió. Entren, se oyó una voz. Para ese momento, estábamos ya muertas de miedo, y, debido a la altura, no teníamos muchas opciones, así que entramos. La puerta se cerró de inmediato. Todo estaba obscuro, parecía un laberinto largo. Empezamos a caminar, el techo bajaba cada vez más, hasta que nos hizo ponernos a gatas en el piso. Una vez ahí, sentimos que el techo se volvía a levantar, pero una mano mantenía nuestras cabezas doblegadas casi contra el piso.
A ver putitas, si piensan trabajar aquí, deben complacer a los clientes en todos los aspectos, el trabajo es de servicio completo. Fue entonces cuando entendí a qué se referían. "Señor, yo no hago este tipo de trabajos, si es necesario, renunciaré en este momento, puede enviarme a casa tan pronto lleguemos a Nevis". Tú firmaste un contrato, tal vez no leíste las copias, pero en las mismas, con tu firma original, dice que si renuncias durante el entrenamiento, eres encargada de pagar tu pasaje de regreso. Tenemos confiscadas tus identificaciones y tarjetas de crédito, no hay comunicación, así que sólo puedes pagarlo en efectivo y sólo con servicios podrás obtenerlo.
Pero, tengo el derecho de renunciar!!! claro que lo tienes!! pero no podemos pagarte el transporte a ningún lado, y el lugar al que nos dirigimos está tan aislado, que no hay manera de que corras por ayuda, así que si renuncias, te quedarás ahí para siempre. Todos los trabajos en ese lugar, tanto de limpieza como de logística, implican servicios completos también, si no, no hay paga. Cómo puede ser que en pleno siglo XXI se den estas condiciones de trabajo?
Putita, yo sólo entreno zorras como tú, no soy abogado. Ahora, harás lo que yo ordene porque si no lo haces voluntariamente, serás forzada, pero me complacerás durante este vuelo, queda claro? Asentí. No oigo. SÍ SEÑOR!! Así me gusta.
Mi compañera estaba temblando al oir la conversación. No había nada de luz, estábamos a su merced. Claro para ti también? Sssí, alcanzó a decir. Más fuerte! SÍ SEÑOR!! Muy bien.
Ahora quiero que se queden quietas, no se vayan a mover de donde están. Su primera orden es el ser estatuas, no importa lo que pase, ustedes se quedarán inmóviles. No pueden pronunciar sonido, ni retorcerse, ni correrse. En ese momento, sentí un par de manos en mi culo. Temblaba. De un tirón jaló el velcro y mi ano y mi coño quedaron al aire libre. Entonces sentí algo frío introduciéndose en mi coño. Me extrañé, pero éste estaba empapado. "Les acaban de introducir un pequeño revólver, pequeñas putas. Está cargado, si se mueven, corren el riesgo de que se dispare. Ahora bien, quédense bien quietas las dos. Lágrimas venían de mis ojos, sentí una polla dura queriéndose meter en mi ano, el cual era virgen. Intenté quedarme quieta, estaba petrificada. La polla entró con relativa facilidad, a pesar de que mi ano no estaba entrenado.
Sentía los embistes una y otra vez, mordiéndome los labios para no gritar del dolor. Muy bien zorrita, estás haciendo un excelente trabajo. Ahora vas a levantar la cabeza y vas a ser penetrada por el agujero que te falta. Me tomó del pelo, alzó mi cabeza y me introdujo su polla. Era un mounstro!! Sentía ganas de vomitar cada vez que entraba y salía. Estaba siendo ultrajada en todas las maneras posibles al mismo tiempo. Fue entonces cuando el sentimiento de dolor se fue transformando en otra cosa. Estaba empapándome cada vez más, la polla en mi ano embestía con fuerza y yo no tenía hacia dónde correr. Tenía miedo de correrme, pero era inevitable. Sufría y sufría tratando de contenerme. Fue entonces que sentí aquel frío abandonar mi cuerpo, el revólver había sido removido. Puedes correrte como puta que eres y serás, me dijo el barman. En ese momento dejé que todo mi ser sucumbiera a los embistes, ambas pijas se derramaron dentro de mí. Tuve un orgasmo monumental, empecé a temblar, a arquearme, mi cuerpo estaba electrocutado. Entonces sentí a mi compañera al lado haciendo lo mismo. Nunca vi al hombre que me metió la pija por el culo, tan pronto salió de mí, desapareció por donde había venido.
Muy bien, mi querida Amelia, has hecho un buen trabajo, has sido una buena aeromoza por este vuelo. Ahora vas a regresar a la sala común, te dirigirás al librero, sacarás el libro "Los 120 días de sodoma" del Marqués de Sade y te pondrás a leerlo. Eres libre de hacer lo que quieras con tu cuerpo mientras lo lees, pero, una vez que aterricemos, te preguntaré una reseña y más vale que lo hayas leído bien y completo. Ah, una cosa más, tienes prohibido cruzar las piernas mientras lees.
Señor, mi nombre no es Amelia. "Mientras estés de servicio, tu nombre es, y será, Amelia. Eres una esclava y los amos nombran a sus esclavos. No me interesa qué nombre utilices para tu vida privada, recibirás un castigo si lo mencionas alguna vez, y el castigo no te gustará, te lo puedo asegurar. Ahora, baja la cabeza, camina de reversa en cuatro patas y agradece que no te ponga un collar por el momento. Una cosa más, no te muevas." Metió su mano dentro de mi blusa, dio un jalón, el velcro cedió y mi bra se abrió, lo sacó. "La ropa interior se deja en la canasta de la entrada, esta es regla general para todos los vuelos en los que trabajes".
Me retiré caminando hacia atrás, dejando a mi compañera a merced del barman-amo. La puerta se abrió cuando la toqué, salí e inmediatamente se volvió a cerrar. Me levanté del piso, traté de arreglar mi pelo jalado y mi sombrero lo mejor que pude, alcé la mirada y vi varias cámaras en la parte superior de la sala, a lo largo de toda la pared. Comprendí que debía obedecer. Me dirigí al librero y encontré el libro, lo tomé y me dirigí a mi asiento. Me senté y crucé las piernas, una alarma sonó inmediatamente, un altavoz se encendió." Amelia, favor de no cruzar las piernas, sólo una advertencia." Vaya que estaba vigilada! entonces vi a las demás aspirantes, todas durmiendo, ninguna con las piernas cruzadas y…ninguna con ropa interior!!!
Me dispuse a leer. El relato estaba interesante al principio, pero no me inspiró. Estaba demasiado cansada y adolorida. Aún así debía seguir leyendo. La puerta de la cabina se abrió, vi a un hombre desnudo entrar en la sala y examinar a las bellas durmientes. Se detuvo frente a una rubia muy pequeña, cuyas piernas estaban evidentemente abiertas y cuyo coño estaba expuesto, empezó a manosearlo y a olerlo y enseguida se hincó y se puso a lamerlo. Ahora bien, esa escena sí me encendió. No sé si lo notó o no, pero a distancia, pretendiendo leer, vi cómo la rubia se retorcía en su asiento, tal vez en el limbo, tal vez despierta, pero obviamente empapada. Una vez corrida, se dispuso a penetrar ese coño correante con su pija, no alcanzaba a ver a la rubia, pero sí el trasero de ese hombre que se endurecía en cada embestida, que sudaba y que se aprovechaba de esa pobre chica. No pude evitarlo, mis manos inmediatamente cedieron ante la escena y empecé a buscar mi raja, masajeándola suavemente. Entonces, la puerta del salón privado se abrió, mi compañera salió, se peinó, se dirigió a la silla de cristal y se sentó. El barman salió tras ella, tomó un cojín y se recostó justo debajo de dicha silla, donde el coño de mi compañera estaba totalmente visible para él.
Mi compañera leía un periódico mientras el barman la examinaba con una linterna. Constantemente abría y cerraba las piernas, las levantaba, las cruzaba y las volvía a abrir. Era claro que estaba siguiendo instrucciones y que escondía su cara ruborizada en el periódico. El barman dejó la linterna encendida y se dispuso a acariciar sus piernas, cubiertas por las medias. Ella no se movía más. El hombre desnudo de la cabina finalmente se apartó de la pequeña rubia y continuó con su inspección. Durante su recorrido, folló a un par de chicas más. Media hora más tarde, el barman se dirigió de vuelta al salón privado y cinco minutos más tarde, dos de las chicas que no habían sido folladas previamente, se dirigieron al salón y dieron tres toques. Mi compañera regresó a su asiento con el periódico en la mano y siguió fingiendo que leía. Tocó mi turno para la inspección. Sigue leyendo Amelia, me dijo el hombre de la cabina. Paralizada, vi cómo abría mis piernas, tocaba todas mis partes, olía mis jugos, con una precisión impresionante, tomando notas mentales, como midiendo cada una de mis dimensiones. Entonces comenzó a lamerme. Yo empecé a retorcerme casi inmediatamente. Él tenía mis piernas agarradas y firmes, yo no podía soltar el libro, pero vi a mi compañera observándome de reojo. También vi a su mano traviesa y a sus piernas abriéndose, pero no podía concentrarme más en eso, un orgasmo se estaba apoderando de mí. En ese momento se detuvo, se levantó y dio por terminada la inspección, dejándome tan caliente como un sartén de huevos estrellados. ´"Concéntrate en tu lectura, no puedes correrte por ahora". Cómo pretendía que me concentrara?
La inspección llegó a mi compañera, a quien hizo correrse un par de ocasiones antes de follarla por unos buenos veinte minutos. Me hizo sentir menos, ya que mi coño seguía sin pija hasta ese punto del viaje. Por qué follaba a unas y a otras no? qué tenía de malo mi cuerpo? pero qué estaba pensando? Todo eso estaba mal! o era una impura por permitirles semejante abuso, lo cierto es que estaba en un éxtasis infinito que no me dejaba ver la realidad de que me había convertido en una verdadera puta.
Las otras seis aspirantes fueron despertando y cumpliendo sus turnos en el salón privado, yo estaba en un grito, pero seguía leyendo, tratando de contener las sensaciones que se apoderaban de mí una y otra vez. Dos aspirantes más fueron puestas en la silla de cristal y hubo una segunda inspección, realizada por una mujer en esta ocasión. Para ese entonces todas estábamos despiertas, pero nadie decía nada. Los follajes aleatorios continuaron, esta vez con diferentes vibradores. Llegó mi turno.
La inspectora abrió mi blusa de un jalón y observó mis duras tetas, comenzó a lamerlas y a morderlas sin piedad. Nunca había tenido contacto sexual con una mujer, no sabía qué debía sentir, no necesitaba abrir los ojos para saber que toda la sala estaba observándome. Entonces le dio un tirón a la falda y tomó mi mano al centro de la sala. Todas dejaron de leer y miraban atentamente. "Amelia, ponte en posición de la zorra que eres. " Me puse boca abajo, a gatas. "Ahora bien, todas las demás aspirantes han sido folladas por el coño. Pero los votos de todos los inspectores cuando fuiste a la entrevista fue que tú fueras la última y que fuera un evento que todo el mundo pudiera presenciar. Tienes que ser follada por una polla, pero tienes la opción de elegir al entrenador que lo hará. El otro te penetrará por la boca simultáneamente. También tienes la opción de permanecer en esta posición o hacerlo boca arriba. Sea cual sea tu elección, tendrás autorización para correrte libremente, gemir, gritar y demás. Las demás aspirantes pueden hacerlo también. El follaje será efectuado durante el aterrizaje. Tomó mi gorro y mi red y dejó mi pelo salvaje, mi cuerpo desnudo se estremeció ante su contacto. Accedí a ser follada boca arriba, lo cual permitía a todos los presentes tocar mis partes y al mismo tiempo protegía mi culo aun adolorido. También decidí que me follara el barman negro con esa pija que ya había estado en mi boca. Me dejaron ahí, totalmente desnuda y acostada, mientras esperaban. Ambos entrenadores estaban preparando sus pijas con las otras chicas mientras la inspectora masajeaba mis senos.
El aterrizaje se anunció. El barman llegó frente a mí con su pija dura y bien parada, dobló mis piernas, tomó mi culo con las manos y empezó a rozar mi raja con su glande. El inspector tomó mi cabeza, la volteó hacia sí e introdujo su pija en mi boca. Yo estaba que estallaba desde hacía un par de horas, la tortura había sido inmensa, finalmente podía relajarme y disfrutar sin necesidad de reprimirme. No tomó muchas embestidas para lograr que me corriera, alguien más tomó mis manos y mi cuerpo se arqueaba una y otra vez. El orgasmo fue tan largo y tan profundo, que logró extenderse a todos los presentes. La energía acumulada, no sólo durante el día, sino de meses de previa frustración, fue liberada y exponencialmente aumentada. Senía cómo el avión descendía en altura aceleradamente. No conté cuántas manos estaban gozando cada centímetro de mi cuerpo, pero sucumbía a cada toque, a cada embiste, a la pija dentro de mi boca. El avión tocó tierra y con eso, ambas pijas en sincronía se vaciaron dentro de mí. Tragué todo el semen y ambos se retiraron. Todos los demás se fueron a sus asientos y se abrocharon el cinturón. Yo seguía languideciendo y retorciéndome desnuda en el piso, cual vil puta que era ya para ese entonces.
El avión se detuvo, nadie se movió. La puerta se abrió. Un hombre en traje entró y vio la escena. "Cuál es el nombre de esta esclava? " – "Amelia" – respondí. "Pónganle medias y sandalias, así como guantes de antebrazo". Ni siquiera vi quien lo hizo, pero me pusieron mis medias y mis sandalias de tacón alto. Me levanté a duras penas, me arreglaron el pelo dentro de la red y me pusieron el gorro. Luego tomaron mis manos y me pusieron unos guantes de cuero muy largos, que casi llegaban a los codos. Doblaron mis brazos atrás de mi espalda y los ataron con velcro, de manera que mis senos se levantaron. Entonces se me acercó, me dijo que bajara la cabeza y me puso un collar. "Alza la cabeza todo el tiempo mientras camines, quiero que sientas la humillación de las miradas lascivas. Eres un objeto y nada más." Tiró de la cuerda y empecé a caminar. Salí del avión y pude percibir el olor costero. La brisa se mezclaba con mis olores. Toda una comitiva estaba esperando. El capitán estaba al centro. Recuerdo haberlo visto durante la entrevista inicial. "Bienvenida a la aerolínea, tengo excelentes reportes tuyos. Sé obediente y no tendrás problemas. Alguien la quiere para esta noche? " Ví unas cinco manos levantadas. "Está bien, está cansada por el viaje, tendrán 15 minutos y no podrán follarla. Hagan fila". Uno a uno se formaron, el primero me pellizcó las tetas y manoseó mis nalgas, adornadas con el liguero. Luego respiró cerca de mi oído y me estremecí enseguida sacó un látigo, se alejó un par de metros y empezó a darme en el culo. Yo grité y de inmediato alguien más me amordazó. Me dio cinco latigazos, mi culo se puso rojo. En eso vi que las demás iban saliendo, vestidas como yo, una a una. Cuando terminó el turno del primero, el segundo se limitó a lamerme mi culo durante quince minutos. No me dejaron correrme, sus manos recorrían la entrada de mi coño y mis piernas. Yo casi me caigo del temblor. En eso, el capitán dijo que era todo por el día de hoy, dejando a los otros tres clientes ansiosos. "Les daré el doble de tiempo mañana, pero esta esclava tiene que descansar, pues en el día tendrá otras actividades relacionadas con servicios generales a pasajeros".
El hombre trajeado jaló mi correa y lo seguí. Llegamos a una cabaña. Estaba a punto de entrar cuandi me pidió que me agachara. Sentí una pija en mi culo nuevamente. "Yo seré tu entrenador morrita, debes estar abierta para mí en todo momento. Más te vale no correrte, que estarás en tormento hasta mañana a las seis de la tarde. Soy muy estricto y castigo mucho. Voy a leer el reporte del duelo y mañana aplicaré los castigos por tus faltas de conducta. Por ahora, date un baño y contesta el examen sobre los 120 días de Sodoma que está en tu escritorio. Alguien vendrá a despertarte por la mañana, tienes tu uniforme listo y prohibido masturbarte durante el día. Sacó su pija, me quitó el collar y desató mis manos de mi espalda, luego entré en la cabaña y cerró la puerta.
Entré, me di un baño como por una hora, llegué al escritorio y contesté como pude el examen. Estaba eshausta, pero tan ardiente que me era difícil conciliar el sueño. Había una canasta con frutas, embutidos y queso. Comí hasta saciarme y tomé mucha agua. Fui a la cama y caí rendida. Me maravillaba lo fácil que fue dominarme, pero, qué puede una hacer a diez mil metros de altura?
Quiero un trabajo así