AMIGOS PERVERSOS.*
……..
Mi esposa se llama Rosa tiene 34 años puedo presumir que nadie se la ha cojido más que yo.
Mide 1.68 de estatura, morena, delgada, pechos y trasero medianos.
Ella era virgen cuando la conocí y es muy fría.
De repente me complace en vestir con pantalones o mallas que transparentan su tanga y eso sí. Muchos la han cortejado. Pero ella no hace caso.
Tenemos una hija de cuatro años.
Fátima. Es una sobrina de Rosa.
Chica de 1.65. Morena clara. Apesar de tener pechos chicos, estos están redondos y bien formados, su trasero es mediano y respingon.
Tiene unas curvas bien formadas gracias a que se la vive en el gym.
Tiene una cara muy definida, delicada y juvenil, una mirada sensual y con facciones coquetas.
Lo que no sabe mi mujer es que desde hace tiempo he querido cogerme a la muy puta. Quien con tal de conseguir lo que quiere hasta se fue a vivir con su entrenador.
Un idiota que podría ser su padre, pero con dinero.
Además de mi deseo hacia ella, le tengo mucho coraje a la muy perra; pues es una pendejita que es muy creida, a tal grado que muchas veces llego a humillar a mi esposa y demás gente.
En algunos foros de sexo. Conocí a un amigo, que junto a él hablaba todo tipo de morbosidades con las fotos que le mandaba de Fátima en su chat privado.
Le hice saber del deseo y del desprecio que sentía por ella. Al grado de confesarle que me gustaría violarla y matarla.
Así fue pasando el tiempo, hasta que pasaron dos cosas.
Una de ellas, fue que este amigo me compartió un relato donde dormían a una mujer para luego cogersela.
A este amigo y a mi nos dio muchísimo morbo el tema.
La otra. Que pareció como un regalo.
Fue nada más y nada menos que Fátima había peleado muy fuerte con su entrenador, por lo que le pidió a Rosa que la dejase quedar unos días con nosotros.
Y no era para menos. La muy idiota hizo que su familia se alejara de ella por su forma de ser.
¡La oportunidad perfecta para cumplir mi cometido!
Se lo hice saber a mi amigo, quien me propuso hacer lo del relato.
La opinión fue fácil y muy lógica.
Sus padres ya estaban enterados que mi mujer le daría asilo, por lo que si le pasaba algo, Rosa y yo seríamos los responsables.
No sabíamos si Fátima llegaría pronto; pues su entrenador la vigilaba en todo, por lo que no sería tan sencillo salirse de su casa.
Ya lo de menos era planear lo demás.
Por suerte mi abuelo usa unas pastillas para dormir. Luego de averiguar cómo funcionaban y como pude le robe algunas.
Mi amigo me ayudó a planear todo el espectáculo, por lo que ya solo sería cuestión de tiempo.
En una de nuestras conversaciones sobre mi supuesta sobrina, por accidente le mande una foto de Rosa.
Me disculpe por lo sucedido, pero él me hizo saber que le había gustado mi mujer. No lo tome a mal por tratarse de él.
De repente me vino una idea. Tal vez la más morbosa y pervertida.
Dormir a las dos mujeres y gozar de ellas junto a mi con pinche.
Al proponérselo a mi camarada, lo tomo con sumo gusto. Y no era para menos, Rosa se defendía un poco al lado de Fátima.
Esa misma noche mi esposa recibió la llamada de la sobrina para recogerla en una estación del metro.
Pronto le llame a este compañero, para planear como sería el asunto.
– ¡No sabes de lo que te vas a perder si no vienes güey. No pienso esperar en cogermela!
– Si bro. Ahí estaré. ¡Lo prometo!
Le pedí a Rosa que se arreglara, porque luego de recoger a Fátima, vendría un amigo y que dejáramos a la niña en casa de mis papás.
Ella se sorprendió un poco, pues era muy raro que llevara a un amigo a la casa.
¡Todo listo!
Impaciente esperábamos a Fátima afuera del metro.
Luego de diez minutos. Llegó.
Maldita zorra. Se veía buenísima con un vestido verde, el cual llegaba a los muslos, entallado como a ella le gusta, un chaleco de mezclilla azul, sus zapatillas de tacon alto que hacía que le resaltaran los chamorros.
Le note hinchada la boca, pero esto fue debido a que tenía brakets.
Tuve que disimular la erección que ya se me notaba al saludar a la putita y ayudarla con su maleta.
Bla, bla, bla. De lo que hablaba Fátima con su tía no me interesaba en lo absoluto. Lo único en mi mente era lo que estaba por venir.
Luego de veinte minutos de haber llegado a la casa, recibí un mensaje de mi amigo, avisando que ya estaba en el lugar acordado.
Nos saludamos como dos grandes amigos, afinando los últimos detalles del plan.
– Les presento a Alberto. Beto, para los amigos. Ellas son, mi esposa Rosa y mi sobrina Fátima.
– Mucho gusto. Señora, señorita.
Tomando más tiempo en estrechar la mano de Fátima, quien no le importo el gesto de mi amigo.
Al ir a traer las bebidas y comprar algo para comer me dijo.
– ¡No mames. Se ve riquísima la puta de tu sobrina. Más que en las fotos bro!
Dejame un poco después que la estrenes.
Yo solo reí y le hice saber que no se preocupara.
– ¿Y que tal mi esposa?
– Muy rica también. Me gusta como se ve con ese pantalón pegado, su blusa blanca. Y esas botas que le llegan arriba de la rodilla. ¡Mmm!
Después de comer. Beto trataba de entretener a las mujeres contando algunos anécdotas, en lo que yo molia las pastillas para vertirlas en sus bebidas.
La muy descarada de Fátima no dudo en comenzar a tomar. Cosa que me molesto, porque además de ser una arrimada, no tenía que ser tan confianzuda.
En cambio Rosa no quería beber gota alguna de alcohol. La tuve que convencer. Porque a ella nunca le gustó tomar junto a un desconocido.
A la quinta ronda. Beto me hizo la señal para vertir las pastillas en las bebidas.
Por mi parte fingi demencia y preparé las bebidas más fuertes de lo habitual.
Después de un rato. Rosa se disculpo con mi camarada, argumentando que los tragos le estaban haciendo estragos, por lo que la acompañe a la recamara.
Al ver que mi mujer se estaba quedando dormida. Rápida y discretamente saque algunas prendas de Fátima; quería ver como se veía, con algunos puti vestidos de la zorra.
Pensé que sería buena idea en ponerle a la otra una de las tangas de mi esposa.
Así que al llegar a la sala, veo a Beto que le estaba acariciando las piernas a Fátima. Con morbo me quedé viendo ¿que más haría?
Él le decía.
– Dice tu tío que eres una puta interesada, que le diste el culo al vejete por dinero. ¡Bien. Pues hoy nos vas a dar las nalgas sin cobrar nada!
Mientras se lo decía, le lamió la mejilla y metió la lengua en su oído.
Su mano recorría sus muslos y los bajaba a a sus pies, olía su cuello. Apesar que la idiota batallaba por estar consciente, no hacia nada por detener a Beto.
Sin importar nada, mi amigo masajeo los pechos de la zorra por encima de su vestido.
Cuando Fátima echó su cabeza para atrás en señal de estar totalmente a disposición, Alberto, se hincó frente a ella, le abrió las piernas y lentamente, recorrió su nariz hasta llegar a su semi depilada vagina.
– Está desgraciada zorra huele delicioso.
Dijo al notar que estaba detrás de él.
– ¡Anda. Quitale la pantaleta y ponle esta tanga, negra que transparenta su vulva!
Al hacer esto. Beto le abrió las piernas lo más que pudo, paseó la yema de un dedo por los labios vaginales de Fátima. Para luego meter su cara en la vulva, aspirando todo su aroma.
Yo ya no podía más y me urgía montar a la perra de una buena vez.
– Llevemos a la ramera a mi cuarto.
Dije.
Antes de levantarla le puse dos fuertes bofetadas. Por el desprecio que le tenia, la tire al piso y la arrastre de los cabellos hasta llegar a la recamara.
Beto observó la escena complacido.
Al llegar le pregunté al amigo si le gustó el regalo que había en la cama.
– Desde luego que si brother. ¡Ufff. Se ve bien buena tu mujer con ese puti vestido negro!
¡Hola Rosa. Tu marido me dio permiso de jugar un rato contigo. Prometo disfrutarte mucho!
¿Oye? Si no me equivoco ese vestido es de tu puta sobrina.
– ¡Cierto. Jajaja! ¿Comenzamos?
Coloque a Fátima sentada en el suelo, recargada a la orilla de la cama.
Me baje el cierre del pantalón y sin más viole su hocico, con el que tanto soñaba que me la mamara.
Beto, acariciaba una pierna de Rosa, hasta llegar a su vulva.
Luego la otra y así, hasta ir besandole las mismas.
Le quitó su tanga negra y devoraba con mucha calma la concha de mi esposa.
Eso hacía que mis movimientos fueran más rápidos, metiendo toda mi carne a la garganta de la puta, sin importarme que se ahogara.
La volví a tomar de los cabellos para así alzarla y aventarla a la cama.
Fui dando manotazos en aquellas piernas firmes, dejándolas un poco rojas.
Él. Por lo mientras acomodó el vestido de Rosa a la cintura y ahora disfrutaba de sus pechos, masajeandolos con suavidad, en lo que yo ya le había quitado la tanga a Fátima, mamando esa vagina que apenas se humedecia.
Al sentir el calor de su vagina envolviendo mi verga. Como poseído la empecé a estrangularla y a darle de bofetadas.
– ¡Eres una desgraciada ramera, una perra interesada. Te odio, maldita idiota!
Le decía mientras seguía ahorcandola y cacheteandola.
– ¡Bro. No quiero que te reprimas en nada. Esa perra ya no es mi esposa. Ahora es tu puta. Hasle lo que gustes!
Así que Alberto, perforó el hocico de Rosa, hasta el fondo, mientras le metía dos dedos en su vulva.
Luego la penetro en posición de misionero, recorriendo sus manos bajo las nalgas de ella. Ver todo eso me prendía más.
Así que desnudé completamente a Fátima y la bese por todo su cuerpo.
– Güey. ¿Y si le ponemos la panocha de tu vieja en la cara de Fátima, simulando que se la está mamando?
– ¡Si. Si bro. Ponsela!
– Sacale la lengua a la perra. Que pruebe la vagina de su tía.
Vaya obra de arte. Beto se las ingenio para que realmente Fátima le daba oral a Rosa. Coloco las manos de esta como sosteniendo las nalgas de mi vieja y mi amigo, la movía para darle más realismo. Saque un video de eso. No iba a dejar pasar un momento así.
Luego las acomodamos en un 69.
¡Que morbosa escena, tan rica!
No aguante más y por fin estrene el culo de la estúpida ramera.
¡Ohh! Que bien se sentía.
Mi amigo en posición de cucharita, hacia lo propio con el culo de mi mujer; solo que él metía los dedos en su vulva y luego se los metía en la boca.
– Somos unos malditos locos. Jaja ¿no bro?
– Si. Pero que bien estamos dándole verga a estas prostitutas.
Colocando a mi mujer en tijeras y seguirla cogiendo.
– ¿Toda vía aprieta mi vieja?
– Si. Toda vía aguanta más cogidas. ¿Que tal tu puta?
– Siii. Ricooo.
Volví a golpear a Fátima. Esta vez en su espalda, sus costillas, amarre su cabello a mi mano para jalarla con fuerza y jugar a que domaba a una potranca salvaje.
Y vaya que lo era.
Que delicia de orgasmo tuve en el recién estrenado culo de la idiota de mi sobrina.
Beto le llenaba la vulva de leche a Rosa.
Acostamos a una a lado de la otra y con sus manos hacíamos que se acariciaran.
Pronto, Alberto jalo a Fátima hacia él, puso sus piernas a los hombros, comenzandola a taladrar.
Pellizcaba sus muslos dejando algunos moretones y algunos golpes en el estómago.
Por mi parte perfore el culo de mi mujer.
– Brother. Tengo una idea. Vamos a hacerles sandwich a estas putas. ¿Te parece?
Comenzamos con tu esposa.
Puse a Rosa sobre mi y mi compañero le atravesó el culo.
Que bien se sentía el movimiento de él encima de ella. Me exitó más el hecho de sentir que comenzaba a sudar, tanto así que aveces la levantaba para chupar sus pezones.
Dejé a Rosa con Beto.
Yo quería seguir con la puta de Fátima, por lo que la puse boca abajo y volví a perforar su culo.
Con las dos manos tiraba de sus cabellos, azotando su cara en la cama.
Al acercarse Alberto, me propuso algo que me interesó mucho.
Una toalla amarrada al cuello de Fátima y colgada de un pedazo de travesaño. Ahí estaba, tan hermosa y rica. Tanto que la cargue un poco y así me la cogia. Cuando veía que se ponía morada, la descolgamos y de nuevo a gozar de ella.
Mi compañero me pidió sostenerla un poco, como si estuviese de pie.
¡Le dio un buen golpe en el estómago, al grado que se podía escuchar que respiraba con dificultad y ahí en el suelo, comenzó a violarla.
Ahí mismo le hicimos una doble penetrada, tal como se lo hicimos a Rosa.
Después Beto la puso en cuatro, porque nos dimos cuenta que la idiota estaba babeando, a causa de los brakets.
Así que él le destrozaba el culo y yo tuve una rica descarga de leche en su maldito hocico.
Cuando Beto terminó. La comenzamos a patear, a decirle que era una basura, una estúpida, traga vergas y que tragaba semen por dinero.
– ¿Y ahora que más hacemos?
Pregunté.
– Bueno. Siempre hemos dicho que es una perra. ¿Donde van los perros?
La cereza en el pastel fue.
Que entre los dos orinamos su cuerpo y yo me atreví a echarle un poco de miados en la boca.
Beto me ayudo a limpiar a Rosa, colocando la ropa que tenía y seguimos brindando.
Llegó la hora que Beto tenía que irse. Lo acerque a algún metro, agradeciendole este día.
Al día siguiente. Fátima estaba furiosa y confundida a la vez, por no saber que había sucedido. ¿Porque estaba golpeada, desnuda y en el patio como perro?
La explicación que le di fue simple.
Se pasó de borracha, poniendose muy coqueta con mi amigo.
Que al tratar de hacerle un baile se cayó.
Y por último le hice saber que en mi casa no iba a hacer ningún tipo de desfiguro ó shows. Que si no le parecía, que mejor tomará sus cosas y se largará.
Como no me creía, le enseñe una foto donde Alberto y ella se están dando un beso.
Esta foto me la paso, después de llevar a Rosa a la recamara.
La muy golfa pidió que borrara la foto.
Le prometí no decir nada, si ella me hacía unos favores.
Mi amigo y yo como reímos de lo que le dije, que ya ni le quedaron ganas de objetar nada.
Tal vez decida usarla, pero esta vez en sus cinco sentidos y hacerla sufrir.
Es algo que pronto planearemos.
Por otro lado. Rosa no recordaba nada y lo unico que sabe es que yo me la cogi al verla muy ebria.
Vladimir escritor.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!