Anita en el metro.
Una niña de 8 años decide ir a la escuela en ese popular transporte de la Ciudad de México. Relato completo de ficción.
Cuando era niña vivía con mi madre en la ciudad de México, por ese entonces ella trabajaba vendiendo sandwiches, postres y gelatinas en un carrito que empujaba por las calles y muy temprano solía llevarme a la escuela todos los días mientras ella empujaba su carrito y vendía afuera de la escuela, después que todos entrábamos ella salía a vender por las calles de la cuidad y al regreso pasaba por mi y juntas volvíamos a nuestra casa o vendíamos un poco más en las cercanías de nuestra casa.
Frente a donde vivíamos había una estación del metro y esta linea pasaba por mi escuela y yo siempre quise ir a la escuela en metro pero nosotros nunca lo usábamos pues mi madre siempre vendía algo por el camino y solía platicar que en el metro había ladrones con navajas que te robaban el dinero u objetos de valor sin que te dieras cuenta.
Asi pasaban los días hasta que una recesión económica llegó a nuestro país y las ventas de mi madre disminuyeron demasiado, así que ella debió buscar un trabajo donde pudiera ganar algo de dinero a fin de poder subsistir, no fue fácil encontrar algo pero por fin encontró y esa tarde después de la escuela hablo conmigo, a partir del próximo día yo me iría sola a la escuela pues ella debería irse muy temprano y no podría llevarme, eso no me asustaba pues cientos de veces habíamos recorrido el mismo camino de la casa a la escuela y de regreso, así que me sentía muy capaz de hacerlo aunque en mis planes de niña no estaba caminar, dias antes yo había visto un boleto del metro entre las cosas de mi madre y ese día lo había tomado sin que ella lo supiera con el fin de usarlo al día siguiente.
Muy temprano mi madre salió hacia su nuevo trabajo, yo aún quedé en la cama un poco más y después me puse el uniforme para irme a la escuela, era finales del verano y como no hacía frío solo me puse una blusita blanca y el Jumper escolar, miré en mi bolsita de mano y emocionada observé el boleto del metro que usaría ese día para ir a la escuela en metro a escondidas de mi madre, era como una aventura y faltando treinta minutos para las ocho salí de mi casa con rumbo a la estación que apenas estaba a unos 50 metros de nuestra casa.
Al llegar entré a la estación junto a mucha gente, introduje mi boleto en el torniquete y entré dirigiéndome al andén como todas las demás personas.
La cantidad de gente en esa estación era demasiada, nunca en toda mi vida había visto tanta gente junta en esa estación y es que esa era la hora punta en que todos se dirigen a sus trabajos, escuelas, universidades, etc. Y yo no lo sabia, al ver tanta gente me asusté y quise regresar por donde había venido pero la marea de personas que entraba a la estación me lo impedía, era como tratar de conducir en sentido contrario así que no tuve más remedio que caminar junto a ellos hasta quedar prácticamente atrapada detrás de varias personas que se preparaban para abordar.
El metro de la ciudad cuenta con vagones exclusivos para mujeres y niños pero en ese entonces yo no lo sabía, por lo que el vagón adónde yo estaba apunto de entrar estaría ocupado por hombres en su mayoría.
El tren urbano llegó vacío pues esa era la terminal y se detuvo delante de nosotros, las puertas se abrieron y la gente entró en estampida empujando a quienes tenían delante de ellos, las personas que iban delante de mi caminaron y de pronto me sentí empujada hacia dentro del vagón por los que venían detrás de mi, no pude ver hacia dónde iba pues era pequeña de estatura y todos los hombres que iban delante de mi eran muy altos para mi, la gente empujaba más y más para lograr entrar ya que el tiempo que las puertas del metro abren son de cinco a diez segundos y se cierran así que las prisas hacían que todos hicieran lo posible por entrar empujando a quienes ya estábamos dentro del vagón, yo no podia sostenerme de nada y de pronto ya no pude ir más allá, me encontré en la esquina del vagón entre las piernas de un hombre desconocido que por inercia me tomó de la cintura y me miraba extrañado, mi pecho estaba casi junto al suyo porque yo tenía mi mochila en la espalda y la gente detrás de mi me empujaba y yo no podía sino tratar de sostenerme del respaldo de su asiento para no estar sobre de el.
Me dio mucha vergüenza y traté de salir de esa situacion pero no podía moverme, no había hacia donde hacerlo y avergonzada ni siquiera pude disculparme y solo bajé la vista esperando a que la gente bajara para que yo pudiera moverme.
El hombre pareció mirar a mi alrededor como buscando a alguien, de pronto las puertas se cerraron y el tren comenzó a moverse, habrían pasado apenas unos treinta segundos cuando comencé a sentir que algo tocaba mi pierna derecha por detrás de mi rodilla justo donde terminaba la falda del jumper y me quedé quieta como tratando de averiguar que era aquello, unos segundos después pude sentir que «eso» subia por mi pierna por debajo de mi falda escolar levantándola un poco y llegando hasta tocar mi entrepierna y luego nuevamente bajaba rozando toda mi pierna, pude darme cuenta que era la mano de ese hombre y que me estaba tocando de un modo malo, lo miré de reojo sin atreverme a confrontarlo y el, al ver que yo no me atrevi a decirle nada volvió a subir su mano hasta dejarla sobre mi nalguita derecha y comenzó a masajearla suavemente.
Nadie podía darse cuenta de eso porque la mochila en mi espalda tapaba perfectamente lo que ese hombre hacía, aunque a esa edad yo aún era muy inocente en cuanto a asuntos de sexo o abuso sexual, y en mi mente infantil yo entendía que ese hombre quizás era un ladrón y estaba asustada pues yo creía que el buscaba mis objetos de valor y que no se daba cuenta que yo lo estaba sintiendo, pensé en moverme pero no podia, estaba paralizada del miedo, quería decirle que me dejara pero… ¿y si me hacia algo? No me atreví ¡Los ladrones son malos y matan gente! Quizás quedarme quieta sin moverme era lo más prudente, tratar de aparentar que yo no me daba cuenta de que me estaba robando hasta que el encontrara las pocas monedas que yo llevaba en mi bolsita y entonces se iría sin hacerme daño.
Al ver que yo no hacía ni decía nada subió su mano hasta mi cintura y entonces tomó mi calzoncito por el elástico superior y comenzó a tirar de él hacia abajo, parecía que no iba a lograr bajarlos pero luego lo tomó de otro ángulo y volvió a tirar hacia abajo, y luego repitió la acción desde otro lugar y mi prenda interior comenzó a bajar, yo no sabia que hacer, mis manos estaban ocupadas sosteniendome para no caer ensima de ese hombre, mi corazoncito latía muy rápido y de pronto sentí como estaba bajando más y más mis calzones hasta quedar casi a la altura de mis rodillas que por instinto apreté para que no pudiera bajarlos mas.
El tren se detuvo, las puertas se abrieron y algunas personas bajaron, sentí que detrás de mi la presión disminuyó y quise retirarme pero solo alcancé a dar un paso atrás cuando sentí que nuevamente me volvían a apretar en el mismo sitio y es que las personas que esperaban en esa estación también subieron empujando para no quedarse fuera, mi cara eataba justo frente a la suya y no pude evitar verlo a los ojos, las puertas se cerraron y el metro avanzó casi de inmediato, sentí su mano meterse nuevamente bajo mi falda y tocar mis nalguitas ahora sin que nada se lo impidiera, ahí comencé a pensar que quizás eso no era un robo, sino que era algo «malo» lo que ese hombre me hacía pero no sabia muy bien el porqué lo hacía, solo que me daba vergüenza que el me tocara las nalgas de ese modo, comenzó a acariciar en círculos mientras buscaba mis ojos, yo avergonzada trataba de agachar la mirada, el hombre notó que yo estaba asustada y que nadie iba conmigo comenzando a bajar mi calzoncito por debajo de mis rodillas a pesar de que yo las apretaba y de pronto mis calzones estaban en mis tobillos haciéndome sentir roja de la vergüenza pues pensé que las personas pensarían que a mi se me habían caído los calzones.
Mi primer impulso fue de agacharme y volver a subirlos pero no tenía el espacio para hacerlo y para subirse los calzones una niña con falda debe subirlos hasta la cintura y para eso debe levantar su falda y prácticamente mostrar todas las piernas e incluso las nalgas, y yo no quería mostrar las nalgas en un vagón del metro lleno de hombres así que eso no era una opción. La mano del hombre seguía acariciando mi cuerpo bajo mi falda.
El timbre de apertura de puertas me sacó de mis pensamientos, algunas personas bajaron y pude haberme movido pero me dio pena porque si lo hubiese hecho me habrían visto con los calzones en los tobillos, más gente subió y volví a quedar en el mismo lugar.
La siguiente estación era en la que me debía bajar así que sin tener otra opción discretamente moví mis pies para sacarme los calzones y cuando lo logré los empujé un poco bajo el asiento. Me di media vuelta dándole la espalda al hombre para tratar de bajar en la próxima estación, pero al notarlo el me tomó de la cintura y me sentó en sus piernas sosteniendome muy fuerte, quise levantarme pero el no me dejaba, muy sutilmente me dijo al oído que no me moviera o me iría muy mal, me quitó la mochila de mi espalda pegando mi espalda a su pecho y entendí que no podría bajar, para este punto ya estaba muy asustada y decidí no moverme pues pensé que me podría hacer daño.
Desde donde estaba pude ver mi escuela cuando el metro pasó por ahi, pero debí seguir en el tren obligada por ese hombre desconocido.
Las puertas se cerraron y el metro avanzó, el tipo tomó mi mochila y la puso sobre mis piernas, casi de inmediato sentí nuevamente su mano izquierda entrando bajo mi falda ocultandose con mi mochila, pude sentir como se abría paso entre mis piernas hasta tocar mi vagina. ¿Cómo era posible que alguien me tocara ahí? Nadie hasta ese día me había tocado esa parte de mi cuerpo, quise cerrar las piernas pero me dijo que me quedara quieta y como ya no tenía calzoncitos nada le impedía tocarme de ese modo, aunque no era violento y más que nada solo acariciaba mi vagina buscando el clítoris, su dedo estaba seco pero aún así pude sentir como una descarga eléctrica cuando lo hizo y no pude reprimir un gemido cuando la sentí.
Una sensación jamás sentida se iba apoderando de mi cuando el comenzo como a «rascar» suavemente mi vagina.
El metro avanzó estacion tras estación mientras el seguía «rascándome» ahí yo ahogaba pequeños gemidos y cerraba los ojos tratando de reprimir esa sensación, estaba asustada, muy asustada pero a la vez me gustaba «eso» que sentía y no lograba entender.
Algo como agüita comenzó a salir de mi vagina, lo supe porque comencé a sentir que el dedo de ese hombre comenzó a resbalar más fácilmente cuando el me «rascaba» abrí los ojos y miré que ya había muy pocas personas abordo del metro, una estación más y ya solo quedábamos nosotros y un par de hombres al final del vagón pero iban viendo al frente y no nos ponían atención, el hombre puso mi mochila en el suelo y al ver que nadie lo miraba me puso en pie, escuché que se movió un poco, levantó mi falda de atrás y me sentó sobre sus piernas nuevamente pero esta vez sentí algo caliente y duro justo entre mis nalgas, estaba avergonzada de que un hombre desconocido me tuviera de ese modo. Con una mano levantó mis calzones y volvió a bajarme la falda pues ya entrábamos en otra estación, algunas personas más subieron y el timbre sonó, las puertas se cerraron mientras el tren avanzaba sobre un túnel obscuro, yo podía sentir esa cosa dura entre mis nalgas, el tipo me movía discretamente haciendo que «eso» recorriera la raya entre mis nalgas.
Para las demás personas yo solo era una pequeña niña en las piernas de su papá camino a la escuela, sin imaginar que estaba en los brazos de un pederasta, sin calzones y con su pene entre mis nalgas.
Un par de estaciones más y todos bajaron dejándonos solos en el vagón, eso lo aprovechó muy bien el tipo que me puso en pie y me puso sobre sus rodillas como si me fuera a castigar, levantó mi falda y comenzó a besar y lamer mis nalgas mientras con su mano acariciaba mis piernas y con la otra mantenía mi cabeza abajo para que no pudiera levantarme.
Pronto estábamos llegando a la última estación y volvió a sentarme en sus piernas, las puertas abrieron y unos segundos después las puertas se cerraron quedando solo nosotros dos dentro.
El tren avanzó despacio hacia un túnel obscuro donde los trenes suelen esperar el turno de partir de regreso y el cambio de vía el hombre aprovechó y puso mi pecho en el asiento del vagón, levantó mi falda y escupió entre mis nalgas metiendo su saliva en mi culito con sus dedos, se colocó detrás de mi y sacó su pene. ¡Si gritas te mato! Me dijo amenazante y presionó fuerte, yo sentí que algo enorme estaba tratando de entrarme por detras y apretaba las nalgas pero no pude impedir que lograra su propósito, mi esfinter se estiró al máximo cuando su glande atravesó mi virginal culito y sentí un dolor como nunca en la vida, grité sin poder evitarlo pero ese hombre me tapó la boca para ahogar mi grito, el tren seguía detenido y el hombre quiso ir más adentro de mi culo pero no podía porque mi culito era virgen, el no tenía lubricante y quizás sabia que no tenía el tiempo suficiente para dilatarme y lograr su propósito por lo que desistió después de unos treinta segundos sacando su pene. Yo lloraba y tenía la carita llena de lágrimas pero el me obligó a callarme amenazándo con hacerme daño. Me sentó nuevamente con la falda levantada y miró mi vagina abierta y sin decir nada se hincó delante de mi y comenzó a lamer y a chupar como si de un dulce se tratara haciéndome sentir algo diferente a todo lo sentido en mi corta vida. Solo fue unos pocos segundos y se levantó, como el aún tenía su pene erecto me tomó de los cabellos atrayendome a su pene y me obligó a abrir mi boca para meterlo dentro, también fue durante unos pocos segundos antes de que comenzara a masturbarse delante de mi cara, tomó mi jumper escolar y subió mi falda hasta mi pecho logrando eyacular bastante sobre mi pecho, su semen escurrió y el lo tomó con su mano embarrando todo lo que pudo en mis piernas y en mi vagina, cuando acabó volvió a meter su pene con restos de semen a mi boca, el tren comenzó a moverse lento y el guardo su pene acomodando su ropa, bajó mi jumper y puso mi mochila sobre mis piernas.
Si te mueves o dices algo de esto te irá muy mal, me dijo mostrándome mis calzones mientras los olía y se los guardaba en un bolsillo del pantalón para después alejarse hasta el otro extremo del vagón, pronto el metro entraba a la estación y las puertas se abrieron, el hombre salió y poca gente entró sin ponerme atención, yo tenía mucho miedo de la amenaza de ese hombre y me quedé quieta con la mirada en el piso sin decir nada rogando por que las puertas se cerraran cuando el timbre sonó y las puertas se cerraron mientras el tren avanzaba alejándose cada vez más de esa estación, yo no me movía de mi lugar, podia sentir el semen pegajoso y mojado en mi cuerpo y en mi ropa y me daba vergüenza que al verme la gente adivinara lo que me habían hecho.
El tren avanzó estación tras estación hasta que nuevamente pasamos por mi escuela pero yo sabia que ya era tarde así que ni siquiera intenté bajarme y seguí hasta la terminal para irme a mi casa.
Al llegar bajé del tren cuidándome de que ése hombre no me hubiera seguido pero no estaba, y nunca jamás lo volví a ver.
Caminé lento hasta mi casa, podía sentir un ligero ardor en el culito y es que ese hombre solo me había metido el glande y sentía esa cosa pegajosa que el tipo me había echado entre mis piernas y en mi estómago y quería quitarla de mi cuerpo, por lo que al llegar a mi casa me desnude observando una manchita de sangre en mi calzoncito y me metí a la ducha para lavarme y al terminar lave mi uniforme, e hice algunos ejercicios en el cuaderno porque mi mamá solía revisar mis cuadernos.
Así fue mi primer experiencia viajando sola y a la vez mi primera experiencia sexual quedando muy asustada por lo que nunca mas volví a viajar sola en el metro, siempre me iba caminando a la escuela junto a otras madres que llevaban a sus niños. Afortunadamente mi madre estaba trabajando y nunca se dio cuenta que a los ocho años me rompieron el culito pues jamás conté lo ocurrido en ese vagón del metro hasta hoy.
Increible relato, cada sensacion y detalle.
Que bueno que te gustó, gracias por tu apoyo, me anima a seguir escribiendo.
Muy buena historia espero nos sigas. Contando historias como esta.
Primeramente perdón por la tardanza..Estuve trabajando en algunos relatos, algunos muy buenos lamentablemente perdí la memoria y con ella mi trabajo, estoy reconstruyendo algunos espero pronto poder publicar.
Gracias por tu apoyo.
Me gustó mucho tu relato, ojalá sigas subiendo más 👍🏼
Pronto subiré uno que es un poco largo, ojalá les guste… gracias por tu apoyo. .