Ceremonia satánica (o como fui violada, sin consentirlo).
Mis vacaciones en ese hotel en una isla del Caribe, terminaron de una manera impensable.
Ceremonia satánica (o como fui violada, sin consentirlo).
Me case muy jovencita, a los 21, me llamo Michelle (23), piel muy blanca, 1,61m delgada, y senos relativamente medianos, eso si mis pezones, son grandes, y muy sensibles, puedo decir orgullosa que mi esposo fue mi primer hombre. Cuando cumplimos los dos años de casados, mi Freddy, me vino con la sorpresa de que había sacado unos quince días de estadía en unos hoteles en el Caribe, son esos all inclusive.
El lugar era paradisiaco, un mar verde cálido y sus arenas blancas, con una gran vegetación y una serie de cabañas, que conformaban un complejo fabuloso.
Hicimos el chek-in el conserje nos recomendó, que no nos alejáramos demasiado del complejo, que contaban con seguridad, pero pasado determinada zona no se hacían responsables. Por supuesto que el lugar tenia de todo, así que no era para aburrirse demasiado.
Había un sector donde había una cantina pegado a la piscina, donde entablamos cierta amistad con el barman, un chico de 25 años, llamado Josh, muy apuesto y agradable.
Después de casi 5 días mi esposo me dice que tiene que regresar por trabajo, que le pagan todo, pero debía ir de ir sí o sí. Por supuesto que me puse de muy mal humor, pero no había escapatoria. Así que decidí quedarme y él, regresaría en unos días.
Antes de partir me comenta:
“¿Por favor no salgas del complejo, recuerda que comentó el conserje, te lo digo porque eres bastante imprudente, Ok?”
“Si mi amor, de acá no me muevo” Le respondí.
Si bien traté de hacer alguna amistad, la gran mayoría eran parejas, hablaba un rato alguna conversación superficial.
Con el que hablaba más, era con Josh, nuestro barman, que me contaba de las costumbres del lugar, que en general era un pueblo muy pobre pero feliz. Pero todo esto era para un momento, dado que tenía que trabajar y además le tenían prohibido relacionarse con los huéspedes del hotel.
Pero a pesar de eso y tratar de entretenerme un poco, le dije si podías caminar fuera de las instalaciones, en sus horas libres, así que dada esa posibilidad esa noche salí con él, a pesar de las recomendaciones de mi esposo y del conserje.
Había un poblado, cerca de 300 personas, lo habitaban, que apenas llegamos, todos saludaban a Josh atentamente, fuimos a un bar cercano, tomamos unas cervezas, y realmente lo estábamos pasando bárbaro. Con eso llegue a la conclusión que había buena gente, que se exageraba respecto al peligro que podría existir.
Mientras regresábamos, me comenta:
“Me informaron que mañana habrá un ritual en la aldea, que si quisiéramos concurrir”
Sin llegar a esperar mucho le digo:”
“Por supuesto, me interesa, a qué hora es?
“Es a la media noche, pero está un poco más adentro de donde estuvimos’
“Pero no es peligroso?”
‘” Para nada, son familias, además voy con Ud. eso sí, debe ir con un vestido blanco y algún pañuelo igual para envolver la cabeza”
“¿Y de que se trata el ritual, es una macumba?” pregunto más que entusiasmada.
“No nada de eso, en realidad es una iniciación, algo que han traído sus ancestros de África y se practica para esta fecha, el 1er día de luna llena de este mes.”
“¿Que interesante, pero Iniciación en qué?”
“Prefiero que lo vea, así no pierde tanto interés” Me contesta Josh.
‘Ésta bien, pero ¿cuánto dura?”
“Depende, entre dos a tres horas” me contesta Josh.
A la mañana siguiente, mi curiosidad me invadía, fui hasta la cantina a ver a Josh, tratando de que me contase algo más, pero me reiteró, que iba a perder interés, si me lo relatase.
Estaba bastante impaciente para ver esa ceremonia, así que me puse una camisola larga blanca, mi trusa, y unas sandalias, me envolví mi cabeza con un paño del mismo color.
Esa noche nos encontramos fuera del complejo y me dijo que tendríamos unos 30 minutos de caminata, le dije que sí, que estaba dispuesta a efectuarlas.
Caminamos por la playa, y parte por una espesa vegetación, con una luna llena, espectacular, hasta que llegamos al lugar, se trataba de una cabaña muy grande, de paja y troncos, en su gran mayoría, piso de tierra, iluminada por antorchas y velas. En el centro de ese lugar había una especie de tarima alta, donde observaba como una espacie de altar con grilletes, aunque más bien se parecía a esos cepos, para meter la cabeza, y cuatro abrazaderas de hierro, adosadas a los costados de ese aparato, vasijas con alguna especie de ungüento, juntos a un objeto fálico y una serie adminículos difícil de determinar su uso.
Realmente, llegué a arrepentirme haber ido, a pesar que la gente me saludaba muy atentamente, no me convencía demasiado, sumado a que no había nadie de raza blanca, era la única, cosa que me llamó poderosamente la atención, comencé a sentirme algo inquieta, a pesar que no notaba, algo de temer.
Mientras accedíamos al recinto todos lo saludaron a Josh, muy amigablemente mientras me iba presentando a cada uno de ellos, eso me ayudó a entrar un poco más en confianza. Además, me comentó que estaba el jefe de policía, que por su aspecto no daba demasiada confianza, aunque no parecía gente mala.
Nos sentamos en una mesa, pegada a esa especia de altar, que sería donde se efectuaría esa ceremonia tan misteriosa, que mi amigo me mencionaba sin llegar a dar detalles, observando que todas las miradas se dirigían a mi persona, me sentí importante, aunque algo avergonzada.
Me sirvieron una bebida, algo similar a la que me tomaba en el complejo, aunque esta tenía un sabor distinto pero muy agradable y a su vez bastante adictiva. A pesar de rechazarla un par de veces, terminé tomando tres o cuatro no recuerdo, que, al cabo de un tiempo, me produzco un extraño efecto.
Un gran calor, comenzó a invadirme, desabrochando inconscientemente mi camisola, las cosas me giraban y una especie de fuerte excitación, me asaltaba. Me apoyé en Josh, diciéndole que estaba muy mareada, que algo me pasaba, si podíamos regresar. Respondiéndome:
“Tranquila, tranquila ya se va a pasar” me decía, mientras intentaba hacerme tomar otro vaso, aceptándolo, aumentando mi estado de soñolencia.
Mientras permanecía semiinconsciente, aparecen en ese lugar ceremonial, tres muchachos de 15 años, con un taparrabos, circulando alrededor de esa pista, mientras el público presente aplaude frenéticamente, mi escasa lucidez no me permitía disfrutar demasiado de ese espectáculo, pero me llamó poderosamente la atención, que dos chicas rubias, con un grillete en el cuello, casi desnudas, quedan encadenadas a unas argollas que colgaban de un poste de palmera. Traté de preguntarle a Josh, si sabía quiénes eran, pero me respondió que eran parte de la ceremonia.
De pronto se apagan la velas, quedando solo las del sector ceremonial, mi estado continuaba, al punto de volcarme sobre mi acompañante, que trata de sostenerme aprovechando a tocar mis tetas, que como consecuencia de mi estado no hice objeción.
Cuando cuatro hombres de color me levantan en vilo, para llevarme hasta la pista, que sin fuerza trataba de impedir, y balbuceando pedía auxilio a Josh. Pero todo fue en vano, cuando me depositan sobre una tarima de madera, que trataba de impedir, pero me era imposible como consecuencia de ese sopor que me invadía.
Dos mulatas bastante rollizas, me quitan la camisola y mis calzones, para comenzar a lavarme, mientras balbuceaba incoherencias, intentando luchar para escaparme, sin nada de éxito.
Hasta que, con poco esfuerzo, me meten en ese cepo, donde quedo arrodillada, apresando mi cabeza y manos, y mis piernas separadas, capturando mis tobillos a los grilletes. Que a pesar de mi estado intentaba zafar, insultándolos y desafiándolos a pesar del miedo que me invadía. Por ultimo para aplacar mis gritos, me pusieron una mordaza, que era una pelota con un eslatico, en la boca, que solo vociferaba sonidos sin sentido.
Del pánico que me invadía, termine orinándome encima, mientras no dejaba de llorisquear, y más que arrepentida, haber concurrido a ese infernal lugar, donde podrían llegar a sacrificarme o que se yo que otra cosa.
Se me acercaron esas comadronas, para afeitar mi escaso vello quedando mi Monte de Venus totalmente rapado, y hasta gran parte de mi cabello, omitiendo mis inútiles gesticulaciones, lavan mis intimas cavidades, intensamente, para embardunar mi cuerpo con un aceite espeso de un aroma atractivo.
Por último, colocan una pasta amarilla, en mis pezones y clítoris, y un tapón en mi ano, impregnado de la misma sustancia. al cabo de unos minutos, me producían un calor, y una excitación incontrolable.
Pensé en tratar de no llorisquear, era evidente que mis lágrimas, no los ablandaría, intentando demostrar mi integridad, tratando de superar esa indefectible situación, desnuda, exponiendo mis intimidades y engrillada, ante ese público expectante, disfrutando de mi situación.
Era difícil de establecer mi estado, donde por un lado el miedo me invadía, sin entender que estaba sucediendo, por otro ese adormecimiento, el engrilletado que me impedía escapar, la adrenalina que mi cuerpo producía, y mi excitación que parecía acrecentarse.
Cuando tres muchachotes que estaban en el escenario, efectuando una danza típica de esta comunidad, o africana, no sé, después de finalizarla, aparecieron las dos mujeres, desnudaron a los chicos, embardunando sus penes, hasta que quedaron totalmente erguidos y brillosos, manteniendo la danza a mi alrededor, cuando llego un negro alto, de aspecto bastante siniestro, con una túnica negra con capucha, donde sus ojos claros, parecía diabólicos, que comenzó a darles directivas en un idioma o dialecto, desconocida para mí.
Al verlo me produzco muchísimo temor, su mirada penetrante, me intimido, encima me sentía totalmente desamparada, a merced de estos barbaros, a pesar de que mis pensamientos no eran demasiados claros, me di cuenta que es lo que sucedería, era la ofrenda de esa iniciación o ritual.
Cuando uno de los muchachos, me montó, metiendo su erecto falo, hasta lo más profundo de mi ser, gesticulé, intentando lo imposible, cuando comenzó a bombearme, de una manera bastante vehemente, a pesar de mi negación, sentí que mis pezones se endurecían, y un gran calor en mi vagina, a pesar que trataba de rechazarlo, mi calentura comenzó a crecer, apenas me eyaculo, vinieron las mujeres a limpiarme y poner más de esa pasta amarilla, que comenzó a producir su efecto. Una de esas matronas, se acercó con un recipiente, donde despedía un humo penetrante, incienso o algo símil, aunque me recordó como una estupefaciente, que, al acercarlo a mi nariz, volvió a dormitarme.
El segundo muchacho fue distinto, apenas me penetro, comencé a gozarlo, sus movimientos me transportaban, mi gemido era de placer, casi seguro por los efectos de ese vaho, hasta parecía oír unos aplausos producto de mi voluptuosidad, cuando acabo, gemí de satisfacción, produciéndome un leve orgasmo aparentemente eso llevo a que me quitasen la mordaza. Mientras las mujeres se miraban y sonreían.
El tercero era el mejor provisto, nunca había tenido algo así, su penetración no fue muy delicada, aunque al sentirla, mi exaltación se acrecentó, mis gemidos eran reales, mi rostro se desfiguraba ante ese bombeo apasionado, su manera de moverse, me fue transportando, a un inolvidable orgasmo, mi cuerpo se arqueaba, ante sus movimientos. Grite cuando las llegadas de nuevas conmociones invadían mi cuerpo, era algo incontenible.
No sé si el muchacho se asustó, pero se saltó de arriba mío, rápidamente llegaron las mujeres, comenzando a revisarme, oprimiendo mis pezones, que los sentía cargados, revisaron en profundidad mi vagina, limpiaron rápidamente, me dieron algo de tomar, oprimieron mis labios inferiores, y finalmente mi clítoris, cuando una de ellas, le comento algo en su dilecto, y la otra asentó con la cabeza sonriéndose.
Paso su dedo por mi clítoris, alterándome ante ese contacto, estaba muy sensible, volvieron a sonreírse y el chico volvió a montarme, que, al sentir nuevamente su penetración, mi cuerpo se convulsiono rápidamente, donde sus movimientos me alteraban cada vez más, gesticulando y gimiendo como una perra en celo.
Nunca había estado en una situación similar, deseaba ser follada, a pesar de la situación, mi cuerpo ardía de pasión, el tercer chico continúo bombeándome, llevándome a otro violento orgasmo, hasta que eyaculo en mi útero. Creo que me desvanecí y a pesar de estar bastante exhausta, parecía desear más.
Por último, el sacerdote o brujo, o lo que fuese, se sacó su túnica, quedando al descubierto algo fuera de serie, a pesar de mi calentura me asuste, era muy grandote, y a su vez repulsivo. Las mujeres vinieron y me desataron, estaba liberada, aunque imposible de huir, cuando ese personaje siniestro se me fue acercando, el pánico se apodero de mí, mirando al público por si alguien se apiadaba de mí.
Era un silencio absoluto, creo que solo se percibía mi agitada respiración, me acurruque muy atemorizada, en un rincón del escenario, pidiendo clemencia, este brujo se me acercó, observándome con esos penetrantes ojos, acariciando mi rostro. Cuando regreso una de las mujeres, haciendo inhalar ese vaho, que no solo me adormeció más, sino que me enaltecía
Me acomodaron sobre la tarima, cuando la mano del brujo, comenzó a tocarme, era como un magnetismo, donde su palma se desplazaba por mi piel, alterando cada palmo de mi cuerpo, hasta que sus dedos se introdujeron en mi vagina, produciéndome una convulsión, arqueando mi cuerpo, en una actitud inesperada, de entregarme totalmente a este ser.
Inexplicablemente me arrodille frente a él, como adorándolo al comenzar a lamer, su imponente verga, intentando introducirlo en mi boca, previas lamidas de su falo, testículos y culo, intente nuevamente introducirlo en mi boca, sin poder detenerme ante esta extraña seducción.
Después de ese intento oral, me deposito sobre la tarima, separando mis piernas, comenzando a tocar suavemente mi clítoris, que parecía haber aumentado su tamaño, alterándome terriblemente, donde mi rostro parecía revelar mi estado incontinente, viendo a este hombre sonreír por primera vez.
Cuando toma su falo, coloca su glande entre mis labios vaginales, y ante mi expectativa, se va desplazando por mi canal vaginal, gracias a la l lubricación natural que había producido, permitiendo acomodarse sin mayores problemas, solo unas leves molestias que podía soportar. Deseándolo besar en ese momento, llegando nuestras lenguas a entrelazarse.
A partir de ese instante, un bombeo lento y continuo, me llevo a un fuerte orgasmo, sintiendo como esa masa de carne friccionaba las paredes de mi vulva. Hasta que un bombeo más dinámico y prolongado, hizo que mi cuerpo, se convulsionase de una manera pasional, sin darme cuenta el tiempo en que me estaba follando.
Cuando me gira quedando mi culo a su merced, quitando ese tapón anal, que debió de haber dilatado bastante mi orificio, cuando intenta meter su verga, pero el tamaño y la carencia de lubricación, hizo que desistiese, cuando llego nuevamente una de las matronas, para embardunar su verga, sino también, mi orificio anal.
En ciertos momentos mi aturdimiento, me impedía, disuadir que estaba pasando, cuando, su glande comenzó a hacerse notar, notando que se iba desplazando por mi recto, ante algunos gemidos de molestia, pero sin impedir esa intromisión, coloque mi cabeza sobre esa tarima, elevando mi culo, percibiendo como ese falo, se iba ubicando en mi conducto.
Era evidente que estaba drogada, pero no disipaba mi excitación, seguí gimoteando, hasta que su pelvis toco mis glúteos, para iniciar un alocado bombeo, llenándome con su simiente.
Me desmaye, extenuada, sobre la tarima, despertándome un poco al sentir un pinchazo entre los dedos de mi pie, volviendo a perder el conocimiento.
No sé qué sucedió después, cuando desperté, no sabía dónde estaba, veía amanecer, mientras trataba de conformar mis ideas, vi mi ropa y el resto de mis pertenencias, por una parte, feliz de estar viva, pero sin recordar a fondo que había sucedido, me puse como pude esos despojos y caminé hacia el complejo que no estaba muy lejos, por suerte nadie me vio y llegué a la cabaña, me bañé y me acosté, sin poder dormirme enseguida, llena de bronca hacia Josh, que no volví a ver después de ese rito.
A la mañana siguiente al levantarme, me dolía la cabeza al igual que mi vagina, ano, pero mi ansia de denunciarlo era eminente, aunque debía contar lo que me habían hecho, que al enterarse mi esposo por lo que había pasado y por no obedecerlo era factible llegar a un conflicto familiar.
Comencé a recordar lo sucedido, que me lleno de ira, por haberse aprovechado, pero me excitaba por los momentos en que me follaron era algo descabellado, pero eso me pasaba.
Al llegar a la cantina, no estaba Josh, nadie sabía nada, fui a ver al conserje, preguntando por él, diciéndome:
“Ya no trabaja más, renuncio ayer”
La sangre se me subió a la cabeza, traté de relajarme, y le pregunto:
“Sabe dónde vive?”
“Si, pero no le recomiendo que vaya y menos sola”
“Algún problema con el”
“No, nada, solo deseaba saludarlo”
“Ud. ¿Sabe de un ritual que se hace por acá?” Le pregunte
“¿Porqué, le interesa?”
“Alguien me comentó, pero no sabía bien como era”
“En realidad, nunca lo vi, lo hacen los nativos del lugar, por eso recomendamos no andar fuera de la instalación, parece ser que es una especie de ceremonia de iniciación sexual, de jóvenes, con mujeres blancas. Sé que hace unos años, desaparecieron dos, pero nunca hubo denuncia por eso”
“Bueno gracias,
Sin acotar palabras me retire del lugar
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