Como comencé a acostarme con mi madre….
Un joven narra como comenzó a tener relaciones sexuales con su madre, cuando ella llegaba borracha..
Como comencé a acostarme con mi madre….
Desde que tengo uso de razón me acostumbré a ayudar a mi mamá, en muchas ocasiones a llegar a su cama, como también la he ayudado a desvestirse un sin número de veces.
No es que sea impedida, es que resulta que ella es directora de Relaciones Públicas de una gran empresa, y en ocasiones, debe asistir a fiestas y actividades donde la gente bebe.
Debido a eso durante un buen tiempo mi abuela nos ayudaba, pero después de que falleció, yo ya tenía 17 años.
Así que mi mamá continuó con su trabajo, y en ocasiones, por decirlo de alguna manera se lo traía a casa.
Por lo que ver a un desconocido saliendo de su habitación en algunas mañanas, no era un trauma para mí.
Pero ya saben uno es hombre, y en ocasiones cuando mi madre regresaba sola y necesitaba ayuda, yo aprovechaba para sin mucho esfuerzo darle un vistazo.
Al principio cuando llegaba borracha, nada más me conformaba con quitarle parte de la ropa y dejarla en pantis y sostén, tendida sobre su cama, mientras que yo sin que ella se diera cuenta, después estando de pie en la puerta, mientras la admiraba me masturbaba.
Pero al poco tiempo me pareció que, si le quitaba todo, más bien le hacía un favor, y de igual manera, cuando llegaba algo picada o medio borracha, después de desnudarla por completo, la dejaba tendida en su cama con las piernas bien abiertas, y sin decir nada me paraba en la puerta, y viéndola desde ese lugar me hacía una tremenda paja.
Así lo hice por varias semanas, hasta que una noche que llegó vomitando a casa, después de que la ayudé a ir al baño y mientras tanto le fui quitando toda su ropa, hasta dejarla completamente desnuda.
Esa noche aproveché de a medida que la ayudaba a llegar a su cama ir tocando su cuerpo, de manera discreta.
Hasta que la acosté en su cama, y sin retirar una de mis manos de su cuerpo, acaricié sus tetas, y suavemente introduje uno de mis dedos dentro de su coño, mientras sin detenerme volví a pajearme.
Bueno eso lo estuve haciendo hasta que cierto momento en que yo estaba saliendo del baño, únicamente con una toalla alrededor de mi cintura, y ella llegó a casa.
Estaba lo suficientemente bebida como para que yo le prestase mi ayuda, así que la conduje a su dormitorio, la ayudé a desvestirse, y cuando ya estaba quitándole los pantis, mi mamá me pidió que la ayudase a llegar al baño para orinar.
En ese momento quizás por accidente o quien sabe por qué, ella al agarrarse de mi me desprendió la toalla, por lo que quedé tan desnudo como lo estaba ella, pero aun y así la conduje al baño.
Mientras se encontraba sentada en el bidet orinando, medio levantó la vista y se le quedó viendo a mi verga, la que por arte de magia se paró.
Mi mamá estiró la mano me la agarró, sin que yo supiera que hacer, una cosa es cuando está dormida y yo aprovechase para tocarla, y otra que ella a pesar de su borrachera me agarrase mi erecta verga.
Luego levantó la vista hasta que nuestros ojos hicieron contacto, y sin soltar mi verga, abrió el chorro del bidet.
Luego me pidió que la ayudase a llegar nuevamente a la cama, y al terminar de hacerlo, sin soltar mi verga me dijo. “Mi amor quiero darte un pequeño regalito.”
Al terminar de decirme eso, con una habilidad pasmosa, ha introducido mi verga dentro de su boca, y sin perder tiempo se dedicó a mamármela.
Yo lo cierto es que no sabía qué hacer, hasta que ella misma me fue jaloneando mi cuerpo hasta que mi rostro quedó sobre su coño.
Eso y dedicarme a chupárselo fue casi lo mismo, no pensé en nada, únicamente me dediqué a chupar su coño y lamerlo al tiempo que ella hábilmente chupaba mi verga, y de cuando en cuando me daba un pequeño jalón a mis bolas.
Después entendí que hacía eso para evitar que yo me viniera de manera rápida, esa fue la primera de muchas noches, que comenzamos mamando y terminamos teniendo un salvaje sexo entre nosotros dos.
La verdad, que deseaba que hiciéramos eso, pero esa primera vez, después de mamar hasta el cansancio su coño, y venirme dentro de su boca.
Ella no soltó mi verga, y después de un corto rato, volvió a introducirla dentro de su boca, hasta que se me volvió parar.
Fue cuando sacando mi verga de su boca me dijo. “Mi amor ahora es que te voy a dar tu regalito.” y separando sus piernas, me ofreció su peludo coño.
Yo la verdad es que no lo pensé, y cuando vi el camino libre, seguí adelante como si fuéramos amantes.
A medida que penetraba a mi madre, ella resollaba, gemía, y hasta se reía, al tiempo que me decía que le diera más y más duro.
Mi madre y yo esa noche después de haber terminado nos quedamos durmiendo juntos, al despertarme en la mañana, ella actuó como si nada hubiera sucedido entre nosotros dos.
Lo único que me comentó cuando iba saliendo para su oficina, fue a manera de broma, me dijo. “Ya estás grandecito para que quieras quedarte en la cama conmigo toda la noche.”
Yo por algunas semanas traté de limitarme a conducirla a su cama cuando llegaba borracha, hasta que un día ella me pidió que la ayudase a desvestir.
Lo que hice a medida que ella me iba diciendo lo sola que se sentía en ciertas ocasiones, que necesitaba, aunque fuera por un corto tiempo la compañía de un hombre.
Y ya saben para buen entendedor pocas palabras bastan, así que, aunque yo estaba bien deseoso de acostarme con ella, procuré controlarme, hasta que, en medio de su borrachera, me dijo que me iba a dar otro regalito.
Yo me quité la ropa, y al dirigirme a su cama la encontré con sus nalgas y culo parados.
No es que yo sea fetichista, pero al ver la manera en que mi mamá me estaba ofreciendo su culo, eso hizo que sin contemplación alguna colocase mi verga sobre su esfínter y procediera a penetrarla divinamente.
Mi mamá gritó, y creo que hasta lloró, cuando comencé a penetrarla por detrás, pero una vez que la tuve bien calzada, ella comenzó a mover sus apretadas nalgas como si en ello le fuera la vida.
Lo cierto es que esa noche disfruté como nunca antes lo había hecho, ya que a medida que fuertemente continuaba dándole por el culo, ella agarró una de mis manos y la colocó sobre su peludo coño,
Así que al mismo tiempo que le enterraba mi verga entre sus nalgas, y ella gritaba de placer, le fui enterrando gran parte de mi mano dentro de su coño, hasta que tanto ella como yo disfrutamos de un salvaje clímax.
Como a la semana fui yo el que de tanto pensar en el coño de mi madre, apenas la vi que llegó dando tumbos, la conduje a su habitación y comencé a desnudarla.
Pero a diferencia de las otras veces, cuando ya le tenía prácticamente desnuda, y mi verga bien parada, ella comenzó a negarse.
Yo me ofusqué, y sin consideración la empuje sobre la cama, y de inmediato le arranqué las pantaletas, mientras que ella llorando me decía una y otra vez que me detuviera, que ella era mi madre, que por favor no la violase.
Yo en lugar de hacerle caso y detenerme, con más fuerza la ataqué, hasta que finalmente la penetré de manera salvaje y desesperada.
A pesar de su llanto, y de las cosas que continuó diciéndome a medida que yo la besaba salvajemente por todo su cuerpo, para luego envuelto en la excitación del momento, comencé a meter y sacar mi verga de su coño.
Aunque la escuchaba claramente negarse a mantener sexo conmigo, e inútilmente mi madre trataba de zafarse de mis besos y abrazos, al final cedió entre lágrimas y llanto.
Cuando finalmente me vine, dentro de ella, me levanté y la dejé llorando en la habitación, en parte estaba satisfecho por lo que yo había hecho, pero al mismo tiempo me sentía sumamente mal, por haber forzado a mi madre a tener sexo conmigo.
A la mañana siguiente, yo estaba pensando en cómo pedirle perdón, y a donde marcharme a vivir.
Fue cuando mi madre entró a mí dormitorio, apenas vestida con una transparente bata, lo que me sorprendió.
En su rostro reflejaba una grata sonrisa, al mismo tiempo que me traía el desayuno a la cama, era como si no hubiera pasado nada entre nosotros dos la noche anterior.
Posteriormente no había terminado yo de desayunar, cuando estando buena y sana, dejó que la bata se deslizase hasta el piso de mi habitación.
Coloqué la bandeja con lo que aún quedaba de desayuno, sobre mi mesa de noche, mientras ella retirando mi sabana dirigió su boca a mi verga.
La que se dedicó a mamar por un corto rato, ya que cuando la tuve bien dura, mi madre la sacó de su boca, y acostándose a mi lado abrió las piernas y con sus mismas manos dirigió mi verga dentro de su coño.
Desde ese día hemos continuado teniendo nuestros encuentros, de manera mucho más frecuente, pero sin la necesidad de que ella llegase borracha.
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