Amor por las nueces caninas
Mis vivencias en el refugio para perros.
Soy voluntaria en el refugio canino. Cada ciertos meses me gusta llevar un par de bolsas de alimento al refugio y ofrecerme para tareas de limpieza y cuidados a mis queridos amigos peludos. A primera vista podría parecer que mis acciones son totalmente desinteresadas pero, nada más lejos de la realidad. Por supuesto que busco algo a cambio de esos lindos cachorritos… y tal vez te preguntaras: ¿Qué podría ser? ¿qué beneficio espero obtener de un montón de pobres perros callejeros rescatados…? Pues, la mayoría del tiempo me conformo con mirar discretamente a esas hinchadas capuchas que contienen sus jugosas vergas perrunas. También disfruto al ver esos anos expuestos, estrechos y rosados, casi rogando por ser dedeados profundamente hasta estimular su punto G. Pero, definidamente lo que más me gusta observar es a los machos que todavía conservan sus bamboleantes y colgantes escrotos caninos; el solo pensar en esas gordas nueces en su interior repletas de caliente leche de cachorrito hace que mi coño se humedezca.
Por mucho que lo intente no puedo evitar fantasear con esos testículos llenando mis mejillas: Sentir el peso de las bolas en mi lengua con su textura rugosa abrumando mis papilas, el asqueroso sabor concentrado a perro callejero que solo me hace sentir más puta imaginándolo, y ese embriagador olor a semental que solo un par de huevos bien desarrollados puede emanar.
Frustrantemente, la gran parte del tiempo es solo una fantasía ya que las ocasiones para quedar a solas con los perritos son escasas. Aparte de mí no suele haber muchos más voluntarios, pero el sitio en sí no es más que un terreno llano rodeado por rejas y jaulas que poco pueden ocultar al exterior, al centro hay un modesto edificio para la administración y veterinaria del refugio. Si no soy cuidadosa cualquiera podría verme desde lejos manoseando una funda a punto de reventar o clavando mi nariz en un par de olorosas pelotas perrunas, o al menos eso es lo que mi paranoia me hace creer a cada segundo. Por más que me considere una verdadera perra adicta a las vergas y leche canina, todavía tengo cierto reparo en dejar que me descubran como una zoofílica abusadora de tan inocentes criaturas.
Aún así en cuanto se me presenta la oportunidad y me siento lo suficientemente segura de no estar siendo vigilada, estrujo con ansias el escroto más tentador que tenga a mi alcance, con la intención de arrancar un pequeño chillido al can desafortunado que no me vio venir. Al haber perros recién sacados de las calles he estado a punto de recibir una buena mordida, por suerte solo he recibido algunos rasguños en un par de ocasiones. La mayoría de ellos simplemente tratan de hacerse a un lado del peligro sin guardar rencor a su pervertida cuidadora.
Si tengo mucha suerte la bestia apenas y se inmuta luego de recibir mi amistoso apretón de reconocimiento, regularmente esto significa que he encontrado un macho lo suficiente dócil para pasar con tranquilidad a su linda y peluda funda: A diferencia del trato rudo que me gusta darle a los testículos, el pene de los perros necesita ser acariciado con sumo cuidado y delicadeza o la erección no será dura ni divertida de manejar. Con una mano estimulo cariñosamente el pene a través de la funda mientras siento crecer la tibia y palpitante bola en su interior, y con la otra sigo apretando con firmeza sus huevos, para hacerle saber quién tiene el control en ese momento. Siempre he pensado que duro contra suave es la clave para confundir y dominar a cualquiera.
Algunos callejeros no reciben la limpieza adecuada cuando son ingresados al refugio, así que un poco de su espeso esmegma brota por la entrada de sus capuchas al masturbarlos. En un principio me daba bastante asco encontrarme con esa sustancia viscosa y a veces amarillenta, el fuerte y variado olor a suciedad que despide el esmegma de un perro callejero es totalmente nauseabundo; casi como si pudieras oler el vertedero entero en su peludo capullo. Pero, no sé en que momento comencé a probarlo a pesar de las tremendas arcadas que me provoca. Creo que simplemente me llenaba de morbo el pensar que era mi deber como hembra mantener pulcro cualquier miembro canino que pasara por mis labios…, también fantaseaba con los posibles lugares en los que pudo estar el pene para producir tan inmundo manjar: Tal vez atorado en la vagina de una hembra en celo o en el agujero de mierda de un perrito maricón. De cualquier manera esa fábrica de queso natural no se iba limpiar sin mi ayuda.
Generalmente evito sacar las hinchadas vergas de mis amantes de sus fundas para evitar tener que dar explicaciones incomodas si alguno de los encargados del refugio aparece por sorpresa. Lamer la puntita y saborear el liquido que gotea sin parar puede llegar a ser suficiente para calmar mi sed, aunque algunas veces me ha sido imposible contenerme y acabo por sacar completamente ese sucio y palpitante trozo de carne para que escupa libremente su semilla en mi lengua. Me excita mucho saber que todo ese esperma acumulado sobrevive y se mezcla con mi saliva, es como tener millones de cachorritos nadando por toda mi boca je, je…
Si la eyaculación es copiosa instintivamente succiono como si de un gigantesco biberón de carne se tratará, buscando alimentarme de su leche hirviendo. Es difícil encontrar a un perro que produzca un semen con algo de consistencia como me gusta. Por eso es que los callejeros son mis favoritos: Algunos de ellos no han tenido la oportunidad de aliviar sus gordas nueces en mucho tiempo y guardan cargas de esperma especialmente rancias y espesas que, por supuesto estaría más que encantada de comer.
Lamentablemente, cualquier perro adulto que entra al refugio y no es adoptado al poco tiempo, eventualmente acaba siendo esterilizado y liberado si se necesita más espacio. Es decir que sin importar que tan grandes y bonitos sean sus testículos le serán cercenados sin ninguna piedad… Sí, a el refugio no le sobra precisamente dinero para anestésicos o métodos sofisticados para las castraciones, así que se hacen a la vieja usanza: Se asegura bien al perro en un soporte especial con correas y el veterinario corta y sutura, todo mientras el macho castrado llora desconsolado por su futura descendencia extirpada. He presenciado este proceso ya unas cuantas veces y me avergüenza admitir que esto despertó en mi una nueva forma de sentir placer…
Soy feliz orde- …no, lo que realmente quiero decir es que AMO totalmente ordeñar vergas caninas, estoy enamorada de cada par de pesadas y apestosas nueces callejeras que he engullido hasta ahora pero… ver a todos esos machos, incluso algunos de los que yo misma había complacido con mis labios, tan indefensos a merced del veterinario y su peligroso bisturí… era un sensación que no había sentido con tanta intensidad hasta ahora. Es decir, siempre había tenido gusto por torturar un poco esas lindas pelotas, pero estaba vez necesitaba llegar a un nuevo nivel…
Hola, si es rico agarrar los testículos de un perro, pero hay muchos que se ponen bravos, en cambio masturbarlos es más fácil, obvio al principio es muy difícil sacarle la punta de la funda, pero ya con un poco de práctica … no se batalla …, aquí casi no los esterilizan, simplemente los RIP. Bueno y apetitoso tu relato, pero es mejor bañarlos …… un saludito.