Cayó la hija, cayó la madre y detrás todas las demás 1
Marcos, macho dominante, incrementa su rebaño entre unas vecinitas viciosas.
Para poneros en situación empezare por describirme. 37 años, moreno de pelo ondulado, 1,80 de estatura y 75 kilos de peso, hacen que con el ligero ejercicio físico que desarrollo a diario para mantener una figura, que si no es la de un culturista si marca sobradamente unos miembros y torso de porte atlético.
Como padre de un jovencito adolescente y para apartarlo de las malas compañías además del sofocante calor de la localidad donde resido, y gracias a mi actividad universitaria que me proporciona unas vacaciones interminables, le permite al chaval disfrutar de tres meses completos de vacaciones veraniegas en el apartamento playero de nuestra propiedad, con la única pega de que, por la actividad de autónoma de mi pareja, la familia al completo solo disfrutamos de 20 días.
Hace un tiempo que vengo veraneando en la misma playa, una recogida cala de la costa, de carácter eminentemente familiar y donde año tras año coincidimos los mismos vecinos de sombrilla, todos ellos de similar edad, situación familiar y posición económica, con los que he llegado a establecer cierto grado de intimidad o complicidad según el caso.
Una de las últimas incorporaciones a tan reducido grupo, y protagonista de este relato, ha sido una pareja con dos hijas. Una de ellas- la mayor- adoptada, como supondréis de origen chino, de la misma edad que mi hijo y la otra, unos años menor, que pareciera salida del catálogo de juguetería pija, de pelo rubio ligeramente ondulado, ojos de un azul intenso, piel clara que a estas alturas había adquirido un atractivo color dorado, lo que se dice una muñequita si no abriera la boca, pues en ese preciso instante revelaba un ser insufrible y caprichoso para todos los que no fueran sus embobados padres que perdían el culo el culo con su terrible criaturita.
Si bien esta nueva incorporación fue recibida con desigual agrado por el resto del grupo, debido sobre todo por la insistencia del marido en hacernos saber de sus sucesivos éxitos empresariales, su holgada situación económica y los caprichos que se permitía para recochineo del resto del personal, el que yo siempre haya sido fácil conversador y que la envidia no figura entre mis defectos me ha hecho establecer una estrecha relación con los progenitores y su prole. Además, como aparte de mi actividad universitaria y por mis conocimientos jurídicos financieros, realizo labores de consultoría freelance que me permite duplicar mis ingresos siempre es bueno establecer relaciones con empresarios, especialmente si son bocazas.
Esa confianza hacia que a diario departiéramos de lo divino y humano mientras tomábamos el sol o nos dábamos un bañito en el mar. Esas ocasiones me permitieron percatarme de como la madre, mujer que rondaría los 40 años de edad, de escasos 1,60 de altura, castaña, agraciada de cara, pero, algo imperdonable para mí, de escaso pecho me sometía a un reiterado repaso cada vez que me tenía cerca, iba o salía del mar y, esto era lo más raro para mí, como la chinita asiduamente venía a poner su toalla y tomar el sol junto a mí mientras conversaba con sus padres.
La niña, que ya estaba en trance de dejar de serlo, si bien como su madre- nada tenía que ver la genética- en poco superaba los 1,60 de estatura, a diferencia de su progenitora lucia unos pechos muy bien puestos para su edad que hacían resaltar su figura de por si impresionante, lucía un bonito bronceado y sus torneadas piernas terminaban en un culito respingón.
Para mi pena, si bien hasta el verano pasado madre e hijas hacían top-less con naturalidad, se ve que este verano, con el crecimiento notable de los pechos de la mayor de sus hijas, habían hecho que madre y la chinita cambiaran tan satisfactoria costumbre por un clásico dos piezas, que, si bien tapaba lo principal, dejaba entrever lo bien puestas que tenía la niña sus recién inauguradas tetas.
Pues bien, como venía diciendo la chinita, aprovechando la confianza de que gozaba entre sus padres, no era raro que me pidiera que le untara crema en la espalda, avanzando mis inquietas manos, cuando no había moros a la vista, por donde esta pierde su nombre dado lo escasito de las tanguitas que lucía.
La chica, no se vayan a pensar, no era ninguna descarada, más bien al contrario, pues el marcaje al que le sometían sus padres, para los que ningún chico era suficientemente bueno para sus niñas, le impedían expansionarse como es costumbre entre los jóvenes de su edad y buscaba conmigo conversación en la que me sometía a las más variadas preguntas sobre trabajo, relaciones y demás.
Todos estos acercamientos y confianza no despertaban en mi circulo de conocidos mayor extrañeza ni suspicacia porque siempre me he dado a conocer como alguien que promovía las actividades de los adolescentes del grupo, favoreciendo iniciativas y actividades en común, entre las que destaca, y ya vámonos acercando al meollo, unas comidas para los adolescentes del grupo que organizaba en mi casa en los periodos en que no estaba mi mujer, y que era un medio para que estos fueran haciendo pandilla y a mí me permitían durante unas horas desentenderme y echar una siesta sin tener que estar pendiente de mi eternamente aburrido vástago.
Lo peculiar de este año es que por la ausencia al principio del veraneo de otra pareja que tenía solo niñas, alguna adolescente, en esta ocasión la única chica que asistiría era la chinita por lo que llegue a dudar que acudiera este año.
Llegado el día comenzaron a llegar los chavales que, con la falta de cortesía que caracteriza a esta generación, entraban en casa sin decir ni buenas, buscando a mi hijo mientras no levantaban los ojos de sus Smartphones.
La última en llegar fue la chinita, quien al llamar por el video portero note que venía acompañada por su sobreprotectora madre. El mantener el interfono abierto y tener la cámara activada me permitió apreciar el rifirrafe entre madre e hija para que la primera dejara subir sola a la niña a mi casa y como su vestimenta era un, recatado pero coqueto, conjunto de blusa negra de tirantes y falda plisada blanca algo por encima de las rodillas.
En un gesto de deferencia salí a recibirla al rellano, llegando a extrañarme lo que tardaba en subir el ascensor pues estábamos hablando de un tercero, circunstancia que atribuí a la hora en cuestión en la que todos los playeros volvemos a casa a darnos el merecido almuerzo y consiguiente siestecita lo que a diario suponía un uso intensivo del ascensor a tales horas.
En el rellano me dispuse a recibir a la chica a puerta gayola, lo que me deparo la primera y grata sorpresa ya que al irse abriendo las puertas del ascensor pude apreciar como la chinita, ajena a mi presencia terminaba de meter la blusa con que venía de abajo en su pequeña mochila y como al levantar la vista y verme frente suya le subieron los colores a la cara y volviera a mirar el suelo deseando tal vez que le tragara la tierra.
Aprovechando la ventaja que la ocasión me daba, procedí a ofrecerle una más que calurosa bienvenida dándole un prolongado abrazo que llevo mis manos allá donde la cintura pierde su nombre a la vez que le zampe dos sonoros besos más cerca de sus labios que de sus mejillas mientras le agradecía su presencia y le ponderaba lo guapa que venía.
Prolongando el momento y aun cogiéndola de las manos la separé de mi para darle un buen repaso visual a la nena lo que me permitió apreciar que había cambiado su modosa vestimenta por un sugerente top negro, tal vez una talla o dos menores de lo que correspondía a su incipiente desarrollo mamario, y la misma faldita blanca que viera por el interfono pero que milagrosamente había menguado hasta ofrecer una generosa vista de sus sugerentes muslos, a la vez que calzaba unas coquetas sandalias con un apreciable tacón. Al cederle el paso y al estar al contraluz pude apreciar que bajo la faldita debía llevar una menguada tanguita, momento en el que de nuevo aproveché para, ganándole el paso “ayudarla” a traspasar la puerta mientras la empujaba, suave pero firmemente, por el culo, gesto que se vio correspondido con otra subida de colores, el volver a fijar sus ojos al suelo, pero con el añadido de verla esbozar una tímida sonrisilla.
Una vez traspasada la puerta le indique me diera su mochila para guardársela ofreciéndole que se pusiera cómoda, consejo que no siguió pues a la vuelta permanecía donde la deje con sus manitas sobre su falda. Para romper la incomodidad y ante la ausencia de los otros que seguían en la habitación con las dichosas maquinitas, le pedí que me ayudara a poner la mesa y terminar con las pocas labores que quedaban pendientes en la cocina, a lo que respondió gozosa y voluntariosa. Eso me permitió ir rompiendo el hielo e iniciar e iniciar una animada conversación y que recuperara la soltura que había perdido desde su salida del ascensor.
Concluida la tarea llame a las fieras que se volcaron sobre sus platos como si no hubiera un mañana, engullendo más que comiendo y en ningún caso saboreando, y ayudándose con la inevitable Coca Cola para bajar el bolo alimenticio a la mayor rapidez para permitirles cuanto antes volver a las partidas de la Play. En dicho caos la única que mantenía la compostura era la chinita que hacía gala de unos inmejorables modales alternando con una amena conversación.
Al haber dispuesto los sitios de la mesa había puesto a mi vera a la chinita lo que me permitió posar mis manos sobre sus muslos cunado pude y levantar su faldita cuanto pude con mis rodillas lo que me hacía disfrutar de una vista espectacular de lo que acariciaba con mi mano.
En un momento dado la niñita, mientras esbozaba su más encantadora sonrisa, dejó caer su cubierto bajo la mesa ante lo que caballerosamente me incline a recogerlo. Mientras lo hacía, manteniendo mi mano derecha en su muslo sentí como la chica abría ostensiblemente sus piernas, o que me dio una vista espectacular de su entrepierna donde pude adivinar una braguita negra que incrustaba entre sus labios vaginales, detalle que bastó para ponerme cardiaco.
Despachados los consabidos macarrones con tomate, menú que junto a las pizzas alternaba en estas ocasiones como garantía de éxito y mínimas complicaciones los despache a todos a la habitación de mi hijo donde se volcaron como locos en sendas partidas de PlayStation mientras me dedique a recoger la cocina.
A tan fastidiosa tarea solo me acompañó la chinita que, solicita, me pidió hacerlo en exclusiva mientras se desvivía en darme las gracias por la ocasión, ponderando de manera exagerada lo a gusto que había estado en la comida. Naturalmente y como el caballero que soy me negué, pero no deje de aprovechar para buscar cuanto contacto físico me ofrecía la ocasión y que me permitió apreciar la firmeza de sus pechos mientras la niñita pudo apreciar la dureza y dimensiones de mi polla en cuanta ocasión la apreté entre mi cuerpo y el fregadero notando en dichos momentos que no solo no rehuía el contacto, sino que al contrario aprecie como intensificaba el contacto apretando su culito contra mi cuerpo demorando cuanto podía romper el contacto.
En eso estábamos cuando a punto de concluir la tarea, y volviéndose frente a mí, acercándose tanto que sería difícil intercalar un papel entre nuestros cuerpos, se mostró interesada en ver el resto de la casa a lo que me ofrecí gustoso no sin antes ofrecerle un chupito de un fuerte licor. A su inicial rechazo alegando que sus padres no le dejaban y que nunca lo había probado utilice el siempre eficaz truco de pinchar su amor propio, “que si siempre obedecía a sus papas…” y ante lo que, en mi falso intento de retirar el vaso, se revolvió y acepto el trago que le ofrecía.
Tal fue el arrebato, que lo bebió demasiado deprisa, atragantándose, lo que aproveche para llenarle de nuevo la copa y ofrecerme a enseñarle como disfrutarlo mientras con mi dedo recogía las gotitas de licor que se habían derramado y más cercanas al canalillo de sus pechos. Más tranquila, saboreo a pequeños sorbos el licor y comencé a apreciar que le provocaba el esperado efecto pues, ante su evidente falta de costumbre, se le empezó a nublar la mirada y subir los colores a las mejillas, momento que aproveché para comenzar a enseñarle la casa, obviando la habitación de los niños no fuera a despertar en estos un interés que en nada interesaba a mis propósitos.
El trayecto lo hice abarcando la cintura de la chiquita con mi mano y bajando la misma hacia su firme culo mientras ella dejaba caer su cuerpo contra el mío. Llegados a mi dormitorio donde a la vista de mi ancha, desordenada cama me devolvió una sugerente mirada, y dispuesto a jugarme el todo por el todo, la empuje suavemente contra la pared aprisionándola con mi cuerpo, y levantando su barbilla con un solo dedo le solté
“Vamos a ver zorrita ¿a qué juegas? ¿A qué has venido? ¿A calentarme? “Y mientras le soltaba esto, le apreté sus labios con mis dedos mientras aumentaba la presión de mi polla contra su cuerpo y subía mi otra mano por sus muslos en dirección inequívoca a su entrepierna.
Ante el inesperado ataque la chica no supo que responder más que un balbuceante “yo, yo…” momento de indecisión que aproveche para posar mis labios y lengua sobre su cuello y lóbulo de su orejita, mientras mis dedos, alcanzando por completo su entrepierna, apartando su braguita, penetraron su joven coño lo que le arranco un sugerente gemido.
“Vaya la zorrita calientapollas. Si resulta que la mosquita muerta está resultando un putón de bandera “le susurraba al oído mientras le comía la oreja y continuaba mi mete y saca en su encharcado coño y sentía como le flojeaban las piernas.
Para evitar que se viniera al suelo apreté aún más mi cuerpo contra el suyo y con la mano libre y de un golpe le baje el top liberando unas tetas que se me aparecieron como dos meloncitos firmes, con unos pezones tiesos como flechas y cuya dureza pude apreciar de inmediato con mis labios y mano que las abarcó apretándolas hasta casi hacerle daño, pero sin que ello provocara en la chinita más que gemidos de gusto y que saliendo de su letargo aprovechara para comenzar a besar con ansia mi cuello, momento que aproveche para, cogiendo una de sus manos, llevarla hasta mis bermudas justo por encima de mi polla cuya dureza y dimensiones se recreó en comprobar manteniendo y extendiendo el contacto sin necesitar ya de la ayuda de mi mano.
Viéndola ya rendida, pase de sus pechos a su boca, comiéndole sus labios y metiéndole la lengua hasta la campanilla viéndome correspondido con una boca y lengua ansiosa que quería, con más voluntad que pericia, devolverme la comida de morros que le estaba dando.
Rota la comida de boca, ella pareció confusa y creyendo que era el preludio de dar por terminado el calentón o que me lo hubiera pensado, se dejó caer de rodillas y de un empujón tiro para abajo mis bermudas liberando mi pollón que surgió como un resorte y golpeo su sudorosa carita.
“Vaya con la putita ¿tiene hambre mi zorrita?”
“Si, si…”
“¿Si qué? Vamos dímelo ¿quieres que te deje comerme mi gorda polla?”
“Si, si…hare lo que quieras, te demostrare que soy toda una mujer”
“¿Mujer? Una puta calentorra es lo que eres, la más zorrona que conozco. Vaya la calentona niñita de papa que has resultado. Pues si quieres polla pídelo bien”
“Por favor ¿puedo comerte la polla?”
“Jajajaja, seguro que puedes hacerlo mejor” le decía mientras le subía con mi mano su barbilla apreciando en sus ojillos vidriosos como la tenía totalmente entregada “vamos ponte las manos detrás de la cabeza y repite: por favor Amo ¿permite a su sumisa zorrita saborear su inmensa polla?”. Momento en que cogí el móvil activando el video para inmortalizar la escena.
Obediente, la chinita se irguió sobre sus rodillas, puso sus manos detrás de su cabecita y de sus hinchados labios surgió obediente la frasecita “por favor Amo ¿permite a su sumisa zorrita saborear su inmensa polla?”
“Tuya es guapa, aplícate y trágatela toda” y a la vez que abría su dulce boquita la cogí del cogote y se la metí hasta la campanilla lo que le provoco arcadas y que lagrimara abundantemente, pero en su favor he de decir que no intento en ningún momento sacársela de la boca.
Dado que el empellón la había desequilibrado intento volver a erguirse ayudándose de sus manos a lo que replique
“Zorra ¿ye he dado permiso para que quites tus manos de detrás de la cabeza?” a lo que rápidamente recompuso la figura y se aplicó a chupar con ansia salivando abundantemente y aguantando los empellones que rítmicamente le daba con mi polla. Podría asegurar que la tuve así más de diez minutos en los que demostró más voluntad que destreza, pero en todo caso muchas ganas de agradar, alternando los viajes al inicio de su garganta con profundas lamidas con su húmeda lengua, estrellarla contra sus carrillos o paladar…hasta que, previendo que me venía una abundante corrida, la agarre de su bonita cola pelo negro, le empuje hasta el fondo de su garganta y descargue hasta la última gota.
Satisfecho, le mantuve la polla en su húmeda boquita mientras le advertía “Vamos niñita de papá enséñame esa linda boquita de puta que tienes y por tu bien espero que conserves mi leche en la misma o te las veras conmigo”
Sonriendo, la chinita abrió su dulce boquita mostrando que aún conservaba una buena cantidad de leche ante lo que le dije “Trágatela zorra” a lo que ella, cerrando la boca, sonriendo, procedió a tragar y decir, runruneando como una gatita “Gracias mi Amo ¿lo he hecho bien?”
“Debes mejorar zorra y mucho, pero para ser la primera vez no ha estado mal” mientras le contestaba le ayudé a levantarse y para su sorpresa volví a comerle la boca mientras con una mano le apretaba el pezón izquierdo hasta observar cómo le saltaban las lágrimas, pero sin romper el morreo y con la otra le penetraba el coño con saña.
Durante unos minutos le aplique dicho tratamiento ensañándome en su clítoris hasta casi despellejarlo lo que, a pesar del evidente dolor que debía estar sufriendo, la llevo a la frontera del orgasmo, momento en que me separe bruscamente de ella dejándola con las ganas.
“Vamos niñata, para correrte aún tienes que ganártelo” la decepción se dibujó en su rostro, lo que conteste con un suave beso, arrancándole una sonrisa, añadiendo “pero se te ven maneras y no pasara mucho tiempo en que te rompa el coño y ese bonito culito” palabras que remarque con un fuerte palmetazo en su cachete.
“Anda vístete y recomponte, no es bueno que te echen de menos por más tiempo y conociendo a tu madre no me extrañaría que la tuviéramos aquí dentro de un rato”
Vuelta de nuevo a la realidad, la chinita apreció la razón que me asistía y echando un vistazo al bonito reloj que adornaba su muñeca dio un respingo, dirigiéndose al baño de mi dormitorio momento en que aproveche para cogerle bien el culo y admirándome de que lo que en principio me había parecido una escueta tanguita en realidad era una braguita normal que su dueña había estirado hasta el infinito incrustándosela en la raja del culo y entre sus carnosos labios vaginales, detalle que me saco una amplia sonrisa.
Sabiendo que yo también debía recomponerme la seguí hasta el baño donde la zorrita se acicalaba delante del espejo, aplicándose en lavarse la cara, enjuagarse la boca y recomponer su vestido, momento en el que le acerque la mochila donde había escondido su blusita de tirantes y con la que debía volver a verla su madre, gesto que ella agradeció con una sonrisa y echando su culito contra mi polla que de nuevo encontró dura como una piedra, a lo que tornándose me pregunto melosa “¿Desea mi Amo que su putita le baje la hinchazón de su preciosa polla con una nueva mamada?”
“Calla puta, habrá tiempo para esto y más. Aplícate que ya tendrás ocasión de mostrarme tus habilidades”
Dicho y hecho salimos del dormitorio como si no hubiéramos roto un plato y pasando al lado de la habitación de mi hijo pudimos comprobar que seguían ensimismados en sus juegos de consola y que ni una bomba hubiera podido despegar sus ojos de las pantallas.
Dirigiéndonos a la terraza nos sentamos y yo aproveche para servirme un gin-tonic mientras le echaba una Cola en su vaso a lo que respondió con un bonito mohín “¿Mi Amo ya no piensa de su zorrita que es toda una mujer para tomarse una copa?”
A la impertinencia le respondí con un guantazo que la pillo totalmente desprevenida y cuando pudo recomponerse llevándose las manos a su dolorida cara le ofrecí un hielo que evitara el enrojecimiento de su mejilla.
“Mira zorra, a ver si aprendes pronto cuál es tu sitio. Eres tú la que has venido a entregarte a mí, has sido libre de hacerlo o no, pero una vez lo has decidido solo volveré a tocarte si entiendes que tu entrega debe ser total y que no admito ni un pero por respuesta”
Soltando aún alguna lagrimita, la niñata se hinco de rodillas llevando sus manos tras su cabeza y fijando su mirada en el suelo claudico diciendo “MI Amo, ruego que disculpe a esta estúpida zorra que no conoce aún cuál es su sitio. Suplico al Amo que acepte esta tonta putita y me adiestre a su gusto, prometo no defraudarlo”
La verdad es que me sorprendió tanto su rápida respuesta como el contenido de la misma y me hacía sospechar que tras la mojigata niñita de papá se escondía una sumisa de libro que seguro había aprovechado internet para ilustrarse sobre lo que se esperaba de una disciplinada esclava sexual.
“Levántate. Me alegra que seas consciente de tu error y tu propósito de enmienda. Anda enjuágate las lágrimas y límpiate las rodillas, no queremos que la mama de la putita sospeche nada que impida que la zorrita me entregue su coño y culito como y cuando yo quiera ¿verdad?”
“No claro mi Amo, la mato si intenta separarme de usted” se arrancó furiosa a la vez que un brillo asesino recorría sus ojos.
“Vamos, vamos zorrita no te pongas trágica, no habrá que llegar a ese extremo y si no me falla el olfato creo que podremos conseguir que mama zorra colabore en que tu Amo te use a su antojo”
“Mi Amo no conoce a esa bruja, su ojito derecho es la pesada de mi hermana María y yo no existo para mis padres desde que nació esa malcriada salvo para hacerle de criada”
Debo reconocer que no me sorprendió tanto el contenido de su declaración, puesto que ya había apreciado que los padres solo veían a través de su hija natural y a la chinita la trataban como una chacha, como su tono, el odio que destilaba, cuestión esta que me apunte para usarla en su momento.
“Mira zorrita, tiempo tendrás para apreciar el poder de una buena polla sobre una hembra necesitada” le razone a lo que ella arrebatadamente me contesto “Por favor, por favor…mi Amo no necesita a esa vieja, me tiene a mí y hare todo lo que usted me diga” lo que provoco que se llevara otro guantazo que hizo que se le saltaran las lagrimas
“Mira niñata, decide de una vez lo que quieres, porque si estas decidida a ser mi zorrita va siendo hora de que abandones ese tono conmigo y dejes de contestarme cuando no te he pedido tu opinión. Y si no ya estas tardando en salir por la puerta y dejar que cualquier niñato como los que tienes ahí al lado, en vez de un verdadero macho, sea quien se corra dentro de ti dejándote insatisfecha”
Sin mediar palabra la chinita se sacó el pecho izquierdo y se retorció con saña el pezón hasta hacerse saltar las lágrimas sin quejarse a la vez que proclamaba” Esta estúpida zorrita no merece que mi Amo se fije en ella”
Apartando su mano y sustituyéndola por la mía continúe retorciendo su pezón hasta que el extremo de que temí desgarrarlo por completo sin que ella, aparte de llenar sus ojos de lágrimas, profiriera ninguna queja.
Satisfecho con la respuesta de la niñata sustituí mis dedos por la aplicación de un cubito de hielo con el doble propósito de anestesiar el dolor y evitar la tumefacción de la teta a lo que la chiquilla respondió “Gracias mi Amo, mi vida le pertenece” palabras que acompaño de una ostensible apertura de piernas por lo que me ti mi mano hasta su coño que encontré completamente encharcado, lo que me arranco una sonrisa que fue respondida por el rubor y la satisfecha sonrisa de la chiquilla.
En esto estábamos cuando vino a interrumpirnos la llamada del interfono ante lo que la niña no movió ni una pestaña, aunque fijo ostensiblemente su mirada en mí, mientras yo continuaba acariciando sus labios vaginales sin inmutarme. Continúe con mis caricias hasta que volvió a sonar el impertinente timbrazo ante lo que le dije “Vete componiendo, parece que mama zorra ha llegado para reclamar a su cachorrita”
Levantándome me dirigí sin prisa al insufrible aparatejo a través del cual pude ver la imagen de la mama de la niña con evidentes muestras de impaciencia rayando con el enfado “Hola Sara, ahora te abro ¿Subes o baja la niña? ¿subes? Bien”
Viendo que la chinita, totalmente recompuesta en su físico y vestimenta, me buscaba con la mirada le indique “Sube tu madre. No te levantes, fíjate y aprende como se doma a una yegua”
A diferencia de con la niña no espere a la madre en el rellano ni en la puerta, que deje entornada. Unos impacientes golpecitos me indicaron que la estricta educación de la “mama zorra” le impedían, a pesar de su previsible impaciencia, franquear la puerta sin que le dieran permiso. Buena señal.
La chinita se debatía inquieta sobre la silla, esperando que le diera la orden de abrir la puerta. Sin prisa y apurando un breve trago de mi gin-tonic y alzando la voz dije “Pasa, pasa, estamos en la terraza”
Al instante vimos cómo, con evidente impaciencia, la mujer franqueaba la puerta buscando con su mirada para localizar de donde venía la voz. Localizados se dirigió presurosa a nuestro encuentro mientras yo permanecía sentado y con mi mirada le indicaba a la niñita que se quedara igual.
Llegada a nuestra altura, con un puntito de enfado, espeto “Hola, ¡Sarita levántate que nos vamos!”
“Hola Sara” respondí mientras la niña permanecía, cada vez más nerviosa, con su culito pegado a la silla “¿Te puedo ofrecer algo?” mientras permanecía sentado sin ofrecerle asiento.
“No gracias, tengo prisa” respondió evidentemente incomoda con mi respuesta y con que la niña permaneciera sentada.
“¿Cómo esta Pedro? ¿Sigue de viaje?”
“Bien gracias. Sí, sí. Vuelve el viernes”
“Pues anda relájate y tomate algo” le dije mientras me levantaba, quedando casi pegado a ella, dejando en evidencia la notable diferencia de altura, lo que la obligo a elevar su cabecita para mantener el contacto visual, mientras sus lóbulos nasales se expandían ostensiblemente al aspirar mi colonia que tanto sabía que le gustaba.
Como un resorte volvió a bajar la cabeza fijando su vista en mi duro paquete que había rozado con su cuerpo al levantarme, lo que le provocó una evidente subida de colores y zozobra, entrando en un evidente alelamiento mantuvo la vista fija en mi paquete más de lo que se considera conveniente mientras sus ojos se dilataban hasta el extremo, su respiración se aceleraba y su boca se abría salivando al extremo de casi caérsele la baba.
Mirando de reojo el efecto que dicho espectáculo producía en la chinita, que alucinaba de lo perra que estaba demostrando ser su madre, aproveche el aturdimiento para, levantado su barbilla con uno solo de mis dedos, encasquetarle la copa, que a medio consumir tenía hasta ese momento en mis manos, y que como una autómata bebió hasta el fondo de un sorbo.
“Vaya, sí que estabas sedienta, me has dejado sin copa”
Aquello pareció sacarla de su ensimismamiento y aturdida parecía aun no darse cuenta de lo que había pasado “Perdón, perdón, no sé que estoy haciendo. Déjame que te sirva otra copa” Y sentándome le indique “En el aparador están los vasos…para mi copa de balón, las botellas…ponle dos dedos de Cutty Shark y en el frigo las tónicas, el hielo hasta el borde, y el limón”
“Si, sí, claro” y presurosa se dispuso a servirme la copa ante el asombro y sonrisa cómplice de su hija que no daba crédito a lo que estaba pasando
Seguíamos la chinita y yo cómodamente en la terraza cuando de nuevo apareció la atribulada madre, que no levantaba la vista del suelo y seguía colorada como un tomate, ofreciéndome la copa de la cual tome un trago, sin aun haberle ofrecido asiento, y dando con un gesto mi aprobación le acerque la copa a sus labios, tomando un tímido sorbo mientras alternativamente miraba de reojo a mi paquete que levantaba notablemente mi bermuda y a su hija,
“Sara verdaderamente te tengo que felicitar…por tu hija” La evidente satisfacción e incipiente sonrisa que se le había marcado en el rostro creyendo que alababa su buen hacer con la copa se tornó en estupor cuando mencione a la niña.
“De todos estos adolescentes que hoy me he traído a casa es la única que ha demostrado saber comportarse como un adulto…como la mujer que es, por lo que tiene abiertas las puertas de mi casa cuando quiera…como tú…y enhorabuena por la copa, es un gin-tonic espectacular”
De nuevo descolocada por el quiebro solo supo responder “Si, sí, claro que sí, gracias. Bueno no queremos molestar más. Anda Sarita despídete y da las gracias”
“Muchas gracias por el buen rato que me ha hecho pasar “dejó caer con toda intención la niña mientras se levantaba y me zampaba con todo el descaro dos besos rozando mis labios, entresacando levemente su lengua, y prolongando el contacto más de lo que exige la cortesía, mientras yo, aprovechando que me tapaba la mesa subía mi mano izquierda por sus muslos.
Roto el beso me levante y sin más preámbulos bese de similar manera a la madre mientras aproximando en extremo mi cuerpo al suyo le hice notar la dureza y dimensión de mi miembro mientras con mis manos le ceñía buena parte del culo, ante lo que ser abandonó y dejó hacer cuanto tiempo quise, de modo que al separarme todavía estaba embelesada.
Mi gesto de ir a abrirles la puerta rompió el encantamiento e hizo que la madre se dirigiera a la puerta como quien huye de un incendio lo que me permitió darle una buena cogida de culo a la niña mientras se dirigía a la salida sin que la madre se percatara de nada.
Llegados a la puerta y mirando solo a la chinita me despedí con un expresivo “Nos vemos pronto” mientras su madre llamaba al ascensor
“Adiós Sara, a ver si lo repetimos” me dirigí a la progenitora, a lo que sin responder y evidentemente sofocada, la madre entró sin más en el ascensor seguida de su putísima hija.
Continuara…
Qué maravilla
Que líder, el primer relato y me dejó fue pero elegante, voy para el segundo que quiero ver más de esa chinita. 👍🏻
Hola desde Argentina pregunto ya pasó un año de la primera parte .ya apareció la continuación.? Saludos Ruben