Ahora me toca a mí.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Old-Legolas.
Las cosas que pasaron por mi mente cuando mi amante me dijo que estaba lista para que fuera su amo y dominador fueron un millon.
En esta oportunidad sería yo el que lleve las riendas… las cuerdas, los aparatos, la imaginación….
En esta oportunidad sería en mi casa. Cuento con una cama de madera muy grande y firme dispuesta a ser usada.
La hice pasar a la amplia habitación y la observé sentado sobre un baúl antiguo (donde guardo todos mis tesoros) mientras se desnudaba, ya se la notaba excitada, supongo que imaginaba cómo la iba a pasar.
Le vendé los ojos y la acosté en la cama boca arriba. Con una pluma, comencé a acariciarla suavemente, primero la planta de los pies, lo que le produzco una risa nerviosa, y fui subiendo por sus piernas, llegando a sus rodillas ví sus pezones endurecidos y más allá sus labios eran mordidos por sus blancos dientes. Pasé su entrepierna por un costado, dejándola con ganas de sentir esa plumita en el clítoris y me fui hasta sus pechos, cuando rodeé el primer pezón se estremeció y llevó sus manos a los pechos. –Noo le dije quietita!!. Vamos a tener que atar esas manos-.
Tenía preparadas debajo de la cama muñequeras y tobilleras bien anchas y acolchadas. En menos de 30 segundos estuvo atada a las 4 esquinas de la cama, brazos y piernas abiertas e inmovilizados con cintas bien tirantes. Continué con sus pechos con ambos pezones acariciados por sendas plumas, cuello, brazos, vientre, pelvis y por fin llegué al centro de la cuestión mientras jadeaba diciendo que le gustaba, que siguiera así. Por supuesto que no lo hice, la dejé con las ganas, mis intenciones eran otras.
Busqué una pomada que tengo para casos así y se la empecé a untar en la vulva y el clítoris. Luego de un momento esta pomada da una sensación de calor copmo si se estuviera quemando, pero es solo la sensación, la zona sigue a temperatura normal. – Hay que me quema, limpiame que me quema!!! Decía. Le apoyé un trapo que lejos de limpiar traía mas pomada a la zona. Se retorcía y y trataba de soplar aire desde su posición inmóvil.
-Queres que te sople? Le pregunté.- Si bien fuerte por favoooor!!- me gritaba.
Tenía debajo de mi sorpresiva cama un pequeño compresor que encendí y acerqué el chorro de aire a su quemante entrepierna. La cara de placer que puso fue indescriptible, mientras que un largo suspiro se transformaba en un OOOOOOOHHHH cuando me acerqué a su clítoris.
Mantuve ese soplo de aire balanceándolo sobre él hasta que un increíble orgasmo hizo levantar sus caderas, gritar y convulsionarse durante mas de 30 segundos
Una vez concluido el éxtasis volvió a darse cuente que su sensible vulva seguía ardiendo. Me pidió que la enfriara, asentí y fui por mi nuevo aliado. El hielo.
Para no mojar la cama y para ocasiones especiales como esta, tengo congelados varios condones con agua de formas varias. Busqué un par, pasé uno por su clítoris, la hizo estremecer, lo dejé apoyado allí y se le erizaron los transparentes bellos, su vagina seguía palpitando por el orgasmo cuando introduje uno de mis congelados amigos. Congelé sus endurecidos pezones, su vientre, la entrepierna y el ano con uno finito que introduje mientras se retorcía de placer. Luego de un rato, con mis ya derretidos dildos y tratando se zafarse de las cuerdas, llegó a un nuevo clímax. Mucho mas intenso que el anterior con un final casi de desmayo.
– Basta ya está !!! me decía. Aflojé las cuerdas para que pudiera moverse y acurrucarse en la cama mientras se le notaban aún los espasmos de placer.
Creo que todavía podrías aguantar un poco más, pensé, así que le cambié de posición las cuerdas de derecha a izquierda antes que intentara sacarse la venda de los ojos. Al estirarlas quedó boca abajo con brazos y piernas estirados. Me encantó ver esa cola paradita con las marcas de la tanga por el sol y esa aún brillosa conchita diciendo métela ya. Me contuve y pasé a la acción dominante.
Su agujerito anal esta aún lubricado pero agregué un poco más y jugué un rato con él para dilatarlo un poco más.
– Creo que un último orgasmo te vendría muy bien.- le dije.- Nooo basta !! contestó.- Ya no puedo más.-
O se olvidó la palabra o no es cierto, pensé así que busqué un par de accesorios para finalizar la tarea bien arriba.
Para su colita un plug anal inflable y para su coñito una fabricación propia, un vibrador que se introduce en la vagina que tiene adosado un estimulador de clítoris. El vibrador tiene forma curva hacia el punto G y la base es más fina para que no se salga al vibrar. El estimulador de clítoris es como un mariposa con vibración independiente.
Su vagina estaba bien lubricada así que al vibrador no le opuso resistencia, lo recibió con agrado, coloqué el estimulador en su clítoris y até las cintas de sujeción para que no se escapara de su propósito. Ese vibrador y el estimulador puestos en su lugar y apagados ya le causaban placer.
Comencé encendiendo muy suavemente el vibrador dentro de su vagina, con un OOOOOOHHHH me di cuenta que estaba bien encaminado. Fui dando toquecitos de vibración en el otro para estimular su clítoris y se notó la diferencia, levantó más su sola como tratándose de zafar de él. Le dí un poco más de velocidad y con la cola levantada introduje el aún desinflado plug anal. Lo recibió con un UUUUYYYYY. Una vez adentro lo inflé un poco para que no lo expeliera y comencé a aumentar y disminuir la intensidad de las vibraciones de acuerdo con los gritos y jadeos que iba escuchando. Cada tanto inflaba un poco más el plug y volvía a desinflarlo. Cuando ni ella ni yo aguantábamos más saqué el plug e introduje mi muy endurecido pene en su ano. Con solo meterlo ya estaba en el cielo, las vibraciones del que estaba en la vagina eran tan grandes que llegaban hasta su ano presionando y vibrando mi pene produciéndome una sensación increíble. Con los movimientos que ella hacía gozando de aquellas vibraciones hizo que me acabara antes que ella. Creo que el sentir en su interior mi orgasmo hizo que se corriera con un profundo y largo grito ahogado por las almohadas.
Apagué los vibradores y nos quedamos así pegados sintiendo nuestras contracciones por un buen rato.
Lo ultimo que me dijo fue: Qué hijo de puta que sos!!!.
Old-Legolas
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