Conociendo mi lado oscuro.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Eran las 8 de la mañana de un lunes de febrero, y me esperaba una semana tremenda al haberme quedado sin secretaria ante su avanzado estado de gestación, tenía un montón de entrevistas y me juré que el puesto no sería para ninguna chica, este caos no podía repetirse.
Sin que se notara mucho mi decisión, fui haciendo pasar rápidamente a los candidatos a medida que llegaban y dedicaba apenas unos minutos a las chicas.
A las 12 ya tenía a mi nuevo asistente y pude dedicarme a mi trabajo.
Suelo ir a comer a un restaurante de la zona para no perder tiempo en los atascos.
Frente a mi mesa una mujer madura y elegante no dejaba de mirarme sin ningun tipo de disimulo, asi que opte por hacer yo lo mismo por si la conocia y lo había olvidado, algo extraño en mi que soy una gran fisonomista.
Levantando su copa me sonrio e hizo ademán de que me acercara a su mesa, recordándolo ahora, quizá esa fue su primera orden, pero no adelantaré acontecimientos.
Intrigada me acerqué preguntándole -disculpe ¿nos conocemos?
a lo que ella respondió – tu a mi no, yo en cambio si he oido hablar de ti; anda, siéntate y come conmigo.
Intenté balbucear alguna excusa pero algo en su mirada hizo que me limitara a y a mi mesa, recoger mi bolso y los documentos que leía y regresé a sentarme a su lado.
-No, sientate frente a mi.
Pidió mi comida por mi, educadamente, pero sin dejar lugar a que me opusiera.
-Entiendo que estarás intrigada, pero ahora comamos, ya irás conociendo mis razones para que estes aqui ahora.
Estuvimos hablando de trivialidades, de la comida, de la ropa; ya había perdido la lozanía de la juventud, me arriesgaría a decir que había pasado de los 50 pero resultaba turbadoramente atractiva.
A mis 32 años ya había tenido experiencias sexuales con alguna mujer pero ella me atraía de otro modo, no era sexo…
Pidió la cuenta, pagó y dijo que me invitaba a tomar un café a su casa,que aseguraba, era el mejor que habría probado en mi vida.
No dejé de seguirla ni un instante, ni cuando iba caminando ya en su casa y dejando caer a su paso, aqui el bolso, aqui el abrigo, se la veñia acostumbrada a que alguien fuera tras ella poniendo órden.
Nada más entrar en un amplio salón se dió la vuelta y cruzó mi cara de una bofetada que resonó dejándome totalmente perpleja.
-No sé cómo he podido contenerme hasta ahora- dijo levantando un dedo y haciendo que callara lo que fuera iba a decirle.
-Tu comportamiento de hoy humillando a una de mis niñas ha sido más propio de un machista de la época victoriana que de una supuesta mujer empresaria de nuestros tiempos.
-Voy a dedicar una gran parte de mi tiempo en re-educarte y te garantizo que no habrá nada que no hagas por mi cuando acabe.
De alguna manera, aquellas palabras, lejos de asustarme, hicieron que mis rodillas temblaran y mi sexo palpitara.
Se sentó en una especie de banqueta e hizo ademán de que me acercara; agarrando mi muñeca me hizo inclinarme hasta que me colocó sobre sus piernas, boca abajo, levantando mi falda, manipulando mis caderas con una fuerza que no esperaba en aquella dama; al tiempo que senti como colocaba mi pelo en la nuca recogiendolo de modo que me inmovilizaba, acogotada, tiro de mis braguitas hasta medio muslo y sin perder un instante, empezó a golpear mis nalgas con la palma de su mano, plas!!! plas!!! plas!!! sentía picor y cierta verguenza por la impunidad con la que me estaba utilizando pero era incapaz de articular más que algún que otro quejido que escapaba de mi boca.
El picor empezó a convertirse en calor, y el calor dió paso al dolor. Si me intentaba mover, tiraba de mi pelo, obligándome a volver a permanecer inmovil, y mis lágrimas empezaron a resbalar por las mejilas, fue entonces cuando escucharía la primera de mis muchísimas súplicas que de nada servirían.
-Por favor basta, no puedo más de dolor, he aprendido por favor!!!
Sus palmetazos se hicieron más rápidos tras mis palabras y ya no podía dejar de sollozar abiertamente.
Cuando se detuvo, introdujo sus dedos entre mis muslos, palpando sin ningún miramiento mi sexo.
-Bien, veo que al menos no eres una puta zorra que disfrutas de mis azotes, aunque acabarás corriendote con ellos un día. Levántate y ve a lavarte esa cara de mocosa- dijo señalando una puerta que me llevó a un cuarto de baño.
Me puse agua en la cara e instintivamente puse las manos mojadas sobre mis nalgas, estaban ardiendo!!! me di la vuelta y me asusté al verlas totalmente encarnadas y yo diría que incluso hinchadas.
-Qué haces tardando tanto- dijo abriendo de golpe la puerta y encontrándome asi, con la falta levantada y mirándome las nalgas en el espejo.
-Anda, ven aqui- y tomando un bote de crema de un estante me sorprendió una cierta dulzura en ella al ponerme muy suavemente crema en mi culito ardiente.
-Tienes que marcharte ahora, espero a alguien, pero mañana te quiero aqui a las 5. No me hagas esperar.
Se dió la vuelta cerrando la puerta tras de si y yo no supe si aquella sonrisa que me miraba desde el espejo, era la mia.
(Continuará)
GataSalvaje
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