Con el hijo de mi mejor amiga
Esta serie de cuentos trata de como me comí al hijo de mi mejor amiga, un chico de apenas 20 años, pero con una verga impresionante. .
Aquella tarde fui a la casa de mi amiga Rosario, a ver si estaba allí para conversar con ella, ya que me sentía un poco sola, debido a que mi marido se había ido hace 2 semanas a otro de sus viajes de negocios. Al llegar a su casa vi que su auto estaba allí y toqué la puerta, pero nadie contestaba, así que pensé que a lo mejor estaba en la sala, por ende decidí abrir la puerta. Al entrar me sorprendí al ver a su hijo de 20 años Daniel que estaba sentado en el sofá de la sala viendo películas pornográficas en su laptop y tenía puestos audífonos en sus oídos, por eso no se percató de que yo había entrado a la casa. Por un momento pensé en darme la vuelta y salir de ahí. Pero no resistí ver que Daniel tenía la verga durísima y se la estaba frotando con aceite de arriba hacia abajo era una verga bien grande y gruesa, curvada hacia abajo como una banana, la cabeza era inmensa, la verga estaba llena de venas y con unas güevas colgantes de un tamaño impresionante. Debían ser como unos 22 o 23 cm de pura verga de macho. De ver semejante espectáculo se me hizo la boca agua y sobre todo que tenía casi 3 semanas de no tener sexo.
Daniel es un chico muy atlético, con su cuerpo marcado por el gimnasio, grandes pectorales, tetillas y un abdomen marcados y unas piernas impresionantes por lo grandes y musculosas. Mide más de un 1.80 MTS, de cabello negro y piel blanca (aunque ahora estaba bronceado por la estación de verano).
no podía creer que el niño que había visto crecer estaba masturbándose ante mis ojos y sobre todo que tuviera semejante verga tan grande. Al ver que Daniel continuaba manoseando su verga sin percatarse de que yo estaba presente, decidí gritar el nombre de mi amiga en voz alta. ¿Al hacer esto, Daniel saltó del sofá apenado y dijo “señora Andrea que hace aquí? Cuando entró? Qué vergüenza, disculpe». al mismo tiempo tomó una toalla que estaba a su lado y se cubrió. Yo le dije «tranquilo Daniel, es mi culpa, no debí entrar así a tu casa».
– pero por que no tocó la puerta? preguntó Daniel con su voz ronca con un poco de furia. Con la toalla todavía envuelta en la cintura. Disculpa Daniel, pero toque la puerta varias veces y no contestó nadie, y pensé que tu Mamá estaba aquí en la sala. Que pena verte así.
Está bien, pero le voy a pedir que ni una palabra de esto a nadie, y menos a mi mamá”, me dijo Daniel con su voz autoritaria. Le dije “bueno Daniel, este será nuestro secreto, pero a decir verdad, no pude evitar ver que tienes una buena verga”.
“y por que me cuenta eso?”, preguntó Daniel sorprendido. Ay! Daniel no te hagas que he visto como me miras cuando vengo a visitar a tu mamá. Además yo también estoy un poco caliente, como sabes mi esposo viaja mucho y yo también tengo necesidades. Que dices si me dejas verte esa verga tan buena que tienes y a cambio no le digo nada a tu mamá? Daniel boquiabierto asintió con la cabeza y me dijo: “no sabía que era tan puta, bueno, trato es trato”.
Daniel dejó caer la toalla y me permitió ver por completo el vergón grueso y largo que estaba semi duro. Me llevé las manos a la cara y exclamé: «¡Ay Dios mío Daniel que pingón que tienes!». ¿Donde está tu Mamá? Le pregunté. Daniel contestó salió con su novio a la playa, vuelven mañana. Muy bien Daniel porque creo que vamos a tener que romper el trato. Por que, aunque no le voy a decir nada a tu Mamá me vas a tener que dejar que la toque también.
– Está bien, dijo Daniel. No te preocupes Daniel ven acá, y le agarre la vergota con una mano y se la empecé a frotar. Era tan gruesa que no la podía abarcar, y de larga me faltaban unas dos manos. ¡Uy! Daniel que verga tan buena tienes es muy grande… alguna vez te la has medido? Daniel me contesto «si mide 23 centímetros a tope y 18 de grosor. Le pedí que me la dejara mamársela, a lo que el chico asintió sin pensarlo dos veces.
Aún sentado, con un poco de fuerza cogió mi cabeza e hizo que me arrodillara ante él. Voltee a mirar hacia arriba y la imagen era extraordinaria. Como estar ante el Dios de los vergudos. Un joven menor de 20 años, con un cuerpo extraordinario y una verga inmensa. Abrí la boca lo más que pude y le empecé a chupar el tolete que ya estaba duro como un hierro. Daniel empezó a gemir diciendo puta que rico lo mamas, y cogiéndome de la cabeza comenzó a llevar el ritmo. Con cada metida de verga me llegaba más profundo y me daban arcadas. A pesar de que era experta chupadora de vergas, esta era por lejos la más grande y gorda que me había comido nunca.
Continuará.
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