Como mi hijo y yo comenzamos a tener sexo.
Una madre nos cuenta como comenzó a tener relaciones sexuales con su hijo, cuando ella supuestamente llegaba borracha..
Desde hace ya varios años me acostumbré a llegar borracha a mi casa, por lo que mi hijo me ayudaba a llegar a la cama y en ocasiones incluso a desvestirme un sin número de veces.
No es que sea impedida, es que resulta que trabajo en el departamento de ventas de una gran empresa, y en muchas ocasiones, debo asistir a fiestas y actividades donde debo bebe, para compartir con los clientes.
Así que continué con mi trabajo, y en ocasiones, por decirlo de alguna manera me lo traía a casa.
Por lo que, para mi hijo, ver a un desconocido saliendo de mi cuarto en algunas mañanas, no era nada nuevo ni insólito.
Pero en ocasiones mi mayor preocupación era que mi hijo fuera pato, es decir homosexual, ya que en más de una vez escuché a una de mis compañeras de trabajo lamentándose por la vida que llevaba, que en parte es muy similar a la mía.
Ya que según ella su hijo era maricón por no tener una figura paterna, y ver constantemente, como ella o sea mi compañera de trabajo aparte de que bebe bastante, al igual que yo en ocasiones se lleva a uno que otro cliente a su casa.
Por lo que su hijo comenzó a llevar a sus compañeros de clase a su casa, y mientras mi compañera de trabajo se acostaba con un hombre, su hijo vestidito de nena, les daba el culo a sus compañeros de clases.
Al principio cuando llegaba sola y bien borracha, mi hijo nada más me ayudaba con quitarme parte de mi ropa y dejarme medio desnuda, tendida sobre mi cama, mientras que él sin que yo me diera me diera cuenta, por lo menos al principio, estando de pie en la puerta, mientras me observaba se masturbaba.
Pero al poco tiempo seguramente que le pareció que, si me quitaba todo, más bien me hacía un favor, y de igual manera, cuando yo llegaba algo borracha, después de desnudarme por completo, me dejaba tendida en mi cama con mis piernas bien abiertas, y sin decir nada se paraba en la puerta, y viéndome desde ese lugar se masturbaba.
Así lo hizo por varias semanas, hasta que una noche que llegué vomitando a casa, después de que me ayudó a ir al baño y mientras tanto me fue quitando toda mi ropa, hasta dejarme completamente desnuda.
Esa noche mi hijo aprovechó, ya que a medida que me ayudaba a llegar a mi cama iba tocando todo mi cuerpo, y aunque me di cuenta de ello, quizás por lo ebria que me encontraba ni caso le hice.
Hasta que me acostó en mi cama, y sin retirar una de sus manos de mi cuerpo, acarició mis tetas, y suavemente introdujo uno de sus dedos dentro de mi coño, mientras sin detenerme se masturbaba.
Eso lo estuvo haciendo hasta que cierto día, en que mi hijo estaba saliendo del baño, únicamente con una toalla alrededor de su cintura, llegué a casa bien borracha.
Estaba lo suficientemente ebria como para que él me prestase su ayuda, así que me condujo a mi dormitorio, me ayudo a desvestirme, y cuando ya estaba quitándome los pantis, le pedí que me ayudase a llegar al baño para orinar.
En ese momento supuestamente por accidente, al agarrarme de mi hijo le desprendí la toalla, por lo que él quedó tan desnudo como lo estaba yo, pero aun y así me condujo al baño.
Mientras me encontraba sentada en el bidet orinando, medio levanté la vista y me le quedó viendo su verga, la que justo en ese preciso instante se encontraba bien erecta.
Sin decir nada, estiré mi mano, y se la agarré, sin que mi hijo supiera que hacer, ya que de seguro se dio cuenta que una cosa es cuando estoy dormida y él se aprovecha para tocarme, y otra es que a pesar de mi borrachera le agarrase su parada verga.
Luego levanté la vista hasta que nuestros ojos hicieron contacto, y sin soltar su verga, abrí el chorro del bidet.
Luego le pedí que me ayudase a llegar nuevamente a mi cama, y al terminar de hacerlo, sin soltar su caliente y dura verga se me ocurrió decirle. “Mi amor quiero darte un regalo.”
Al terminar de decirle eso, introduje su verga dentro de mi boca, y sin perder tiempo me dediqué a mamármela.
Yo lo cierto es que mi hijo tenía cara de que no sabía qué hacer, hasta que yo le fui jaloneando su cuerpo hasta que su rostro quedó sobre mi coño.
Eso y dedicarse a chupar mi coño fue casi lo mismo, no pensamos en nada, únicamente me dediqué a chupar su parada verga y lamerla al tiempo que mi hijo lamía deliciosamente todo mi coño.
Esa fue la primera de muchas noches, que comenzamos mamando y terminamos teniendo un salvaje sexo entre nosotros dos.
La verdad, que deseaba que hiciéramos eso, pero esa primera vez, después de mamar hasta el cansancio todo mi coño, y venirse dentro de mi boca.
No solté su verga, y después de un corto rato, volví a introducirla dentro de mi boca, hasta que se le volvió a poner bien dura.
Fue cuando sacando su verga de mi boca le dije. “Mi amor ahora es que te voy a dar tu regalo.” y separando mis piernas, le ofrecí mi depilado coño.
Mi hijo no lo pensó dos veces, y cuando vio el camino libre, siguió adelante como si fuéramos amantes.
A medida que me penetraba, resollaba, gemía, y hasta me reía, al tiempo que le decía que me diera más y más duro.
Esa noche después de haber terminado nos quedamos durmiendo juntos, al despertarme en la mañana, actué como si nada hubiera sucedido entre nosotros dos.
Lo único que le comenté cuando iba saliendo para mi oficina, fue a manera de broma, le dije. “Ya estás grandecito para que quieras quedarte en la cama conmigo toda la noche.”
Por algunas semanas mi hijo trató de limitarse a conducirme a mi cama cuando yo llegaba borracha, hasta que un día le pedí que me ayudase a desvestir.
Lo que hizo a medida que yo le iba diciendo lo sola que me sentía en ciertas ocasiones, que necesitaba, aunque fuera por un corto tiempo la compañía de un hombre.
Y no es porque él sea mi hijo, pero es muy inteligente, y como dicen a buen entendedor pocas palabras bastan, así que, aunque de seguro estaba bien deseoso de acostarme conmigo, procuró controlarse, hasta que, en medio de mi borrachera, le dije que le iba a dar otro regalo.
Por lo que al ver la manera en que yo le estaba ofreciendo mi culo, eso hizo que sin contemplación alguna colocase su verga entre mis nalgas, y procediera a penetrarme divinamente.
Grité, y hasta lloré, cuando él comenzó a penetrarme por detrás, pero una vez que me tuvo bien calzada, comencé a mover mis apretadas nalgas como si en ello me fuera la vida.
Lo cierto es que esa noche disfruté como nunca antes lo había hecho, ya que a medida que fuertemente continuaba dándome por el culo, agarré una de sus manos y la coloqué sobre mi depilado coño,
Así que al mismo tiempo que me enterraba su verga entre mis nalgas, yo gritaba de placer, mi hijo me fue enterrando gran parte de su mano dentro de mi coño, hasta que tanto él como yo disfrutamos de un salvaje clímax.
Como a la semana fue mi hijo el que de tanto pensar en mi coño, apenas vio que llegué dando tumbos, me condujo a mi habitación y comenzó a desnudarme.
Pero a diferencia de las otras veces, cuando ya me tenía prácticamente desnuda, y su verga bien parada, por joder comencé a negarme.
Mi hijo se ofuscó, y sin consideración me empujó sobre mi cama, y de inmediato me arrancó los pantis, mientras que llorando le decía una y otra vez que se detuviera, que yo era su madre, que no me violase.
Y el hijo de la gran puta, en lugar de hacerme caso y detenerse, con más fuerza me atacó, hasta que finalmente me penetró de manera salvaje y desesperada.
A pesar de mi llanto, y de las cosas que continué diciéndole a medida que me besaba salvajemente por todo mi cuerpo, para luego envuelto en la excitación del momento, comenzó a meter y sacar de manera salvaje toda su verga de mi coño.
Aunque me escuchaba claramente negarme a mantener sexo con él, e inútilmente trataba de zafarme de sus brazos y besos, al final cedí entre lágrimas y llanto.
Cuando finalmente se vino, dentro de mí, mi hijo se levantó y me dejó llorando en mi cama, mi hijo de seguro en parte estaba satisfecho por lo que había hecho, pero al mismo tiempo, seguramente se sentía sumamente mal, por haberme forzado a tener sexo con él.
A la mañana siguiente, mi hijo tenía cara de arrepentimiento, y estaba a punto de pedirme perdón, cuando entré a su dormitorio, apenas vestida con una transparente bata, lo que le sorprendió.
Ya que con una gran sonrisa le llevé el desayuno a su cama, como si no hubiera pasado nada entre nosotros dos la noche anterior.
Posteriormente no había terminado de desayunar, cuando estando buena y sana, dejé que mi bata se deslizase hasta el piso de su habitación.
Mi hijo colocó la bandeja con lo que aún quedaba de desayuno, a un lado, mientras yo retirando la sabana que lo cubría dirigí mi boca a su verga.
La que me dediqué a mamar por un corto rato, ya que cuando la tuvo bien dura, la saqué de mi boca, y acostándome a su lado abrí las piernas y con mis mismas manos dirigí su verga dentro de mi coño.
Desde ese día hemos continuado teniendo nuestros encuentros, de manera mucho más frecuente, pero sin la necesidad de que yo llegué borracha.
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