Amor familiar (y capitulo 8)
Siguen las aventuras familiares..
Nuestro ritmo de vida había vuelto a la normalidad después de nuestras intensas vacaciones de Semana Santa. Después de tres semanas estaba bastante agobiado porque cuándo llegaba a casa me ponía a jugar con mi hermana y claro, no hacia nada más. Desde el principio llegué a un acuerdo con ella y los estudios eran lo primero, pero es que ella, con diferencia, es mucho mejor estudiante que yo y aprovecha el recreo y la hora de la comida en el cole para hacer casi todo. Cuando llegaba a casa se metía en su habitaron para no molestarme, pero es que solo de pensar que estaba allí desnuda me ponía malo. Pero lo peor es que tenía más de cuatrocientas horas de grabaciones que tenía que editar y montar, y para eso necesitaba tiempo. En un par de ocasiones que me puse a trabajar con los videos, no aguanté más de quince minutos y terminé fallándola. Tenía que hacer algo y tuve una idea, pero tenía que contar con papá.
—Oye papá, ¿todavía te deben vacaciones en el curro? —le pregunté un día que estábamos solos.
—Sí, casi tres semanas.
—Pues quiero que te cojas una semana y te lleves a Marina de vacaciones, —papá me miró con cara de no entender, y entonces le expliqué la situación.
—Ya hijo, pero ¿y el cole de tu hermana?
—Eso no es problema, Marina está al día y además podéis aprovechar el puente de mayo.
—¿Se lo has dicho ya…?
—No, no, ella hará lo que la digamos, ya lo sabes. Además, seguro que se lleva algún libro. La puedes llevar a una playa nudista: seguro que la gusta.
—A ella seguro, pero no estoy seguro de que me guste ir por ahí con el pito colgando.
—Venga papá, no seas carca. ¿No querías empezar a exhibirla?
—La verdad es que si, —dijo papá más animado.
—Sácala de España. Llévala a algún lugar exótico.
—Bueno, déjame que lo piense y ya veremos.
El ya veremos se convirtió en un ¡sí! rotundo en el momento que, muy sibilinamente por mi parte, la insinúe que a lo mejor se iba con papá de vacaciones a un lugar exótico con playa nudista. Rápidamente, y antes de que papá se diera cuenta, ya le puso un destino y un hotel en Negril, Jamaica. Y la semana se convirtió en diez días.
Cómo yo no estuve presente en sus andanzas jamaicanas, le pedí a papá que esta parte del relato lo escribiera él. Pero antes tengo que decir que esos nueve días que estuve sin mi hermana fueron muy duros. Mucho más cuándo, después de regresar de la uni, visionaba los videos de Semana Santa para editarlos con un programa de edición con IA y convertirlos en películas de una hora más o menos. Por supuesto retoqué nuestras caras para que no nos pudieran reconocer, sobre todo la cara de Marina. Abrí paginas en Pornhub, XHamster y alguna más y puse los videos a la venta. Para promocionarlos prepare clips gratuitos de tres minutos. En todas tuve que demostrar que mi hermana no era menor de edad y es que claro, lo parecía porque lo era. Con la IA, falsifiqué su DNI, su nombre era otro, igual que su numero y su fecha de nacimiento: ahora tenía 19. No tengo que decir que todos los días, cuando terminaba, me mataba a pajas: como la echaba de menos.
Y ahora le cedo la palabra a mi padre.
_________ O _________
Marina estaba de los nervios. Tanto que esa corta noche no pegó ojo y lógicamente nosotros tampoco. Es comprensible porque no solo era su primer gran viaje, también era su primer avión. El vuelo partía a las cuatro de la madrugada.
Nada más acostarnos, después de nuestra actividad sexual habitual, ya noté que no estaban durmiendo: lógicamente, esa última noche le tocaba a mi hijo.
Al rato, sentí que alguien subía a mi cama y antes de poder reaccionar ya me había cogido la polla y la tenía en la boca.
—Marina, deberías estar durmiendo, que mañana el día va a ser largo, —la reprendí suavemente.
—No puedo dormir, —dijo sacándose mi polla momentáneamente para volver a empezar.
—Aun así mi amor.
—¿Mañana podemos follar en el avión?
—Pues claro que no, —respondí con cara de pánico. Entonces me percate de que mi hijo estaba en la puerta desternillándose de la risa.
—Papi, mañana tengo todo el día para dormir: no seas pesado, —y siguió chupando.
Al rato, su hermano se unió a nosotros y sin previo aviso la metió los dedos en la vagina mientras el dedo pulgar se lo introducía en el ano. Marina gozaba cómo siempre cuándo papá la atrajo hacia el, la tumbó a su lado y dándola la vuelta la penetro por el culo. Su hermano se tumbó delante de ella y pasando su piernecita por encima de el la penetro por la vagina. Estuvimos follándola mucho tiempo porque tardamos una enormidad en corrernos: los dos la habíamos follado hacia poco.
Cuándo terminamos, yo no llegué a correrme, nos duchamos aprisa y corriendo y partimos hacia el aeropuerto con la hora pegada al culo.
Por fortuna, el viaje resultó apacible. Me aterrorizaba la idea de que Marina me pusiera en alguna situación embarazosa, pero cómo ya digo, por fortuna se pasó todo el viaje durmiendo.
Aterrizamos en el aeropuerto de Montego a las nueve de la mañana después de nueve horas de vuelo, pero gracias a la diferencia horaria llegamos a primera hora de la mañana. Inmediatamente nos trasladamos al hotel gracias al vehículo que nos estaba esperando.
Marina estaba entusiasmada con la habitación, pero mucho más cuándo salio a la terraza y vio las vistas que desde allí había. Una larga piscina, culebreaba alrededor del edificio principal y al fondo el mar. Un pequeño extremo estaba acotado para el nudismo y tenía un acceso directo a la playa nudista dónde el hotel tenía un chiringuito y una zona de tumbonas.
—¡Qué piscina más larga! Tengo que recorrerla nadando.
—Puedes hacer lo que quieras mi amor.
—¿Bajamos a la playa?
—¿No quieres desayunar?
—No tengo hambre…, prefiero bajar a la playa.
—Cómo aquí es temprano todavía, podemos deshacer las maletas y luego bajar: nos da tiempo a todo.
—De acuerdo papi.
—Pero recuerda que por las zonas comunes del hotel tienes que ir vestida y solo desnuda en la zona de playa y piscina acotada para eso.
—Que sí papá, que sí, que no voy a montar ningún espectáculo, —bromeó Marina—. Pero si deshacemos las maletas y… cómo es temprano… me vas a tener que follar antes de bajar.
—Creo que no voy a tener ningún problema en eso, —dije subiéndola en brazos y sentándome en el gran sillón que había en una esquina del amplio dormitorio. La saqué el vestido, la coloqué a caballo sobre mi y la penetré sujetándola las manos a la espalda con una de las mías. Como si la hubieran conectado un interruptor, empezó a culear. Fue aumentando la frecuencia hasta que finalmente tuvo un orgasmo que la dejó inerte sobre mi pecho. Cuando se recuperó, la arrodillé entre mis piernas y cogiéndola la cabeza la metí la polla en la boca. Estuvo un rato chupando hasta que me corrí en su boca y como siempre, se lo tragó.
—Ya he desayunado papi, —dijo con humor mientras se relamía.
Durante el tiempo que estuvimos en el hotel, Marina prácticamente no usó ropa y eso que había llevado varios modelitos. Por las zonas comunes iba siempre envuelta en un pareo que anudaba al cuello. De casa había llevado uno, pero en la boutique del hotel de compró otros dos para ir alternando. En los pies solo calzaba chanclas y solo se puso unas sandalias de tacón alto un par de noches que salimos a cenar fuera del hotel. En esas ocasiones, decir que iba vestida es mucho decir, aunque eso sí, no enseñaba nada que no debiera verse aunque quedaba todo abierto a la imaginación de los demás.
Nuestra rutina era simple. Cuando abríamos los ojos, la ataba y la follaba. Bajábamos a desayunar y nos íbamos a la playa. Marina solo utilizaba la tumbona para dejar la toalla y la bolsa con las cremas. Desnuda se situaba en la orilla con el agua del mar mojándola los pies y el sol iluminando hasta lo imposible su ya bronceada piel. La verdad es que llegó muy morena, pero en pocos días se puso negra como un tizón.
A la una del mediodía subíamos al comedor y comíamos algo ligero: una ensalada o algo así. Después íbamos a la habitación y nos echábamos la siesta con juegos sexuales incluidos. Como me costaba trabajo correrme, Marina me la chupaba con paciencia mientras me metía un par de dedos en el culo. Por supuesto siempre lo conseguía. Dormíamos una hora más o menos y bajábamos a la piscina y Marina, como había dicho cuando llegó la empezaba a recorrer nadando a lo largo varias veces. Después se tumbaba y tomaba más el sol.
A media tarde, sobre las seis, subíamos a la habitación, la inmovilizaba en posturas inverosímiles y ayudándome de diversos artilugios la forzaba los orgasmos. No la follaba, solo la forzaba orgasmos. Prefería reservarme para la noche para poder follarla como a mi me gusta.
Nos duchábamos y bajábamos a cenar. Después, salíamos a pasear por el paseo marítimo y a eso de las nueve subíamos a la habitación a la sesión especial. No era nada especial. Consistía en que la ataba de una manera más concienzuda, con los brazos a la espalda y las piernas muy abiertas y flexionadas. Empezaba a estimularla y los orgasmos se sucedían y solo después, cuando ya estaba agotada, me situaba sobre ella y la penetraba. Primero por la vagina y luego por el ano. Como era tan pequeñita me costaba trabajo morrearla mientras la follaba, pero me apañaba como podía. Después a la ducha otra vez y a dormir. Marina caía como muerta y no abría los ojos hasta el día siguiente, siempre con mi polla en la boca.
Finalmente, las vacaciones concluyeron y regresamos a España para reemprender nuestras rutinarias vidas.
_________ O _________
Mi familia regresó a Madrid y como ha finalizado mi padre la rutina refrío a nuestras vidas. Tengo que decir que aunque por un lado me vino bien para los estudios y para la edición de los videos, la eché terriblemente de menos. Me había acostumbrado tanto a ella que en ese tiempo me maté a pajas.
Cuando la tuve en casa, informé a papa de que me la quedaba y desde medio día, hasta la hora de cenar la estuve follando. La hice de todo y fue tan intenso que incluso se me inflamó un poco la polla.
Después de ponerme al día, reemprendimos nuestra actividad habitual. Con el tiempo, Marina empezó la FP de Administración y Finanzas que posteriormente completó con varios masteres. Desde que terminó la FP trabajamos los dos juntos en lo que papa había ideado, y la verdad es que nos fue muy bien.
Vivimos los tres juntos hasta que mucho tiempo después la vejez se llevó a papa. Marina, para entonces una atractiva y deseable mujer de cincuenta años, seguía ocupándose de él como siempre había hecho y como seguía haciendo conmigo.
Aunque seguimos amándonos y seguimos siendo inseparables, lo cierto es que la ausencia de papa se dejaba notar. Ya no podíamos hacer esos tríos interminables que tanto nos gustaba. En una ocasión traje un sustituto, pero aunque Marina lo acepto como siempre, sé que no la gustó y para mí eso es palabra de Dios: no lo volvimos a repetir.
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