BOTIN DE GUERRA. Parte 15
Milagrosa curación..
BOTIN DE GUERRA PARTE 14.
Bueno, ahora tenia a la puta nazi para él. Se incorporó y la colocó apoyada en el sillón. Qué buena grupa tenia. Volvió a metérsela en el coño de un empujón.. Antes llevaba ella el ritmo de la follada, ahora iba a ser él quien se la follara como le apeteciera. Quería hacerlo violentamente, clavársela hasta que no pudiera más. En el fondo envidiaba las hazañas de “Katiusha” y de “Vlad”, sobre todo porque él no podía rebajarse a tirarse a las putas alemanas que apresaba. Pero esta vez era distinto, Fue la puta nazi la que se le ofreció, y desde luego que iba a joderla hasta hartarse.
Tal y como estaba, con la polla incrustada en el coñito juvenil, le separó las nalgas para poder ver el culo. Lo vio muy enrojecido. Se veía que hacía poco que la habían follado por ahÍ, pues además se notaba muy abierto. Luego lo degustaría, porque ya estaba brillante de la saliva de la pequeña argelina. Pero ahora iba a centrarse en el coño, que se adaptaba a su polla como un guante. A cada embestida que daba, Sigrid respondía con un leve gemido, aceptando la total penetración. El coñito era suave, bien lubricado, estaba claro que a la putita le gustaba follar, disfrutaba y se excitaba, y a fe del camarada Stalin que iba a dejarla saciada.
Incrementó la potencia y la profundidad de las acometidas, sujetando a Sigrid por los hombros para poder llegar hasta lo más profundo del cuerpo de la alemana, que gemía débilmente, pero no se retiraba. Abramovitch la follaba rítmicamente, y de vez en cuando hacía una pausa, con la polla totalmente incrustada y notaba como Sigrid imprimía leves movimientos circulares a su cuerpo, movimientos que excitaban al ruso. La puta quería sacarle la leche, pero él iba a aguantar al máximo.
Sigrid sentía el roce del grueso miembro del Comandante llenándola completamente. El roce con las paredes vaginales, le estaba abocando al placer. Sentía la tensión dentro de su cuerpo, que aumentaba su excitación. Ya había identificado los síntomas que desembocaban en el orgasmo y ahora estaba a punto de sentir el primero de ellos. Y por la dureza del miembro que sentía en su interior, estaba segura que no iba a ser uno sólo.
Abramovitch sentía que las paredes vaginales de Sigrid aprisionaban su polla, aunque sabia que aunque la tuviera más gruesa, tanto como “Katiusha”, la alemana la abrazaría igual. El coñito rebosaba de líquidos viscosos que delataban la excitación de la pequeña puta y aumentaban la suya. Se retiró casi totalmente, frotó el glande contra el clítoris hinchado y volvió a entrar violentamente hasta el fondo. Ahí lo notó…. La pequeña se estaba corriendo y en décimas de segundo la escuchó gemir más fuertemente:
– ¡Aaaaagghhhh! ¡Mmmmmmm! ¡Siiiii, señor, siiii!!!!
Sigrid notaba como las piernas le temblaban, pero el ruso la sujetó por la cintura y le propinó una serie de potentes embestidas, sacando totalmente la polla para volver a incrustarla hasta que los huevos chocaban contra su cuerpo, y entonces sintió como si su interior se deshiciera, tras una serie de intensas contracciones.., El ruso le estaba produciendo orgasmos en cadena. Gritó de placer, se aferró al sillón. Abrió totalmente los ojos y volvió a gritar, para deleite de Abramovitch.
– ¡Aaaaaaaaahhhhh! ¡Siga, sigaaaaaa por favor, sigaaaaa!
El último orgasmo provocó un sonido gutural y las piernas le fallaron. Habría caído al suelo si Abramovitch no la sujetara por la cintura para mantenerla empalada a merced de sus acometidas. Siguió bombeándola unos minutos más, ya con Sigrid totalmente desmadejada, hasta que con un rugido le descargó una sucesión de oleadas de lefa que inundaron el interior de la adolescente, rebosando los labios de la vulva para gotear hasta el suelo. La soltó y Sigrid cayó como un fardo.
– Por las barbas del mujik!!!, que buena puta es esta hembra. Hacía meses que no follaba con una zorra tan caliente. Que bien sabe manejar el coño. Si no me llegan a decir vds. que está recién estrenada habría creído que es una verdadera profesional -se volvió sonriente hacia los otros tres oficiales.
– Un excelente regalo, que le agradezco -se inclinó Connors.
– Cree que valdrá para curar los imponentes males del camarada “Katiusha”? -rió Ralston.
– Si no le cura, yo personalmente le volaré la tapa de los sesos por no saber apreciar este manjar -gruñó Abramovitch mientras observaba como Habiba se colocaba entre las piernas de Sigrid, lamiéndole la lefa que resbalaba por sus muslos y rebosaba entre los enrojecidos labios vaginales de la alemana.
– Mmmm, ruso tenia mucha leche. A Habiba le gusta mucho la leche rusa -se reía la argelina mientras sorbía todo el liquido espeso del coño de Sigrid, que permanecía casi inerte, respirando agitadamente.
– Ya ví que su culo también está estrenado. ¿Es igual de buena?
– Lo estrenó el Doc, así que él tendrá mejor opinión -opinó Connors.
– Por mi parte, excelente, aunque no fue fácil abrirlo. Pero creo que nuestro amigo francés también debería opinar, pues él también lo ha disfrutado -contestó Ralston.
– La chica se quejó, porque lo tenía recién abierto, pero le aseguro, comandante, que lo aceptó sin remilgos. Hay que concentrarse mucho para no explotar demasiado rápido. Es una verdadera bomba para sacarla toda, vamos, muy buena puta. ¿Y se la regaló a Connors? Pues qué envidia.
-Si, en ese momento, recien llegados, teníamos muchas chicas, y una más o menos no importaba. Bueno, aún tenemos muchas, pero gracias a los desvelos de “Katiusha” no creo que nos queden muchas vírgenes -sonrió Abramovitch.
– ¿Le apetece probarla completamente, comandante? -animó Connors.
– ¿No quedará muy cansada para curar a “Katiusha”? -objetó Abramovitch.
– En absoluto. Además, aquí nuestro querido Doc la pondrá en forma rápidamente, y si no lo consigue, un poquito de látigo la despertará -opinó Connors
El soviético se acercó donde yacía Sigrid exhausta, aunque reanimada por los cuidados de Habiba.
– Puta alemana está lista, sidi. Le he chupado culo para Vd. Lengua de Habiba le ha entrado muy bien. ¿Quiere que Habiba chupe polla y ponga muy dura? ¿Si, sidi?
– Es que a Habiba le encanta lamer, como observará -rió De la Charriére
Con un gesto, Abramovitch animó a la argelina, que, arrodillada ante él, le desabrochó de nuevo los pantalones y tomó la polla, todavía en semi reposo, en sus manitas, moviendo la gruesa piel arriba y abajo, descubriendo el glande para pasar la lengua despacio sobre él. Abriendo la boca, la engulló casi en su totalidad, cubriéndola de saliva y deslizando sus labios a lo largo del tronco. El falo de Abramovitch estaba reluciente de babas, Habiba acariciaba los peludos testículos con las manitas, pasando la lengua alrededor del tronco, bajando hasta ellos, para volver a subir y engullir la polla en su totalidad.
– Polla rusa muy dura. Si quiere sigo y disfruto de leche rusa muy rica -avisó Habiba con mirada lasciva – a Habiba gusta mucho.
– Cuando me folle a esta nazi. Primero quiero disfrutar de su culo
– Habiba sujeta a puta nazi y tú follas fuerte, si? -sonrió la argelina
Alzaron a Sigrid del suelo, nuevamente apoyada en el asiento del sillón, y Habiba separó las nalgas para exponer el ano. Abramovitch apoyó el glande en el rojizo orificio y, apretando, enterró la mitad del miembro en el recto de Sigrid, arrancando un grito de su garganta:
– Ayyyyy!!!!!! Por favor, por favor!!!!! -suplicaba sollozando ante la nueva intrusión en su ano dolorido.
Abramovitch hacía caso omiso de las súplicas y continuaba, retirando levemente el miembro erecto para volver a empujar con más fuerza. Las pollas de Ralston y de De la Charriere eran respetables, pero la del ruso era considerable, en longitud y grosor. Y estaba absolutamente excitado, y aún le excitaban más las súplicas de Sigrid. La sujetó por las caderas juveniles y empujó con fuerza hasta casi enterrar toda la polla en el culo, manteniéndola así unos instantes, para, a continuación, retirarse unos segundos y volver a empujar sin detenerse hasta embutirla totalmente en el recto de la alemana, arrancando un agudo grito de su garganta:
-¡Aaaaayyyyyyyyyy! ¡¡¡Noooooo, por favor, me hace mucho daño, por favor, no siga, no siga!!!!
– Claro que voy a seguir, perra, incluso vas a agradecer que te lo abra cuando veas cómo te van a follar después. Tus gritos me gustan, señal de que me notas bien dentro, eh? ¿Quieres más dentro? Pues toma -dijo retirándose de nuevo para volver a clavarla, sin piedad, en el culo de Sigrid, que ya lloraba silenciosamente, murmurando levemente:
– Por favor…. Por favor…. Déjeme, por favor
Los gemidos de Sigrid excitaban aún más al ruso, que incrementó la velocidad de las entradas y salidas en el culo ya totalmente dilatado. Habiba, de pie a su lado, acariciaba los huevos del comandante con una mano y el coño de Sigrid con la otra, aumentando la excitación del ruso. Sigrid reclinó la cabeza en el sillón, apoyándola en los brazos. Las piernas flaquearon y cayó de rodillas, dejando a Abramovitch con la polla fuera. Connors intervino:
– Arriba, perra!!! Yo te diré cuando debes descansar. -dijo empujándola con la puntera de la bota.
Sigrid estaba desmayada. El ano le ardía, estaba sudorosa y no podia mantenerse en pie. Oía la voz de su amo, pero le era imposible mover el cuerpo.
– Alice!!! – ordenó Connors -baja el flogger, parece que hay que despertarla.
Alice subió a la cámara y volvió llevando en su mano el flagelo de varias colas de cuero y se lo entregó respetuosamente a Connors, que lo empuñó y soltó un primer golpe sobre las nalgas de Sigrid, que exhaló un grito de dolor.
– ¡¡Arriba, perra, arriba!! ¡Cumple con tu obligación!! -gritó aplicando un nuevo golpe sobre la espalda de la alemana. Varias rayas carmesí aparecieron en la joven, con leves puntitos sanguinolentos.
Se agachó y cogió a Sigrid por la barbilla, musitándole al oído:
– Obedece. Te recuerdo que estás aquí porque así lo has decidido. Soy tu dueño y quiero que cumplas mis instrucciones -le musitó al oído mientras acariciaba las mejillas llorosas.
. Sssii, señor, perdone señor, pero es que me duele mucho -lloró Sigrid.
Connors besó suavemente los labios de la alemana y la ayudó a levantarse. La polla de Abramovitch había perdido la fortaleza previa y colgaba, casi flácida. Sigrid se arrodilló ante él y la cogió en sus manos.
– Perdone, señor, ha sido un mareo. Mi señor quiere que disfrute, que le de placer. Me deja su polla, por favor, si?? -suplicó al ruso, cogiendo delicadamente el grueso miembro en sus manos.
Comenzó a lamerlo delicadamente, limpiándose la cara de los lagrimones que permanecían. Abrió la boca y lo abarcó suavemente con los labios, comenzando a lamerlo arriba y abajo, pasando la lengua por el glande, para volver a bajar por todo el tronco. La polla de Abramovitch iba tomando de nuevo su fortaleza.
– Por favor, deja a Habiba chupar su polla, sidi ruso? -intervino Habiba – Sabe que a Habiba gusta polla rusa, si??
Habiba, al lado de Sigrid colaboró con ella en los chupeteos a la polla de Abramovitch. Habiba aprovechaba, cuando podía, para lamer a su vez la lengua de Sigrid y sus labios, con una sonrisa cómplice. El ruso tenia la polla a reventar con las manipulaciones de las dos adolescentes.
– ¡Parad, parad! Que me quiero correr en el culo de la puta, y me la vais a sacar toda.
Descansaron un momento, que aprovechó Habiba para lamer profundamente el ano de Sigrid, preparándolo para la inevitable penetración. Lo mojó y lubricó al máximo con el fin de que la entrada fuera lo más delicada posible, si es que era posible, con el tamaño de la polla de Abramovitch. De nuevo se colocó Sigrid con la cabeza y brazos apoyados en el sillón, con el culo a la altura de la polla del ruso.
– Culo de puta nazi preparado. Si quiere sidi ruso puede follarla. Culo abierto, si? -le animaba Habiba mientras separaba los cachetes del culo de Sigrid, mostrando el orificio rojizo y dilatado.
De nuevo Abramovitch apoyó el glande sobre el orificio dilatado de Sigrid, y de un empujòn, penetró hasta que su pubis chocó con sus nalgas. Esta vez Sigrid sólo soltó un leve gemido, mordiéndose los labios hasta hacerse sangre, mientras el ruso volvía a retroceder para repetir de nuevo el violento empujón hasta que la totalidad de la polla quedó enterrada en el recto. Nueva retirada de la totalidad de la polla y nueva arremetida, que obtuvo un leve gemido como respuesta.
Abramovitch sentía que sus penetraciones eran ya totalmente sencillas, en parte por la dilatación del ano y en parte por la lubricación efectuada por Habiba, por lo que continuó con las maniobras de mete saca, ya sin ninguna pausa. La polla la sentía ya en toda su plenitud, y notar el sufrimiento de Sigrid le ponía todavía más excitado, traduciéndose en una mayor rigidez del pene. Pasó la mano por debajo de las caderas de la alemana hasta alcanzar su coñito lampiño. Con los dedos consiguió masajear el clítoris, sintiendo la humedad de los labios de la vulva.
Continuó con metisacas rápidos para poder acceder sin problemas al clítoris, que se humedecía más y mas. Sigrid se estaba excitando con estas maniobras y respiraba entrecortadamente, comenzando a mover las caderas para excitarse más con los dedos del ruso, incrementando los movimientos de la polla en su interior. Un pequeño chorrito de liquido viscoso mojó los dedos del ruso a la vez que se oia un fuerte suspiro de Sigrid, único signo de su orgasmo, al que siguió otro un poco más fuerte, sin que Abramovitch pausase las acometidas
El ruso mostró una sonrisa de triunfo al notar la excitacion de la joven, por lo que continuó más violentamente las arremetidas, hasta que sintió como una explosiñon en los testículos, traducida en una oleada de esperma en el interior de Sigrid, que experimentó como una oleada volcánica en su interior, la contracción de las paredes rectales y como su vejiga se vaciaba sin poder contener la orina simultaneada con un brutal orgasmo que, esta vez sí, la hizo gritar de placer:
-¡AAAAAAGGGGHHHHHHMMMMMMMM!!!!! ¡Señooooorrrrr, me estoy corriendooooo! -soltó un alarido mientras se contorsionaba y apretaba con las nalgas el cuerpo de su follador.
Abramovich sacó el pene chorreante, y un borbotón blanco surgió del dilatado ano de Sigrid, que enseguida fue ocupado por los labios anhelantes de Habiba, que los acopló sorbiendo el liquido espeso, introduciendo la lengua mientras forzaba la salida apretando el vientre de la joven.
El comandante ruso se volvió triunfante hacia los tres hombres que contemplaban la escena excitados. Alice lamía de nuevo la polla del comandante francés que se corria contra su cara, llenándola de chorros de lefa que recogía con los dedos para lamerlos a continuación para no desperdiciar ni una gota. .
– ¡Excelente! La puta al final disfruta cuando le abren el culo. Una excelente yegua para cabalgarla, por las barbas del viejo mujik!!!.
Sigrid permanecía en el suelo respirando pesadamente, enroscada sobre el charco de su propia orina, con las piernas encogidas hasta el pecho. El placer recibido había cedido, dando paso de nuevo al dolor que sentía en su ano. Consiguió palparlo con sus dedos y se percató, horrorizada, que le entraban dos dedos sin ninguna dificultad. Los retiró presa de dolor, observando en ellos leves manchas de sangre. La mano de Habiba la acariciaba el cabello mientras la besaba los labios con cariño.
– Pequeña puta se porta muy bien. Da placer a su amo. Sidi Connors muy orgulloso de pequeña puta, si. -le susurraba al oido, sonriente.
Los cuatro hombres charlaban sonrientes, comentando los acontecimientos, mientras Alice acompañaba a Habiba consolando a Sigrid.
– Realmente me arrepiento de habérsela regalado, Connors, es una perra excelente, caliente y obediente.
– Pues lo siento, pero sería una descortesía devolverle el regalo, comandante -le palmeo Connors en la espalda al ruso.
– Realmente no creí que soportara tan bien la última enculada -decía Ralston -y mucho menos que se corriera, porque parecía que estaba pasándolo mal. Pero ya he visto con qué habilidad lo ha conseguido, tovarich.
– Bah, el mérito es de la perra, que es muy caliente. Si con rozarla un poco parece que se derrite….
– Bueno, probamos a curar a “Katiusha”? Si está fuera hágale pasar, Abramovitch -sugirió Connors.
– Ahí está, al volante del jeep, si es que no se ha ahorcado ya, claro -se rió el soviético.
Salió al exterior, y al cabo de un rato volvió a entrar, acompañado de la figura casi gorilesca del sargento Kovachenko, conocido por “Katiusha”. Era un individuo de bastante más de 2 metros de altura, espaldas y cuerpo anchisimo. Creer en la agilidad que había descrito Abramovitch era difícil. Sus brazos y su cuerpo, musculosos, casi hacía reventar el uniforme. El rostro era duro, como esculpido en piedra. Pero todo ello discordaba con su mentón ,sus ojos y sus hombros caídos. Era la misma imagen de la depresión. Miraba fugazmente a todos los rincones, dando la impresión de encontrarse totalmente desubicado. Un hombre tan imponente como destruido.
Abramovitch le empujó levemente al centro del salón.
– Mira, Katiusha. Te presento a unos amigos -dijo colocándole frente a los oficiales – Este es el doctor Ralston, es americano. Una eminencia famosa. Es un reconocido experto en tu problema y va a curarte.
– No tengo cura, tovarich comandante. Mi munición se ha gastado ya. -gimoteó el gorila.
– No te desanimes, tovarich, el doctor y sus enfermeras te curarán y serás el de siempre para gloria de la Patria Socialista.
– Señoritas, por favor, acérquense para reconocer al paciente -dió una palmada Ralston hacia las chicas.
Sigrid sacó fuerzas de flaqueza y se aproximò al grupo. El ano le dolía intensamente, pero consiguió mantenerse erguida, como Alice y Habiba. Abrió los ojos aterrorizada al reconocer al que llamaban “Katiusha” en el campamento soviético, y creyó revivir los gritos de dolor de las niñas y mujeres violadas por ese monstruo. Había agradecido no caer en sus zarpas y ahora se encontraba a su merced, entregada por su señor.
– Sargento Kovachenko, haga el favor de descubrirse para ser reconocido -le ordenó Ralston con tono profesional.
Disciplinado, Kovachenko se bajó los nantalones, quedando frente al grupo en posición de firmes. Las chicas observaron sorprendidas, si no horrorizadas, como la polla del ruso colgaba flácida hasta casi la rodilla. Si no fuera perturbadora, por lo que sabían que se esperaba de ellas, la escena habría resultado cómica, con Kovachenko con los pantalones bajados, las fuertes botas y esa mirada perdida observando los rincones de la estancia.
– Señorita Alice, tiene la bondad de palpar a nuestro paciente para verificar que todo se encuentra en su lugar? -se dirigió Ralston a Alice muy en su papel de doctor.
Alice desnuda como estaba, se agachó ante él, acariciando suavemente el escroto, pasando ligeramente las uñas a todo lo largo de la bolsa, percibiendo el tamaño notable de lo que albergaba. Mantuvo la polla, flácida en una mano mientras con la otra bajaba toda la piel hasta el final, sin ningún tipo de reacción por parte del ruso.
– Doctor, los huevos del paciente se encuentran normales, tal vez algo inflamados por exceso de carga y su rabo es inmenso, no muy suave, pero no reacciona. Creo que habría que aplicar algún tratamiento -informó muy seria.
– Informe de textura y sabor, si es tan amable.
Alice separó los labios y abarcó con ellos el grueso glande, pasando la lengua suavemente por la punta mientras con las manos movía la piel arriba y abajo y acariciaba despacio los testículos. Introdujo la polla lentamente, mojándola abundantemente con saliva, moviendo la cabeza arriba y abajo, introduciéndosela profundamente hasta casi la garganta. Durante unos minutos continuó la felación mientras el gigante colocaba sus manazas sobre la cabeza de Alice.
– Doc, la textura es muy buena, la piel se desliza sin problemas, aunque el sabor y olor es como si llevase dos meses sin lavarse, pero nada que impida descargarle del todo. Creo que las otras dos enfermeras podrán ayudarme a solucionar el problema.
Todo esto lo hablaban con una jerga totalmente profesional, ahogando las carcajadas que pugnaban por salir y que echarían el “reconocimiento” a perder. A una seña del Doc, Habiba y Sigrid se incorporaron a la pareja. Sigrid, junto a Alice, ambas lamiendo los peludos testículos del gigante, babeando su polla e introduciéndosela por turnos en la boca, repartiendo su saliva a lo largo de la imponente polla. Habiba, colocada detrás de Kovachenko, separaba las nalgas y con una mueca de asco lamía su ano y su perineo, llegando por debajo a la bolsa de los huevos, cuando sus compañeras la dejaban libre. Seguia lamiendo las nalgas del ruso y acariciando su ano con la punta de un dedo, mojándolo con saliva para continuar de nuevo presionando levemente hasta introducirle la punta.
Alice dibujo una sonrisa triunfal en sus labios cuando la descomunal polla del gigante comenzó a endurecerse y algunas gotas, recogidas por ella rápidamente empezaron a aparecer por la punta del grueso glande.
– ¡Doctor, doctor! ¡La terapia comienza a funcionar! ¡El miembro reacciona! ¡El paciente comienza a reaccionar! ¡Le estamos salvando! ¡Hay que continuar con mas ahínco! -comunicó riéndose.
Kovachenko, con los ojos cerrados, comenzó a respirar más profundamente, casi al compás de las acometidas que Sigrid y Alicia hacía sobre su polla. Sigrid movía la piel a todo lo largo del tronco mientras Alice intentaba embutirla totalmente en su boca, tarea simplemente imposible dada su envergadura. Cambiaron las tornas, y esta vez era Sigrid la que intentaba llevarla casi hasta la garganta mientras Alice masajeaba los huevos y movía rítmicamente la mano a lo largo del cada vez más endurecido miembro.
– ¡Que Sigrid se coloque en la posición adecuada para comenzar la resurreción del difunto! -rió Connors.
Alice cogió delicadamente a Sigrid, que lanzó una mirada lastimera a su señor, y la colocó de nuevo apoyada en el asiento del sofá, con el culo en alto y las piernas abiertas al máximo. Tomando la polla de Kovachenko, la pasó repetidas veces a lo largo de la enrojecida entrada de la vulva de Sigrid, aún húmeda de las anteriores folladas y lamidas. Le separó los labios delicadamente y colocó el inmenso glande en la entrada.
– Empuja tú hacia atrás, cariño, luego que lo haga él -le indicó a Sigrid.
Sigrid empujó con su trasero hacia atrás, introduciendo muy levemente la polla del ruso en su interior, con una mueca de dolor, pues las dimensiones del aparato de Kovachenko eran muy superiores a la de Abramovitch.
El comandante ruso le susurró algo en su idioma a su subordinado, que, saliendo de su posición estática, aferró con sus manazas las suaves caderas de Sigrid y empujó violentamente hacia el interior de ésta, arrancándole un grito de dolor. El ruso abandonó su indiferencia y retiró la polla del interior de la alemana por unos instantes, para luego volver a arremeter contra ella violentamente, introduciendo varios centímetros y dilatando totalmente la abertura del coño de Sigrid.
Los hombres estallaron en vítores:
– ¡Así, así, Katiusha! ¡Clávasela del todo! ¡Hazla gritar! -animaba un eufórico Ralston.
– ¡Folla a la puta nazi, tovarich! ¡Húndele la polla soviética hasta el fondo!! -gritaba Abramovitch mientras a Sigrid comenzaban a saltársele las lágrimas de dolor.
Alice notaba como la polla del ruso comenzaba a alcanzar magnitudes descomunales. Aprovechaba las retiradas momentáneas del ruso para babearle el tronco de la polla y masajearle los imponentes huevos mientras Habiba seguía en su tarea de acariciarle con los dedos la entrada del ano, lamiéndolo y acariciando los musculosos muslos y nalgas.
Sigrid mantenía la cabeza apoyada en el asiento del sofá, sobre su brazo izquierdo, mientras con los dedos de la mano derecha se acariciaba el clítoris, intentando aumentar la secreción de fluidos y facilitar la entrada del miembro imponente del ruso. Notaba como iba penetrando, dilatándole la vagina, raspando las paredes, llenándola en su totalidad. Había sido su señor, su Amo quien la había elegido para dar placer a “Katiusha” y por ello se sentía orgullosa y no iba a fallar. Iba a dar tal placer al ruso que su señor se sentiría orgulloso de su “pequeña puta”, de lo bien que iba a joder con él.
Alice, a su lado, la acariciaba los pechos, la cara, el pelo mientras musitaba a su oído:
– Sí, pequeña, así, imagina que es tu señor, tienes que esforzarte para dar el máximo de placer, porque tú también vas a recibirlo. Sigue así, mueve el culo circularmente, porque así vas a mover también la polla que tienes dentro. Intenta tensar los músculos de las paredes de tu coño, apretando como si quisieras sujetar la polla cada vez que la retire, luego la relajas para que te entre cómodamente y vuelve a repetir la presión. Sujétala como si no quisieras que saliera, Si te pone sentada sobre él, además muévete con ondulaciones de la cintura y los riñones. Tu clítoris lo notará, porque no podrás acariciarlo tú, pero sí lo rozarás con el pubis de este mastodonte -le decía al oído mientras le acariciaba despacio el clítoris endurecido -estás caliente, niña, estás muy caliente. Aguanta la corrida un poquito más y verás cómo explotas.
– Es muy grande y muy gruesa, miss Alice, me llega hasta el final y a veces me hace daño -sollozaba quedo Sigrid.
– Sabes que el dolor es parte de tu aprendizaje, pequeña, así, muévete así, da todo el placer de que eres capaz. Tienes el chochito encharcado, preciosa, quiero ver cómo te corres mientras sigues follando. Cariño, hazlo por mì y por tu señor. Te está mirando y disfrutando, míralo…
Sigrid giró un poco la cabeza, encontrando la mirada de Connors, que, en efecto, la observaba con una sonrisa y ojos brillantes de excitaciòn, por lo que aumentó el movimiento de su pelvis, apretando con el culo hacia Katiusha, que gruñía como un oso a cada embestida. Obedeció a Alice, apretando la polla del ruso con las paredes de su vagina, abrazándola en un abrazo profundo y húmedo, hasta que notó la clásica contracción previa a su orgasmo.
– ¡Siiiii, siiiii, miss Alice, siiiii! ¡¡¡Qué placer, por favor, señor Katiusha, siga, siga por favor!!! Mmmmmm.
Katiusha no entendía una palabra de lo que decía Sigrid, pero notaba las contracciones en la vagina y los movimientos de la alemana, por lo que aumentó la velocidad de sus penetraciones, sujetándola con ambos brazos por la cintura y arrancando más exclamaciones de Sigrid:
– Mmmmm. Siiii, señor Katiusha, me estoy deshaciendo de placer, por favor, más, más…..¡¡¡¡AAaaaaaagggghhhhh! -gritó mientras una serie de orgasmos la atenazaba el vientre.
El ruso la giró y la sujetó en vilo, colocando Sigrid las piernas cruzadas alrededor del cuerpo del gigante, que manteniéndola en alto siguió follándola mientras se sentaba en el sofá, con Sigrid sobre él a horcajadas. La polla entraba en toda su plenitud en el coño de la joven, que, con las rodillas a ambos lados del ruso subía el cuerpo para dejarlo caer sobre el miembro de Katiusha, a la vez que movía las caderas hacia delante y atrás, moviendo el pene, hasta que notó una oleada de lava en su interior. Una catarata de semen inundó el vientre de Sigrid, rebosó por los enrojecidos labios de la vulva y se desparramó sobre sus muslos y los del ruso, mientras éste emitía una serie de gruñidos casi inhumanos. La expulsión de esperma duró un tiempo que a Sigrid, que notaba los chorros calientes en su interior, le proporcionó nuevos orgasmos. Ya no sabía las veces que se había corrido con el descomunal miembro del ruso en su interior…. Pero éste, continuaba eyaculando, ya en breves pero potentes borbotones.
Sigrid se dejó caer sobre el cuerpo del ruso, sudorosa, notando el sudor del hombre, los vellos hirsutos de su cuerpo y el olor a humanidad que desprendía. Mientras intentaba recuperar el aliento. La polla del ruso, que no había llegado a la totalidad flacidez, permanecía no enhiesta, pero sí horizontal, goteando esperma por la punta. Alice se inclinó hacia ella, acompañada de Sigrid, que se había deslizado hasta el suelo, y ambas comenzaron de nuevo a lamerla, succionando los líquidos que aún permanecìan mientras ríos de semen se deslizaban al exterior por los muslos suaves de Sigrid.
Habiba, que había participado lamiendo el culo y los testículos de Katiusha, apretó la cara por debajo, pasando la lengua por la vulva chorreante de Sigrid, lamiendo y sorbiendo para volver a lamer. El clítoris excitado de Sigrid acusó recibo de las atenciones de la argelina, y, mientras continuaba lamiendo la polla de Katiusha, un nuevo orgasmo casi la derriba al suelo. Habiba le pasaba la lengua por el coño y por los muslos, sorbiendo la lefa, para luego irse hacia la polla de Katiusha mientras sonreía.
– Mmmm, sidi ruso tenia mucha leche amontonada en huevos grandes, Habiba gusta mucha leche, ruso gigante, ¿Dejas que Habiba chupe? ¿Si? – y sin esperar respuesta se enganchó a la polla de Katiusha, lamiéndola de arriba abajo, saboreándola, presionándola con sus labios, subiendo y bajando la piel del miembro con sus manitas para luego deslizarlas por los imponentes testículos.
El ruso aún seguía excitado después de las eyaculaciones anteriores y quería probar más carne. Cogió a Habiba del pelo para colocarla igual que había estado previamente Sigrid. Apoyada en el sofá y con la grupa bien expuesta. Separó las nalgas de la argelina para ver su pequeño ojete, algo dilatado y enrojecido, pero listo para la penetración. Le escupió haciendo que la saliva resbalase hacia el ano, volvió a escupir, esta vez en su mano y embadurnó su colosal miembro, para, enseguida, apoyarlo en la entrada del recto de Habiba. Empujó y la argelina soltó un pequeño grito. Retrocedió y de nuevo empujó, más fuerte, hasta que el glande desapareció en el interior de la pequeña.
(Continuará)
Se va conformando un buen grupo orgiástico en tus relatos, disfruté mucho leyédolos. Siempre bien documentados. Me confundí con el 15, pero ya adentro corregiste a 14. Particularmente me gusta el personaje de Alice. Ya leí también tu otro relato, el de: «Hice mujer a mi hija» ¿Por qué lo dejaste? tiene muchas posibilidades. Esperaré los siguientes, tanto de Botín de guerra, como del otro, si te animas. Saludos.
Sobre «Hice mujer a mi hija» estoy dando vueltas para continuarlo. Sobre el «Botin de guerra», continúa, es un avance, con un corte en el tiempo, de cómo se conocieron Connors y De la Charriére interrogando SS y colaboracionistas tras la toma de Paris, y sus métodos de interrogatorios. Luego irá la vuelta de Connors a su rancho de Arizona…. Alice va a desaparecer, lo siento, pero luego volverá. No quiero adelantar mucho más. ¿Como va tu «Violeta»??? Espero capitulos, jolines…..