Algún lugar entre el cielo y el infierno
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Algún lugar entre el cielo y el infierno.
En un lugar cualquiera, en un tiempo indefinido, en una tarde fria y nublada,caminaba por un parque, volviendo de la facultad.
Distraída y sin mirar por donde iba tropecé con una raíz y me caí, todas mis cosas se esparcieron y comenzó a dolerme un tobillo.
Venías caminando y al ver como caí, te apresuraste para llegar a mi lado, muy caballero, y educado me ayudaste a levantar y me sentaste en un banco, mis manos tenían sangre, igual que mis pantalones, mis rodillas se habían lastimado.
El dolor era terrible.
Juntaste todas mis cosas, y yo temblaba de frío y adrenalina por el golpe.
Quería irme, pero vos insististe que vaya a tu casa y yo no podía más, como será que casi tuviste que cargarme.
Al llegar a tu casa, me ayudaste a quitar la ropa sucia de sangre, osea la campera y el pantalón, solo quedé en ropa interior y una camisa, vos me sentaste cerca del calor del hogar.
Yo temblaba, no podía recuperarme, y comenzaste a masajear los hombros y comencé a relajarme.
En un momento me dormi, y al despertarme, tu amabilidad se había esfumado.
Yo me encontraba en tu cama totalmente desnuda, boca arriba, y atada muy fuerte de pies y manos muy estirada.
Mi respiración era muy superficial y mi corazón latía como loco.
Vos me mirabas de manera perversa y con una sonrisa sádica.
Comenzaste a recorrer lentamente mi piel con tus uñas, sin lastimar pero dejando una línea en su camino.
Mi piel es muy sensible.
Jugaste así un buen rato.
Y te acercaste a mi oído y me decías :
– Hoy vas saber lo que es que un macho te someta.
A mí no me salían las palabras.
Y comenzaste a besarme, morderme, pellizcarme y manosearme todo el cuerpo, en especial mis tetas, yo ya estaba muy caliente, pero trataba, dentro de lo que podía de resistirme, aunque te deseaba, pero me negaba a la idea, y bajaste y me chupabas el clitoris como un desesperado, yo a esa altura había perdido la cuenta de los orgasmos.
Te acercaste nuevamente a mi oído y con un tono de voz, muy rudo me decías:
-Te lleve al cielo, ahora te arrastrare al infierno.
Jajajaja
Me desataste de la cama y me ataste las manos detrás de la espalda y me obligaste a que me arrodille delante tuyo, todavía estabas vestido, y sacaste tu pene muy erecto y me obligaste a que te la chupe, yo no sabia como hacerlo y me decías que por cada vez que mis dientes rocen tu piel te lo iba a pagar después.
Segun vos, contaste como veinte veces había rozado con mis dientes tu pija.
No terminaste, seguías con la pija muy dura, y con fuerza bajaste mi cabeza al piso, te pusiste atrás mío y levantaste mi cola y así sin aviso me penetraste el culo hasta el fondo.
Un alarido salió de mí, y vos te reías, y comenzaste a embestirme con violencia, el dolor era terrible y así acabaste dentro mi culo.
Quede tirada en el suelo obnubilada, desataste mis manos, para atarlas nuevamente hacia adelante para asi colgarme de un gancho.
Yo seguía semi inconsciente y te acercaste al oído y me decías:
– Vas a pagar por rozar mi pija con tus dientes
Te sacaste el cinturón, lo doblaste y los azotes comenzaron a caer sobre mi espalda, trasero y muslos.
Quedé toda marcada.
Me soltaste y caí desmayada al piso.
Al volver en si, me habías acostado en la cama y me besabas todas las marcas de los azotes, una por una y en ese momento doblegue mi voluntad a ti, y pase a ser tu esclava.
DULCE ALEJA.
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