aprendiendo-…III Parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por amaia.
Me quede dormida en el mueble de la sala, la sesión anterior me había dejado cansada, desperté y ya empezaba a anochecer, me encontré sola en el sofá, la sala era doble altura y desde mi posición podía observar que había un pequeño balcón y algo que parecía una habitación, antes la verdad no me había percatado, las escaleras estaban detrás de un muro.
El salía de la habitación con la misma caja misteriosa, me la acerco y me dijo que la abriera, era una caja relativamente pequeña: esa es tu libertad y tu prisión, si decides escoger tu prisión, en cualquier momento puedes tomar tu libertad, pero si decides por la Libertad, jamás podrás volver a la prisión, así que escoge muy bien el momento en el que en verdad quieras irte….
Efectivamente, habían dos llaves, una sola, y la otra puesta en una cadena, me coloco la cadena: “este es tu contrato y tu libertad al mismo tiempo”. Me quito la ropa, y subimos la escalera, más de cerca note que había en el balcón un escritorio, con su silla y un pequeño sofá, además de un mueble repleto de libros, y una mesa de dibujos, en la pared algunos (asumo) de sus dibujos, cuerpos desnudos, en poses de baile, muy hermosos todos, una pequeña nevera, un teatro casero y un televisor bastante pretencioso, un pequeño oasis. Todo, como el resto de la casa, puesto con mucho orden y limpieza.
La habitación evidentemente estaba cerrada con llave, al abrir la puerta note el olor a cloro, olía a hospital, una cama en el medio con 4 barrotes, sabanas blancas, la ventana dejaba seguro entrar buena luz, aunque ya era de noche, pero el lugar era oscuro, el piso de madera pintado de negro y las paredes grises, colgaban muchos más cuadros de mujeres desnudas, pero en esta ocasión, ya no con pose de baile, sino con cara de dolor, humillación y hasta tortura. Eso me estremeció toda, vi poleas y arneses que colgaban del techo.
En la esquina y desde donde se veía la ventana en todo su esplendor, había una especie de escalera de madera, que colgaba del techo de dos poleas, en cada extremo tenía dos brazaletes de cuero, sujetos con cadenas, una pequeña mesa, un banco, algunos libros, y una lámpara ocupaban la otra pared, era una habitación espaciosa, me imagino que en un principio, la habitación principal del pent house
Un closet de madera, con cerradura y espejos que reflejaban sobre todo la cama y otra mesa más alargada y alta recostada a la otra pared, la puerta del baño, que encandilaba de lo blanco e impecable, un contraste muy fuerte en comparación a la habitación, muy iluminado y con una ventana que seguramente iba a dejar entrar mucha luz, la ducha, igual que la de la otra habitación con un asiento, y puertas de cristal que no dejaban nada de privacidad.
Algunas toallas blancas, y productos de aseo personal diversos, aquella seria mi prisión, y aunque llena de terror, la excitación podía más con mis emociones y mi cuerpo lo evidenciaba, mi entrepierna, ardía y los jugos resbalaban, las reglas ya las sabia, me aclaro que nadie entraba a ese cuarto, ni la mujer de la limpieza, ella solo limpiaba el espacio contiguo, que en mis horas libres podía estar en los otros lugares de la casa e incluso salir a la terraza, que el plazo del mes comenzaría el siguiente día en la mañana.
Esa noche seria la prueba, había notado su obsesión por la limpieza y el orden, y eso me incluía, me ordeno darme un baño profundo, lavarme el cabello, rasurarme, y cepillarme los dientes, y me recomendó ponerme un poco de crema en mi ano, yo obedecí inmediatamente, talle mi cuerpo, y lave muy bien cada una de mis partes, mientras él ordenaba todo, abrió el closet y de allí saco varios juguetes, cadenas, y látigos, un lubricante, y un aparato con algunos cables y chupones, los coloco sobre una de las mesas yo espiaba desde el espejo del baño.
Salí del baño con la toalla, cosa inútil ya que me la pidió, aun mi cabello goteaba y hacia mucho frio, mis pezones endurecidos y dolorosos, me hizo un ademan para que me acostara boca abajo en la cama, ni bien lo hacía, tomo mis muñecas y las amarro con unos brazaletes a los barrotes de la cama, hizo lo mismo con mis tobillos, quede totalmente expuesta, inmovilizada.
Llego un primer azote, inesperado, doloroso, mi grito fue desgarrador, este fue en mi espalda, la cual aún estaba un poco húmeda, esto intensificó el dolor, el segundo fue en mis nalgas, un poco más suave, pero igual doloroso, ardía y mucho, dejaba pasar unos segundos entre azote y azote, los daba al azar, en distintas partes de mi cuerpo, que no paraba de temblar por el dolor.
Fueron más de veinte, unos muy fuertes, otros más como caricias, tomo de la mesa una especie de almohadón, y lo coloco debajo de mi vientre, esto hizo que mi culo quedara muy levantado, y mi clítoris expuesto, metió su nariz en mi ano y vagina, aspiraba el olor como si se le fuera la vida, yo agradecía que acabaran los azotes y empezaba a disfrutar aquella escena, y eso se evidenciaba por los líquidos que brotaban de mí. Con su lengua recorría toda mi raja, de arriba abajo, de abajo a arriba, y metía la lengua en mis dos orificios.
Mi jadeo no se hizo esperar, la respiración agitada de mi cuerpo entero lo hizo seguir con frenesí, ahora no solo su lengua, sus dedos me exploraban, uno, dos, tres, cuatro. Acerco el lubricante y coloco una gran cantidad en el comienzo de la unión de mis nalgas, y empezó a probar la elasticidad de mis hoyos, su cara, que veía reflejada en el espejo era de alguien con muchos deseos reprimidos que empezaba a materializarlos.
Entre la excitación y la lubricación no me di cuenta en el momento en el que logro adentrar sus puños en mí, en segundos me sentí tan llena, y con unas ganas enormes de llegar al orgasmo, mi cuerpo empezó a temblar, era incontrolable, acabe y en ese momento el saco sus manos, fue tan fuerte la sensación, que perdí el conocimiento.
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, no debió ser mucho, aun sentía mi vagina muy húmeda y mi ano palpitaba y se sentía extraño, ya no estaba sujeta a los postes de la cama, pero aun tenia los brazaletes, sentía que el frio se colaba por mis huesos, mis dientes titiritaban, mi Amo no estaba, había quitado el almohadón, en la mesa del escritorio había una botella de agua, ya incorporada de nuevo tome un sorbo, y me senté en la cama.
Mi Amo entro a la habitación, traía un poco de sopa caliente, y algunos chocolates, además de una bebida energizante (creo que no quería otro desmayo), se sentó conmigo en la cama y me dio el mismo la sopa, antes saco una manta y me la coloco, mi cuerpo lo agradeció mucho.
Aun temblaba de frio, me dijo que la mejor forma de dar calor era con un cuerpo desnudo, puso la bandeja en la mesa, con mucho cariño, quito los brazaletes y se juntó a mí, sus brazos me rodeaban, sus pies y los míos se encontraban, su cadera se afinaba con la mía, la respiración tropezaba entre mis orejas y mi cuello, me aspiraba entera, su dulce boca ahora me besaba, saboreaba mis labios, y su lengua inspeccionaba mi boca.
Sentí su miembro erecto rozar mis labios vaginales, nuevamente humedecidos, pero ahora por un placer mucho más sublime, con su mano levanto mi pierna, y así de costado empezó a penetrarme, el ritmo lo marcaba el, su vaivén, muy suave y profundo, mientras clavaba sus dientes en mis hombros, lo oí jadear, yo también sin darme cuenta lo empecé a hacer, ahora sus manos jugaban con mi espalda, me estrujaban, me poseían.
Yo también lo mordía, pasaba mis uñas por su espalda, lo apretaba, giramos un poco y quede yo encima de él, ahora era yo la que marcaba el ritmo, movía mis caderas, y apretaba mis muslos, contraía mi vagina, su cara se veía llena de deseo y mucho placer, jugaba con mis pezones, de vez en cuando me acercaba y dejaba que los mordiera, sus manos las usaba para acercar más mi cuerpo hacia él , sentí como bombeaba su semen y me llenaba toda, yo también acabe.
Nos besamos, nos bebimos y comimos…
Faltaba esperar la mañana siguiente…
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