Continuación: Introducción al delicioso sexo anal incestuoso Primera Parte
Continuación de las fogosas aventuras incestuosas con mi hermana mayor, con quien sin imaginarlo, iniciamos una historia de amor y lujuria desenfrenada, que haría que descubriésemos nuestros más fogosos y alocados deseos sexuales, ayudados inicialmente por las viejas revistas eróticas de mi padre.
Golpee la puerta una vez y no tuve respuesta. Lo iba intentar una vez más, pero sentí que alguien entraba, atrás en la habitación. Era mi padre, que venía del trabajo a buscarme:
- que haces ahí parado? – me preguntó al verme fuera del baño
- ehhh… nada, necesito orinar y mi hermana se demora en el baño – atiné a decir, mis neuronas parecían no reaccionar del todos, después de semejante desgaste matutino.
- cámbiate de ropa, necesito una mano en el campo – me pidió, como era habitual. Yo, aunque era niño, solía ayudar a mi papá en alguna labores acorde a mis capacidades. Nunca me obligó o forzó a trabajar, pero desde pequeño me inculcó el trabajo y la verdad que agradezco esa formación, ya que hasta el día de hoy me desempeño en el campo y no creo que pudiese hacer otra cosa.
- ok, deme un minuto – dije, volviendo a la realidad poco a poco, percatándome lentamente de lo agotado que me encontraba y que debería disimular esa sensación, para evitar sospechas. Sería un día largo…
Acompañé a mi padre al campo, mientras caminaba a su lado, el me explicaba que teníamos que descargar unos insumos desde el camión y acomodarlos en la bodega, entre otras cosas que nos tomarían buena parte del día. Yo sin embargo, escuchaba entrecortadamente o más bien, no podía hilar lo que el me decía, ya que si bien, mi cuerpo caminaba fuera de casa, mi cabeza, mi mente y mis emociones parecía que se habían quedado en la habitación, rememorando sin parar los acontecimientos de la mañana que empezaba a tornarse cada vez más calurosa.
- entendiste bien entonces lo que hay que hacer? – inquirió mi padre, con un tono de voz que se elevaba al ver que no tomaba la atención que el requería – te pasa algo? te sientes enfermo? tienes una expresión rara en tu cara – insistió con algo de preocupación.
- si, entendí – dije, probablemente sin convencer – amanecí algo cansado, no dormí lo suficiente quizás – atiné a inventar, tratando de disimular algo que mi padre ni siquiera podría imaginar que sucedió hace minutos y que de suerte no alcanzó a presenciar…. algo que solo cuando él apareció en la habitación vislumbré… que hubiese pasado si hubiese llegado 5 minutos antes a la casa?
- eso te pasa por quedarte viendo tv hasta tarde, no se que ven con tu hermana, dan puras tonterías en la tv en la noche, no como antes, cuando era niño con suerte se veía un canal de tv…. bla, bla, bla… – siguió mi padre, recordando, como solía hacerlo, su niñez, comparándola con la nuestra, etc, etc. Mi mente no lograba desentenderse de lo sucedido y por más que me esforzaba, mi cabeza parecía estar completamente ocupada recordando lo sucedido, pero en mayor proporción, tratando de imaginar a lo que se refería mi hermana, de que otras formas podríamos darse placer un hombre y una mujer? no tenía opción, debía ayudar a mi papá en el día y esperar a la noche para revisar, «en profundidad», la revista de papá y ver cuales serían esas otras formas a las que se refería mi hermana.
El día pasó lento, caluroso y agotador, aunque no era tanto trabajo, me pareció un día eterno. Al final del día, mi papá, quien me había observado todo el día, con algo de preocupación me dijo:
- ya hijo, terminamos por hoy, dile a tu mamá que te prepare alguna cosa, creo que te vas a agripar, te noté decaído todo el día- dijo, como compadeciéndose de mi, lo cual me hizo sentir algo de culpa, ya que tengo mucha confianza con el y suelo contarle mi cosas, hasta el día de hoy lo hago, pero claramente no podía contarle que me había dado tremenda follada con mi hermana ese mismo día al despertar ejjejeje.
- le diré, seguramente debo estar enfermo – respondí, entrando en la excusa que mi propio padre había deducido para mi
Ya en casa, busqué a mi hermana por todos lados, a pesar del cansancio, las ansias eran más fuertes y aún más, las ganas de averiguar lo que ella tenía planeado. Sin embargo, no la encontré por ningún lado. En aquellos tiempos no existían teléfonos móviles, por lo que no tenía forma de saber donde se encontraba, lo más probable es que haya salido de compras a la ciudad con mi madre. No tenía más opción que seguir comiendo ansias hasta la hora de la cena. Mientras, fui al baño y me duché, para luego recostarme a recuperar energías. No pasó mucho tiempo, hasta que me dormí.
- psss…. psss… despierta pajero jjijijijijiji – dijo mi hermanita a centímetros de mi oído
- mmmm…. que? cua… que hora es? …. – respondí apenas, despertando dificultosamente y con los ojos empañados y apenas abiertos, parecía que un camión me había pasado por encima.
- ya es hora de la cena. Parece que tuviste un día agotador – me dijo muy cerca de mi rostro, pudiendo sentir un agradable y tibio aliento con olor a frutas sobre mi nariz; estaba comiendo un chicle, de los que nos encantaba que nos compraran cuando salíamos con nuestros padres a la ciudad. Mi vista se aclaraba y veía a los ojos a mi hermana, tenía un tono diferente en ellos, un brillo distinto y no paraba de sonreír al hablarme. No se de que modo, pero al verla así de cerca y sentir su aroma tan penetrante hacía que mis energías volvieran hasta el tope y no podía contener las ganas de abrazarla, tocarla y ….besarla. Y así lo hice, abalanzándome sobre ella, caí de manera un poco torpe y la besé de la misma forma, pero a mi me pareció estar en las nubes. – Que haces tonto!!! los papás están al lado, nos pueden descubrir, contente un poco- dijo empujándome hacia atrás, luego se incorporó seriamente y se voltio para ir hacia la cocina, al salir volvió a mirarme y dijo – Al menos hasta la noche! – y me guiñó un ojo coquetamente. Sentí que me derretía.
Al entrar al comedor, ya estaban todos sentados y empezando a comer. Me senté y mi madre me preguntó si me sentía mejor; mi papá le había contado que estaba decaído y creía que estaba algo enfermo. Tuve que seguir disimulando y les dije que ya me sentía mejor, que la ducha y la siesta me habían sentado bien y ya había recuperado mis energías. Esas últimas palabras la dije intencionalmente y mirando a mi hermana, quien de inmediato comprendió a que me refería y sin poder esconder su vergüenza, se sonrojó y sonrió a la vez. No duró ni un par de segundos y apartó su vista de mi, temiendo no poder contenerse y atragantarse con la comida. Sentí una sensación nueva dentro de mi, una mezcla entre sorpresa y orgullo, de la forma en que formulé esa ultimo enunciado, ya que de seguro, nunca había emitido una indirecta a una chica, menos con intenciones sexuales, ni menos aún, que se lo diría a mi propia hermana.
Pasó el tiempo y ya terminábamos de cenar, cuando mi papá se levantó primero y dijo que se iría a duchar, para acostarse temprano, ya que al día siguiente debía ir de madrugada a la ciudad a reparar el tractor que se había estropeado. Antes de irse nos dijo a mi y mi hermana, que le ayudásemos a levantar la mesa a la mamá. Así lo hicimos y de a poco, fuimos dejando los platos en el lavaplatos, mientras mi mamá empezaba con esa faena. Estaba en eso, cuando al volver al comedor para ver si quedaban más cosas por levantar, vi a mi hermana recogiendo unos platos que estaban en el otro extremo de la mesa, por lo que debía estirarse al máximo para poder alcanzarlos. En ese momento, me dediqué a contemplarla de pies a cabeza, vestía una playera corta, de color blanco y tirantes delgados, que dejaba su ombligo descubierto. Abajo, llevaba una falda delgada con flores, ni muy corta ni muy larga, pero que al estirarse sobre la mesa, hacía que esta se levantara, dejando ver apenas, el comienzo de sus nalgas. No era explícito ni mucho menos, ni siquiera se veía su ropa interior, pero esa visión de sus piernas bronceadas y estiradas me generaba un enorme morbo, algo que hasta el día anterior no existía en mis pensamientos, pero que ahora solo hacía que mis ideas se centrasen en tocarlas y masajearlas. Sin mediar aviso alguno, me acerqué rápidamente y subí mi mano desde la parte trasera de su muslo estirado y pasando bajo su falda tomé uno de sus glúteos fuertemente y lo apreté de forma ascendente.
- AAAYYY!!!! – exclamó sorprendida – Ooooye!!! – volvió exclamar, volteándose hacia mi, pero esta vez disminuyendo el tono y mirando sobre mi hombro, tratando de que no la escuchara mi madre que estaba de espaldas a nosotros. – Eres muy descarado, te aprovechas de que está la mamá, sino te hubiese golpeado – terminó susurrando cerca de mi rostro. Sabía que no estaba enfadada, es más, sus últimas palabras susurradas fueron casi un gemido.
- No he dejado de pensar en lo que hicimos en la mañana – dije, atropellando una palabra sobre otra, claramente no podía contenerme mucho más tiempo. La inexperiencia y calentura eran más fuertes que yo y a esa edad no sabía como manejarlo.
- yo tampoco lo he hecho, pero debes contenerte. Hay que tener cuidado de que los papás no sospechen nada, ya queda poco para ir a dormir, pero debemos esperar hasta entrada la noche, hasta que ellos se duerman para…. hacer… eso – Se sonrojó al decir «eso», es verdad que no sabíamos como decirle, si habíamos escuchado hablar de sexo, pero a esa edad era vergonzoso decirlo abiertamente, entendía como se sentía-
- Que tanto murmuran ahí!!, traigan lo que queda en la mesa – dijo mi madre de repente, haciendo que diéramos un brinco del susto.
- Ya vamos!!! – dijimos al unísono. Recién en ese momento dejé de tocarle el trasero a mi hermana, casi inconscientemente lo había hecho durante todo el tiempo que estuvimos hablando y a ella no parecía molestarle. Desde ese momento, cada vez que podía la tocaba a escondidas y mi hermana dejaba que lo hiciera, le gustaba que lo hiciese, pero siempre estaba atenta a que no nos descubrieran. – Solo quedan estos platos – terminó de decir mi hermana, mientras se los entregaba a mamá y se terminaba de acomodar la falda, que le había quedado arrugada por mi manoseo previo.
- Termina de sacudir el mantel de la mesa por favor- le dijo a mi hermana – y tu ve a botar la basura afuera – me dijo – y luego pueden ver tv un momento, pero no hagan tanto ruido que su papá debe levantarse temprano. Yo termino acá e iré a ducharme a lo que termine su papá – nos terminó de indicar nuestra madre, mientras me embadurnaba cariñosamente la punta de la nariz con la espuma que tenía en sus manos.
- Gracias mami – dijo mi hermana – yo me ducharé después que ti, hoy hizo mucho calor, transpiré mucho y me siento muy sucia – terminó de decir eso y me dio un escalofrío en la espalda, mientras iba con la bolsa de basura al tacho que estaba en el patio. Volteé y vi que mi hermana me sonreía desde la cocina… Ella también sabía como provocarme de forma indirecta.
Mientras mi madre entraba al baño para ducharse, yo volvía del patio y me dirigí a nuestra habitación, esperaba que mi hermana ya estuviese ahí para ver tv un momento. Sin embargo, no estaba ahí, busqué en la cocina, el comedor y el salón, pero no estaba por ningún lado. Extrañado por no encontrarla, me senté en mi cama y encendí la tv. Era hora del noticiero, por lo que solo la dejé encendida y me recosté. Pasaron unos minutos y mi hermana entra a la habitación, venía de afuera de la casa y con una expresión seria en el rostro, antes de que le dijera nada, sacó su mano de la espalda y me mostró lo que escondía tras ella… era la revista para adultos que mi papá escondía en la bodega, la traía enrollada apenas me la mostró, ambos nos agitamos de la emoción. No obstante, esta no nos duró mucho tiempo, ya que en ese mismo instante, sentimos el crujir de la hinchada puerta del baño contiguo, era mi madre que salía de el. Mi hermana palideció y antes de que se abriera completamente la puerta del baño, como acto reflejo, saltó sobre su cama con la revista bajo su vientre y disimulando, se tumbó en la cama cubriendo la bendita revista. Mi madre al salir del baño, nos encontró sospechosamente tranquilos y sin hacer ruido.
- que les pasa a ustedes? desde la cena que están extraños. Que hicieron? – dijo, intuyendo que algo pasaba, aunque, al igual que mi padre durante el día, jamás imaginarían lo que en verdad habíamos hecho.
- nada mami – dijo mi hermana en un tono demasiado inocente – estaba esperando que salieras del baño para ducharme, que vamos a estar tramando mamá? – yo guardaba silencio y dejaba que mi hermana se encargara de convencer a mi madre, sentía que cualquier cosa que dijera me delataría.
- más les vale, los conozco bien y es extraño que estén tan tranquilos. Ya estoy lista, puedes ir a bañarte – le indicó a mi hermana, con la mano aún puesta en la puerta del baño, como invitándola a que se levantara y entrara. Esta la miraba estupefacta desde la cama, creo que no tenía excusas para no pararse de la cama. Yo miraba sentado en la mía, me sentía tenso y al tratar de acomodarme, pasé a llevar el velador que separaba nuestras camas, este hizo un ruido contra el piso que distrajo a mi madre, quien volvió su mirada hacia mí. En ese minúsculo instante, mi hermana se incorporó en su cama y sin que mi mamá la viera, escondió la revista bajo su almohada. En ese momentos, sentí que una fuerza superior, conspiraba para que nuestros perversos planes se concretasen.
- Ya voy mamaaá! – dijo mi hermana rezongando, intentando disminuir las sospechas de mamá, comportándose como solía hacerlo con ella, reclamándole cualquier cosa.
- No me levantes la voz niña!!! – la silenció mi madre. Mi hermana fue en dirección al baño y antes de entrar, me miró disimuladamente, con una sonrisa malvada en su rostro. Estaba decidida a disimular a como diera costa.
Esperé a que mi madre entrara en su habitación y cerrara su puerta, para abalanzarme sobre la cama de mi hermana y sacar la revista que había escondido. En ese momento me sorprendí al ver que no era la revista que yo había visto. La que yo conocía solo contenía imágenes de mujeres desnudas en diferentes poses. Sin embargo, en la revista que trajo mi hermana, se veían imágenes de sexo explícito y en su portada anunciaba 6 escenas distintas en su interior, todas entre hombres y mujeres, era la primera vez que veía esa revista y la primera vez también, en ver escenas explícitas de sexo. Sentía un sinfín de sensaciones; agitación, ansiedad, calor, emoción y por supuesto, una creciente calentura que hizo sentir una fuerte erección bajo mi pijama. Sin pensarlo dos veces, abrí la revista y comencé a ver las imágenes de la primera escena, que empezaba con una chica rubia, de baja estatura, cabello liso y corto, tipo melena, en un bikini pequeño que la hacía ver muy menuda al lado de un hombre musculoso que la abrazaba fuertemente por la cintura. En la siguiente imagen, este le descubría los pequeños senos a la chica y los succionaba, mientras ella tenía una expresión de sorpresa en su rostro. Luego, en la siguiente imagen, el le introducía dos dedos completamente en su depilada y rosada vagina, ella, con sus ojos cerrados, mordía su labio inferior. Posteriormente, la siguiente imagen me sorprendió, ya que la chica le había bajado el pantalón corto al hombre y tomaba con ambas manos una enorme y erecta verga, me impactó el tamaño, ya que con suerte hasta ese entonces, había visto solo la mía. Ya en la siguiente imagen, la chica succionaba con mucho esfuerzo, la mitad de la verga del chico y se veía en su expresión, como le costaba introducirla en su boca. Luego, en la imagen siguiente, en una posición que tampoco conocía, la chica estaba sobre el, lamía el glande del pene del chico, mientras en el otro extremo, el le abría la vagina con sus dedos y también lamía el inicio de su apertura. Posición que después sabría que se le conocía como «69». Todo era nuevo para mi y mientras observaba con atención, pensaba en que podría hacer eso con mi propia hermana algún día. Finalmente, en las paginas finales de esta primera escena de la revista, se veía un popurrí de posiciones con el chico penetrando profundamente a la chica, que se notaba como disfrutaba con cada envestida, era impresionante, al menos al ser la primera vez que veía imágenes explícitas de penetración, como aquella larga y gruesa verga cabía en aquella pequeña chica. Al final, la chica se veía arrodillada frente a el, con su cara cubierta de sendos chorros de semen, el que también me llamaba la atención por su color blanquesino, distinto a lo que a mi me salía de la verga, al menos hasta ese entonces. Claro, aún era un niño, por lo que mis acabadas eran menores y más traslúcidas. Estaba tan concentrado viendo la revista, que di un salto en la cama cuando sentí que mi hermana abría la puerta del baño.
- sabía que te pillaría viendo la revista!!! – dijo inquisitivamente, pero sin llegar a enfadarse
- esta no es la revista que yo conocía – dije sin avergonzarme de que me viese ojeando la dichosa revista – la que yo había visto estaba detrás del estante de la bodega, donde guardan las herramientas y solo había chicas en ella, nunca había visto esta!
- esta es la que yo había visto, estaba en el mismo estante, pero en la parte de arriba, en la caja que está en la parte más alta. Seguramente la esconden ahí para que no la alcancemos.
- lo único que sé, es que esta es mucho mejor. Ahora entiendo lo que me dijiste ese día antes de encerrarte en el baño. Acá muestran que más podemos hacer. Mira!!! – le dije mostrándole la imagen que más me había gustado hasta el momento, la del «69». Mi hermana abrió los ojos sorprendida y se apuró en quitarme la revista de las manos.
- Trae acá!!!, no comas ansias, debemos esperar a que los papás se duerman y aún es temprano. Deja ponerme el pijama y seguimos viendo la revista dentro de la cama. – Se acercó a su cama y dejó la revista bajo la almohada, luego sacó su pijama que guardaba en el mismo lugar y dándome la espalda, dejó caer la toalla dejando sus blancas y respingonas nalgas al descubierto. – Está demás decirte que voltees – dijo volteando su cara hacia mi y sonriendo se agachó descaradamente para colocarse el pantalonsillo del pijama, dejándome ver en primer plano ese hermoso tesoro que escondía entre sus piernas y fue enderezándose a la vez que subía esa delgada tela sobre sus piernas, dando un pequeño salto al terminar de subirlo sobre su culo – ya no tiene caso que tenga vergüenza de que me veas así – dijo volteando y empezando a colocarse la parte superior del pijama. A pesar de todo lo que había pasado en la mañana, sentía como me subía la sangre a la cabeza ante semejante espectáculo que me daba mi cada vez más desinhibida hermanita.
- ojalá los papás se duerman luego, siento que mi pijama va a reventar allá abajo – dije mostrándole el notorio bulto que asomaba en mi short.
- hazte un lado, veamos tv en tu cama mientras los papás se duermen – dijo haciendo un ademán con su mano, para que le diera espacio en mi cama. Inmediatamente, me deslicé hacia el rincón, dejando espacio para que se acostase a mi lado. – están dando algo interesante? – preguntó apenas se acomodó a mi lado. Yo también terminé de hacerlo y antes de responderle, pude sentir como su embriagante aroma invadía mi nariz, olía delicioso, ese aroma de piel limpia, recién bañada y aromatizada con el típico perfume infantil que solía usar y que hasta ese entonces no me llamaba la atención, pero que ahora hacía que se me erizase la piel. No resistí su cercanía, tanto corporal como sensorial y sin racionar del todo, volteé hacia su cuello y aspiré profundamente su precioso aroma, solo entonces respondí – ni idea lo que dan en la tv … poco me importa en realidad – dije con un tono de voz grave, al menos eso creí, considerando lo infantil que sonaba en ese entonces. Luego, con bastante poco recato, besé apasionadamente su cuello, desde la parte inferior de su mejilla, hasta detrás de su oreja. Solo debe haber pasado unos segundos, pero pude percatarme de cada detalle de la reacción de mi hermana, quien, al sentir el contacto de mi boca, se estremeció en una mezcla de cosquilleos y excitación, sintió un escalofrío que la recorrió completamente y de seguro, culminó en lo más profundo de su intimidad, ya que lo único que respondió fue…
- ….mmmmfffff … no hagas eeeeso… se me moja el conejito, malooo! – gimió de forma tan sensual que fácilmente pude eyacular en ese momento si no me contenía. Luego, como si también tratara de contenerse, llevó sus manos a su entrepierna, solo cubierta por su delgado y corto pijama de verano, introdujo sutilmente su mano bajo la tela y tocó rápidamente su “conejito” – … mira lo que le haz hecho a mi conejitooo, malooo!!… – insistía en su tono sugestivo que me derretía, mientras sacaba su mano de su entrepierna y me mostraba sus dedos índice y del medio, de los que escurrían sendos hilillos de fluidos viscosos semitransparentes y que brillaban con la luz de la tv. El aroma que emanó en ese momento desde dentro de su pijama era suave, pero a la vez penetrante y me hizo recordar rápidamente las fogosas lamidas que le había dado a ese coñito en la mañana, solo recordarlo hizo que se me empalmara completamente la verga, quedando en evidencia bajo mi pijama. – Yaaaa…. Calmémonos un momento! – me replicó de improviso, previendo que si no lo hacíamos, luego no podríamos detenernos. Se enderezó un poco contra el respaldo de la cama y puso mi mano suave, pero a la vez descaradamente sobre el bulto que se hacía en mi short – tápate esooo!!! … nos pueden pillar los papás! – lo decía por precaución, pero estaba seguro que mientras me tocaba y miraba, deseaba a la vez, sacarme la verga afuera y devorarla… al menos eso era lo que yo anhelaba que hiciera en ese preciso instante.
- Es difícil contenerse cuando te tengo así de cerca… se me pone muy dura cuando estoy contigo – dije cada vez más desinhibido, era claro que la intimidad que compartíamos, también hacía que nuestra confianza creciera. Esta incestuosa relación nos acercaba cada vez más y nuestro trato mutuo era sospechosamente amigable a ojos de nuestros padres, quienes siempre luchaban para que no peleásemos tanto. Podrían imaginar ellos siquiera, que nuestro cambio de actitud se debía a las salvajes folladas que nos dábamos con mi hermanita?
- Mira… ya terminó el noticiero, mi papá de seguro ya está dormido… esperemos que mi mamá también se duerma pronto… iré a ver si ya apagó la tv en su cuarto. – dijo entusiasmada. Se enderezó en el borde de la cama y mientras se levantaba, aproveché su posición para acariciar su cintura y su cadera, hasta posar mi palma en el borde de una de sus nalgas, que se descubría gracias a que su delgado short se introducía entre ellas. Al sentir la caricia, volteó coquetamente, sonrió, se lamió su labio inferior y de un pequeño brinco se apartó de la cama y se acercó a la puerta del cuarto de mis papás, que estaba al lado de la puerta del baño.
Allí, sumergida en el sombrío rincón del pasillo interior, en donde se distribuían las habitaciones de la casa, estaba mi hermanita apoyando su oreja en la puerta, cerciorándose de que los papás ya estuvieran durmiendo. Mientras tanto, recordé la revista que había dejado tras la almohada de la cama de mi hermana, así que fui por ella nuevamente para ver la siguiente escena que se presentaba. Me senté en la cama de mi hermana y busqué la página en la que había quedado anteriormente. Mi verga no cesaba en su erección, por lo que, al sentarme, tuve que acomodarla para que no quedase doblada y lastimándome bajo el short del pijama, así que la orienté hacia arriba, haciendo que se asomara levemente en el borde superior. Volví a la revista y encontré la segunda escena, en ella se veía a una chica muy joven, pelirroja, de cabello rizado hasta los hombros, de tes muy blanca, que contrastaba hermosamente con el vivo color de su cabello y unos preciosos ojos verdes, daba la impresión de que por sus facciones, podría ser rusa o de alguno de aquellos países de Europa oriental, me pareció muy bella. La acompañaba un altísimo hombre de tes negra, que al lado de la menuda complexión de la pelirroja, parecía que medía más de 2m. En la primera escena, se veía a la chica con una playera corta de rayas horizontales coloridas, de tirantes delgados, como las que ocupaba mi hermana, la que dejaba descubierto su vientre. En la parte inferior, vestía un short de algodón rosado, corto, que dejaba la mitad de sus redondas y moldeadas nalgas al descubierto. Si bien la chica era menuda, contaba con un par de generosos senos y un trasero abultado, al menos sobresalía notoriamente en ese atuendo. Ya en la siguiente escena, el moreno acompañante, levantaba la polera de la chica y descubría unos aún más pálidos, pero respingones y bien formados senos, de pezones extremadamente rosados, casi me daba la impresión de que hubiesen destacado ese color de alguna forma, lo cual le daba una apariencia de delicadeza exquisita. El hombre tomaba los senos de la chica con ambas manos y le daba sendas lamidas. Al voltear la página, se veía al hombre recostado en una cama blanca y a la pelirroja bajando su calzoncillo para descubrir una descomunalmente erecta verga negra, fue impresionante ver ese tremendo miembro, aún más grande que el de la primera escena. Hasta ese entonces, desconocía las leyendas que cernían sobre los hombres de raza negra y sus especiales “dotes”. La chica con una cara de sorpresa sobreactuada, miraba a la cámara, mientras tomaba ese impresionante trozo de carne negra con ambas manos, cubriendo apenas la base de la misma, sin siquiera poder abarcar completamente su grosor. Volví a voltear la página y aparecieron las escenas explicitas, primero la de sexo oral o al menos eso intentaba hacer la chica, quién apenas se introducía el glande de color levemente más claro que el resto de ese mástil que se erigía de entre las piernas del individuo. En el cuadro contiguo, él le habría los labios vaginales a la chica y devoraba una reluciente y colorada vagina, perfectamente depilada y que también contrastaba notoriamente con el resto de la pálida piel de su cuerpo. Finalmente en esa página, en el siguiente cuadro, se apreciaba como el moreno actor le introducía la mitad de ese poderoso miembro dentro de su coño, el que se desplegaba completamente para abarcar esa enorme embestida, deformando casi hasta desgarrar esa lubricada cavidad vaginal. Cuando volteé nuevamente la página, percibí como mi hermana volvía a la habitación, ella, al caminar de regreso podía verme sentado en su cama con la revista en mis manos y como adivinando la escena que ojeaba y con una expresión de entusiasmo en su rostro me dijo:
- Esa es!!!! – dijo tratando de ahogar su voz para que no la escuchase nadie – Es una sorpresa!!!! No la veas todavía!!! – dijo abalanzándose sobre mi. Caí de espaldas en la cama, dejando la revista a mi lado, ella yacía estirada sobre mí, quedando su vientre desnudo, en contacto directo con mi duro pene, que sobresalía hasta la mitad sobre mi pijama tocando directamente la suave y tibia piel de mi hermana, quien de inmediato sintió el roce y mirándome con una sonrisa tímida y sus mejillas sonrojadas, a centímetros de mi, se dejó caer suavemente y me besó tiernamente en los labios. No quería que ese momento terminara y aunque solo fue un beso sutil, sin entremezclar nuestras lenguas, me sentía en las nubes. Lentamente se separó levemente de mi boca y me dijo – en la siguiente página descubrirás lo que te quería decir en la mañana temprano, cuando me fui a duchar. Pero quiero que lo veamos juntos, porque me da vergüenza!!! – se reincorporó tapándose la cara con sus manos, mientras yo aún no salía de mi estupor, estirado en la cama, con los brazos estirados hacia atrás y con media verga fuera de mi pantalón. Lentamente me reincorporé y tomé nuevamente la revista y volví a la página en que me había quedado, iba a voltear la página pero mi hermana nuevamente me detuvo – Espera!!!… déjame cerrar la puerta – brincó nuevamente y se dirigió a cerrar la dichosa puerta, al volver, se sentó a mi lado y nos reclinamos en el respaldo de la cama, tomó la mano que tenía en la revista y me dijo – Claramente esa enormidad me mataría, pero por suerte tu no la tienes así de grande – posaba su mano sobre la imagen de la revista en donde el tipo empalaba a la pelirroja. No sabía si eso era un comentario inofensivo o había algo implícito, a esa inocente edad y con la adrenalina que nos invadía de seguro su comentario era honesto y le aliviaba pensar que no tendría que introducirse semejante barbaridad dentro de ella… de seguro en la actualidad no piensa igual.
Acto seguido, giramos la hoja en conjunto y llegamos a la última página de esta escena de la revista, lo que vi me impactaría por el resto de mis días. La página se dividía en tres recuadro, en el más pequeño, en la parte superior izquierda, se veía al tipo moreno, introducirle completamente dos dedos en el aún apretado ano de la pelirroja, quien miraba a la cámara con sus ojos semicerrados y haciendo una mueca de dolor y placer con su boca, como estirando sus trompa hacia el frente, similar a cuando se lanza un beso al aire. Con la otra mano, el tipo le extendía las nalgas con fuerza, tratando de expandir ese minúsculo orificio trasero y así facilitar la entrada de sus dedos dentro de el, lo cual no parecía desagradar del todo a la chica, quien amasaba uno de sus senos mientras escarbaban su ojete. En el recuadro del lado derecho, levemente más grande que el anterior, se veía a la chica dispuesta en posición de “perrito”, con su trasero elevado al máximo y abriendo con ambas manos su blancas nalgas, se apreciaba como sus dedos se enterraban en su carnoso trasero, dejando sendas marcas rojizas en su pálida y tersa piel. En esa posición se podía apreciar como se distendía sorprendentemente su antes fruncido agujero rectal, dejando en primer plano un oscuro, pero a la vez inquietante y profundo forado que por alguna extraña razón, al menos en ese momento así me pareció, me impactaba tanto como me excitaba. A su vez, en la misma imagen, el hombre apuntaba peligrosamente su mulata y venosa verga en dirección a esa dilatada abertura, amenazando con rellenarlo dolorosamente. Finalmente, en la imagen culmine de la escena, que ocupaba la mitad inferior completa de la página, se apreciaba como el enorme sujeto, se posaba sobre la menuda chica pelirroja, quien no dejaba de abrirse su dúctil recto con ambas manos, permitiendo que aquella monstruosa y gruesa masa viril se introdujera de manera impactante hasta casi desaparecer completamente dentro de su esfínter. En ese momento no me explicaba como era posible que esa diminuta mujer, fuese capaz de aguantar semejante embate anal y que más aún, mostrara un desaforado placer en su rostro, no entendía en que espacio cabía esa absurdamente grande verga dentro de ella. Al ser la primera vez que presenciaba algo similar, el impacto fue considerable, considerando la corta edad con la que contaba en ese entonces, este era aún mayor, pero a la vez, me ofrecía un universo de posibilidades que se abarrotaban en mi juvenil cerebro, abrumándome hasta no poder reaccionar y emitir palabra alguna. Solo atinaba a intercambiar miradas entre la revista y mi hermana, quién aún cubría su rostro con sus manos y entreabría sus dedos para dejar ver sus ojos esporádicamente. Ya entendía por qué le avergonzaba mostrarme esa pagina en particular, de seguro en su momento, cuando la vio por primera vez, también se asombró tanto como yo. De seguro tiene que haber visto en varias otras ocasiones la revista como para que se hubiese decidido a proponerme hacer algo semejante con ella. Lo que era seguro, es que en ese momento comenzaría una, hasta hoy, interminable serie de encuentros de descubrimiento y exploración anal con mi hermanita, quien no escatimaría en hacer realidad sus más descabelladas, pero a la vez, memorables fantasías con su aún inmaculado culo.
- …es…es… wooow… es impresionante!!!! … de verdad te gustaría que te lo meta por…. Ahí? – apenas me salía la voz y trataba de ser lo más cortés posible con mis palabras, tenía la boca seca y el corazón me latía a mil por hora, aún me costaba siquiera imaginar que pudiese tener mi verga ensartada en el preciosos culo de mi hermanita. – ósea, quiero decir… porque yo si quiero!!! Mucho!!! – la verdad si quería demasiado hacerlo, solo que en ese momento me era impactante solo pensarlo, hasta hace unos instantes ni siquiera imaginaba que el sexo anal existía, pero me resultó tan excitante como lo sigue siendo hasta el día de hoy.
- Ay noseeeé!… por eso te decía que me daba mucha vergüenza!!! … por un lado me da mucha curiosidad hacerlo, pero también mucho miedo… de seguro me va a doler mucho… ósea… mira esooo!!!! – dijo apuntando la última imagen de la serie del negro y la pelirroja. – ya se que ella es… nose… profesional? Jajajaja ni siquiera se lo que digo… pero tiene práctica… y mucha por lo que se puede apreciar… será que a mi se me puede abrir así el cu….?!! … el hoyito .- terminó susurrándome esas últimas dos palabras al oído, percatándose a tiempo de lo vulgar que hubiese sonado el enunciado anterior. De todas manera el solo hecho que lo dijera, de la forma que sea, me hizo imaginarla en esos menesteres.
- Bueno… mmm… si, claramente la chica esta tiene muchísima experiencia … pero si ella puede… ya sabes, abrirse así su… hoyito.. jajajaj es que… de hoyito no le queda nada jajajajja – terminamos carcajeando los dos – no en serio, me imagino que hay que empezar así – dejé de reír y le apunté la imagen anterior, en donde el hombre le embutía primero dos dedos en el lubricado ojete de la pelirroja.
- …. Mmm si, creo que tienes razón, hay que empezar poco a poco. Tengo una idea!! – se levantó de pronto y fue en dirección al baño. Abrió cuidadosamente la puerta, para no despertar a nuestros padres y entró en puntillas, en ese instante no entendía que hacía, pero luego de unos segundo, apareció nuevamente y de forma sigilosa, salió y cerró la puerta del baño, traía algo en sus manos, que en la penumbra del pasillo exterior no lograba ver, finalmente volvió a nuestra habitación, cerró nuevamente la puerta y puso el cerrojo, cosa que no le agradaba nuestros padres, pero en esas circunstancias, preferíamos que nos retaran por eso a que nos pillaran en plena faena.
- Que traes ahí? – dije curioso, tratando de escudriñar entre sus manos. Escondía algo tras su espalda.
- Con esto será más fácil y suave… ya sabes… que me lo metas por culito jijijijiji – dijo avergonzada, mientras me mostraba una botella de crema corporal que nuestra madre usaba después de ducharse, No se si mi hermana ya había pensado en esto antes, pero era una idea genial, en las fotos de la revista, se veía como el mulato le untaba una especie de aceite en el trasero a la pelirroja y luego le brillaba al ser penetrado.
- Bueno entonces… manos a la obra! – no podían haber sido más acertadas mis palabras en ese contexto – jajajajaj nose porqué me siento nervioso, si eres tu la que será… como se dice? Enculada? Jajajaja – volvimos a reír al unísono, ambos nerviosos, pero cada vez más calientes. No sabía como empezar, pero vi nuevamente la revista esparramada en la cama, abierta en la primera página de la serie de sexo anal, entonces se me ocurrió – porque no empezamos como ellos? Así vamos entrando en calor, que dices?
Ya estábamos bastante acalorados, pero ninguno se atrevía a comenzar, así que me pareció una excelente idea. Me acerqué lentamente a mi hermana y al igual que en la revista, levante suavemente su delgada polera y comencé a acariciar su vientre y subí hasta posar mi mano en esas prominentes y extremadamente suaves tetitas y con mi otra mano la abracé por la cintura, acercándola a mi hasta sentir su aliento agitado y tibio mezclarse con el mío, me sentía en la gloria cada vez que la tenía así de cerca. Ella no dijo nada, solo me miró a los ojos y se dejó llevar, era impresionante como cambiaba de actitud en esas circunstancias, dejando de ser la hermana mayor, dominante y mandona, para convertirse en una niña delicada, frágil y dósil, que casi no hablaba y solo suplicaba y gemía como una gatita en selo. Ese cambio de actitud por otro lado me hacía hervir la lívido y asumía casi inconscientemente mi rol de macho sometedor; en sentido figurado claro está, que podía tomar el mando en una relación incestuosa que hasta la actualidad experimentamos.
- Ven acá, sácate esto! – la acerqué violentamente contra mí y subí con ligereza su polerita, descubriendo sus juveniles y blanquecinos senos, marcados notoriamente por el bronceado que le dejaba la parte superior del bikini, coronados por unos protuberantes y rosados pezones que apuntaban al techo con fiereza.
Ella se dejaba llevar sin dejar de mirarme fija y seriamente, su rostro denotaba concentración pero mucha sensualidad, no quería equivocarse y asumía su rol y hacía todo lo que yo le decía sin chistar, levantó sus brazos para facilitarme la tarea y así quedó con su tetitas desnudas, luego bajaba sus brazos y me las ofrecía sin tapujos. Del mismo modo, no la dejaba de contemplar, en ese instante me parecía perfecta al contraste de la luz que brindaba la tv y volví a tomarla por la cintura y me acerqué cuidadosamente a uno de sus senos y lo lamí cariñosamente por un instante, haciendo que se le erizase la piel, podía ver como los bellos dorados de sus brazos se elevaban y brillaban contra la luz artificial, su respiración se aceleraba con cada lamida de su delicioso pezón, seguí engullendo sus incipientes pechos por unos segundos mientras mis manos bajaban lenta pero decididamente hacia sus caderas, hasta encontrarse con el elástico del pantaloncillo de su pijama, este era de algodón, suave y delgado, como los que solía ocupar en las calurosas noches de verano en el campo y esa noche no era la excepción, junto con nuestra creciente agitación, las primeras gotas de sudor comenzaban a originarse en la espalda baja de mi hermana, las sentí cuando mi mano transcurría por esa zona y llegaba al inicio del short. No lo dudé ni por un instante y mis dedos pulgares se introdujeron bajo el dichoso elástico, el cual apretaba mínimamente la prenda contra la delicada piel de las caderas de mi hermanita y procedí a deslizarlo cuidadosamente hacia abajo sin perderme detalle del espectáculo que me daba al ver como esa delgada tela se resbalaba sobre sus torneados y respingones glúteos. Sentía como a medida que bajaba esa diminuta bombachita, mi verga se endurecía cada vez más y apuntaba descaradamente hacia al frente, haciéndose notoria bajo mi pijama, lo cual fue descubierto rápidamente por mi hermanita, quién al sentir el contacto de ese creciente bulto con la parte baja de su vientre, la hizo estremecerse profundamente, hasta dejar escapar un pequeño y agudo gemido de su interior. Al bajar completamente la parte inferior de su pijama por su trasero, este calló completamente por sus piernas, quedando arrugado y amontonado sobre sus pies. Sentía como la temperatura de su piel se elevaba estrepitosamente y penetraba mi ropa, bajaba mis manos sin contemplación desde sus caderas hasta su firmes nalgas, al hacerlo, sentía como su piel se erizaba y su transpiración se iba reteniendo en mis dedos paulatinamente hasta que al envolver sus glúteos con fuerza, estos se resbalaban en su propio sudor, generando una atmósfera densa, pero exquisitamente embriagante, mezclando su delicado pero a la vez penetrante aroma corporal, con su perfume de niña, lo que junto con el calor del verano, hacía que esta fragancia se potenciara e inundara toda la habitación.
Sin despegarme de su lado, solté un momento su suave culito y me desprendí rápidamente de mi pijama, me urgía sentir el roce de su sudada piel con la mía, así como lo habíamos hecho la mañana anterior y cuando estuve desnudo frente a ella, noté por un instante su preciosa figura, diminuta y esvelta, frágil y dulce, su piel tersa brillaba ante el reflejo de la tv e invitaba a ser recorrida y acariciada completamente. En ese momento nos miramos por una fracción de segundo a los ojos y sin mediar palabra, nos acercamos nuevamente y nos envolvimos en un abrazo de amor, así es, no se podía definir de otra forma, en ese momento mágico y caliente, ambos sentimos lo mismo y nos entregamos a dicha sensación. Nuestros labios se encontraron en un tierno, húmedo y apasionado beso, nuestras manos recorrieron hasta los últimos rincones de nuestros pueriles cuerpos y el copioso sudor se mezcló en uno solo, dejándonos caer lentamente sobre mi cama, quedando recostados de perfil, uno frente al otro, mientras luchábamos por alcanzar bocanadas de aire fresco y recuperar nuestros alientos.
- … anda… házmelo ya! … quiero que me lo metas por el culito hermanito! … estoy tan caliente que si me tocas una vez más voy a acabar ya mismo!… – jadeó mi hermanita, mientras se estiraba de espaldas en la cama y se abría decididamente sus piernas, no sentía reparo alguno, tal como había dicho, su calentura era extrema y pude apreciarlo claramente cuando al abrir sus estilizadas piernas, dejó al descubierto un empapado y rosado coñito lampiño, del cual se notaba emanaban considerables cantidades de fluidos desde su interior. Entonces me posé sobre mis rodillas y tomé sus rodillas y las orienté hacia mí y abriéndola con delicadeza, la acomodé frente a mi.
- Te vez exquisita en esta posición, podría comerte de pies a cabeza hermanita…. Mira como tienes de mojadito tu conejito!!! – me incliné sobre ella y comencé a besar su cuello y fui bajando por su pecho, su perfume era sutil y penetrante, casi nublaba mi mente, queriendo devorarla más que besarla y el sabor salino que le daba su abundante transpiración, solo acrecentaba mis deseos de poseerla. Al bajar de su ombligo, sentía como se retorcía bajo de mi y sus manos comenzaban a revolver mi cabello con firmeza, su respiración se aceleraba de golpe, presentía que me acercaba al punto de no retorno y sus gemidos ahogados crecían en vigorosidad
- … ay hermanito mío mío mío… – repetía hasta perder el aliento, mientras agitaba su cabeza de un lado a otro – …. Que me haces hermanito que me vuelves loquitaaa… – su voz se convertía en un gemido agudo que parecía que le devoraba el aire hasta casi desfallecer, su voz apenas salía de su boca y sus ojos apenas se abrían. Su espalda se arqueaba y elevaba sus caderas sin control, deseaba que le comiera el coñito con fiereza, más que nada en su vida…. Y así lo hice.
Tomé sus firmes y suculentos muslos por la parte inferior, justo debajo de donde terminaban su redondas nalgas y los elevé, flectando sus rodillas y abriéndola suavemente, exponiendo completamente su apetitosa, brillante y empapada vulva. Luego, me dejé caer en picada sobre ella y con mis labios abiertos, engullí de golpe esa hermosura, como si fuese un manantial en el desierto, tragué hasta la última gota del néctar que escurría de su interior, el sabor característico de ese manjar me hacía perderme en la lujuria y no hacía caso de nada más alrededor. En ese mismo instante, sentía el arqueo de las caderas de mi hermana que casi no lograba encontrar aire que respirar y retorcía sus ojos hacia atrás como poseída. De pronto, como un acto reflejo, estiró uno de sus brazos y tomó una almohada pequeña que estaba a su lado y la apretó violentamente contra su boca, trataba de ahogar sus feroces gemidos, para que no nos escucharan en la habitación de al lado. El escenario era sublime, la cama estaba completamente desecha producto del retorcimiento de mi hermana sobre ella y mis piernas colgaban hacia atrás, tratando de acomodar mi tiesa verga bajo de mi estómago. Mi lengua escarbaba en el interior de esa sabrosa y estrecha vagina, recorriéndola de adentro hacia afuera y de arriba abajo sin piedad y con cada lamida se escuchaba el grito ahogado de mi hermana bajo la almohada, y con su otra mano tomaba mis cabellos, a veces con tanta fuerza que dolían, pero nada me importaba, mi acometido era comerme ese conejito completa y profundamente. De pronto y sorpresivamente, mi hermana se incorporó casi de un salto sobre la cama, desplazándome con su movimiento hacia un costado de la cama, quedando recostado de espaldas. No entendía que sucedía, pero al ver el rostro de mi hermana, podía ver sus mejillas completamente rojas, su agitación era máxima y su cara estaba completamente empapada en sudor, algunos cabellos se mezclaban en esa humedad y sus ojos serios, semiabiertos y brillantes me miraron con una bestialidad que jamás le había visto, parecía poseída por un demonio. Entonces tan rápido como se incorporó en la cama, se dio vuelta en dirección a mi verga, que en la posición en que me encontraba, apuntaba hidalgamente hacia el techo en un ángulo 90° en relación a mi cuerpo…. en ese momento entendí que era lo que pretendía.
Posó sus manos sobre mis muslos, entonces volteó su serio rostro nuevamente hacia mi y levantó una de sus piernas, pasándola sobre mi cabeza y apoyando sus rodillas a ambos lados de mi torso, quedando con sus piernas completamente abiertas sobre mi, con su palpitante y, a estas alturas, roja vagina a centímetros de mi rostro y sus sudados y rogordetes glúteos bamboleando con el movimiento sobre mi. Entonces, mirándome hacia atrás, su rostro endiablado y sudado, esbozó una sonrisa aún más malvada y mientras volvía a voltear su rostro hacia el frente, sentí por una parte como su mano derecha enrollaba decididamente mi endurecida verga por el tronco, a la vez que dejaba caer su empapada vagina sobre mi cara, sin darme tiempo de respirar siquiera, comenzó a restregarla firmemente sobre mi. Podía sentir como en esa posición, sus fluidos parecían una cascada de líquidos escurriendo desde su interior y derramándose por mi labios hasta rebasarlos. En esos instantes era difícil contenerse y parecía que el tiempo no fluyera a nuestro alrededor y solo la excitación dominasen la existencia. Entonces, dejándome llevar por ese interminable fervor y aprovechando la ventaja que me daba la posición en que me encontraba en ese momento, tomé las que en esa perspectiva, me parecían unas enormes nalgas y comencé a amasarlas salvajemente como si quisiese arrancárselas del cuerpo. Ese movimiento hizo que mi hermana también reaccionara y luego de jalarme la verga por unos segundos, sentí como se dejaba caer pesadamente sobre mi vientre, sentía sus endurecidos pezones restregarse contra mi estómago y entonces, sentí lo mejor e inesperado. Un calor y humedad inigualable envolvieron repentinamente mi verga desde mi carnoso glande y fue bajando suave y viscosamente hasta la base, comenzando un movimiento ascendente y descendente, continuo y coordinado, de las mejores sensaciones que había sentido en hasta ese entonces cortos e inocentes 10 años… mi hermanita me estaba dando mi primera pero no menos apasionada mamada.
- …OOOOHHHH…. Hermanitaaaa!!!! Uuuuuuyyyyy que … riiiicoooo se sieeenteee …. Uuuffff tu boquita caliente!!! – apenas podía aunar las palabras, se me nublaba la vista y también mi mente, la sensación de su lengua envolviendo mi verga de punta a cabo era inigualable y no cesaba en su embestida. Era tan excitante la sensación, que no lograba controlar mis movimientos y sentía como mi pelvis se elevaba con cada engullida que me daba y hacía que mi verga se introdujera hasta lo más profundo de su ensalivada boca, prácticamente me estaba follando la boca de mi hermanita.
- … Cof cof… agggjhhh!… mmmm… no era … esto lo que querías?… la foto de … la … revista… – dijo apenas, separándose solo unos instantes de mi falo, para volver a engullirlo en uno movimiento decidido y profundo, que incluso generó un sonido en su garganta al llegar a la base, como una explosión líquida en su interior, producto de la brutal tragada que me dio. En ese momento me costó procesar sus palabras, pero en uno segundos recordé la imagen de la revista que le había mostrado a mi hermana, la de la primera escena de la revista, que resaltaba en color rojo y grandes dígitos el N° 69.
- …. AHHHH hermanitaaaaa!!!!…. Eres la … mejooooor hermana…. Del mundo! – no mentía, no podía sentirme mejor en ese momento, era la primera vez que me cumplían una fantasía sexual… claramente no sería la última.
En esa posición y viendo que mi hermana no había olvidado el libreto, decidí avanzar en el plan de seguir los pasos que la revista nos había mostrado y mientras seguía con el masaje desenfrenado sobre su suculento y resbaloso culo, no dejaba de devorar su inundado coñito y mientras extendía sus nalgas energéticamente hacia los costados, comencé a apreciar como su inmaculado botonsito anal también comenzaba a estirarse gradualmente al ritmo del masaje, entonces decidí aprovechar mi posición y la abundante humedad de la zona y cuidadosamente, en la medida que le abría la rajita a mi hermana, comencé a posar mis dedos sobre esa inexplorada y aún apretada apertura. Al hacerlo, noté como la piel de las nalgas de mi hermana se erizaba, tanto que sentía su textura en mis manos, a su vez, al sentir el contacto de mis dedos en su ano, pude ver como este se contraía con fuerza, en el típico acto reflejo de esta zona.
- …. Déjate llevar hermanita… relaja tu culito… voy a … hacerlo despacito… para que te pueda meter la verga después! – dije tratando de convencerla, aunque esas últimas palabras me parecieron algo bruscas, parece que surtieron efecto, ya que pude ver, literalmente en primer plano, como el apretado esfínter de mi hermanita se aflojaba de inmediato y aprovechando el impulso, abrí con fuerza sus nalgas haciendo que por primera vez esa estrecha cavidad se dilatara, tanto que podría haber introducido un dedo dentro de ella. Ese movimiento hizo que mi hermana empinara su culito al ritmo de mi masaje exponiendo deliciosamente todo su ano y su lubricado sexo.
- …. Ayyyyy hermanito mío mío mío…. Eso es lo que quiero!!!! … quiero que me metas la verga en el culo!!! – se arqueó tanto que las articulaciones de su espalda crujieron, levantó su cabeza hacia atrás, estirando el cuello y elevando el rostro hacia el techo mientras se incorporaba estirando sus brazos y separando su torso del mío. Debo admitir que sus movimientos casi me asustaban en ocasiones, pero a la vez me sorprendía la sensualidad con que lo hacía y como la calentura la poseía completamente, olvidando cualquier rastro de inocencia que su juvenil figura demostraba. Luego, volteó rápidamente su rostro hacia mi, haciendo que sus cabellos mojados se revolvieran en su rostro y con un susurro cerró sus ojos apretadamente y me dijo las palabras más cachondas que nadie me haya dicho jamás … – Quiero que me folles el culo toda la noche!!!!! (ese era el título de la segunda escena de la revista… la escena del moreno y la pelirroja).
…… Continuará
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