CINTHIA.*
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Cinthia es una muchacha de aproximadamente 19 años.
Morena, delgada, un culito un poco grande y unos pechos en desarrollo.
Ella es vecina y amiga de mi esposa.
Realmente no la había visto como mujer hasta el día que mi esposa le pidió que nos acompañase a una fiesta; pues, por lo regular, esta chica siempre estaba sola.
Al momento de regresar de la misma, nos tocó ir a todos atrás del coche donde íbamos.
Por accidente roce las nalgas de la chica.
Estas se sentían firmes y suaves, y eso que llevaba pantalón.
Con disimulo, iba tocando su rico trasero, al ver que ni volteaba, ni decía nada, mis tocamientos fueron más allá.
Metía mi mano por debajo de sus nalgas, sintiendo su culo, mismo que podía tocar con un dedo.
Masajeaba a conciencia su trasero.
¡Que calentón me puso el sentir a esa estúpida!
Solo me falto meterle un dedo en su panocha, la cual también pude rosar.
Los días pasaron y todo siguió normal.
La casa donde vive Cinthia, esta muy improvisada. Lo importante aquí es que el baño quedaba a 400 metros aproximadamente afuera de la entrada de la casa y fue ahí donde se me ocurrió hacer algo.
Espiarla.
Con mucha cautela vigilaba el horario en que ella se metería a bañar. Esto lo hacía temprano por que asistía al colegio por la mañana.
Me llegue a conformar con verla hacer sus necesidades y observar su velluda vagina. Ya que la muy descuidada no se duchaba al asistir a clases.
Mis animos cada vez decaian. Hasta que sucedió algo que realmente me interesó.
¡Me enteré por boca de su madre que la chica era virgen y que no permitían que tuviera novio! Eso me puso realmente caliente.
Así que. Volvieron mis ganas por ella.
Dos noches después supe que sus papás saldrían dejándola como siempre sola.
Le dije a mi esposa que saldría esa noche y que regresaría tarde.
Mi intención era entrar en casa de la que sería mi putita y cogermela.
Antes de entrar por la parte de atrás, veo que Cinthia iba hacia el baño. Toalla en mano y una cubeta en la otra, con varios accesorios para la ducha.
Quise entrar y poseerla cuando se frotaba su cuerpo, su vulva y sus pechos con agua y jabón.
Sus ojos bien cerrados al enjuagarse, me permitieron abrir la cortina y sacar su pantaleta que momentos antes se había quitado.
Su olor entre niña y mujer en aquella prenda me confirmaba lo que estaba apunto de hacer.
Así que sin más, entre al baño.
Ella se estaba secando las piernas cuando grito.
– Señor ¿que hace aquí? ¡Váyase!
– Callate maldita puta. Hoy conocerás lo que es estar con un hombre. Uno de verdad.
Me le acerque y ella intentó huir, pero de una fuerte bofetada, se estampó contra la pared y yo aproveche para Tomarla del cuello. Ahorcarla un poco y rápidamente chupar sus limoncitos.
– Te vas a portar bien o te haré mucho daño y cuando tus padres estén durmiendo quemare esta posilga con ellos adentro. Pero no te preocupes. Tu ya estarás muerta.
Llorando dejo de forcejear, quedandose quieta.
Soportando las ligeras mordidas en sus pechos.
Mi mano se posó en su peluda vagina, metiendo un dedo y jalando sus bellos.
Me aleje un poco para sacar mi celular, grabandola y ordenando que bailara sensual y provocativamente.
Aún llorando lo hizo y le di otra bofetada.
– Así no idiota. Quiero que sonrías, te sientes en el retrete y abras tu panocha completamente.
¡Sonríe perra o te juro que te irá muy mal!
Haciendo esto, le ordene que se acercara, se arrodillada y me la mamara.
Cuando ya lo hacía mejor la lleve al lavabo, la incline y devoré esa vulva que para sorpresa estaba humeda por sus fluidos.
Luego y sin decirle nada la penetre con rudeza. Era de esperarse que se retorciera de dolor. Por lo que le puse su brazo en la espalda, jalando su cabello hacia atrás.
Aunque me dolió la verga al perforarla, lo disfrutaba.
Mientras la clavaba, le golpeaba las costillas, su espalda, manoteaba en sus nalgas y ella trataba de no chillar, para que no le hiciera más daño, como ya le había dicho.
Le llene por vez primera su vagina, que deliciosa sensación de vaciarme en una vulva virgen y apretadita, pero yo quise más. Así que la lleve a delos cabellos y a gatas como si fuera un animal, hasta llegar a su recamara.
La aventé a su cama, le acerque unas toallas húmedas para que se limpiará la sangre y el semen que aún le escurrian, mientras yo me ponía aceite en la verga.
No podría desaprovechar el estrenar su culo también.
Al negarse en ponerse en cuatro patas, golpeé su estómago, quedando esta sin aire, para luego comenzar a ahorcarla y dándole de bofetadas al mismo tiempo.
Aturdida por aquello, finalmente accedió a seguir la orden.
Fue inolvidable el meter mi lengua su culito virgen, aún podía sentir el sabor de sus fluidos vaginales.
Con un dedo lleno de crema, lo metí lo más que pude en su cavidad rectal.
Ahora si. A darme gusto.
Que rico fue clavar su esfinter. Me apretaba mucho, parte por que ella no me quería dejar y parte lo estrecha de su cavidad.
De nueva cuenta trato de no gritar para que ya no la golpeara más y aun así note que estaba ronca.
¡Maldita sea… Que rico te estoy llenando el culo. Maldita perra. Ahhh!
Cuando termine, me coloque los pantalones y le dije.
– No te has portado muy bien que digamos. ¡Es hora de asearte!
La lleve al baño tal y como lo había hecho antes.
El agua estaba fría y sin importar nada, le eche un cubetazo, a lo que Cinthia chilló de lo frío.
– ¡Callate y bañarte, maldita puerca!
Viendola bañarse, volví a tener otra erección.
La cargue y la senté en mi verga.
Su cuerpo se sentía muy frío. Vi sus pezones duros y bien paraditos, por lo que volví a devorarlos.
Como no sabia besar le pedí que sacara la lengua y que imitara mis movimientos.
Nada mal. Aprendes rápido le dije.
Algo que nunca espere de ella fue ese orgasmo encontrado. Tan así que clavé mis dedos en sus nalgas.
– Bien. Voy a volver y quiero que te portes bien. Seguirás sin tener novio y no dirás nada o mataré a tus papás y te quedaras totalmente sola.
¿Entendiste?
-Si.
– ¿¡Si que perra!?
– Si, entendí.
Al día siguiente mi mujer tuvo que ir a verla, pues ese día no salió para nada y tampoco hablaba con nadie.
Cinthia decía estar bien y que solo se sentía mal.
Cinthia no vio que yo iba con mi esposa, por lo que se espanto en gran manera al verme, pero ni así dijo nada.
Me senté en su cama donde horas antes la había violado. Saqué algo de dinero y se lo di para que se comprara algo de la tienda, insistiendo que la llevaría.
– No he dicho nada. Lo juro.
Lo no le haga daño a mis papás.
– Bien. Sigue portandote bien y no pasará nada. Y cuando estemos solos me dirás amo. ¿Entendiste putita?
– Si amo.
– Bien.
Y así seguiré con la puta de Cinthia hasta que me aburra de ella y la deseche.
Vladimir escritor.
Escribirás una segunda parte?
Esperemos que si, me a gustado.👍